jueves, 11 de junio de 2009

CORONEL LUIS HERNANDEZ



En este trabajo voy a reseñar la vida del coronel Luis Hernández, hombre que marcó a través de su actuación pública, como Comandante Militar del Departamento, la transformación de Diamante luego de su fundación en 1836, de ser un caserío desmembrado a convertirse en una comunidad pujante y organizada para la época, permitiéndome transcribir algunos datos biográficos investigados por el Dr. Isidoro J. Ruiz Moreno, quien en su vasta obra, ha publicado trabajos sobre el tema, además de haberme enviado generosamente la imagen que acompaña el artículo.

Nació el 11 de octubre de 1819 en la vecina ciudad de Santa Fe, siendo uno de los ocho hijos del matrimonio de José Justo Hernández y Catalina López. Esta última, su madre, era hermana melliza del que fuera Gobernador General de la provincia de Santa Fe, el general Estanislao López, siendo otro de sus hermanos, Juan Pablo López, luego General, que lo veremos acompañar al sobrino que hoy nos ocupa, en varios momentos de su vida.

El 13 de febrero de 1841, Luis Hernández contrajo matrimonio con María Cecilia Bergara en la ciudad de Rosario, donde los testigos de esa boda, fueron el entonces mandatario provincial y su esposa.

Su vida militar fue muy rica en hechos, diría yo novelesca y llevaría todo un libro desarrollarla y trataré de limitarme a lo cumplido en nuestro ámbito; pero a modo de introducción para formar el concepto de cómo llega a nuestra ciudad, reseñaré lo siguiente: por origen familiar no pudo sustraerse a ser parte de las fuerzas santafecinas, que intervinieron en el pronunciamiento en el mes de noviembre de 1841 contra la tiranía de Rosas; al ser derrotadas éstas por el ejército de Oribe, Hernández pasó al Chaco, donde los indios de la zona le brindaron hospitalidad, que él devolvió dedicando su tiempo a realizar acciones para civilizarlos y trasmitirles conocimientos religiosos. Mientras tanto su mujer se asilaba en Uruguayana (Brasil).

De allí, acompañó a su tío, el general Juan Pablo López en su intervención en los hechos que terminaron con la batalla de Arroyo Grande, en abril de 1843, donde seguía integrado a las fuerzas santafecinas junto a las correntinas del coronel Joaquín Madariaga. Por esta acción fue ascendido al grado de Mayor.

En 1845 integró las fuerzas que partieron de Corrientes y llegaron a Santa Fe, donde la tomaron, pero no consolidaron esa victoria y al permitir que los vencidos se reorganizaran, son derrotados en Mal Abrigo el 12 de junio. Esto lo hizo separarse del ejército de Madariaga, asilándose en Uruguayana, donde se reunió con su mujer.

Reapareció luego de la batalla de Vences, en 1847, donde solicitó asilo como otros tantos en nuestra provincia, a su antiguo adversario, el gobernador Urquiza, con quien lo unía la misma idea: combatir a Rosas. Y es tal el reconocimiento del mandatario, que no solamente lo recibió, sino que le confió la comandancia militar del pueblo del Diamante, como lo atestigua la nota fechada el 5 de julio de 1848 en Paraná, del gobernador delegado Crespo a Urquiza, que dice: "Hoy mismo se despachan los nombramientos de Comandante, Administrador de Rentas y Capitán de Puerto en las personas del Sarg. Mayor Dn. Luis Hernández, Dn. Manuel Agulla y Dn. Martín Ruiz Moreno".

Su agradecimiento lo transmitió el 9 de julio en la carta fechada en el Diamante, dirigida a Urquiza, expresando: "Mi querido General: Hoy por orden que recibí del Exmo. Sor. Gobernador Delegado, me he recibido de la comandancia de este pueblo y su distrito. Recibí también los despachos de mi graduación".

Inmediatamente puso mano a la obra, y coordinó junto a los también recién nombrados: Manuel Agulla, el juez de paz Antonio Ríos y el capitán Martín José Ruiz Moreno, en las tareas de organizar el pueblo. Como auxiliar suyo lo tenía al jefe de las fuerzas de seguridad, comandante Valentín Gutiérrez. Su preocupación en llevar su gestión adelante es evidente, como lo demuestra la profusa documentación que atestigua su intervención en diversas acciones, no solamente sobre su tarea específica como comandante, sino por ejemplo, al comenzarse con las primeras obras públicas ordenadas por el gobierno provincial. La iglesia fue la primera de ellas, empezó el acopio del material durante 1848, para iniciar las obras el 15 de octubre del año siguiente. Personalmente se dedicó a buscar el personal que se ocuparía como mano de obra, organizando inclusive los hornos de ladrillos necesarios.

Es interesante leer en una carta del 24 de agosto de 1850 al Ministro Galán, donde expresa: "El infrascrito se ve precisado a pedir la aprobación de S. E. para alquilar una casa que sirva de oficina a la comandancia militar, pues, siente el inconveniente de tener 35 personas de familia, las más de ellas criaturas, ser también la posada de las personas forasteras que llegan a este punto y a más tener que establecer una guardia".

Durante este período ha quedado documentado los primeros síntomas del desmejoramiento de su salud, que luego le traerían consecuencias fatales. Es en enero de 1849, cuando debió hacerse tratar en Paraná, y ha sido tan delicado su estado, que el día 5 le hace llegar una nota fechada en el mismo Paraná al ministro Galán, expresando: “Respetado Señor: La necesidad de reparar mi salud me ha puesto en la precisa obligación de venir a esta Capital y no pudiendo por mi estado pasar ante V. S. personalmente hágalo por medio de ésta para poner en conocimiento que dejo en mi lugar al señor Comandante D. Valentín Gutiérrez, acompañado de las instrucciones necesarias para que dé la más exacta ejecución a las órdenes de V. S.".

Esta fue la época más próspera para Diamante desde su fundación en 1836, comenzando a funcionar a pleno instituciones importantes para la evolución de cualquier comunidad. La habilitación del puerto hizo desarrollar el comercio de manera notable, sumado el apoyo brindado a los labradores, mediante entrega de subsidios y semillas, que permitieron obtener excelentes cosechas de trigo. Hernández hizo trazar y ejecutar el camino de acceso al puerto, que agilizó la comunicación con él. Al crearse la Comisión Escolar del Departamento, se instaló la primera escuela oficial registrada hasta el momento: la Escuela de Primeras Letras, costeada por el gobierno provincial y que en su proyección es la hoy Escuela Nº 1 “Independencia”, y la designación del primer maestro de la misma: Dn. Valentín Zamora, quien permaneció poco tiempo en el cargo, siendo reemplazado por Dn. Benito de la Torre. También se sumó el comienzo de las actividades religiosas en el nuevo templo, hasta el momento realizadas a través de las visitas eclesiásticas desde Paraná, nombrándose el primer cura párroco: el Pbro. Esteban Solari. (Estos temas serán desarrollado en próximos trabajos).

Todo ello confeccionó un cuadro atrayente, y es así que fue continua la emigración desde el lado santafecino, la que fue amparada por Hernández a instancias de Urquiza, dando todas las facilidades para que se instalaran, siendo el único requisito “tener deseos de trabajar”. Entre las medidas, el gobierno dispuso entregar terrenos baldíos fiscales a ciudadanos, con la obligación de poblarlos dentro de un tiempo determinado.

Hernández siguió enfermo, al final del año le escribe a Urquiza: “Deseaba, mi General, como a la única persona a quién le miro como padre, ir a tener el gusto de verle y llevar yo a estos hombres que le fueron ingratos, pero sigo por mi desgracia enfermo, privado del sol, el caballo y aún de continuar la pluma, que éste no puede evitarlo y aún teniendo resultados más desgraciados por mi escasa salud”.

En 1851, luego del Pronunciamiento del 1º de mayo, Urquiza comenzó la tarea de inteligencia para preparar el terreno de lo que sería Caseros, le encomendó a Hernández enviar agentes para referir lo que acontecía del lado de Santa Fe. También le encargó de vigilar las costas, para prevenir cualquier acción de Echagüe.

Diamante fue el lugar elegido en diciembre para la gran concentración del ejército que se preparaba para avanzar hacia Buenos Aires y cruzar el Paraná. Allí intervino activamente nuestro Comandante como dueño de casa apoyando todos los preparativos.

Acá se produce la acción que lo mostró en toda su dimensión de soldado y que es totalmente reflejada en el parte que elevó informando lo acontecido al coronel José M. Francia, en el que relata que luego de recibida la orden de tomar en 24 horas la plaza de Santa Fe, para lo cual con fuerzas del Batallón Fidelidad Entre-Riano, y la Compañía de Colorados tomase la plaza de Santa Fe. Para esto salió de Diamante, pasó desde la Bajada Grande frente a la Isla de Lanche a nado del Río Paraná, cada soldado con su caballo al costado, las armas, municiones y monturas, utilizando también lanchones que se habían mandado a aquel punto.

En un rápido golpe de mano reduce las guardias que resguardaban Santa Fe, entró en la plaza, allí el teniente coronel Comas entregó las tropas, tomando definitivamente Hernández posesión de ella.

Luego se dirigieron por tierra hasta frente a Diamante, donde se incorporaron al resto del ejército, para avanzar hacia Buenos Aires, integrando la vanguardia; lo que lo hace participar en las primeras acciones propias de la aproximación. Así llegó el 3 de febrero en que intervino en Caseros destacándose nuevamente por su bravura. Ello es reconocido y le valió el ascenso a Teniente Coronel.

En marzo regresó a su cargo de Comandante, pero inmediatamente, a raíz de las internas por el gobierno de Santa Fe, en la que era protagonista su tío, el general Juan Pablo López, lo hizo tomar una decisión que lo llevó a complicar su futuro promisorio en nuestro pueblo, interviniendo directamente en los acontecimientos. Para ello solicitó permiso para ausentarse a Rosario por cuestiones particulares, pero en realidad el 5 de julio, junto a otros opositores tomó la plaza del Rosario y puso en arresto al comandante general Oroño y al juez de paz Bayo; por esto es sindicado Hernández como cabeza del movimiento junto al coronel José Fernández, el que levantó las fuerzas de esa ciudad contra Rosas en los momentos previos a Caseros.

A pesar del triunfo inicial de esta revolución, y de tratar de fundamentarla luego a las autoridades, el gobernador Crespo no le perdonó semejante acción, movilizando a todas las fuerzas para conjurarlo, porque Hernández y López avanzaban sobre la capital de Santa Fe. Urquiza fue más benévolo, pues a pesar de comprenderlo y poner en evidencia el afecto que le tenía, deploró el hecho. Esto llegó a conocimiento de los insurgentes, lo que motivó el desbande de la mayor parte de la gente, no quedando otra alternativa a Hernández que cruzar hacia Entre Ríos.

El 7 de julio, Crespo dirigió a Hernández una carta donde el gobierno lo apercibió por haber tomado parte en actos sediciosos, y al haber mentido al gobierno al pedir licencia para pasar a la capital de Santa Fe con el pretexto de conducir muebles que le pertenecían, poniendo en conflicto al encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación

El día 8 el ministro Luis de la Puente lo depuso del cargo de comandante de Diamante y lo reemplazó en forma interina por el sargento mayor Marcos J. Cuesta.

Al disolverse el 13 la fuerza sublevada en el Rosario, Luis Hernández, se embarca con destino a Diamante. En este concepto el gobernador delegado Crespo ordena a los cuerpos de milicias del área a encontrarlo y prenderlo vivo o muerto.

Desde Palermo de San Benito, el general Urquiza se dirigió a Antonio Crespo defendiendo a Hernández a quien lo trató como un patriota, y le llamó la atención que no se deje llevar por lo publicado por el periódico "Progreso", y en uno de los párrafos le expresaba "Pero ya se ve, Ud. es también uno de esos de "calzones caídos" que se espantan de las sombras, y que al ver toser a la vieja, ya les parece que se muere".

El 17 de julio, en la madrugada llegó Hernández a la boca de la Manga, donde una partida al mando del oficial Eloy Fernández lo localizó. En ese episodio fue herido en el muslo de un tiro, entró herido en Diamante y se dirigió a una chacra que tenía en la Ensenada, pero fue descubierto y debió rendirse por la gravedad de su estado. Fue trasladado a la Comandancia, donde el doctor Pedro Serrano le realizó las curaciones.

Es enviado a Paraná, pero enterado Urquiza, ordenó que sea liberado, expresando que ya lo había indultado antes de su captura y que se hiciera cargo nuevamente de la Comandancia del Diamante, ya que "servidores como él, y soldados que en los campos de batalla defienden los derechos de los pueblos, son los que se necesitan para que el país no sea víctima de la demagogia y de los que sin títulos ningunos quieren hacerse los intérpretes de la voz del pueblo".

El gobernador delegado Crespo cumplió lo ordenado por Urquiza, y Hernández retomó el cargo, pero por corto plazo ya que presentó su renuncia para dedicarse a un emprendimiento rural que había comenzado con su familia.

Al poco tiempo, se produjo un hecho que lo llevó a ser recluido nuevamente, y fue cuando, según documentación del archivo del Dr. Isidoro J. Ruiz Moreno, le llegó a Urquiza un chisme donde lo ponía a Hernández hablando burlonamente de él, refiriéndose a lo acontecido durante la incursión de las fuerzas porteñas a cargo del general Hornos y en la que Urquiza flaquearía y fue Hernández el que lo contuvo y lo incitó a seguir adelante, lo que hizo que el general siguiera con su exitosa campaña. El 12 de febrero de 1853 fue puesto nuevamente bajo arresto y trasladado a Paraná.

El 24 de abril llegó a Paraná el diputado constituyente Dn. Juan Seguí con "licencia por 48 horas" para servir de padrino defensor de López y Hernández en el sumario que se le estaba instruyendo, pues no quisieron otro en esa tarea. Seguí luego de la Secretaría de 1850/51, y ya en marcha el Ejército Grande, el general Urquiza lo nombró antes del paso de Diamante, Auditor General de Guerra, cargo con el que asistió a Caseros.

A medida que pasó el tiempo, fueron muchas las personas que interpusieron ante Urquiza el pedido de contemplar la situación y diversos hechos sucedieron, pero fue recién en marzo del año siguiente, que recobró su libertad. Las cartas que envió a sus conocidos, revelan un total desánimo y es así que se retiró a trabajar en su establecimiento rural, lindando con el arroyo de la Ensenada, en el departamento Diamante.

Durante el año 1856, el 11 de marzo nació su hijo Sabá, que luego trascendió por su actuación política y llegando a ser gobernador, siendo el padrino el general Juan Pablo López. Seguramente la elección del nombre fue en honor a quien fuera su hermano menor y ejecutado por las tropas de Oribe, luego de la derrota de una batalla en Coronda en 1842.

En junio se trasladó a su provincia natal, y retomó la actividad política, nuevamente al lado de su tío, interviniendo en los sucesos de julio donde fue depuesto el gobernador Cullen, quedando López provisoriamente en el cargo. Este nombró a Hernández como su hombre de confianza en Rosario para que atendiera sus intereses en esa ciudad.

El 4 de agosto fue rehabilitado públicamente por Urquiza, que en ese momento era el Presidente de la Confederación, ascendiéndolo al grado de Coronel de Caballería.

Pero su salud totalmente disminuida, hizo que el 11 de setiembre falleciera inesperadamente después de un baño en el río Paraná.

El gobierno de Santa Fe dispuso un gran funeral de acuerdo al ceremonial militar, que fue acompañado por gran cantidad de vecinos en la catedral de Rosario. Mientras tanto Urquiza, decretó que la misma ceremonia se efectuara en la iglesia matriz de Paraná, con las honras fúnebres de acuerdo a su jerarquía.

Sus restos fueron traídos a Diamante. El 24 de octubre de 1891 quedó registrado en un acta de sesión de nuestro Honorable Concejo Deliberante, el tratamiento de un proyecto de ordenanza “Que en atención a los méritos de quien se considera fundador de la Ciudad coronel Dn. Luis Hernández, quien fue nombrado Comandante Militar del Dpto. Diamante en 1848, vino a formar esta población cuando era un campo sin recursos, que se ingenió para llevarlo adelante. Con el propósito de que sus restos descansen en el cementerio, se designa el cuadrado Nº 1 para panteón como propiedad perpetua de sus deudos. En su lápida se escribirá su obra para el conocimiento histórico”.

Este trabajo apunta a rescatar su memoria, que se ha ido perdiendo en el tiempo y hoy ha quedado prácticamente olvidada.

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