sábado, 29 de mayo de 2010

Centenario de la fundación de la Escuela N° 15 "J.M. Estrada"

Este 30 de mayo de 2010 se cumple el Centenario de la fundación de la Escuela N° 15, más conocida entre los diamantinos como “la escuelita de Ricle”. En esta breve reseña recreo las alternativas de sus comienzos hasta la instalación en su actual ubicación.


Hay dos escuelas en nuestro medio, que no tuvieron precisamente su nacimiento aquí, sino en Distritos del Departamento. De una de ellas, la Nº 25 “Ricardo Gutiérrez” de Puerto Nuevo, con su origen en Costa Grande, cuando en 1915 comenzó a funcionar con el nombre de Escuela Infantil Nº 3 y más conocida como la de "Campo Godoy", debido a que el edificio y el predio pertenecía por testamentaria a Albertina Schallbetter de Godoy.


La otra y que es el tema de hoy, es la Escuela Nº 15 de Ejido, que hemos logrado reunir los datos para armar sus comienzos, gracias al aporte de un libro de Inspecciones que data de 1925, suministrado por su entonces Directora, Sra. Susana Tomat y que nos dio las primeras pistas.


Según este Libro, funcionaba ya con el Nº 15 y su director y maestro era Jorge F. Heise. Este dato importante permitió armar el momento de su fundación y este fue así:


El 4 de marzo de 1910, el Consejo General de Educación publicaba el listado de Escuelas, entre otras, las del distrito Isletas del departamento Diamante. Allí establecía que funcionaban las Nº 1 y Nº 2 en sus categorías de Elementales.


En ese momento, pobladores de una colonia integrada casi exclusivamente de alemanes del Volga en Isletas, elevaron una solicitud de apertura de un establecimiento escolar en el lugar, que considerado en sesión, llevó a que el Prof. Antequeda decidiera instalarlo.


Así es que el 30 de mayo 1910, se determinó que “Visto la exposición hecha por los vecinos del Distrito Isletas, del Dpto. Diamante, en la que manifiestan la necesidad de establecer en ese punto una escuela Infantil, a cuyo fin ofrecen gratuitamente a esta superioridad una casa y un terreno adecuados, y considerando atendible este pedido dado que se comprueba que existe allí una respetable cantidad de niños que no reciben los beneficios de la instrucción primaria, la Dirección General de Escuelas, RESUELVE:


1º) Establécese una escuela infantil en el expresado punto, la que deberá funcionar en la casa ofrecida gratuitamente por el vecindario.


2º) Impútese el gasto que demande la instalación de dicha escuela, al decreto del P.E. de fecha 3 del corriente.


3º) Comuníquese, etc.


Fdo. M.P. ANTEQUEDA – A. Higueras Rodríguez.



Comenzó a funcionar con la denominación de Escuela Rural de Isletas Nº 3. El lugar ofrecido fue un local de material, que se componía de un amplio salón donde se dictaron las clases y una pieza habitación para el maestro, propiedad de Lucio Cháves, que en poco tiempo, al fallecer el nombrado, paso a ser una Sucesión con el mismo apellido.


El maestro designado fue Jorge Heise, un alemán soltero de 30 años, sin antigüedad aún en la docencia, pero que fue muy bien visto y se las arreglaba para enseñar 1º y 2º Grado, con una matrícula de 34 alumnos.


Esta situación se mantuvo por unos años, hasta que en diciembre de 1919 por Nueva Nomenclatura de las Escuelas Fiscales de la Provincia “a la Escuela de Isletas Nº 3, que funciona en Campo Lucio Cháves con la dirección de Jorge Heise, se le impone el Nº 15”.


En 1925 se habilitó el Libro de Inspecciones antes mencionado y que aún se mantiene en el archivo, donde ha quedado un comentario firmado por el Subinspector, en el que expresa: “La Escuela goza de muy buena consideración ante su vecindario”.


A fines de 1932, Heise dejó el cargo, siendo nombrado en su reemplazo el maestro normal nacional Ángel Haroldo González, recién egresado de la Escuela Normal Rural “Alberdi”.


La realidad de la Colonia que llevó a la creación de la escuela, gradualmente fue cambiando, hasta que en 1936, en una inspección realizada quedó documentado un lapidario informe, en el que se expresó “que debido al censo realizado de la población escolar y el despoblamiento ocurrido, la escuela será reubicada en el paraje conocido como “Bañado Municipal” ubicado a 5 Km. de la ciudad de Diamante, cuestión que por el momento no se pudo hacer porque gran parte del tiempo la crecida afectó el lugar. Es posible que se la cambie a principios del ciclo escolar del año entrante y se aceptaría una escuela particular en el lugar actual”.


A comienzos del año siguiente, la escuela fue ubicada en el Ejido Sur-oeste de Diamante, utilizándose un rancho de paja, “pero que permite dar las comodidades e higiene necesarias” –se comentaba en una visita- Éste fue cedido gratuitamente por don Ernesto Airaldi y se manifestaba que se utilizaría transitoriamente hasta que se construya un local propio en el terreno donado en este lugar por el citado propietario.


El Presidente del Consejo General de Educación, D. Juan Gonzálvez, interesó al Departamento Ejecutivo Municipal durante 1938, por la construcción de un edificio económico destinado a la Escuela Fiscal Nº 15, en un terreno propiedad del H. C. existente en el paraje en que dicha escuela funcionaba, lo que fue diligenciado favorablemente, decretándose: "La Municipalidad de Diamante construirá con recursos propios y con la contribución de los vecinos de la zona si fuese necesario solicitar, un edificio para la Escuela Nº 15 según se refiere la Nota Nº 5535 de marzo de 1938. Se encomienda al Sr. Jefe de Obras Públicas y Catastro la preparación de los planos, pliegos de especificaciones, etc.”.


Mientras tanto, la Dirección cambiaba de titular, renunció González, se hizo cargo el 9 de marzo de 1939 la Srta. Sofía Martínez, que procedía de Paraná, pero seguramente las características de la escuela no la satisfizo, haciéndose cargo entonces la Sra. Nilda B. P. de Colugnatti.


El establecimiento funcionó en 1940 en un local construido ex profeso, propiedad de Alfredo Invinkebied, cuyo alquiler de $ 20 mensuales fue costeado por la Municipalidad de Diamante. Se trataba según los informes de un lugar cómodo, aunque no disponía de casa para el director. Este edificio se hallaba aproximadamente a 300 m. del anterior.


Durante 1942, se decidió construir su local propio, realizándose la correspondiente licitación, siendo seleccionada la oferta de los constructores Víscoli y Caligaris. Las obras fueron terminadas al año siguiente, comenzándose a utilizar desde el 26 de junio, funcionando hasta el 2ª Grado, tratándose del actual edificio.


En esos años, algunos de los que pasaron por la dirección, fueron los docentes Raúl Colugnatti como interino en1944, la Srta. María F. Markocich al año siguiente, y que en poco tiempo agregaba el apellido Camarada a su firma. En 1951 por maternidad de la titular, la reemplazaba Nelly Centurión de Traverso.


Y para terminar esta breve historia, el otro hito importante sucedió el 30 de junio de 1955, cuando por Resolución Nº 1038 se le impuso el nombre de “José Manuel Estrada”.


sábado, 22 de mayo de 2010

Reseña sobre el marco en que se encontraba Punta Gorda en 1810

Con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, creo que es interesante comentar, aunque en breve síntesis y dejando de lado mayores datos, lo que ocurría en nuestra zona en 1810, su organización política y detalles de esos primeros pobladores que iban ocupando las tierras, embrión de lo que más tarde daría vida a Diamante.

El marco en que se llegó a ese gran momento fue bastante primitivo. A fines del siglo XVIII el territorio de la actual provincia estaba dividido en cinco partidos judiciales regidos por Alcaldes de hermandad y bajo a la jurisdicción de Santa Fe: Bajada del Paraná, Gualeguay, Gualeguaychú, Nogoyá y Arroyo de la China. El territorio era llamado "la otra parte del Paraná" o "la otra banda".

El primer funcionario que ejerció autoridad sobre la zona a partir de 1733, fue Santiago Hereñú, Alcalde de Hermandad de Paraná, designado como decíamos por el cabildo de Santa Fe.

En 1792 se agregaron los juzgados Pedáneos de Nogoyá y Feliciano. Al primero se le asignó jurisdicción hasta la Ensenada. Al año siguiente, dada la importancia adquirida, se creó específicamente el Juzgado Pedáneo de la Ensenada, separado del anterior.

Tres años más tarde fue nombrado Juez de Nogoyá y de la Ensenada, un vecino que según vemos en los distintos documentos, aparece en todas las iniciativas dirigidas a organizar el lugar: don Matías Zapata, siguiendo a cargo solamente de la segunda jurisdicción al otro año.

En 1797 se lo reemplazó por otro activo lugareño: el capitán Isidro Cuestas y ante otra modificación, en 1799 se amplió la jurisdicción del nuevo juzgado extendiéndolo al pago de Las Isletas. Un año después, el juez designado tuvo como área de competencia desde la Ensenada hasta el Dol (Doll).

Con lo mencionado, podemos determinar la existencia de los lugares que eran conocidos en esta zona, sobre la que se levantaría la futura Diamante, por su implicancia en ello:

· Punta Gorda, que comprendía la porción de costa sobre el río Paraná desde la desembocadura del arroyo “de la Ensenada” hasta el arroyo “Azotea”. Inicialmente solo fue un punto geográfico sobresaliente, incluido en la cartografía confeccionada a partir del siglo XVIII por distintos navegantes. No se observa en esos comienzos que tuviera población en número importante, es más, llego a la conclusión que era mínima.

· "Paso del Rey" o "de la Manga", ubicado diez kilómetros más al Sur, a la altura de la desembocadura del arroyo de "La Manga", lugar utilizado para cruzar el río; siendo la ruta obligada de Coronda (Santa Fe) a la zona de Punta Gorda y viceversa por las facilidades que otorgaba, principalmente contando con las bajantes que se producían en el curso del mismo. Abarcaba toda la extensión entre las dos bandas del río, con gran cantidad de islas, según se deduce de la documentación de la época. Por ello comenzaron a instalarse numerosas familias dadas las condiciones que encontraban.

· "Pago de la Ensenada”, que comprendía la zona de influencia del arroyo "de la Ensenada" o "Pago de la Ensenada", con habitantes que se encontraban radicados a su vera y de allí hacia el Norte y al Este, seguramente ocupando parte del hoy Ejido de Diamante y de los distritos Palmar y Costa Grande. Este lugar quedó registrado en los oficios que Rocamora elevó en diciembre de 1782 y enero de 1783 cuando al subdividir la zona de Paraná, la incluyó entre otros pagos. La población que la comenzó a ocuparlo fue similar a la anterior por sus características.

Estas especificaciones geográficas las considero interesantes tenerlas en cuenta, pues se trataron de lugares diferentes, con relativas distancias entre sí, algo más importantes para esas épocas, y algunas veces confundidas en las citaciones por parte de viajeros y autores, creo que por no tener tan divulgados ni marcados sus límites.

Para fundamentar aún más esta separación geográfica, pues he leído en notas y artículos que algunos autores lo dan como lo mismo, cito entre tantos, dos ejemplos para hacer notar las diferencias: en el censo realizado a los feligreses de la Parroquia de Paraná levantado por el Cura Dr. José Luis María de Cabiedes en agosto de 1783, al establecer las divisiones que tenía en cuenta en la campaña, mencionó entre otros a “Isletas, Dol, Juancho, La Ensenada, El Pelado, Palmar y Manga” (o sea Paso del Rey).

Años más tarde, al pretender instalar Monasterio las Baterías en 1812 ordenadas por el Triunvirato en Paso del Rey, al llegar desde Santa Fe el encargado de construcciones, el Barón del Holmberg, decidió que por conveniencia estratégica se las construyera en Punta Gorda, marcando la diferencia de lugares.

Relativo a los primeros pobladores que ocuparon estas tierras, distintos estudiosos del tema indican, que a mediados de 1740 se produjo una corriente colonizadora desde el Oeste, llegando a los lugares nombrados, llevando a la necesidad de organizar incluso una compañía de milicias con asiento en la zona de la Ensenada, integrada por los mismos habitantes, cumpliendo un servicio policial, por eso no es extraño que en el censo de 1745 que realizó en Entre Ríos el religioso Fray Roque del Pino, perteneciente a la Orden de San Francisco y con asiento en el Convento de Santa Fe, se registraran grados militares. El referido trabajo contiene un relevamiento que comprendió a casas, dependencias agrícolas, familias, etc. e incluyó el funcionamiento de un "principio de escuela" en proximidad del citado arroyo dirigido por Agustín de la Tijera.

La zona era atractiva, disponiendo de todo lo necesario para la subsistencia: caza, montes que les surtían de leña y madera, buenos pastos, ríos y arroyos que permitían la pesca.

Estos vecinos llevaron una vida simple y fueron conformando con sus ranchos pequeños núcleos, sus ocupaciones se reducían a la ganadería, la cosecha de algunos frutos que comercializaban y la venta de cueros.

Un elemento que se agrega a lo mencionado, fue el religioso, pues eclesiásticamente desde 1730, toda la región del actual departamento Diamante dependía de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Paraná. En 1805, los habitantes del Pago de la Ensenada, encabezados por Matías Zapata se dirigieron al Cura Vicario de Paraná, para solicitarle se les concediera certificación sobre la necesidad de erigir un oratorio público en las Riberas del Paso del Rey, donde el numeroso vecindario pudiera recibir los socorros espirituales de misa y de confesión. Este a su vez lo elevó a Buenos Aires.

El pedido fue diligenciado favorablemente, firmando el 10 de febrero de 1806 el obispo Fray Benito Lué y Riega la correspondiente autorización. Dos años más tarde este mismo prelado fijó los límites de las parroquias, quedando la de La Bajada entre los ríos Paraná, Gualeguay y el arroyo Nogoyá.

Militarmente los cinco partidos dependían de Santa Fe, por lo que hasta 1810 tuvieron un comandante designado por su Cabildo, encargado de las milicias de todos los partidos de Entre Ríos. El primero fue Tomás de Rocamora en el período 1782-1784, en carácter de comisionado, para luego de los sucesivos nombramientos nos encontramos con Josef de Urquiza en el período 1801-1810 (padre de Cipriano y Justo José, entre otros hijos) con el cargo de Teniente Coronel de Milicias y Comandante General de los partidos de Entre Ríos.

Con este marco llegamos a mayo de 1810. Producida la Revolución de Mayo, las poblaciones entrerrianas adhirieron a la emancipación a pesar de que los cabildos estaban dominados por españoles. Un delegado de la Primera Junta llegó a La Bajada el 5 de junio de 1810, reconociendo ésta a la Junta días después.

Unas de las medidas que dispuso la Primera Junta, fue que los partidos de Entre Ríos dependieran del gobierno de Santa Fe.

Al ordenársele al general Manuel Belgrano realizar la expedición al Paraguay, la actual Paraná lo albergó como a su gente. Entre las donaciones recibidas, una fue la de 751 caballos, algunos de los cuales provinieron del aporte de vecinos de nuestra zona, según el detalle en la lista confeccionada en octubre de ese año, adjunta al oficio firmado por Juan Garrigó.

Y para finalizar esta reseña con motivo de tan importante fecha, creo que debemos considerar el estado embrionario en que se encontraba esta zona, precisando que Punta Gorda representaba en ese momento un estratégico fondeadero bastante utilizado, aunque desde el punto poblacional era el que menos habitantes tenía de los tres lugares descriptos anteriormente. Se necesitaría que se llegara a fines de 1812 con la instalación de las tres baterías, para que se produjera los primeros acercamientos de vecinos, para recién en 1832, con la llegada de los guaraníes trasladados desde Mandisoví y la suma de familias locales, le dieran al lugar la identidad de localidad sobre la cual cuatro años más tarde se fundaría Diamante.

Como se vivió el Centenario de Mayo en Diamante

Un siglo atrás, como lo hacía el resto de nuestro país, Diamante celebraba el Centenario de la Revolución de Mayo de 1810. El momento no dejaba de presentar un escenario por demás venturoso. Había señales de un progreso evidente en todos los órdenes, muchos de ellos como resultado de acciones de gobierno que se venían dando en el ámbito nacional y provincial desde hacía décadas. Corresponde comentar desde un enfoque histórico, esta visión favorable no era compartida por distintos sectores políticos, reflejándose en una creciente conflictividad social.

En el orden local, la presidencia municipal era ejercida desde enero de 1910 por don Crescencio Enrique, habiendo sido designado por el gobierno provincial, realizando así su segundo mandato. Era acompañado en su gestión por el secretario Sabá Zaragoza, el tesorero Martín Halliburton, el médico Ricardo Abelenda, el inspector Zacarías Cardoso y el portero Albino Albornoz.

En el Honorable Concejo Deliberante, los integrantes habían asumido también el primer día del año, como resultado de las elecciones efectuadas en el anterior mes de diciembre, donde había triunfado la llamada “Unión Vecinal”. La presidencia del cuerpo estaba en manos de Francisco Masó y los concejales eran José Ré, Luis Albornoz, Santiago Bonomi, Bautista Malespina y Ángel Rubano.

Diamante contaba en ese momento con unos 6.000 habitantes, sumando los de la zona urbana, chacras y quintas. La ciudad gradualmente iba evolucionando, se trataba de mejorar el estado de las calles, aunque la prioridad en ese momento era instalar un alumbrado que cumpliera mejor su cometido y reemplazara los viejos faroles que habían quedados obsoletos. Para ello, apenas comenzado el año se adquirieron 20 faroles “Lux” a kerosene con sus correspondientes columnas, mientras que en el centro de las plazas “San Martín” y “9 de Julio” ya estaban funcionando desde hacía un tiempo los dos primeros de este modelo, que “iluminaban hasta dos cuadras”, según los comentarios de los vecinos. Su instalación se realizó con premura con la finalidad de inaugurarse para la fiesta de mayo.

Otra faceta que repercutía en la comunidad diamantina, tenía que ver con la Educación. Avanzaba la gestión administrativa para levantar los edificios de la Escuela Graduada Mixta (actual “Independencia”) y de la Elemental N° 1 (actual “Manuel Alberti).

Sobre la primera se encontró con la demora en la adquisición del terreno de la familia Ruiz Moreno, sobre la que ya se había dictado su expropiación por la legislatura provincial (solar que ocupaba cuarta manzana en San Martín y Urquiza), lo que imposibilitó como era el deseo, de ponerse la piedra fundamental para mayo.

En cuánto a la segunda escuela, a pesar que se compraron los terrenos de calle 25 de Mayo, por el incumplimiento de la empresa que ganó la licitación, no se concretó la obra en ese momento (debería esperarse hasta 1928 para que ello ocurra y se inaugurara al año siguiente).

Hablando de ellas y de los otros establecimientos escolares locales, el 10 de mayo el profesor Antequeda dictó la resolución que le dio sus nombres. La norma expresaba: "Considerando: 1º: Que dentro del espíritu que inspiró la Resolución de esta Dirección General de fecha 31 de Diciembre ppdo., es conveniente designar con los nombres beneméritos patricios y de hechos culminantes de la Historia Patria a las Escuelas Superiores y Elementales de la Provincia, que aún no lo tengan, como una permanente enseñanza cívica para las generaciones que concurran a las aulas y para los pueblos donde aquellas están establecidas

2º: Que hay inconvenientes de involucrar en la presente resolución la parte dispositiva de la ya mencionada de fecha 31 de Diciembre ppdo., atento al proyecto de nomenclatura que la disposición superior ha elevado la Inspección General para las Escuelas, resuelve: Las Escuelas Modelo de Niñas, Superiores y Elementales de la Provincia llevarán desde la fecha los siguientes nombres:


Departamento Diamante: Superior Mixta "Independencia", Elemental de 1ª Clase "Manuel Alberti", Elemental de Barrio Belgrano "Álvarez de Arenales", de Protestante "Patricios", de Estación Ramírez "Blanco Encalada". Firmado: M. P. Antequeda.

El significativo momento que se avecinaba contaba además con un marco por demás auspicioso, como la llegada en 1907 del 3 de Artillería, en reemplazo del 11 de Infantería que cambió de destino, dándose los primeros pasos para construir sus cuarteles en los terrenos que se habían donados ya hacía unas décadas para la Escuela Naval, y por otro lado, el comienzo de las obras de la vía férrea hasta Crespo, autorizando la Municipalidad a la Administración Central de los Ferrocarriles del Estado a ocupar terrenos en la zona portuaria.


Febrero fue un mes de júbilo en ese sentido, al inaugurarse oficialmente su construcción con la dirección del ingeniero Schlater, acompañado por su equipo de colegas integrado por Husebis, Allan, Puchulo y Balbi. Parte de los materiales ya estaban descargados en el puerto y en breve comenzarían a llegar el restante necesario, que permitiría habilitar el ramal aludido en 1912.

Así se llegaba a la celebración del Centenario, contándose con actividades organizadas desde ya hacía tiempo. Se había formado una comisión integrada por los señores Bautista Donda, Miguel Santillana y Agustín Taquela con la responsabilidad de organizar la corrida de sortijas y juegos populares en la plaza “9 de Julio”. La Municipalidad encargó la confección de medallas para plasmar en el recuerdo tan importante acontecimiento, con la siguiente característica: Anverso: Escudo provincial y la leyenda “Municipalidad de Diamante - 1810 - 25 de Mayo - 1910”. Reverso: “Presidencia del señor Crescencio Enrique”.

Podemos recrear las actividades que se llevaron a cabo, a través de la noticia publicada en el diario “La Nación” de Buenos Aires, que expresaba:

“Diamante, 26 - Las fiestas han pasado con la mayor animación.

Desde la noche del 24, grupos de pueblo con bandas de música recorrían las principales calles vivando a la patria y sus héroes.

Al amanecer del 25 las dianas saludaron la venida del día. A la salida del sol la banda popular ejecutó el himno en la plaza Independencia, mientras el 3 de Artillería hacía salvas y formaba frente al cuartel en traje de parada.

Numerosa comitiva reunida en la Municipalidad se dirigió a la iglesia en compañía de la Sociedad Española, donde se celebró un Tedéum. Terminado este, pasó esta nuevamente a la Municipalidad, donde pronunció un discurso el Intendente, señor Enríquez, sirviéndose luego un lunch.

La concurrencia se dirigió luego a la Sociedad Española con el fin de inaugurar el edificio, cuya piedra fundamental fue colocada el 25 de Mayo del año pasado.

En este acto hicieron uso de la palabra los doctores Luis Cuesta Salamanca y José María Vergara”.

Sin duda, lo de la sede de la Sociedad Española frente a la plaza “9 de Julio” (hoy inexistente) jerarquizaba la ciudad, la Italiana comenzaba a proyectar su futuro local y teatro, aunando ellos a gran parte de la comunidad, sumándose a la aparición de los primeros grandes edificios en calle 25 de Mayo.

Sin embargo, este clima de fiesta se vio ensombrecido por el azote de una epidemia de Escarlatina que hizo estragos en las familias diamantinas, debiendo declararse la emergencia en la segunda semana de mayo y cerrarse las escuelas. Muchas fueron las víctimas sin tener en cuenta clases sociales. Algunos casos han quedado registrados como ejemplo del momento vivido. Uno de ellos fue lo de la familia del docente Luis Colli, director de la Escuela “Manuel Alberti” que entre mayo y junio, en solo 24 días perdió a cuatro de sus hijos, mientras otros tres lograron sobrevivir.

Otro caso desgarrador también fue en la familia de Domingo Trevisán, falleciendo tres de sus hijos, y en el caso de uno de ellos: Alfredo, un sentido resguardo de sus cuadernos por parte de los familiares, ha quedado como testimonio de los trabajos realizados con motivo del Centenario y otras actividades escolares hasta el mes de julio, falleciendo luego el nombrado. A pesar que en las escuelas se reabrieron las clases el 7 de junio, la “Independencia” fue la que más sufrió el rigor de la epidemia, continuando clausurada unos días más, pero no fue suficiente pues luego hubo otras víctimas como en este caso.



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El material escolar del alumno Alfredo Trevisán que ilustra la nota, fue cedido gentilmente por Cecilia Prado Trevisán a quién agradezco su atención.