sábado, 20 de junio de 2009

CONSTRUCCION DEL PRIMER TEMPLO (HOY CASA PARROQUIAL)

El inicio de la construcción del histórico templo en Diamante, el edificio más antiguo en pie en la Ciudad, aunque con algunas modificaciones, convertido hoy en casa parroquial, es una reliquia del patrimonio arquitectónico. Durante muchos años, su origen se vio mezclado entre leyendas y realidades, pero la aparición de nuevos y valiosos documentos de la época en distintos archivos de la Provincia, nos permiten conocer su real historia.

Esta fue la primer gran obra del Estado en nuestro medio, comenzada en 1849 año y dirigida por una Comisión Administradora, que cerró las cuentas de contabilidad el 24 de marzo de 1851.
Todo comenzó en 1848, cuando en el plan de obras públicas del gobierno del general Urquiza, se determinó que se llevaran cabo en las ciudades más importantes de la Provincia la construcción de escuelas, iglesias, sedes para las comandancias, etc., correspondiéndole a Diamante y Federación un edificio para ser usado, según lo que expresa el doctor Pedro Serrano, residente en ese momento en Concepción del Uruguay, en su obra La “Riqueza Entre-Riana” publicada en enero de 1851, “de capilla, y el que será destinado para Escuela luego que se haga un templo”. Esto permite deducir que la idea era utilizarlo inicialmente como “templo provisional” y con el tiempo con el destino citado, no así las realizadas en Gualeguay, Nogoyá y Rosario del Tala, donde específicamente se construyeron para escuela.

A pesar que Urquiza, en setiembre de 1848 le ordenó al comandante militar Luis Hernández que con motivo que en esta Villa se había de construir un templo por cuenta del Estado, debía conseguir “algunos individuos inteligentes” en hacer ladrillos, Hernández, dentro de su idea de promover el crecimiento de las actividades de producción de la Villa, informó que los vecinos "coronel Santiago Cardozo y el Alférez Gregorio Hernández habían recibido del Estado dinero para formar sus fábricas y construido un material superior”. Como éstos tenían alguna cantidad ya quemada, se les adquirió la primer partida y se le encargó el resto.

En diciembre, el receptor de rentas Manuel Agulla informó al gobierno provincial que estaban por llegar los tirantes que el Gobierno había encargado para la iglesia que iba a construirse, los que luego en realidad llegaron en enero en el patacho nacional "Filomeno" en cantidad de cuarenta. En los meses siguientes de 1849, el comandante Hernández realizó la compra de cal a la firma Garrigó en Paraná.

El 15 de octubre, el ministro Galán visitó el pueblo, aprovechándose su presencia para oficializar la apertura de los cimientos. “Su presencia aquí nos sería muy necesaria, porque me temo se cometa algún error en la delineación y en tal caso es tiempo de enmendarse" decía Agulla. A la vez se nombró por orden del funcionario, una comisión con el fin de "inspeccionar, activar y correr con las cuentas de la obra del estado de que hoy se dio principio en la plaza del pueblo". La integraron los vecinos Benito Pujato, Domingo Madolell y el juez de paz Antonio Ríos, quienes entre otras disposiciones, se les fijó que por la Caja de Hacienda de la Provincia recibirían los fondos para la obra.

A partir de esa fecha, la Comisión comenzó a llevar el Libro Registro de Gastos en la Obra de la Iglesia. Los primeros fondos los entregó la Receptoría de Rentas del Diamante de acuerdo a las instrucciones del Ministro.

El 18 de octubre se concluyó de cavar los cimientos, asentándose piedras en ellos. A los dos días se pagó la primera semana de trabajo al oficial constructor Santa Cruz y a los peones contratados, al artesano Martiniano Martínez por trabajos de herrería, adquiriéndose también seis palas de "fierro", útiles de cocinas, lienzo para bolsas, dos carretillas de mano, rejas para ventanas, etc.

La obra continuó con altibajos. En varias oportunidades, el receptor Agulla debió comunicar la falta de fondos en la Caja de la Receptoría para hacer frente a los gastos, lo que en poco tiempo se trataba de cumplimentar. Algunas de las cuentas mayores, fueron pagar las aberturas, bancos, confesionario, etc. realizados por el carpintero Juan Fourquet, además de ocho mil baldosas compradas en Buenos Aires y conducidas por la goleta "Re Davide".

Con el avance de la obra, el Pbro. Miguel Vidal, Cura y Vice 1º de la Matriz de la Capital, compró ornamentos y diferentes utensilios para la nueva iglesia del Diamante, entre lo que se encontraba galón y tafetán negro, candeleros, género para casullas, género morado, etc.

El 1º de junio se nombró como Presbítero Teniente de la Vice Parroquia de la Villa al P. Esteban Solari, quien viajó a Diamante, habilitando los libros parroquiales a partir del día 9.

La leyenda en torno a esta obra, rescatado luego por Leoldo Yasú en su libro "Diamante", editado en 1936, nos refiere que sin estar terminada totalmente la obra, el 9 de junio se inauguró el nuevo templo, bajo la advocación de San Cipriano, con la presencia del delegado eclesiástico Acevedo y siendo declarados sus padrinos el general Urquiza y doña Josefa Aguilera de Gutiérrez, esposa de Valentín Gutiérrez. De esta también nació lo de la suma de dinero de la testamentaria de don Cipriano de Urquiza, con la que se financió esta obra.

En realidad, esto está desmentido por varios documentos, en especial por una carta escrita el día 15 por el Pbro. Solari, informando a su superior (Acevedo), que desde el domingo había comenzado a decir Misa en la sacristía "porque en la iglesia todavía no hay proporción; pero mañana la diré en la iglesia siendo ya arreglado el presbiterio para eso y a fin de que pueda caber mayor gente, que concurre numerosa principalmente en día de fiesta. Comencé también a poner Oleos y mañana voy a echar la primera proclama de un matrimonio”. Y continuaba: “Me parece que todavía necesitará mucho tiempo para concluirse la iglesia; faltan puertas, vidrios, el piso embaldozado, el altar, etc. y la obra va muy lenta por falta de brazos. Yo vivo en casa del señor Comandante; entre quince días podré, espero, vivir en la casa que para eso está trabajándose. Por lo demás yo me hallo muy bien en medio de estos buenos feligreses y creo que ellos también sean contentos de mi”. Esta carta llama la atención pues si Acevedo estuvo en el acto de inauguración, no tiene sentido que a la semana Solari le informara todo ello, ni que no hubiera hecho ninguna referencia sobre la ceremonia que se dice que existió. Posteriormente el Cura continuó su relación epistolar, describiendo su situación y la marcha de la obra, no mencionando en ningún momento lo descripto.

En enero de 1851, el proveedor Esteban Rams y Rubert remitió las tres campanas encargadas por el ministro Galán para la Iglesia del Diamante, que fueron embarcadas en la goleta nacional "Estrella", cuyo costo de 481 pesos fuertes y 4 reales de plata, fueron abonadas por el Gobierno de la Provincia, aclarando en una nota que “no quería perder más tiempo, conociendo la falta que hacían en el Diamante”.

Estas campanas que llegaron un año antes de Caseros, según un inventario existente en el Arzobispado del año 1858 ya estaban rotas e inservibles, siendo las que están hoy a la vista y como elementos históricos, las adquiridas por la comisión de refacción del templo y pagadas por la colecta realizada en el pueblo de Diamante y un subsidio de la Corporación Municipal de $ 34, una en 1874 y las otras dos en 1877, siendo instaladas y bendecidas el 25 de marzo de 1878.

El 1º de febrero, en la Relación Estadística correspondiente al mes de enero de 1851 del departamento Diamante, firmado por el comandante Luis Hernández, en el párrafo destinado a describir obras de Edificios Públicos, expresó: "El edificio de la Iglesia de esta población se concluyó el día 12 y está rindiendo el servicio a que fue destinado".

Ocurrió como hecho lamentable y curioso, dándonos una muestra del celo que se ponía en el cuidado del tesoro público, que al elevar las cuentas la Comisión encargada de la construcción del templo a la Contaduría General de la Provincia, se comprobó que había un faltante de 337 pesos y 3 cuartillos reales. Este hecho motivó que don Antonio Ríos, Juez de Paz y Presidente de la Comisión decidiera quitarse la vida, indudablemente por la vergüenza que sintió por ese mal momento ante sus vecinos. Los hechos posteriores se encargarían de limpiar su honor, ya que en realidad se trató de un simple error en las sumas remitidas. El dinero, que había sido repuesto por el nombrado, le fue devuelto a su testamentaria

Este edificio se vería modificado parcialmente al realizarse el nuevo templo, siendo demolido la parte que en el frente se componía de dos ventanas a la derecha del hoy acceso a la casa parroquial y también agregarse la planta alta.
Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

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