martes, 2 de junio de 2009

GENERAL (R.E.) HERNAN PUJATO - PIONERO DE LA ANTARTIDA ARGENTINA


Cumpliéndose un aniversario más del nacimiento del general Hernán Pujato en Diamante, un 5 de junio de 1904, corresponde escribir unas líneas para recordar algunos detalles de la trayectoria del gran hombre que nos dejó enseñanzas que deben ser aprovechadas por todos.

Hablar de él y la importancia de su obra en la Antártida, presupone un compromiso y un gran riesgo, por la limitación que tienen las palabras y el espacio para reflejarla en toda su dimensión.

¿Cómo describir a un hombre de su talla, de su inquebrantable espíritu, moldeado para la labor suprema en la cuál puso su aliento insuperable, teniendo además siempre en su mente a la Patria?. No hay duda que no sólo Dios estuvo de su lado, sino que su profesionalismo, su contextura moral y su decisión fueron fundamentales para obtener la magnitud de sus logros.

Trataré de superar el escollo, comentando inicialmente que a pesar de que mi ámbito es la investigación histórica de Diamante, muchas veces termino haciendo contacto con la vida de sus hijos, como es el caso de este ilustre diamantino; que a pesar que desarrolló sus actividades en el contexto nacional, lejos de su ciudad natal, no dejó de pensar en sus grandes momentos en ella.

Nacido y criado en una familia que le dio la semilla de las virtudes, que supo luego desarrollar y que le permitieron moldear su gran personalidad: integridad, austeridad, fortaleza espiritual y amor a la Patria. Su ciclo escolar en Diamante, el secundario en Buenos Aires y su paso por el Colegio Militar de la Nación, terminaron de preparar a ese todo, donde el hombre, el militar, el idealista, el visionario y el hacedor, se mezclaron y lo hicieron comenzar a andar.

En poco tiempo, tomó contacto con los elementos con quienes conviviría en el futuro: hielo, nieve, frío. Sus servicios en unidades de montaña como el Regimiento 16 de Infantería en Uspallata, provincia de Mendoza, le permitieron adquirir la aptitud de esquiador militar y desarrollar una gran actividad en la montaña, llegando en 1929 a casi hacer cumbre en el Aconcagua, abandonando a los 6000 metros a causa de un fuerte temporal, lo que lo fue fogueando y haciéndolo adquirir una gran experiencia en el manejo de situaciones extremas. Retornó a la zona al egresar en 1938 de la Escuela Superior de Guerra, con el título de Oficial de Estado Mayor y destino en el Centro de Instrucción de Montaña en la provincia de Mendoza.

El ser nombrado en 1944 Jefe de Estado Mayor de la Agrupación Patagonia, le permitió comenzar a adentrase cada vez más en la posibilidad y necesidad que tenía el País de llegar y ocupar la Antártida.

Designado en 1946 Agregado Militar en la Embajada Argentina en Bolivia por dos años, nada le impidió seguir trabajando la idea, realizando gestiones muchas veces ni siquiera escuchadas, pues creo que no se podía concebir en ese momento llevar adelante semejante proyecto: era nada más y nada menos que una aventura.

De regreso de su misión en Bolivia, durante 1948 y estando concretándose la ampliación del nuevo templo parroquial de Diamante, donó importantes sumas de dinero para apoyar dicha obra, lo que seguramente hizo que Dios le diera una mano, que sumado a su prestigio en alza, se concretara que fuera autorizado al año siguiente a realizar por propia solicitud, un curso de supervivencia polar en Alaska, sumando así experiencia y además, comprar por su iniciativa los primeros cuarenta perros polares para la Argentina.

No fue un regalo ser convocado en 1950 por el Presidente de la Nación para que preparara una Expedición Científica Polar y asumiera su jefatura, para lo que fue menester tener disciplina de trabajo, severidad en el análisis y un exacto planeamiento, no sólo por lo riegoso de la misión, sino por los problemas a vencer.

Esto le permitió poner el pie en el continente helado y erigir la Base “Gral. San Martín” en un área casi inexplorada. Luego vendría su empeño y el logro de obtener los fondos para que se construyera el tan necesitado Rompehielos "San Martín", la creación del Instituto Antártico Argentino, que en un merecido reconocimiento se le denominó con su nombre, llevar adelante la expedición Polar Argentina al Mar de Weddell y fundar la Base "General Belgrano".

También como parte de lo planificado se consideró el reconocimiento de un área nunca antes explorada. Hernán Pujato y un equipo de gente especialmente elegida y entrenada realizaron vuelos con un Cessna 180 y un Beaver, en los que intervino personalmente como piloto del primero. Este hecho tan poco difundido tiene el gran valor para fundamentar nuestros derechos antárticos, pues antes nadie había sobrevolado esa latitud al sur de la barrera de los hielos. Allí fue donde ubicaron e identificaron una serie de accidentes geográficos que se bautizaron con topónimos relacionados con el lugar de nacimiento de los tripulantes, entre ellos el cordón Entre Ríos y el Cordón Diamante.

Ese avión lo perderían en un accidente en noviembre de 1956, cuando en un vuelo tripulados por ellos, se produjo una formación de hielo en el carburador, lo que provocó que el aparato se estrellara violentamente y quedara totalmente destruido, salvándose milagrosamente.

Fueron rescatado por el otro avión Beaver que integraba el grupo de reconocimiento, pues se hallaban en esos momentos a 600 Km. de la base. En una acción totalmente riesgosa pudieron hacerlo aterrizar para subir los equipos, y antes de despegar formaron en ese lugar, el más austral habitado de la patria, cantaron el himno nacional y expresó Pujato: "Otros retomarán la posta que hoy nos vemos obligado a dejar".

Los riesgos que tomaron hicieron pensar a más de uno que no lo volverían a ver, víctima de alguna grieta, de quedar sepultado por el hielo o de algún accidente con su Cessna en lugares donde no tenía posibilidades de ser socorridos. No en vano muchos lo llamaron "el loco Pujato", y que como él mismo cuenta, en una oportunidad que el mismísimo Ministro de Marina comentó al entonces Presidente Perón "este loco va a morir en Drake", éste lo paró y le contestó: "Si Ud. tuviera dos o tres locos como ese, sus cosas andarían mejor".

Estos hechos escritos tan escuetamente, fueron de una extraordinaria magnitud por los grandes sacrificios realizados por Pujato y su equipo, el aislamiento a que se vieron sometidos, los riesgos vividos, pero con un resultado superlativo al marcar la presencia del País en la Antártida y dejar abierto el camino para que otros continuaran la tarea, pero a la vez y como bien lo dijo: "Fuimos los primeros ocupantes y descubridores de esta región. Lo decimos porque la Patria tiene sus derechos irrebatibles que nadie puede desconocer".

Vayan estas líneas como mi adhesión a su obra que con tanta fe realizó para bien del País, y creo que como merecido homenaje, de la misma manera que se trata de dimensionarla en toda su magnitud, paralelamente debe hacerse hincapié en su integridad moral. Nada más acertadas que las palabras de uno de los estudiosos de los temas antárticos, el Coronel (R) Adolfo E. Quevedo Paiva, cuando expresó "Los méritos aquilatados por el señor general Pujato, tuvieron siempre el signo de la austeridad, del desinterés y de sus convicciones patrióticas. Pudo hacerlo con naturalidad, renunciando inclusive a percibir con absoluto altruismo emolumentos especiales que le correspondían y hasta sufragó de su propio peculio adquisiciones o gastos cuando lo asignado resultaba insuficiente. Gozó permanentemente de la satisfacción del deber cumplido con total recato, pese a tener el honor de recibir, la mayor y más importante cantidad de distinciones oficiales, conferidas por su profesionalismo a un militar en el siglo XX".

Diamante le ha dado el lugar que le corresponde a uno de sus hijos: el reconocimiento, designándolo Ciudadano Ilustre. Este rescate de los valores que ha sabido demostrar el general Pujato y la importancia de su obra, debe servir de ejemplo, como la de otros tantos otros argentinos, si pretendemos tener una gran Nación. Está en nosotros divulgarlo y hacer docencia con ello.

Ricardo César Brumatti
Cronista histórico de Diamante

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente nota Sr. Brumatti.
Vaya con Ud. un fraterno abrazo antártico.