domingo, 1 de noviembre de 2009

COMO NACIO EL AEROCLUB “LOS CEIBOS” (ACTUAL AERO CLUB DIAMANTE)

Diamante estaba viviendo en 1939 una de sus grandes épocas de esplendor, se terminaban de realizar las obras de pavimentación de sus calles comenzadas tres años antes; el puerto trabajando a pleno contando también con su avenida, accesos y su nuevo muelle de hormigón, el ferrocarril aportaba su progresista actividad, el comercio operaba en franca expansión; la educación desplegada desde las aulas de la Escuela de “Artes y Oficios" y desde el Colegio “de las Hermanas”, brindaba estudios medios a la juventud diamantina; nacían entidades sociales y deportivas, teniendo mucho que ver en todo ello el espíritu que tenía nuestra comunidad y el acompañamiento que hacía sus dirigentes.


Y en medio de este marco, surgió la idea de fundar un aeroclub, que rápidamente pasó de las palabras a su concreción, y que gracias a los libros de Actas de la institución, nos permite reconstruir esa primer etapa y efectuar una breve reseña histórica.


Se pidieron informes, se habló con entidades afines, llegando así el 1 de diciembre del año 1.939, fecha en que nació a la vida deportiva el Aero Club "Los Ceibos", por el entusiasmo decisión y fe de un grupo de personas que adelantándose con gran visión del porvenir, aunaron sus esfuerzos y lo convirtieron en una realidad.



Utilizando unos de los salones del entonces Círculo Diamantino; asistieron los que han quedado como los socios fundadores de la entidad: Escrib. Pedro A. Rubano, Dr. Pedro Galizzi, Escrib. Paz Carrera, Alberto Haidar, Mayor Plácido Vivas López, Hugo Malespina, Cecilio Prado, Domingo Parente, Domingo Curá, Miguel Lenarduzzi, Escrib. Eduardo Taleb, Romeo Donda, Roberto González, Danilo Olivera, Roberto Hereñú, Rafael Cabanillas, Dr. Simón Muchnik, Tte. 1º Simón Leguizamón, Escrib. Aníbal Mailhe, Felipe Naput, Rubén Solari, Ángel Muchnik, Laura Köhler, Margarita Galizzi, Dr. Rodolfo Parente, Hermenegildo Sosa, Arnoldo González, Farm. Antonio Taleb, Maximino González, Carlos Ferlatti, Dr. Carlos Vergara, Abraham Traitemberg, Santiago Taleb, Tte. Luis Moreno, Pablo Mernes, Carlos Bernasconi, Juan Ucelli, Blas Franzotti, Marcos Dines, José Vidal, Guillermo Köhler, Atilio Trevisán, Oreste Ciappesoni, Jorge Ostriz, Luis Martinelli, Eleuterio Arnaiz, Tte. 1º Roberto Caffaro y el Dr. Danilo Chá.


Luego de las deliberaciones, decidieron dejar constituido el Aero Club “Los Ceibos”, quedando establecido que fomentaría y practicaría en todas sus formas la aviación civil.


Como paso siguiente se creó una comisión provisoria, designando presidente a José Ignacio Vergara y secretario a Pablo M. Mernes, dando cuenta el primero de los trabajos preliminares y las gestiones realizadas para obtener un campo de aterrizaje, en un predio ubicado en el ejido de la ciudad detrás del Club Huracán, la creación del emblema de la entidad etc., dando ello lugar a que se le otorgara un voto de confianza.

Ese emblema consistió en un Escudo español partido ostentando en cada uno de sus cuarteles un ceibo sobre esmalte o campo azul y plata (celeste y blanco) respectivamente. En la parte inferior del escudo cruza ambos cuarteles una franja sinople (verde) significando el agua o río. En la parte superior (la frente) se enclava las iniciales C. D. que significan la síntesis de la Institución “Ceibos Diamante“. El escudo se halla circunscrito por una oda o aureola en roja con el nombre y sede del Club. A derecha e izquierda y a partir del escudo a la altura del jefe, dos alas estilizadas.


Luego de aprobarse el emblema del Club, el escribano Pedro A. Rubano presentó un proyecto de Estatutos confeccionados en colaboración con Vergara, el que fue aceptado luego de ser discutido en el cuarto intermedio.


De conformidad con las prescripciones de ese Estatuto se procedió a designar la Comisión Directiva, la que quedó constituida de la siguiente manera: Presidente: José Ignacio Vergara, Vice: Tte. 1º Roberto Caffaro, Secretario: Pablo Mernes, Pro: Srta. Margarita Galizzi, Tesorero: Tte. Luis V. Moreno, Protesorero: Dr. Pedro Galizzi, Vocales: Esc. Paz Carrera, Esc. Pedro A. Rubano, Dr. Danilo Chá y Dr. Rodolfo Parente, Suplentes: Antonio Taleb, Guillermo Köhler y Hugo Malespina.


A su vez se decidió nombrar como socios honorarios por su decidida cooperación a favor de la constitución de la nueva entidad, al gobernador de Entre Ríos Dr. Enrique Mihura, al presidente municipal Dr. Jacinto Malespina y al jefe del Regimiento A/3 Tcnl. Horacio Mendiburo.


Seguramente ha quedado en el recuerdo de muchos y reflejado el reconocimiento a José Ignacio Vergara, expresándose en un párrafo de una revista editada por la Institución años después: “que con su fe, entusiasmo y decisión salvó la primera hora de nuestro Club, preparándolo convenientemente para entrar a nuestra segunda etapa que estamos viviendo”, refiriéndose a que el 8 de setiembre de 1946 se inauguró el nuevo aeródromo “Los Ceibos”, ubicado en un cerro a un kilómetro de la estación Strobel, en un campo propiedad de Virgilio Ayala, del lado Norte del arroyo de la Ensenada; con la asistencia de numerosas delegaciones de entidades aéreas del país y la adhesión de la Brigada Aérea de Paraná, que destacó en la ocasión a varios de sus aviones.


Esta jornada sirvió también para habilitarse oficialmente desde la Dirección General de Aeronáutica Civil, la inclusión de escalas en los vuelos de los Servicios Aeropostales del Estado (S.A.D.E.) para el transporte vía aérea de la correspondencia. Ello impuso por parte de la Dirección Nacional de Aviación Civil, que se modificara el nombre por el de "Aero Club Diamante".


Motivó ello que se hicieran cambios en el emblema original de la Institución, y en base a un proyecto del Subt. Carlos Goñi, se aprobó el siguiente: En un campo dividido en dos partes, una azul y la otra blanco, círculo en rojo con la inscripción “Aero Club Diamante” y alas estilizadas en dorado. Para sellos de goma, el mismo modelo sin la inscripción en el círculo.


En ese momento la Comisión Directiva estaba integrada por su Presidente: Oscar Mende Bruhn, Vicepresidente: Tte. Travell Philips, Secretario: José Ignacio Vergara, Prosecretario: Ricardo Martínez, Tesorero: Carlos Bernasconi, Protesorero: Fortunato Gherardi, Vocales: Dr. Carlos Vergara, Angel Muchnik, Celestino Rey y Carlos Formosa.


Decidieron crear a la vez, una comisión de deportes mecánicos con la idea de fomentar carreras automovilísticas. Ella la integraron Enrique Berraondo, Héctor Luis Martínez, Juan Salamone, Domingo Parente, Antonio Ferlatti (h) y Angel Genta. Por lo pronto organizaron una prueba para fines de octubre, y aunque el circuito estaba proyectado en el mismo aeródromo cerca de Strobel, dada la escasez de medios de transportes para llegar hasta allí, se decidieron por un circuito provisorio en el extremo Sud-Oeste de la ciudad, que consistía en un tramo de calle Alem desde el Cementerio, llegaban hasta Andrade, por esta hasta 9 de Julio, luego giraban a la derecha por Falucho, rodeaban el cementerio por Mitre y 5 de Octubre, para retomar Alem.


Otro paso se sumó en ese 1946, al formarse dos comisiones, una de Planeadores, nombrándose Presidente de ella a Carlos Formosa, y otra de Aeromodelismo, quedando a cargo de Danilo Olivera.


El gran momento logrado por el Aeroclub, indujo al entonces Maestro de Banda del Regimiento 3 de Artillería, el talentoso Pablo Tosti, a escribir ese año la marcha musical “Aero Club Diamante”, que era ejecutada en las clásicas e históricas retretas.


A raíz del otorgamiento de un subsidio por parte del gobierno provincial, se procedió a adquirir en 1948 una fracción de campo al señor Gaspar Rome, consistente en la chacra N° 183 del plano de Colonia General Alvear, a la altura del Km. 33,3 de la ruta Paraná - Diamante, convenido por la suma de $ 22.000, realizando la Escritura el escribano Eduardo Taleb. Como el dinero otorgado no era suficiente, los socios Rodolfo Kattler y Carlos Formosa suscribieron un documento bancario por $ 3.000 para completar el pago.


Al poco tiempo se construyó un hangar, baños y vivienda para el cuidador.


Otro hito importante en la institución fue en 1957, cuando la misma Dirección Nacional comunicó por intermedio de la Dirección de Fomento, la resolución que declaraba al Aero Club Diamante como centro de entrenamiento y escuela civil de pilotaje y la asignación de un avión Piper Cup P. A. 11.


A partir de allí, con los consiguientes altibajos propios de este tipo de instituciones, de la realidad que ha vivido el País en distintos momentos y de las limitaciones financieras que posee, ha logrado gradualmente una evolución favorable y desarrollar actividades que lo han ubicado nuevamente en el lugar que debe caracterizar a este tipo de entidades.



jueves, 8 de octubre de 2009

110° ANIV. FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE SS. MM.

12-10-1899 - FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE SS. MM.
Reunidos en asamblea en el café de Benicio Ríos 56 inmigrantes españoles, entre los que se encontraban Venancio Blanco, Pedro Camarero, Francisco Masó, Juan Ibañez, Salvador Espona, Francisco del Pino González, Estevan Castillo, Ignacio Vergara, Miguel Santillana, Asencio Retegui, Alonso González, Antonio Espejo, Braulio del Corral, Benigno Guillen, Bautista Lissaso, Cesareo Carrera, Cayetano Antequera, Facundo Manzanares, Feliciano Vergara, Francisco Lissaso, Ignacio Guillén, Ignacio Isnardi, Isidro González, Joaquín Robira, Joaquín Guillén, José Castro Bello, José Prat, José María Guillén, Juan Urrutia, Juan C. Lissaso, Juan Muñoz, Juan Salcedo, Justiniano Santamaría, Lorenzo Vergara, Lucilo Unanue, Manuel Rivas, Máximo González, Manuel Pascual, Pedro Viñas, Rafael García, Ramón Zubielqui, Ruperto Faraché, Santos Carrera, Toribio Manzanares, Vicente Salcedo, Vicente Salcedo (h), Luis Asencio, Angel López, Eusebio Zubielqui, Pedro Cabrera, Joaquín Rey y Felipe Vergara, decidieron formar una sociedad de socorros mutuos que los nucleara. La primera Comisión Directiva estuvo presidida por Venancio Blanco, Vice: Francisco del Pino González, Secretario: Francisco Masó, Prosecretario: Estevan Castillo, Tesorero: Juan Ibañez, Protesorero: Salvador Espona y Vocales: Ignacio Vergara, Miguel Santillana y Pedro Camarero. En poco tiempo se entregaron los diplomas que los acreditaban como asociados (de los cuales 54 fueron declarados fundadores al formalizar las primeras exigencias).
Se trató de confeccionar un convenio con una farmacia para proveer de medicamentos a los socios, pero no se llegó a un arreglo con las dos más conocidas: la de Garófalo y la de Isnardi, adquiriéndose según la circunstancia en cualquiera de ellas.
Durante 1905 se solicitó la personería jurídica e inmediatamente se trató la posibilidad de construir la sede propia. En marzo de 1909 la Sra. Gregoria Varela de Taquela ofreció en donación un terreno frente a la plaza “9 de Julio” (ángulo SO Mza. 171) con ese destino.
El 25 de mayo de 1909 se colocó la piedra fundamental del edificio, contratándose a Carlos Fogeler para construirlo, encargándose las cabreadas y otros materiales en Buenos Aires. La obra terminada se inauguró el 25 de mayo de 1910, luego del acto patrio en la plaza “Independencia” (actual San Martín), concurriendo desde allí una numerosa comitiva. Hicieron uso de la palabra los doctores Luis Cuesta Salamanca y José María Vergara.
La institución fue evolucionando. En 1923 se adquirieron las Mzas. 206 y 207 donde se construyó el “Parque España”, lugar utilizado principalmente para llevar a cabo las “Romerías” y que fue inaugurado oficialmente el 24 de diciembre de 1924, año en que también se plantaron los primeros árboles en el predio y se construyeron dos habitaciones sobre los lados Este y Oeste.
Al no poder enfrentar el pago de una deuda hipotecaria y los gastos de la pavimentación de las calles, entre 1939 y 1940 se vendió el local de calle Buenos Aires (actual Dr. Malespina) y 9 de Julio a la Sociedad Unión Líbano-Sirio de SS. MM., utilizándose a partir de ese momento al Parque como sede.
Un problema similar se tuvo en 1974, cuando ante la imposibilidad de afrontar los gastos del pavimento e iluminación, se decidió ceder a la Municipalidad la Mza. 206 (comprendida entre las calles Sarmiento, España, Tratado del Pilar y Sargento Cabral), la que fue recuperada por la buena voluntad y gestión de las autoridades y directivos, otorgándose su posesión definitiva en 1988 por Ordenanza Nº 139/88.
Alejado un poco de sus premisas mutualistas que la originaron como Sociedad, la Institución continúa funcionando con gran actividad deportiva.

lunes, 31 de agosto de 2009

El edificio histórico de la E.E.T. N° 1





Diamante atravesaba en la década de 1920/1930 una de sus épocas de favorable evolución en todos los órdenes. El puerto, el ferrocarril, el Regimiento 3 de Artillería entre otros, brindaban a la ciudad un bienestar económico que se trasladaba a las actividades comerciales, industriales, de construcción, etc. Pero se comenzaba a visualizar una limitación en cuánto a dotar a la juventud de una adecuada preparación para aprovechar las bondades de esa situación: un colegio secundario, y dada las características del momento, que tuviera orientación a oficios, con la finalidad de proveer de mano de obra especializada a la cada vez mayor necesidad de ella.

Esto fue advertido por uno de los hombres que marcó toda esa época en nuestra localidad: el Dr. Alfredo Materi, que ocupaba en 1925 la presidencia del Honorable Concejo Deliberante, presentando en el mes de marzo un proyecto de ordenanza para la creación de una Escuela Municipal de Artes y Oficios, lo que fue resuelto favorablemente, designándose además el terreno para levantar el edificio.

Lamentablemente, no se pudo superar la necesidad de financiación para concretarlo con medios locales, y caducando el plazo de cinco años que se tenía para comenzar la obra, volvió el terreno a la Municipalidad. Se gestionó entonces ante los legisladores provinciales que la creación de ella surgiera del gobierno nacional, presentándose en 1934 un proyecto de Ley en el Congreso Nacional que lo solicitaba con la firma del diputado José María Garayalde. El expediente entró a Comisión, donde no fue fácil que pasara las diversas instancias, sobresaliendo entonces las gestiones de los legisladores entrerrianos doctor Pedro Radío y don Morrogh Bernard, lográndose que el 27 de agosto de 1935 el proyecto se convirtiera en Ley, creándose con la denominación "Escuela Nacional de Práctica de Oficios", siendo incluida en el presupuesto nacional del año siguiente.

Durante 1936 el Ministerio respectivo aprobó los programas y estructura de la Escuela, designando al mismo tiempo a su primer Director: el ingeniero maquinista de 1ª don Agustín Dubini. Éste se instaló en Diamante, comenzando su organización para que al año siguiente se pudiera comenzar con las actividades escolares. Se llamó a licitación por el alquiler de un local y se fue integrando el cuerpo docente, comprendiendo la enseñanza de aula y talleres, en sus especialidades de carpintería (blanca y de ribera), mecánica, herrería, fundición y sección de dibujos.

Resultó elegido en la mencionada licitación, el ofertado por Teresa Josefina Ré de Caivano, situado entre las calles Sarmiento, Buenos Aires (actual Dr. Malespina) e Hipólito Yrigoyen. La planta principal, donde se encuentra su fachada fue construida en el año 1904 y ocupaba dos tercios de la manzana la porción alquilada.

Resulta conveniente indicar que la parte utilizada para talleres de Fundición, Mecánica y Herrería, se trataba de un antiguo galpón, que databa aproximadamente de 1880 y que sirvió de depósito de carruajes y productos que se comercializaban en la antigua “Plaza de Carros y Frutos” (actual plaza 9 de Julio) y que aún mantiene la impronta de la época y continúa albergando a los citados talleres.

Todo estuvo listo y el 1º de abril de 1937 la flamante escuela abrió sus puertas, matriculando casi 100 alumnos.

No se utilizó en ese momento lo edificado en la Manzana N° 184sobre calle Pedro Serrano, ocupado por terceros inquilinos, que se trataba también de una construcción del año 1890 aproximadamente, circunstancia que recién se llevó a cabo en 1970 al vender la mencionada Sra. Ré de Caivano al Estado Nacional, la propiedad que ocupaba la escuela, por escritura realizada por el Escribano Mayor de Gobierno, Dr. Jorge Garrido (F. 528/529).

En ella se detalló que la propiedad provenía por la Sucesión de Julio Ernesto Caivano, obtenido a su vez del juicio sucesorio de Mateo Ré, padre de la vendedora, por compra que hizo a Felisa Gardini de Ré, en fecha 16 de agosto de 1946.

Próximo a cumplir en 2010 el 75° Aniversario de su fundación, la Escuela ha tenido como su marca de identidad la imagen de este histórico edificio, que ha marcado a tantas generaciones de diamantinos y jóvenes de zonas aledañas, que recibieron sus diplomas al pasar por sus aulas y talleres, representando un verdadero icono de la educación diamantina.

viernes, 14 de agosto de 2009

LAS BATERIAS DE PUNTA GORDA



Un trabajo de Ricardo César Brumatti

Revisando copias de los originales de los oficios intercambiados entre 1812 y 1813 (conservados en el Archivo General de la Nación), por quienes protagonizaron ese primer asentamiento temporario de tropas en Punta Gorda, marcando lo estratégico que representó este punto durante el siglo XIX, me pareció oportuno recrearlo debido a algunos detalles no tan divulgados.

Todo comenzó cuando a fines de 1811 la decisión de los Jefes del ejército español de no cumplir el convenido armisticio entre Montevideo y Buenos Aires, hizo surgir la posibilidad cierta que una escuadrilla realista remontara el Paraná, provocando que el Triunvirato proyectara instalar una Batería de grueso calibre en la Capilla del Rosario para tratar de interceptar las referidas naves. Fue el general Manuel Belgrano el encargado del comienzo de la tarea, apoyado luego por el Teniente Coronel de Ingenieros Dn. Angel Monasterio, quedando así instaladas dos durante el mes de febrero, la de la Isla, denominada "Independencia" y la de Costa Firme "Libertad", y que dio lugar a que en ese escenario, el día 27 se enarbolara por primera vez la bandera creada por su Jefe. Posteriormente, él seguiría rumbo a Tucumán quedando las baterías al mando de Celedonio de Escalada y Gregorio Ignacio Pedriel.

La vida de estas baterías fue muy corta, pues para fines de julio fueron levantadas, llevándose parte de sus elementos por decisión del Triunvirato para construir baterías en Punta Gorda y Santa Fe, ordenándose al coronel Monasterio el reconocimiento del "Paso del Rey" o "de la Manga" con el fin de allí volver a instalarlas y así impedir el posible intento de paso de la escuadrilla de guerra española, además permitiría asegurar las comunicaciones y el comercio con el Paraguay. Al mismo tiempo se designó al Alférez de Artillería D. Francisco Portillo como encargado del mando de la aludida Batería.

Comenzado el traslado, buques españoles provenientes de Montevideo apresaron una balandra, que desde Rosario, llevaba un cargamento de elementos necesarios para la construcción de la proyectada batería del Paso del Rey. A los pocos días, se produjo otra novedad cuando un barco español logró pasar aguas arriba por la posición transitoria del citado emplazamiento, aprovechando lo tempestuoso de una noche, procediéndose a reforzar la guarnición con cincuenta hombres para evitar que fueran sorprendidos.

Podemos tratar de conceptuar la situación de ese momento por los dichos en un parte fechado el 4 de agosto de 1812 en Paraná y dirigido al Gobernador Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que expresa esos detalles antes mencionado e informando que: “el día 1º del presente, fui informado por varios prisioneros nuestros, a quienes pusieron en libertad los piratas, que en la desembocadura del Río de Santa Fe, habían sido tomados por los de Montevideo; que tenían dos balandras, un bote, armados: que habían apresado cinco buques pertenecientes al Gobierno y Provincia del Paraguay, sumamente interesados por sus cargamentos. En este estado, solicité del señor D. Gregorio Pedriel, Comandante del Regimiento Nº 8, el 1º que me auxiliase con alguna tropa de la de su mando, para equipar el buque (nombrado El Jabonero), que tenemos en la Batería del Paso del Rey, armado con dos piezas de a ocho, a efectos de represar buques y destruir a los enemigos de la causa común: accediendo este Jefe a mi solicitud, destacó 80 hombres al mando de Dn. Benito Alvarez, Sargento Mayor del Cuerpo, quien emprendió su marcha el mismo día 1º con dirección a Paso del Rey, de donde salió embarcado con su gente, y otros auxiliares de los de este pueblo el día tres, y hoy 4 del presente, ha represado los buques tomados por el enemigo, destrozando completamente a éste en la toma del bote armado, sin la menor pérdida por su parte. De cuya acción, cargamento e intereses de los buques represados, daré a V. E. un exacto detalle en la primera oportunidad y bajo seguros documentos.
No puedo entretanto, Exmo. Señor, dejar de recomendar el relevante mérito e ingentes sacrificios, hechos por estos beneméritos vecinos en lo general, y en particular por los destinados a la defensa de la Batería, a quienes en recompensa considero de justicia se le asigne su parte de la presa; la que reclamaré ante V.E. llegado el caso de mandar el parte circunstanciado de lo acaecido”.

Mientras tanto, en Santa Fe se llevó a cabo la instalación ordenada bajo la dirección del Coronel de Ingenieros Eduardo Kallitz, conocido como el Barón de Holmberg, en la confluencia del riacho Santa Fe y la laguna de Guadalupe, la que duraría hasta 1814, cuando fue destruida por una creciente.

En Paso del Rey, sin haberse concretado la construcción de la batería, el coronel Monasterio recibió la orden de regresar a Buenos Aires, donde lo encontramos el 22 de julio fundiendo la primera pieza de artillería con destino al sitio de Montevideo, en la fábrica que se instaló para ese fin, quedando el capitán de Artillería don Manuel Herrera a cargo de proseguir las obras y se designó como comandante Militar de las Baterías al Teniente coronel del Regimiento Nº 2 de Infantería don José León Domínguez. También fue enviado el Barón de Holmberg a realizar un nuevo reconocimiento y allí se decidió cambiar la ubicación del emplazamiento, conviniéndose en levantarlas en Punta Gorda, por entender que era un mejor punto estratégico y ofrecer mayores posibilidades de defensa en caso que fueran atacadas.

Herrera llevó a cabo la obra, terminándose en enero de 1813 y que consistió en tres Baterías: la del Banco, la de Costa Firme y la de la Isla de la Ensenada.

La primera levantada sobre un banco de arena próximo a la costa occidental y separado de la misma por un "simple y pequeño brazo del Paraná", era particularmente fuerte y estaba armada con dos cañones de a 24 y cuatro de a 12, servidos por cuarenta y seis artilleros; la naturaleza de la costa, intransitable a causa de los numerosos pantanos y canales, la hacía casi invulnerable a un ataque terrestre; la guarnición de infantería era de 62 hombres.

La de Costa Firme, levantada en la orilla opuesta, y frente a la anterior, sobre una barranca de unas 35 varas de alto, estaba muy expuesta a los ataques desde tierra, pues sus flancos estaban cubiertos por los bosques que bordeaban la costa, y además, podía ser dominada por los fuegos hechos desde las barrancas vecinas y batidas por los buques enemigos sin ser protegida por la del Banco; estaba artillada con un cañón de a 12, dos de a 11,5 y dos de a 8, con treinta y cuatro artilleros; su construcción no permitía instalar una guarnición de infantería y la protección de sus flancos exigía una dotación de sesenta infantes por lo menos; podía cruzar sus fuegos con la del banco.

La de la Isla de la Ensenada, con sólo dos cañones, que fue luego trasladada por Herrera más al Norte, porque corría peligro de ser destruida por las crecientes.

El 4 de diciembre de 1812, el Comandante de las Baterías Marcos Balcarce, que venía de cumplir funciones de Jefe Interino del Estado Mayor General desde la partida del coronel Viana a la Banda Oriental, reemplazó a Domínguez en el comando militar de Punta Gorda, donde elevó un oficio al Supremo Gobierno de las Provincias Unidas, informando en él: "He recibido el oficio de V. S. en el rige que me previene se reparen los quebrantos que puedan tener las Baterías por las avenidas y que siempre mantengan su guarnición: en su contestación debo exponer a V. S. que la Batería del Banco por su alrededor tres cuartas de agua y dentro del mismo, pues sólo los frentes de S y L se hallan concluidos, y los demás con un corto principio de trabajo; de que resulta que la tropa y municiones están reducidas al pequeño espacio que ocupan los cañones en los dos frentes indicados: y para que pueda subsistir de algún modo durante la creciente he determinado se le ponga una estacada a mazo para la parte exterior, según tengo hecha la experiencia para que resguarde la fajina, que la va desuniendo el agua y por esta razón comiendo la arena del parapeto, y haré todos los esfuerzos posibles para sostener la Batería hasta el último por lo interesantísimo que encuentro su existencia.
La de la Isla de la Ensenada la creo muy pronto inutilizada, si sigue la actual creciente, pues la artillería, tropa y municiones está colocada en el espacio que estrechamente le es suficiente para fugarse las dos piezas.
A mi llegada a este destino observé que la Batería que se había construido en costa firme podía ser batida por los enemigos, sin ser defendida de los fuegos de la del Banco y la Isla, lo que hice presente al Capitán Comisionado don Manuel Herrera, como también un sitio que se hallaba más adelante, que estaban paralelos sus fuegos con los del Banco, y con corta elevación los de la Isla; que efectivamente se adoptó y se ha empezado en el una Batería que se está trabajando con todo empeño, pues a pesar del corto número que V.S. observará en los adjuntos Estados en fuerzas que le incluyo, le doy diariamente al Capitán Comisionado cuantos individuos en Infantería y Artillería me pide, aunque tienen que largar el fusil después de su fatiga, agarran las azadas, pero tanto para esta construcción como para el estado de las otras Baterías me parece muy necesaria la venida del Sor. Dn. Angel Monasterio, que con ella aunque no sea más que por un día, se adelantaría mucho".

También en la misma pidió se le pasaran los partes que se daban desde el Rosario a Santa Fe sobre el "paso y repaso" de los buques enemigos, pues del punto donde se hallaban no se podían avistar con antelación, no obstante los espías, sino a la distancia de legua y media. Solicitó también se previniera al Comandante o Administrador de Correos del Paraná, para que le dirigiera con un chasqui los oficios que fueran para aquella Comandancia, y que les mandaran un “buen anteojo preciso” para uso en la Batería, como también una cuchara para bataraxa, pues pensaban colocar en lugar de hornillo, una fragua en la armería.

Seguramente esto último fue provisto, pues en el documento original figura un párrafo agregado con otra letra que dice "Cómprese por necesaria y avísese al Comandante Mayor que se activen los trabajos para que se pueda obrar prontamente por la incursión que puedan hacer los marinos".

El 19 de diciembre de 1812, el Supremo Gobierno comunicó al comandante militar de dicho punto, el deseo de que esas baterías proporcionasen a la Patria, la gloria de presentar al enemigo un escollo donde se estrellase la orgullosa marina de Montevideo, y que había decidido "nombrar al Barón de Holmberg encargado de la prosecución de los trabajos". Este llegó a destino el día 28, y, a los tres días elevó un informe sobre el estado de las obras.

Una vez inspeccionadas las baterías, Holmberg siguió hacia el Norte para informar sobre las defensas de Santa Fe. El 3 de enero de 1813 escribió a Buenos Aires opinando que no convenía levantar baterías en esta ciudad, preconizando en cambio, la organización de una fuerza móvil, con artillería volante, para el caso de que algún buque forzase el pasaje; también aconsejó se armasen algunos lanchones y cañoneras.

De regreso a Punta Gorda, el 29 de enero Holmberg elevó un oficio crítico de su situación, en el que comentó que por intermedio del Gobernador de Santa Fe, Dn. Antonio Luis Berruti, había recibido la comunicación de que conjuntamente con Balcarce, eran los dos responsables del Punto de Punta Gorda. Esto motivó que fundamentara que él era sólo el oficial a cargo de las obras de fortificación y no podía serlo de un lugar donde no mandaba solo. Además agregó que allí no había sido dado "a conocer bajo ningún título, ni de segundo, ni de último jefe, de modo que yo me miro en este punto, no como un oficial superior, sino como una especie de albañil honrado, y así creo que me miran los demás".

Además se encontró con la autorización para construir el reducto destinado a la protección de la batería de costa firme, de acuerdo a lo propuesto en su informe del 31 de diciembre de 1812 y a pesar de la opinión contraria de Balcarce, quien creía, que la protección debía proporcionarse con tropas y no con obras, puesto que la guarnición del reducto se vería precisado a abandonarlo para contraatacar si la batería de Costa Firme era atacada por la espalda. Cuatrocientos hombres bien armados deberían ser según este último, la guarnición mínima de Punta Gorda.

El combate de San Lorenzo el 3 de febrero, en el cual San Martín y sus Granaderos derrotaron a la fuerza de desembarco realista, mandadas por el comandante Antonio Zabala, transportado por una escuadrilla que había zarpado desde Montevideo a cargo del comandante Rafael Ruiz, dio fin por el momento a que intentaran realizar otras excursiones similares, diluyéndose a partir de ese momento la importancia estratégica de la fortificación.

A pesar de ello, el reducto que había sido comenzado el 27 de enero fue terminado el 17 de marzo y gracias a los meticulosos informes enviados por Holmberg a Buenos Aires, es posible tener hoy la idea exacta del mismo, así como el proceso de su construcción.

Hasta noventa hombres de la milicia, pagados a jornal, trabajaron durante cuarenta y dos días enteros, cinco medios días, una noche entera y media noche, utilizando las pocas herramientas obtenidas en Santa Fe y otras construidas en Punta Gorda. El afán de Holmberg de terminar a corto plazo se estrellaba contra los hábitos de trabajo de los milicianos. A pesar de que los horarios fueron fijados por Balcarce, estos no se cumplían. "Hay que combatir la mala costumbre de la siesta", decía Holmberg en su informe, y además como no consiguió hacerlos trabajar en las noches de luna, agregaba: "Cuando el servicio del Estado lo exige, no se pregunta al individuo quieres, sino se le dice y claramente, debes. Parece que el Comandante de la milicia había olvido este artículo".

El 1º de marzo hizo entrega del reducto al capitán Agustín Herrera, el que constaba de: 1) el reducto mismo con su través; 2) el repuesto a prueba de granadas reales; 3) cinco explanadas; 4) una puerta de rastrillo; 5) un caballo de frisa; 6) 516 estacas de 2,5 varas de largo colocadas sobre el borde de la contraescarpa alrededor de todo el reducto y del través; 7) una escalera de mano para bajar el repuesto, y 8) dos tablones de lapacho para subir y bajar los cañones de la explanadas. El costo total de la obra (jornales y herramientas) fue de 1.324 pesos con cuatro reales.

Fue artillado con un cañón de fierro de a 8 y otro de bronce de a 2. Más tarde se reforzó, con artillería volante, la Batería del Banco (cuatro cañones de bronce, dos de a 4 y dos de a 2) y el reducto (un cañón de bronce de a 2), con los que se hacía un total, para las baterías y el reducto de 16 cañones de diversos calibres.

El 4 de abril guarnecían Punta Gorda, 64 hombres del Regimiento Nº 2 de Infantería, 111 artilleros, 71 Blandengues de Santa Fe y 74 de la Compañía de Pardos. También ese día, en un Oficio, Marcos Balcarce escribió en Punta Gorda: “Que anteriormente se ha pedido una botica para este destino, que se halla con 320 hombres, sin oficiales según el Estado que remite al Estado Mayor, y carece de todo auxilio para asistir a los enfermos, que en el día de la fecha son 14 y no los manda a Santa Fe porque tampoco hay auxilios. Pide un Capellán con una Caja de Capilla, con lo que tendría auxilio la tropa y se atraería mucho vecindario que lo ve muy dispuesto a formar una población.
Antes de mi salida de esa Capital, se pidió por mi antecesor Botica para este Hospital por conducto del Estado Mayor, y yo lo repetí por la misma vía con fecha 22 de febrero acompañando una nota a la que el Cirujano creía preciso ya que ninguna solicitud se ha contestado.
En el día guarnecen este punto 320 hombres, sin oficiales según el Estado que remito al Estado Mayor y se carece de todo auxilio para la asistencia de enfermos, que es indispensable haya y que se aumentarán en el invierno que está encima; tengo ahora 14 que exigen hospital, no los mandé a Santa Fe porque tampoco hay como asistirlos.
Aunque a la guerra actual no corresponde la dotación de un Capellán porque la ordenanza lo señala a los destacamentos de 500 hombres, por la larga permanencia convendría uno con una caja de Capilla, pues en el mes que acabó se me han muerto tres soldados de accidentes prontos sin ningún auxilio, y con el que digo lo tendría la tropa y al mismo tiempo atraería mucho vecindario, que lo veo muy dispuesto para formar una capilla; y se quiere una población".

Aunque se le contestó que se le iba a proveer lo solicitado, no hay antecedentes que se haya cumplido el referido nombramiento de un Capellán.

La vida de esta fortificación duraría hasta noviembre, cuando el Gobierno de Buenos Aires, al interpretar como cierta que una escuadra realista de grandes proporciones avanzaría hasta esta zona y ante la alternativa que el armamento fuera capturado por el enemigo, ordenó que una parte fuera destruido y otros enviados a Hilarión de la Quintana, en ese momento en Concepción del Uruguay, para sumarlos al ejército de Rondeau, sitiador de Montevideo, entre ellos los cañones de a 24 que existían en la batería del Banco y el cañón de a 8 de la de Tierra Firme.

Como referencia de la ubicación que tuvieron, indudablemente que el cambio que se produjo en la zona hace imposible pretender ubicarlas, principalmente las de las islas. Asimismo, en cuanto a la de tierra firme, que supo ser reconstruida en varias oportunidades para defensa de la zona del puerto, como lo fue en 1826 ante la inminencia de un conflicto con Brasil, en 1840 para permitir que las tropas de Lavalle abordaran a los barcos de la escuadrilla francesa ante la aproximación del ejército de Echagüe; pero sirve para orientarnos el testimonio dejado por el Dr. Leopoldo Melo; integrante de la tradicional familia residente en la que conocemos como “Casa de los Melo” o la "Escuelita" y nacido justamente allí, que refirió: “siendo niño salía ir a jugar a las zanjas de las baterías, donde Holmberg tuvo establecidas unas piezas de artillería, yo nací en sus proximidades, a estas zanjas las destruyeron hace unos años al colocar allí una señal hidrográfica del M.O.P. de la Nación. Con esto me encontré cierta vez que regresé de Rosario, donde yo estudiaba, fueron destruidas sin concepto histórico. He tratado de conservar todo esto, pero sólo queda la casa donde nací y murieron mis padres". Este comentario se lo expresó al autor de un trabajo realizado en 1952 con los auspicios de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, Tcnel. (R.A.) Ignacio Camps, quién luego de exhaustivos estudios llegó a la conclusión que estuvo ubicada a 1.500 metros al Sur-suroeste de la que fue la estación férrea Puerto Diamante, y después trasladada más al Norte, es decir 625 metros al Sur-suroeste del mencionado puerto.

Este autor también mencionó los dichos de otro vecino del lugar, don Justino Santa María, "nacido en Paraná y fallecido hace cuatro años, de casi 80 años de edad, de inteligencia clara y muy buena cultura general, que conocía no solamente a la región Punta Gorda, en donde vivió más de 20 años, me señalaba el lugar "a la izquierda de un saladero, como el lugar donde decían los viejos, cuando yo era muchacho, que allí habían habido unos cañones que habían sido instalados en la épocas de nuestras guerras, para defenderse de un desembarco; yo, me decía, siempre lo tuve así porque había unas zanjas".

En cuanto a la posibilidad de encontrar restos, prácticamente en imposible ya que se trató de construcciones realizadas en tierra, no encontrándose referencias que indiquen la utilización de ladrillos, cal, piedra o materiales similares, es decir que fue un reforzamiento del terreno.

jueves, 16 de julio de 2009

COMANDANTES MILITARES Y JEFES POLITICOS DEL DIAMANTE 1832-1878


Publicado en:
Periódico El Supremo Nº 541 - 17-12-1998

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Hemos visto a través de varios de mis trabajos, que desde los momentos previos a la fundación, Diamante estuvo a cargo de comisionados militares que se ocupaban de los problemas de rutina de la comunidad y cumplían un papel principal en cuanto a detentar una fuerte autoridad y control de la zona, tal como lo signó la realidad de esa época. Esto se prolongaría hasta que nuestro pueblo consolidó su gobierno municipal en el año 1877, y aún un lapso más, en que fueron perdiendo su influencia por las transformaciones que se sucedieron en el marco institucional.

Cuando el 9 de febrero de 1822 el gobierno de la Provincia estableció por Ley, el Plan de División de los Departamentos de la provincia de Entre Ríos, en que para la mejor administración y gobierno de la misma, se dividió toda ella en dos Departamentos Principales: Principal Nº 1 del Paraná y el Principal Nº 2 del Uruguay, de los que cada uno tuvo cuatro Departamentos Subalternos. Se fijó para el Departamento Subalterno Nº 3 del 1º Principal, el área que comprendió desde el Paraná, Paraná abajo, hasta la barra del Nogoyá, y desde allí por sus fondos hasta las puntas de dicho Nogoyá, incluso el pago de Don Cristóbal. En esta jurisdicción, cuya capital fue Nogoyá, quedó incluida la zona de Punta Gorda y la Matanza (hoy Victoria).

Por tratarse Punta Gorda de un lugar tan estratégico, la comandancia del departamento destacó en varias oportunidades tropas al lugar, que con el tiempo se mantuvo en forma prácticamente permanente, y cuyo jefe cumplía además la función de Comisionado del lugar. He comentado en varios trabajos anteriores, que normalmente se lo trataba en los tantos documentos existentes de la época como "el encargado del celo de la costa", y me remitiré directamente al año 1832 cuando fue designado en el cargo el teniente Marcos Cuello, que permaneció hasta el momento de la fundación del pueblo de Diamante.

Ese año, en que fueron traídos los guaraníes para establecerse en Punta Gorda, por su organización disponían de un Alcalde, en ese momento Simón Cararú (que curiosamente en el listado de los emigrados fue anotado como Simón Paraguará), que se encargaba de todo lo relacionado con sus necesidades en coordinación con el Comisionado, lo que permitió evitar problemas que se podrían suscitar debido a las distintas culturas, idiomas, hábitos, etc.

El 27 de febrero de 1836 se fundó el pueblo de El Diamante. Ese cambio en la situación jurídica de la comunidad, significó el nombramiento de un integrante de las milicias con mayor grado, por lo que a los pocos días, el 11 de marzo, el Secretario de Estado del gobernador Echagüe, coronel Evaristo Carriego comunicó desde Paraná al teniente de milicias Marcos Cuello la designación del capitán Antonio Muñoz como encargado del punto.

Cuello quedó secundando al nuevo titular, haciéndose cargo en varias oportunidades al ausentarse el mismo (fallecería en Caa-Guazú en 1841). También aparece en escena en ese momento con el grado de Alférez, don Valentín Gutiérrez, que luego tendría, como veremos, una prolongada trayectoria en las milicias del departamento.

A fin de año, en nota ordenada por el gobernador Pascual Echagüe, pero firmada de orden y ausencia por Cayetano Romero, le comunicó a Cararú: "Con esta fecha ha nombrado el gobierno Alcalde de los Indígenas de ese Pueblo a don Antonio Araty en lugar de Ud. y se le da las gracias por el celo y actividad con que ha desempeñado durante el tiempo de su comisión". Aratí fue el último de sus semejantes que ostentaría dicho cargo y lo mantuvo el último tiempo prácticamente en forma simbólica, falleciendo en 1857.

Al otro año, el 15 de febrero fue ascendido Antonio Muñoz al grado de sargento mayor graduado, siendo su misión discontinua, por las diversas campañas que debió cumplir al mando del Escuadrón Diamante y la situación en que se vio envuelta la Provincia. Perdería la vida en la Batalla de India Muerta el 27 de marzo de 1845.

En su reemplazo, lo sucedieron a través del tiempo: Valentín Gutiérrez, que quedó a cargo del Escuadrón, y para las cuestiones administrativas con la figura de Comisionado; Marcelino Rodríguez, en la tarea que ya venía realizando desde 1844; para posteriormente hacerse caso el capitán Martín José Ruiz Moreno en 1846, que permanecería hasta julio de 1848, en que fue reemplazado. El general Urquiza, a través del gobernador delegado Crespo, nombró como Comandante Militar del Diamante a Luis Hernández y Ruiz Moreno pasó a ser el primer Capitán del recién habilitado puerto del lugar.

En enero de 1849, Hernández en la necesidad de reparar su salud viajó a Paraná y dejó en reemplazo en la comandancia a Gutiérrez, que continuaba con su cargo en las milicias del departamento y dependía del nombrado. En poco tiempo Hernández regresó y continuó en funciones.

Ya en otras ocasiones mencioné la actuación de Hernández en los acontecimientos de 1852 y los inconvenientes que le acarrearon, a raíz de los cuales el 7 de julio el ministro Luis F. de la Puente le comunicó la separación de su cargo, reemplazándolo en forma interina por el sargento mayor Marcos J. Cuesta, quién tomó posesión del cargo el 9.

Hernández fue indultado por Urquiza y volvió a hacerse cargo, pero al poco tiempo renunció retirándose a su establecimiento rural en la Ensenada. El 17 de noviembre entregó nuevamente la comandancia a Cuesta, dejando asentado "En el tiempo que ha ocupado el puesto que hoy deja, ha puesto su anhelo en el progreso de esta población, en todo lo que es honroso haber simpatizado con los deseos de su gobierno".

El 4 de febrero de 1854, el Gobierno de la Provincia resolvió que el capitán de caballería Bernardino Ramírez recibiera la Comandancia Militar del Diamante. El 7 Agulla informó “He recibido nota del 4 del cte. que ha sido nombrado con esa fecha el Capitán de Caballería don Bernardino Ramírez, Comandante Militar de este Dpto. en reemplazo del Sargento Mayor don Marcos Cuesta con la asignación mensual de $ 60.- que serán abonados por esta Caja".

Durante 1860, por ley quedaron suprimidas todas las jefaturas de policía, correspondiendo a partir de allí sus funciones y atribuciones a los jefes políticos de cada departamento, como representantes y agentes del Poder Ejecutivo, con facultades más amplias que los anteriores jefes de policía o comandantes militares. A raíz de esto, con fecha 1º de enero del año siguiente se nombraron Jefes Políticos en los Departamentos, confirmándose en Diamante a Bernardino Ramírez, que de esa manera continuó a cargo del nuestro.

Estuvo en funciones hasta el 11 de mayo de 1864, cuando elevó su renuncia al gobernador, fundamentando que "Razones imperiosas me hacen que con el acatamiento debido a V. E. haga la dimisión del cargo de Jefe Político del Departamento del Diamante, excusando al especificarlas, por lo que cuento con que las altas consideraciones de V. E. sabrán disculparme, por el recargo con que hace largos años estoy en servicio del Gobierno y de mi Patria, con menoscabo de mis intereses particulares y cuando sin exigencia hay muchos de mis compatriotas que precisan de una posesión.
A V. E. lo pido como una gracia, que mire mi solicitud con la justicia que merece".

Al reverso de la nota, el ministro general Sagastume, anotó: "Atentas las razones en que funda su renuncia el Jefe Político del Diamante, aceptarla para darle las gracias por los servicios prestados. Nómbrase para reemplazarlo al Coronel don Valentín Gutiérrez, expídasele el correspondiente decreto y archívase". El decreto lo firmó con fecha 20 el gobernador Domínguez y el ministro Sagastume por el que se aceptó la renuncia y se nombró el reemplazante.

Durante 1867, se formaría en Diamante una Junta de Fomento, cumpliéndose la Ley del gobierno provincial creándolas en toda la jurisdicción, expresando en su artículo 1º que “Mientras no se dicte ley orgánica de municipalidad, habrá en todas las ciudades y pueblos una Junta de Fomento compuesta por siete miembros, cuya elección será ordenada por la primera vez por el Poder Ejecutivo, y sucesivamente cuando las Juntas con arreglo a esta Ley, indiquen la necesidad de la elección de sus miembros”.

Definió esta ley como atribuciones de estas juntas, la administración de las escuelas públicas, de los hospitales, cementerios, alumbrado público y serenos, ornato y limpieza de las calles, veredas, caminos y puentes en el radio de los pueblos y sus ejidos.

Pero la influencia del Comandante, creo que fue tan manifiesta, que podemos apreciar que muy poco fue lo que pudo realizar y paulatinamente se fue diluyendo y no ha quedado documentado en que momento dejó de funcionar.

Valentín Gutiérrez desempeñó su función hasta que el 20 de noviembre de 1869, en que a causa de los problemas ocasionados por un tal Jacinto Muñoz, hombre de antecedentes criminales pero allegado al general Urquiza, en los que se vieron involucrados el ex secretario de la jefatura, Antonio Hernández y el yerno de Gutiérrez y en ese momento Secretario, Francisco Alvarez, en un hecho que terminó con la muerte del citado Muñoz, hecho que enojó a Urquiza, mandando que se presentara en San José el coronel Gutiérrez, llevándole preso al comisario Alvarez y la partida que había muerto a Jacinto Muñoz. Al mismo tiempo lo relevó al titular, ordenando "A fin de que esa Jefatura no quede acéfala, ordeno con esta fecha al comandante Ramírez pase a ese punto a ponerse a su frente, para que V. S. en el acto se ponga en camino para este Cuartel General en la forma que le dejo indicada".

Esto fue cumplido inmediatamente por Ramírez, retomando su anterior función. El día 20 éste le comunicó: “que ha recibido la nota de fecha 15 del presente en la que se determina que el infrascrito se haga cargo de la Jefatura de este Departamento hasta nueva resolución”.

Cuando se produjo el asesinato de Urquiza en abril de 1870, Ramírez fue avisado que también iba a ser víctima de la conspiración y salvó su vida viajando a Buenos Aires. El 25 de abril, Valentín Gutiérrez le hizo saber al nuevo Gobernador de la Provincia, general Ricardo López Jordán, que ese día se hizo cargo de la Jefatura Política del Departamento, la cual se hallaba interinamente a cargo del juez de paz Dionisio Rodríguez, por haberse "fugado" el comandante Bernardino Ramírez que era el titular. A su vez, Gutiérrez con fecha 4 de setiembre fue además nombrado jefe principal de las Milicias del Departamento.

Nuevamente le tocó a Gutiérrez, convivir con un gobierno civil, ya que a partir del 1º de enero de 1873 se instaló la primera Corporación Municipal, con miembros elegidos en elecciones y que nombraron el primer Presidente de la Municipalidad. Sin embargo poco durarían Gutiérrez y los municipales en sus cargos por los hechos de la revolución jordanista del 1º de mayo. Gutiérrez, herido, se refugió en Rosario, mientras que la comisión municipal dejó de funcionar de hecho y que no se volvería a reorganizar hasta 1877. Retomado el control del pueblo por las autoridades provinciales, quedó a cargo provisionalmente de la Jefatura don Rudecindo Ruiz Moreno (era el Receptor de Rentas), quién entregó el cargo el 1º de febrero de 1874 al designado Francisco Acebal, que hasta ese momento cumplía funciones de Oficial 1º de la Jefatura desde el 16 de agosto de 1871.

El 15 de abril de 1877 se organizó nuevamente la Corporación Municipal, haciéndose cargo de la administración de la villa, quedando el Jefe político con funciones más específicas de un jefe de policía.

Acebal fue promovido con fecha 27 de octubre de 1878 al grado de Sargento Mayor y continuó en el cargo hasta enero de año siguiente, cuando a raíz de los problemas suscitados en Diamante, tema para otro artículo, pasó a ponerse al frente de la Jefatura de Victoria, por lo que el Gobierno de la Provincia decretó el 2 de enero de 1879, el nombramiento como Jefe Político interino del Diamante al coronel Pedro Caminos. Este militar, con el antecedente de haber sido ayudante de Echagüe cuando era Capitán y en este momento Jefe Político de Victoria, estuvo en funciones hasta julio en que fue nombrado don Sebastián Etchevehere.

A partir de allí la Corporación Municipal se fue consolidando, ejerciendo el gobierno de nuestra comunidad.

Por Ricardo César Brumatti

Cronista Histórico de Diamante

sábado, 11 de julio de 2009

LA JUNTA DE FOMENTO DE LA VILLA DEL DIAMANTE EN 1867


Entre otros tantos sucesos que Diamante conmemora en el mes de mayo, seguramente hay uno que tiene un valor especial: la elección por parte de sus habitantes de su primera Junta de Fomento ocurrido en el año 1877.

La constitución de 1860 preveía la organización municipal en la provincia, sin embargo se demoró bastante llevarlo a la práctica, pues siete años después aún no se había dictado la Ley Orgánica prevista.

El 11 de marzo de 1867 el gobierno provincial emitió una ley creando Juntas de Fomento en la Provincia, expresando en su artículo 1º que “mientras no se dicte ley orgánica de municipalidad, habrá en todas las ciudades y pueblos una Junta de Fomento compuesta por siete miembros, cuya elección será ordenada por la primera vez por el Poder Ejecutivo, y sucesivamente cuando las Juntas con arreglo a esta Ley, indiquen la necesidad de la elección de sus miembros”. En otros párrafos agregaba que una vez instalada, procederán sus miembros a elegir un presidente y un vicepresidente, quienes durarán un año en sus funciones.

Definió esta ley como atribuciones de estas juntas, la administración de las escuelas públicas, de los hospitales, cementerios, alumbrado público y serenos, ornato y limpieza de las calles, veredas, caminos y puentes en el radio de los pueblos y sus ejidos.

El comandante militar del Diamante Valentín Gutiérrez coordinó la tarea con el Juez de Paz, confeccionándose el registro cívico de los ciudadanos en condiciones de votar, nombrándose una Comisión Escrutadora de votos que tuvo la tarea de atender la mesa para ese fin, que se instaló en el atrio de al vieja iglesia el día de las elecciones.

El 28 de mayo el comandante Gutiérrez elevó una nota a los ministros secretarios de gobierno Dr. Nicanor Molina y José Sagastume haciéndole saber que realizada las mismas, el escrutinio dio como resultado que los electos eran los señores Demetrio García, Benito Pujato, Ramón Etchevehere, Adolfo Hohenger, José M. Ramírez, Rudecindo Ruiz Moreno y Juan Falcon, y que había sido formalizado su toma de posesión con la correspondiente jura que en cumplimiento de la Ley debía recibir el infrascrito.

La flamante Junta se reunió y nombraron como su Presidente a don Demetrio García, quien tuvo así el privilegio de haber ocupado el primer cargo de gobierno en nuestra ciudad elegido a través de elecciones. En la sesión también se dispuso alquilar una casa que sirviera de sede para sus actividades.

El 14 de agosto 1867 el presidente García elevó el Presupuesto de Gastos y Cálculo de Recursos a los Ministros Generales del Gobierno de la Provincia, expresando que el cálculo de recursos era mayor que las rentas, pero que seguramente aumentaría a medida “que la buena administración venga a dar impulso a los ramos que componen el cálculo de ellos”.

Detallaba que el presupuesto arrojaba un déficit de ciento setenta y siete pesos, cuarenta y seis centavos fuertes mensuales, “el cual la Junta espera que S.S.S. se sirvan mandar que sea abonado a la Tesorería de ella mensualmente, porque de otra manera se vería imposibilitado en su marcha regular”; agregando que la Junta había funcionado desde el mes de mayo con las rentas que había recolectado, cubriendo sus necesidades exceptuándose el sueldo de la Preceptora, que estaba impaga hasta ese momento, como así los gastos escolares hasta julio.

En el presupuesto de gastos fue incluido el sueldo de un Preceptor de Escuela, una Preceptora, gastos para útiles de las dos Escuelas y el alquiler de casa de la Escuela de Niñas, un Secretario, un Tesorero y un Comisario recaudador de las rentas, un Guarda del Cementerio, el alquiler de casa para la Junta, gastos de Secretaría y Tesorería, alumbrado público y compostura y limpieza de calles; subvención al Cura Párroco.

Como recursos se consideró los derecho de marchamo, sobre la hacienda de consumo, peajes, cementerio, alumbrado público y multas policiales.

Entre las tareas que llevó a cabo la Junta, se puede mencionar el arreglo del techo de la Escuela de Varones con los ahorros del mismo establecimiento y algunas mejoras en la Iglesia con el auxilio del vecindario, se concluyó la obra del Cementerio, lo que era reclamado urgente y necesariamente por la población, siendo el que por los antecedentes hasta ahora encontrados y no totalmente precisados, estaba ubicado más o menos en lo que es hoy 9 de Julio y Eva Perón.

La vida que tuvo esta Junta de Fomento es aún materia de estudio, ya que en Diamante no quedaron antecedentes de su funcionamiento, debido a que cuando dejó de hacerlo, el que cumplió tareas de Secretario don Teófilo Albornoz se llevó el archivo a su casa. Cuando en 1873 se estableció el gobierno municipal, inmediatamente se le requirió, negándose por considerarse depositario de ellos y bajo su responsabilidad, interpretando que no era de competencia de ese cuerpo municipal su tenencia.

Ante esta contestación se requirió la intervención del Jefe Político, pero éste no tuvo mejor suerte y así lo hizo saber a la Corporación Municipal. Hasta ahora esa documentación no ha sido localizada, como tampoco antecedentes de que fuera entregada, lo que nos limita en el conocimiento de detalles, como así su término.

Se observa que cada vez fue mayor la intervención de Jefe Político en actividades propias de la Junta, lo que hace suponer que su protagonismo se fue diluyendo, hasta prácticamente no encontrarse evidencia de su continuación.

LA PRIMERA CORPORACION MUNICIPAL DE LA VILLA DEL DIAMANTE



Enero tiene para la ciudad de Diamante el recuerdo de muchos hechos históricos, entre ellos la asunción del primer gobierno municipal, aunque con una vida efímera como veremos. Tuvo como antecedente el funcionamiento en 1867 de una Junta de Fomento, que significó para los diamantinos la posibilidad de elegir mediante elecciones a sus gobernantes locales, a pesar que en la práctica esa comisión de siete miembros se fue diluyendo al no poder sustraerse a la fuerte influencia que ejercía el Jefe Político del momento, el coronel Valentín Gutiérrez

El gobierno provincial estableció por Ley del 13 de mayo de 1872, que debían elegirse gobiernos municipales en pueblos y villas de la provincia, en reemplazo de las juntas de fomento existentes. En su Art. 1º decía: “Establécese Municipalidades en las ciudades y villas de la Provincia, con sujeción a lo que dispone la presente ley”. En el siguiente artículo expresaba que las municipalidades de las ciudades se debían componer en las villas (caso del Diamante) de siete miembros titulares y otros tantos suplentes. También especificaba en su art. 3º que se instalarían a partir del 1º de enero y funcionarían hasta el 31 de diciembre, debiendo renovarse por mitad cada dos años.

El 1º de octubre se designó por decreto los vecinos que se asociarían al Juez de Paz para confeccionar el registro cívico, siendo ellos Demetrio García -el que fuera Presidente de la Junta de Fomento mencionada- y Ramón Echegoyen. Las elecciones se llevaron a cabo el primer domingo de diciembre, instalándose la mesa recolectora de votos en el atrio de la iglesia y brindando la seguridad el Piquete de Seguridad.

El resultado no fue novedoso, pues se presentó una sola lista que reunía a la mayoría de los más representativos vecinos, y fue la siguiente: Municipales Titulares: Vicente Rodríguez, Juan Falcón, Pedro Caviglia, Nereo Melo, Demetrio García, Félix Mendoza y Pedro Etchevehere. Para Municipales Suplentes: Juan Fourquet, Federico Vera, Juan Ferrari, José Malespina, Daniel Arca, Ramón Etchevehere y Tomás Villarreal.

El gobierno de la provincia aprobó estas elecciones el 20 de diciembre, luego de lo cual el Jefe Político del Departamento, comunicó a cada uno de los electos el nombramiento y confirmándoles que debían asumir el primer día de enero del año siguiente.

Así lo hicieron los electos Municipales, reuniéndose en el salón de la Jefatura Política a efectos de cumplimentar la nueva ley municipal. En ese momento se habilitó el Libro de Actas correspondiente y que aún hoy gracias Dios, se conserva en el Archivo Municipal como testigo de ese momento.

Al otro día se reunieron nuevamente en el mismo lugar, procediéndose al sorteo de los municipales suplentes que habían de sustituir a cada titular, resultando: Ramón Etchevehere para reemplazar a Pedro Etchevehere, Tomás Villarreal por Juan Falcon, Daniel Arca por Demetrio García (renunció antes de asumir), Juan Ferrari por Vicente Rodríguez, José Malespina por Nereo Melo, Juan Fourquet por Felix Mendoza y Federico Vera por Pedro Caviglia.

Acto continuo se procedió a la elección y nombramiento del Presidente efectivo y el Vicepresidente, resultando designado para el primer cargo Félix Mendoza y para el segundo Nereo Melo. Mendoza de esta manera y como lo vamos a ver aunque por poco tiempo, fue el primer Presidente de la Municipalidad, debiendo considerarse ello sin la existencia todavía del Honorable Concejo Deliberante.

Se designó Secretario de la Corporación a Carlos R. Anfossi y no se llegó a un acuerdo para el nombramiento de quién debía ser el Tesorero, cuestión solucionada al día siguiente al elegirse a Víctor Pantouf.

En esta sesión realizada en el salón de la Escuela de Varones, se trató la elaboración de un reglamento interno para el funcionamiento de la comisión. La Jefatura Política les ofreció ceder un soldado para que sirviera de ordenanza. También se llegó a un acuerdo que al no haber caja fuerte ni casa segura, el dinero que se recaudara de la renta lo guardara el Tesorero en la suya. Esto se debía a que al mismo tiempo, sus tareas laborales él las realizaba en el entonces Saladero, lugar en donde se convino se harían y debían abonar los pagos por parte de acreedores y deudores.

Entre las primeras resoluciones que adoptaron, se resolvió cobrar peaje a todo el que comprare madera o frutos, estableciendo que los conductores que no pagaran serían multados; el precio de la carne fue fijado en seis reales la arroba y se dictaron algunas disposiciones a tener en cuenta por los carniceros en cuanto a la venta de la carne y multas a aplicar en caso del incumplimiento; pastos comunes para la hacienda en las afuera de la Villa; el derecho al Cementerio y sus aranceles. En el caso del peaje se decidió que todo carro que llegara al pueblo, no podía bajar a transportar carga al puerto si no abonaba el correspondiente derecho o la patente que tenían los carros del pueblo.
El 30 se trató sobre la delineación de las calles y se definió que toda nueva construcción se debía ajustar a ellas, debiendo pedirse permiso a la municipalidad para hacerlo.

Durante febrero se aprobaron edictos sobre Derechos de matadero, inscripciones de niños en las escuelas, permisos de construcción de casas, cercos y paredes, limpiezas de calles y veredas, derechos de sepulturas y su construcción, patentes de perros, animales sueltos en el pueblo y la presentación a la oficina municipal de los títulos de chacras y solares.

El vicepresidente Nereo Melo renunció el 28 a su cargo, pues fundamentaba que al haberlo aceptado era que podía cumplir con sus responsabilidades, pero al tener que cubrir la ausencia del Presidente, que solicitaba autorización para no asistir por los compromisos que tenía, y ante la necesidad de concurrir a diario a la oficina municipal, se le hacía imposible por tener que cumplir el mismo como empleado del organismo nacional del cual era dependiente (estaba a cargo del Resguardo del Puerto).

En la práctica, recién el 2 de marzo Mendoza presentó la renuncia de presidente, la cual fue aceptada, eligiéndose en reemplazo a Daniel Arca. También le fue aceptada a Melo el 13, siendo designado en el cargo don Vicente Rodríguez. Ambos dimitentes continuaron cumpliendo funciones como municipales.

Al producirse el 1º de mayo la revolución jordanista en Entre Ríos, y que entre las acciones que llevaron a cabo los seguidores del caudillo, en el orden local liderados por Antonio Hernández, tomaron la Jefatura Política, pero a la vez crearon un clima que motivó que muchos funcionarios y habitantes abandonaran el pueblo. La Corporación Municipal se vio tan afectada que dejó de funcionar de hecho, aunque fue respetado su tesoro, siendo aún Arca en su condición de Presidente o del secretario Anfossi el encargado de pagar algunas cuentas, pasando luego su custodia a manos del caracterizado vecino Pedro Caviglia, nombrado “Depositario de los fondos municipales”, hasta que al normalizarse el funcionamiento de otras instituciones, quedaron a cargo del Receptor de Rentas Provinciales, en este momento don Rudecindo Ruiz Moreno.

A pesar que las tropas nacionales recuperaron la ciudad, en la Jefatura Política asumió Francisco Acebal –hasta entonces Secretario 1º-, pero los miembros de la Corporación Municipal ya no volvieron a reunirse ni llevar a cabo ninguna acción de gobierno, aduciendo que no estaban dadas las condiciones como para seguir en funciones, lo que motivó una larga interrupción en su funcionamiento y que recién se reorganizaría en nuestro medio en 1877, siguiendo la administración de la Villa a partir de ese momento a cargo del Jefe Político.

LOS ACONTECIMIENTOS DE LA REVOLUCION JORDANISTA DE 1873 EN LA VILLA DEL DIAMANTE






Publicado en:
Parte I Periódico El Supremo Nº 553 - 18-02-1999
Parte II Periódico El Supremo Nº 555 - 25-02-1999

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Comentaba en trabajos anteriores el hecho del 1º de mayo de 1873 de la revolución jordanista, y que entre sus efectos en nuestro pueblo produjo la interrupción del funcionamiento de la recientemente elegida Corporación Municipal.

Ese día, como ocurrió en la mayor parte de los pueblos de la provincia y como parte de un plan indudablemente bien organizado, se llevó a cabo el levantamiento “de los blancos” procediendo sus partidarios a tomar el control de ellos. Diamante, en donde el número de simpatizantes de López Jordán era considerable, fue uno de ellos. Varios historiadores han desarrollado como sucedieron los acontecimientos, pero me parece interesante comentar algunas incidencias locales pocos conocidas lo que da lugar al tema de hoy.

En este tipo de ocasiones cada uno lo vive desde su óptica y su posición, por lo que voy a presentar algunas de las versiones que han quedado documentadas de sus protagonistas locales, donde las dos principales figuras fueron a mi entender Antonio Hernández y Rudecindo Ruiz Moreno, cuya enemistad manifiesta dio lugar a lugar a varias anécdotas.

Antonio Hernández, rosarino de origen y que ya lo he nombrado en algunas ocasiones por haber comenzado su carrera pública de la mano de su primo Luis, que fuera el Comandante Militar del Diamante, y que lo nombrara Ayudante de la Comandancia Militar y del Resguardo del puerto, luego ascendió luego a Oficial 1º de la misma en 1861. En ese cargo intervino en varias cuestiones que representaron grandes beneficios para el pueblo, como ser la construcción de la cuesta de acceso a la villa, el establecimiento de un servicio regular de diligencias entre Paraná y Diamante, la habilitación plena del puerto, etc. En 1864 fue Diputado por Diamante y junto al coronel Bernardino Ramírez nos representó en Nogoyá en la fracasada Convención Reformadora de la Constitución Provincial. A principios del año 1868, fue elegido para integrar el Colegio Electoral que debió nombrar al Gobernador de Entre Ríos, designación que recayó en la persona del general Urquiza.

Hernández prestó a este mandatario varios cometidos confidenciales, e incluso aludió en carta a López Jordán en el año 1870, estando ya distanciado de aquel, "a mis entusiastas y leales servicios". Pero el carácter independiente que lo distinguía, le impedía convertirse en el incondicional subordinado que requería el enérgico Capitán General; debido a ello, como tantos otros partidarios de Urquiza que no se sometían a algunas de sus directivas o disentían en apreciaciones políticas, pronto se vio enfrentado. Las consecuencias fueron graves para éste, hasta el extremo que tuvo que abandonar la Provincia para salvar su vida. Muerto Urquiza retornó Hernández a Entre Ríos. Más sindicado de jordanista, al ser dominada la rebelión de 1870 su situación volvió a tornarse difícil. En ese momento escribió: "Lo que no te contaría es la hostilización que con tanto interés me hace la autoridad, sin ningún motivo ni pretexto justificado; porque a eso deben agregar como soy mirado por todos los vecinos, para estímulo de mi honradez y lealtad. Pero vamos, todo serán cosas del tiempo”.

A principios de 1873, fue elegido como miembro del jurado de apelación de los impuestos al comercio en nuestro Departamento y en este momento llegó el 1º de mayo teniéndolo como uno de los protagonistas del suceso. Es él el que encabeza localmente la revolución haciéndose cargo de la población y asesorando al Comandante Militar rebelde. En una carta que le escribe al entonces Jefe Político del Rosario y existente en el archivo familiar del doctor Isidoro J. Ruiz Moreno y que rescata en algunos de sus trabajos, expresa: “Yo, como muchos, tomé parte en la última revolución con la distinción de mis sentimientos, que no se me puede negar” y hace un minucioso relato de los servicios prestados a los vecinos de la villa y en salvaguardia de los intereses de la población, concluyendo su relación con estas declaraciones: "En fin, no hay posibilidad de que se me pueda probar legalmente ni un solo hecho deplorable" y también agregó: “esta es una guía de mi proceder, que a no conocer mi dignidad, bien pudo suponerse que traicionaba al Partido a que estaba sirviendo. Por lo demás, no he sido sino ejecutor de órdenes, que en mi poder se templaron. En Diamante no hubo ningún castigo e hice cuanto humanamente es posible para evitar se perjudicase a los que se miraban de enemigos".

Los sucesos del primer día de la revolución también se pueden recrear según la versión del entonces Oficial 1º de la Jefatura Política del departamento Diamante Francisco Acebal, quien el 12 de mayo mediante telegrama le elevó el siguiente parte, que se conserva actualmente en el Archivo General de la Provincia, al ministro secretario general del gobierno de la provincia doctor Ramón Febre: “Encontrándome accidentalmente en ésta, cumplo con el deber de poner en conocimientos de S. Sas. para que se digne elevarlo al S. Sas. el Sr. Gobernador, el parte de los sucesos ocurridos en la Villa del Diamante y su Departamento, que han dado por resultado el derrocamiento de sus autoridades legales y haberse hecho cargo del poder los revoltosos Jordanistas.
El suceso tuvo lugar en la madrugada el 1º del corriente en que como a las cuatro entrando sigilosamente y en varios grupos a la población en número como de cincuenta atacaron al cuartel que también sirve de cárcel que estaba a cargo del Alférez de Policía Fortunato Benitez, el que con la resistencia que opuso y las diferentes descargas que se sucedieron alarmaron completamente a la población e hicieron que el Jefe Político coronel Gutiérrez acudiese al cuartel que encontró rodeado de rebeldes teniendo entonces que retroceder y en momentos que cruzaba la plaza para poder salir a la campaña fue sentido y atacado a balazos por una partida de ellos a los que resistió hasta que fue herido y tuvo que rendirse lo mismo que consiguieron hacer con el Oficial que tenía a su cargo el cuartel poniendo en seguida en libertad a los presos. El infrascrito hacía pocas horas que había llegado del Departamento de la Victoria en donde todo quedaba tranquilo sin embargo de las diferentes voces que circulaban de próximos movimientos revolucionarios, las que de tanto repetirse, ya no se les daba crédito, así es que en el conflicto posesionado de que la revolución era producida por los blancos jordanistas, teniendo ocasión de ver quienes la encabezaban y el resultado que habían obtenido, busqué el poderme embarcar lo que efectué el día 2 a la tarde dirigiéndome al Rosario a donde encontré que ese mismo día había llegado el receptor de rentas provinciales Rudecindo Ruiz Moreno, llegando también dos días después el Comisario, sargento mayor Francisco Alvarez lo mismo que el comisario de policía Pedro Mendoza con unos soldados.
Desde el momento que arribamos a la expresada ciudad pusimos en conocimiento del capitán del Puerto Sr. Echeverría quien los comunicó al Exmo. Gobierno de la Nación de acuerdo con dicho Señor buscamos trasladarnos a este punto lo que no pudimos conseguir hasta el día 8 que entramos a esta plaza en la que permaneceremos hasta tanto las circunstancias permitan podamos ir al Diamante en cumplimiento de nuestro deber a auxiliar a nuestros amigos. El día que salimos del Rosario llegó allí el Jefe Político coronel Gutiérrez a hacerse curar de sus heridas que no eran de mayor gravedad.
Los individuos que encabezaron el movimiento fueron los blancos más exaltados y sindicados desde antes de ahora como anarquistas tales como Antonio Hernández que se puso al frente de la Jefatura, el Mayor Calixto Montenegro (alias Payé), Teófilo Albornoz y otros de los que volvieron de la emigración después de la concluida la guerra pasada.
Han cometido toda clase de tropelías entrando, como salteadores a casa del Mayor Álvarez a quien no encontrándolo saquearon su casa completamente. También pusieron preso al Administrador de Correos Dn. Demetrio García, consiguiendo sacarlo de la cárcel, bajo fianza unos extranjeros.
Casi toda la Guardia Nacional del Departamento la han reunido, dirigiéndose con ella sobre esta plaza, siendo de creerse empiece muy pronto su desmoralización y disolución una vez sepan donde puedan replegarse, pues en su mayor parte son soldados que en la guerra pasada militaron en nuestras filas.
Dejando así comunicados a S. Sas. los sucesos ocurridos en el Departamento del Diamante y esperando órdenes del Exmo Gobierno saludo a S. Sas. con aprecio y respeto”.

El nombrado Demetrio García, quien fuera como hemos visto en un trabajo anterior, el presidente de la Junta de Fomento, luego de esto viajó a Buenos Aires a la casa de su hermano Teófilo, en ese momento diputado por la provincia, relatando allí, de lo se hizo eco la prensa nacional el 28 de setiembre, como el caso del periódico "La Democracia" de C. del Uruguay, que mientras estuvo preso ”fue maltratado, siendo prevenido antes de acostarse por las noches, que al día siguiente sería fusilado, palabras que eran acompañadas con toda clase de improperios”, y sigue el artículo “también relata otros hechos sangrientos. Se sabe por él lo que está sucediendo en el ejército de López Jordán y sus beduinos. Comenta que un día que temía la fuga de algunos de sus soldados, hizo formar a 70, y les previno que serían degollados en caso de consumar semejante atentado, desertando de las filas de los "Libertadores de Entre Ríos". En presencia de estos 70 infelices degolló a dos. También comentó que hay una completa desmoralización de su ejército malísimamente agrupados. Cuando la derrota de Leiva fue completa la dispersión, Leiva llegó al campamento de López Jordán sólo con su poncho y calzoncillos, que era lo único que lo cubría”.

Rudecindo Ruiz Moreno, Receptor de Rentas al momento de producirse el acontecimiento y al cual las autoridades nacionales pusieron al frente de Diamante cuando esta villa fue reconquistada por las tropas del Gobierno, era sobrino político del doctor Pedro Serrano y de su señora Nieves Correa, del que fueron sus herederos pues testaron a su favor al fallecer por no tener hijos. Había nacido en Buenos Aires, fue designado Decurión de Policía en la jefatura local en 1861, a los pocos meses fue designado para cumplir funciones como Comisario y en ese momento compartió las actividades con Hernández, que era el Oficial 1º. En 1863 cesó en sus funciones. Fue nombrado en 1871 en la función de Receptor. Se había casado con Estalislada Correa, de ahí su parentesco con Serrano. El también le escribió al Jefe Político del Rosario, ante una consulta del nombrado por la carta de Antonio Hernández: "Con respecto a lo que te ha escrito Antonio Hernández, que yo y otras amigos dañamos sus bienes, es una infamia de éste, que jamás dejó de perseguirme toda su vida; pues yo tengo ideas propias, adquirida alguna experiencia en los 40 años, que tengo encima, llenas de sinsabores porque he sido desgraciado con aquellos a quienes los he servido. Deseo que te tomes la molestia y averigües cual ha sido mi conducta como empleado y como particular, y encontrarás que tengo razón, pues Antonio Hernández el 19 de mayo del año pasado saqueó mi casa particular y Receptoría, y todo el ganado de buena carne que yo tenía; y según declaraciones de varias individuos de los que lo acompañaron en la revolución, tenía dada orden de que no se me tomase vivo, que apenas me pude escapar en un buque español que estaba en el saladero, que Antonio Hernández mandaba sacarme de allí y fui obligado a abandonar el buque, tomando un bote, vadear el río y seguir hasta Rosario, operación que verifiqué yo solo.
Ahora debo decirte cual ha sido mi conducta en venganza de tantos males recibidas. El 6 de septiembre de 1873 fui nombrado Jefe Político accidental de este punto, y en octubre Jefe Militar de esta plaza. Mi primer medida fue dar orden muy terminante con pena grave si alguien faltase en lo más mínimo. Pasé yo en persona a casa de Antonio Hernández a prevenir a una mujer que cuidaba la casa, diera parte si alguien le faltaba. En fin, nunca ha habido, ni en tiempo de paz, más respeto; si Antonio Hernández sufre algo en sus intereses, yo no tengo injerencia, pues yo no reclamo a nadie los perjuicios que se me han hecho, como hacen otros. Tal es mi proceder, así es que siento se me confunda con errores pertenecientes a otras entidades que nada tiene que ver conmigo”.

Otro comentario que quedó registrado sobre estos hechos, fue la carta que el preceptor de la Escuela de Varones de la Villa Pedro Camarero le dirigió el 14 de noviembre a don Emilio Baliño en C. del Uruguay, que era el Presidente de la Comisión de Instrucción Pública de la Provincia: "Apreciable Señor: Tiempo es que nos podamos dirigir un triste papel, a esto sino se le pueda dar la calificación de horrible poco menos: hemos estado cuatro meses sin recibir una carta ni periódico, solo las noticias que tenían a bien darnos los blancos, que han estado en este Departamento durante cuatro meses; este pueblo cuyo progreso admiraba está en la última miseria, los edificios para las escuelas que habían empezado dos días antes de la revolución se han quedado paralizados, y lo que hoy daría una gran vista a la Plaza solo presenta escombros, pues así parece el material allí reunido; la población en aumento ha quedado solo reducida a la mitad, esto le repito es horrible; por mi parte le auguro que si no hubiera sido el compromiso que tengo con el Señor Jefe de Educación y mucho que tengo que agradecer a S.S. hubiera imitado también el ejemplo de las familias que han dejado el pueblo.
Hoy mando a esa oficina los registros trimestrales y otra nota en contestación a dos que me mandaron de esa fechada en mayo, únicas también que he recibido, desde aquella fecha hasta ahora.
Por ella se enterará como andan los sueldos y le ruego haga algo en este sentido en la seguridad que agregaré esto a lo mucho que ya tengo que agradecerle. No deje de escribirme, dígame alguna cosa de las presentes circunstancias que siempre estarán en esa mucho más al corriente que por aquí.
En este pueblo siguen las fuerzas nacionales desde que vinieron a principios de setiembre; nada se sabe de las fuerzas rebeldes en estas inmediaciones, la línea telegráfica está espúdita hasta Paraná, Victoria y Nogoyá”.

Controlada la Villa por las fuerzas legales, Valentín Gutiérrez no retomó su cargo de Comandante Político y el que asumió interinamente fue Rudecindo Ruiz Moreno, nombrado el 6 de setiembre por el Ministro de Guerra en campaña, el coronel Gainza, y en tal carácter debió rechazar el ataque que llevaron los rebeldes contra la Villa el 15 de ese mes.

El 5 de enero de 1874 puso a disposición del Juez de Paraná al ex-escribiente de la Receptoría Provincial y al Guarda-hilos de este punto sargento mayor Ramón Etchegoyen y a Teófilo Albornoz (que fuera el secretario de la Junta de Fomento), quien rindió a los tres únicos soldados de la Guardia de Seguridad que se sostuvieron en el Cuartel el 1º de mayo.

También en mayo comunicó “que tenían preso a Casimiro Reyes, que siendo Alcalde de Campaña tomó parte como uno de los principales cabecillas el 1º de mayo en el levantamiento sedicioso. Se lo envía al Juzgado del Crimen a Paraná”.

Al otro mes, estando ya Francisco Acebal como Jefe Político, se elevó la lista nominal de los individuos que se remitía a disposición del Superior Gobierno de la Provincia: "Casimiro Reyes, entrerriano, 45 años, rebelde del 1º de mayo, convicto y confeso del atentado criminal en dicho día; José Gallo, entrerriano, famoso bandido, desertor de Cuerpos de Línea, ladrón, cuatrero, rebelde de las dos ocasiones; Tomás Villanueva, cordobés, 28 años por robos en Santa Fe; Ramón Muñoz, entrerriano, 26 años, soldado de la Guardia de Seguridad, por atentado armado de un cuchillo contra un comerciante, rebelde en las dos ocasiones y Gregorio Solís, entrerriano, 20 años, cometió un asesinato en los primeros días de la Revolución de mayo, rebelde en las dos ocasiones".
Vencido el intento jordanista, Antonio Hernández debió por segunda vez alejarse de Entre Ríos, radicándose en Rosario. Desde allí dirigió el 10 de abril de 1874 una larga carta al Juez Político de esa ciudad donde se incluye las frases más antes transcripta, solicitándole interpusiera su influencia para evitarle males en sus intereses y pidiéndole consejo, ante los cargos que le formulaban las autoridades repuestas por el desempeño observado durante la revuelta. En esta misiva Hernández hizo mención a ciertos episodios que incluiría en sus memorias del año 1892: "Hablando contigo no creo pensar que nos separemos en opinión con la última revolución de Entre Ríos, y tengo para ello los títulos que tú me conoces: en que siempre respeté la adversidad como una calamidad. Una prueba es la excusación de que se lanceasen los desertores de Toledo y el transporte de sus familias, y una infinidad de servicios que en este mismo sentido he hecho a los moradores de aquel Departamento; mi cooperación para salvar al doctor Paz; mi excusación a las sugestiones de Urquiza para que le sirviese de espía en Buenos Aires, prefiriendo la ruina de mis hijos a la fortuna infame que él me ofrecía, y la cadena de hostilidad que me siguieron”.

Pasado el momento y luego de un tiempo, Hernández volvió y se radicó nuevamente en Diamante, siendo elegido en 1891 Presidente de la Municipalidad de Diamante en ese período anual.

El otro protagonista, Rudecindo Ruiz Moreno retomó su cargo de Receptor de Rentas, y que al no reorganizarse la Corporación Municipal hasta 1877, fue el encargado de manejar los fondos municipales a órdenes del Jefe Político.

LA REINSTALACION DE LA CORPORACION MUNICIPAL EN 1877



Publicado en:
Parte I Periódico El Supremo Nº 561 - 18-03-1999
Parte II Periódico El Supremo Nº 563 - 25-03-1999

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Luego de la revolución jordanista, que en nuestro medio produjo el cese de la Corporación Municipal, y que como he desarrollado en El Supremo Nº 551 y 553, el 17 de junio de 1874 el ministro Febre pidió se reorganizase. Esto llevó a que se realice una consulta entre los vecinos por parte del jefe político Francisco Acebal, no encontrando el debido eco, motivando que el citado Jefe quedara a cargo del pueblo, mientras que los fondos municipales fueran manejados por el Receptor de Rentas Provinciales, en este momento Rudecindo Ruiz Moreno, con dependencia del primero, quien autorizaba las órdenes de pago.

La intención de normalizar indefectiblemente el gobierno municipal en Diamante, se materializa el 16 de octubre de 1876, cuando por decreto del gobierno provincial se convocó a elección de municipales para el domingo 3 de diciembre a nuestro departamento y al de La Paz.

Varios motivos llevaron a que, recién el 15 de abril de 1877 en una reunión en la sala de la casa destinada para las sesiones, se proceda a la solemne instalación de la Municipalidad, a cuyo objeto para cumplir con la Ley Orgánica presidió inicialmente el municipal titular Nereo Melo por ser el más anciano. Se aprobaron las elecciones practicadas y son designados oficialmente como Municipales: Titulares: Demetrio García, Nicolás Savagetto, Picasso, Agustín José Malespina, Santiago Hatt, Andrés Casinelli y Nereo Melo. Como Suplentes: Pascual Piantanida, Juan Fourquet, Pedro Canturria, Elías Gay, Cipriano Defagott, Lucas Aristimuño y José Fabre.

Luego se procedió a elegir el Presidente y el Vicepresidente por votación directa, resultando electo para el primer cargo Demetrio García y para Vice Nereo Melo. También se designaron para cumplir la función de Secretario a Felipe Basualdo y para Tesorero Rudecindo Ruiz Moreno.

Se realizaron las comunicaciones correspondientes, y el día 17 el receptor Ruiz Moreno le expresó por nota al nuevo Presidente de la Municipalidad: “Me es altamente satisfactorio avisar recibo de su nota de ayer, por la que se sirve comunicarme, que el día 15 del cte. ha sido instalada la municipalidad de esta Villa, habiendo sido nombrado Ud. como Presidente y Vicepresidente D. Nereo Melo, Felipe Basualdo como Secretario y el infrascripto Tesorero. En consecuencia pongo en conocimiento del señor Presidente, para que a la vez lo ponga en el de la Corporación, que el que firma tiene orden del Gobierno, hacer entrega de los fondos existentes en esta Receptoría, de su pertenencia, los mismos serán entregados tan pronto como se sirvan recibirlos”.

Al otro día, se realizó una sesión donde se trató como primer tema una nota del Ministerio de Hacienda de la Provincia recomendando se adoptaran las medidas de higiene pública a fin de evitar que se introduzca la fiebre amarilla. Se nombró una comisión constituida por dos miembros de la Comisión, que recayó en Malespina y Picasso y además con el Jefe de Policía, con el fin de realizar visitas domiciliarias y hacer cegar e inutilizar todos los pozos de agua estancada u otros focos de infección; además se debía solicitar el concurso del Jefe Policial a fin de matar a todos los perros que hayan sido mordidos por otros enfermos de hidrofobia.

Otro tema, el de la recaudación de la renta municipal, después de algunas observaciones, se aprobó un proyecto de Savagetto. Se estableció que la misma se debía percibir las dos terceras partes en metálico al tipo de la Ley Nacional de monedas y otra tercera parte en billetes de tesorería de la emisión menor que el gobierno deja en circulación.

Se autorizó al Presidente a gastar lo necesario en la compostura de muebles, construcción de un cuadro para colocar el mapa del Ejido y la compra de útiles para la secretaría y tesorería municipal.

Se decidió ocupar una persona para ordenanza y al mismo tiempo que atendiera el alumbrado público; y además se nombró celador de corrales a Rufino Albornoz.

El día 20 se trató la aceptación del cargo del tesorero designado Rudecindo Ruiz Moreno y la solicitud de parte del nombrado de un tiempo prudencial para presentar la fianza requerida por ley.

Se estudió también un proyecto de gastos y recursos para el año en curso, que comprendió en el primer rubro a un secretario, un tesorero, un ordenanza, un comisario inspector municipal, un celador de corrales, un guarda de cementerio, gastos de oficina, de limpieza pública, alumbrado, alquiler de una casa, subvención a las escuelas municipales, compostura de calles, plazas y caminos, impresiones, publicaciones y eventuales.

En el Cálculo de Recursos se consideró como entradas, las por derecho de basto, matadero, de marchamo, alumbrado, cementerio, rifas, parte del producto del remate de billetes de lotería, contraste de pesos y medidas, peaje, papel sellado, registro de títulos, venta de tierras, extracción de tierra, arena y piedra, derecho de canteras, multas, patentes de rodados y perros, marca del pan que se elaboraba y eventuales.

Se habló además de la necesidad de nombrar Alcaldes y Tenientes Alcaldes para el pueblo y el ejido y un guarda para el cementerio. Se acordó hacer propuestas para lo primero y en lo segundo fue nombrado Santiago Carranza.

En la sesión de la Corporación del 25 se concretaron los nombramientos de los mencionados Alcaldes y Tenientes Alcaldes, resultando designados en la Villa José María Deniz y Esteban Luto respectivamente. Para el Ejido Santiago Hatt y Victorino Pujato. En pocos días, al recibir la comunicación Deniz y Luto renunciaron y fueron nombrados en reemplazo Pedro Canturria y Juan Fourquet.

Para mejor tratamiento de las cuestiones municipales se procedió a nombrar una Comisión de Hacienda y Obras Públicas, que fue integrada por Casinelli, Hatt y Savagetto; y otra Comisión de Seguridad, Higiene y Educación, con los señores Melo, Malespina y Picasso.

Se observó también que el presupuesto no debía mandarse como estaba pues había algunas partidas que estaban muy bajas, así que era conveniente ser estudiado por la Comisión de Hacienda.

El día 27 se propuso como Medidor Público interino a José Malespina, quien a la vez era integrante de la Corporación.

En mayo se dictó el reglamento interno por la que debía regirse la Corporación. Por este se dispuso que la Municipalidad contaría con un Consejo de Administración, constituido por el Vicepresidente y dos de los Municipales, los que se nombrarían por mayoría de votos, que tendría el carácter de ejecutivo, debiendo entender y resolver por sí en los ramos que la Ley designaba, entendiéndose con las oficinas y comisiones que le estaban subordinadas.

En su Art. 2º expresaban que con la asistencia de cuatro de sus miembros, incluso el Presidente, podía entrar en sesión y que cuando deliberaba se lo consideraría "en Concejo". En su Art. 3º indicaba que las resoluciones generales llevarían el nombre de "Ordenanzas".

En esa sesión se trató el proyecto sobre la organización del Registro Civil, aprobándose en general y particular.

Respecto a ese tema, el día 20, se estatuyó por ordenanza que a partir del 1º de junio, todos los jefes de familias estaban obligados a dar cuenta de los nacimientos, matrimonios y fallecimientos. El Cura Párroco no debía celebrar ningún matrimonio, bautismo ni entierro de los habitantes del municipio que no fuera otorgado por ella. A partir de ese momento, la Secretaría de la Municipalidad llevó tres libros con estos datos hasta el 1º de diciembre de 1887, en que por ley se lo organizó definitivamente, nombrándose un jefe de oficina y un empleado administrativo, a pesar que siguió funcionando en el edificio municipal en tres oficinas cedidas al efecto.

Pasado este primer momento, a fines de mes, se produce una serie de renuncias y nombramientos, como la de Rudecindo Ruiz Moreno que elevó su dimisión al cargo de Tesorero de la Corporación por no ser posible desempeñarlo por más tiempo, siendo aceptada y nombrándose en reemplazo a Sebastián Etchevehere. También Nereo Melo al de municipal titular por razones de salud.

Se designó como Medidor Público efectivo a Bautista Perroni, mientras que Malespina, que ocupaba el cargo interinamente, renunció de municipal por haber sido nombrado Comisario Municipal y pasó a ser rentado.

En otro aspecto, se nombró un peón para el carro recolector de la basura recientemente comprado, quien amén de cumplir con esa tarea, debió encargarse del cuidado de los bueyes.

En la sesión del 8 de agosto se estatuyó la creación de una Escribanía Municipal, que debía ser atendida por un Escribano Público. La residencia de un profesional en nuestro medio, en la práctica se produjo recién en abril de 1888, al nombrarse por decreto a don Miguel Mascaró para ocupar la escribanía de número de esta ciudad, creada en febrero de 1876 y designada posteriormente con el Nº 28. Mientras tanto la función la cumplió alternativamente el Presidente de la Corporación o el Juez de Paz según las autorizaciones que se daban desde el gobierno provincial y que dio lugar en algunos casos a conflictos.

En lo que respecta a medidas sobre la organización del pueblo, en noviembre, el municipal Casinelli presentó un proyecto estableciendo por primera vez nombres a algunas de las calles y a la plaza principal, lo que se aprobó en la sesión del día 14, estatuyéndose lo siguiente: "Se designan con los siguientes nombres a las calles:
Norte a Sur: (Empezando por la que pasa por el telégrafo) Entre Ríos, San Martín, General Urquiza, Uruguay, Victoria, Paraná, Tucumán. Este a Oeste: (Empezando por la que pasa por la Receptoría de Rentas) Santa Fe, Comercio, Colón, América, Buenos Aires, Ituzaingó, Corrientes".

A la plaza principal se la denominó "Independencia", nombre que la acompañaría hasta 1950 cuando fue rebautizada con el nombre de "San Martín". Durante agosto de 1877 se trató el arreglo de la misma, proyectándose la construcción de dos diagonales, teniendo en cuenta una pared y gradas con piso de baldosas. Se sacó a licitación por propuestas cerradas la construcción de dichas diagonales y las gradas de entradas en la esquina Sudeste y Nordeste, con un cordón y pared de diez varas que afiance el terreno. En el centro de la plaza se debía construir otro camino semicírculo arreglado al plano confeccionado al efecto. Los caminos y gradas se harían en cordones, de medio ladrillo parado y asentado en cal, y en el centro de los caminos un poco abovedados y rellenados con una capa de cuatro pulgadas de espesor de "pedreguyo" bien pisado.

Los trabajos preparatorios fueron ejecutados por presos de la comisaría, a quien se le pagaba la comida, pero el 10 de octubre se presentaron las propuestas de Juan Bottazzini con la garantía de Pedro Caviglia comprometiéndose a realizar los trabajos de la plaza por doscientos veinticinco pesos bolivianos metálicos y la de Bautista Perroni con la garantía de Dionisio Rodríguez solicitando por sus trabajos doscientos cincuenta y dos pesos fuertes, agregando que si hay que sacar los postes existentes, sería por parte de la Municipalidad. Esta licitación fue ganada por Bottazzini. Luego se autorizó al Presidente de la Corporación a mandar a colocar en el centro de la plaza principal, un farol con la capacidad suficiente para dos o tres luces a kerosene.

Durante el año 1877, se nombró para guarda del cementerio a Santiago Carranza. Y hablando de este lugar, se recibió el plano realizado por el Departamento Topográfico de la Provincia, por lo que se mandó al Comisario Municipal a tomar las medidas, siendo éstas de 60 varas de frente por igual de fondo. El municipal Casinelli sostenía que el cementerio estaba muy cerca de la población y que siendo los terrenos de poco valor y que había que comprarlos, resolviéndose que se destinaba para cementerio el terreno de cuatro manzanas con sus calles o sean 174 varas de frente por 180 varas de fondo. Este es el solar situado donde luego funcionó la Escuela Urquiza en el barrio San Martín, hoy convertido en capilla. Ya en mayo se informó que “se trasladarán los restos del cementerio viejo al nuevo. Se avisará con tiempo al público a fin de evitar que los que tengan deudos allí, éstos no vayan al foso común y puedan sacarlos”.

Otros de los puntos sobre el que se legisló, fue sobre un proyecto presentado por el municipal Demetrio García sobre el registro de títulos de las propiedades del municipio. Se aprobó que desde ese momento todos los propietarios estaban obligados a registrarlos en la Secretaría Municipal en el término de seis meses, donde el Secretario llevaría un libro foliado para tal fin. Allí debía figurar el nombre del titular, su extensión, situación y sus linderos.

Además se estatuyó que todas las propiedades se debían edificar sobre las líneas de las calles y estaban obligados sus dueños a solicitar permiso a la Municipalidad. Los edificios que se construyeran en las esquinas de las manzanas, deberían hacerse con forma de ochava, cuya forma debía tener también las veredas. El ancho asignado a estas últimas fue de seis cuartas.

Al comenzar el año 1878, se procedió a la elección de autoridades de la Corporación. Fueron reelectos en sus cargos García y Melo.

En abril de 1878, se mandó a realizar los estudios para la construcción de un puente en el arroyo “de la Ensenada", en el éjido Norte, obra de suma necesidad. En poco tiempo gracias a la donación del gobierno de la provincia de Buenos Aires, fue colocado siendo el primero de la provincia en su género. El 29 de mayo se dio servicio público gratis para los pobladores de la Colonia Alvear y mediante un pequeño derecho para los transeúntes. Tenía una extensión de setenta metros por cinco de ancho, siendo su ubicación detrás de la ex estación del ferrocarril de Strobel y donde supo estar el puente provisorio luego de la caída del de la Virgen, mientras se construyó el actual.

En setiembre, Santiago Hatt elevó la renuncia a sus cargos de municipal y de Alcalde del Ejido, fundamentando que amen de tener múltiples ocupaciones, es conocido que no hablaba medianamente el castellano, agradeciendo haber sido elegido para ocupar el cargo en la Corporación.

Aproximándose la fecha de las elecciones para cambiar los miembros de la Corporación, en junio la actividad política local adquirió un gran entusiasmo, y apareció por primera vez en nuestro medio un "Club Político", llevó el nombre de "3 de Febrero" con el objeto de trabajar para llevar a la primera magistratura de la Provincia al coronel José Francisco Antelo". La Comisión fue integrada por: Presidente: Demetrio García, Vicepresidente 1º: Nereo Melo, Vicepresidente 2º: Pedro Alba, Secretario 1º: Sebastián Etchevehere, Secretario 2º: José María Ramírez, Tesorero: Felipe Basualdo, Vocales: Juan P. Alba, Dionisio Rodríguez, Pedro Mendoza, Federico Cortés, Juan Cabrera, Pedro Sandoval, Manuel Falcon, Pedro Veras, Gregorio Veras, José Soñéz, Galo Vivas, Adolfo Dachary, Dionisio Ríos, Esteban Zapata.

Entre otros adhirieron al club: Inocencio Jumilla, Antonio Puig, Silvestre Déniz, Fortunato Benitez, Pedro Almada y firmaron 230 ciudadanos más.

El 5 de noviembre por decreto del gobierno provincial se convocó a algunos departamentos a elecciones municipales para el día 1º de diciembre, entre ellos al de Diamante, donde se debían elegir cuatro titulares y cinco suplentes para hacerse cargo a partir del 1º de enero del año entrante. Esto es tema para otro artículo.