sábado, 11 de julio de 2009

LA PRIMERA CORPORACION MUNICIPAL DE LA VILLA DEL DIAMANTE



Enero tiene para la ciudad de Diamante el recuerdo de muchos hechos históricos, entre ellos la asunción del primer gobierno municipal, aunque con una vida efímera como veremos. Tuvo como antecedente el funcionamiento en 1867 de una Junta de Fomento, que significó para los diamantinos la posibilidad de elegir mediante elecciones a sus gobernantes locales, a pesar que en la práctica esa comisión de siete miembros se fue diluyendo al no poder sustraerse a la fuerte influencia que ejercía el Jefe Político del momento, el coronel Valentín Gutiérrez

El gobierno provincial estableció por Ley del 13 de mayo de 1872, que debían elegirse gobiernos municipales en pueblos y villas de la provincia, en reemplazo de las juntas de fomento existentes. En su Art. 1º decía: “Establécese Municipalidades en las ciudades y villas de la Provincia, con sujeción a lo que dispone la presente ley”. En el siguiente artículo expresaba que las municipalidades de las ciudades se debían componer en las villas (caso del Diamante) de siete miembros titulares y otros tantos suplentes. También especificaba en su art. 3º que se instalarían a partir del 1º de enero y funcionarían hasta el 31 de diciembre, debiendo renovarse por mitad cada dos años.

El 1º de octubre se designó por decreto los vecinos que se asociarían al Juez de Paz para confeccionar el registro cívico, siendo ellos Demetrio García -el que fuera Presidente de la Junta de Fomento mencionada- y Ramón Echegoyen. Las elecciones se llevaron a cabo el primer domingo de diciembre, instalándose la mesa recolectora de votos en el atrio de la iglesia y brindando la seguridad el Piquete de Seguridad.

El resultado no fue novedoso, pues se presentó una sola lista que reunía a la mayoría de los más representativos vecinos, y fue la siguiente: Municipales Titulares: Vicente Rodríguez, Juan Falcón, Pedro Caviglia, Nereo Melo, Demetrio García, Félix Mendoza y Pedro Etchevehere. Para Municipales Suplentes: Juan Fourquet, Federico Vera, Juan Ferrari, José Malespina, Daniel Arca, Ramón Etchevehere y Tomás Villarreal.

El gobierno de la provincia aprobó estas elecciones el 20 de diciembre, luego de lo cual el Jefe Político del Departamento, comunicó a cada uno de los electos el nombramiento y confirmándoles que debían asumir el primer día de enero del año siguiente.

Así lo hicieron los electos Municipales, reuniéndose en el salón de la Jefatura Política a efectos de cumplimentar la nueva ley municipal. En ese momento se habilitó el Libro de Actas correspondiente y que aún hoy gracias Dios, se conserva en el Archivo Municipal como testigo de ese momento.

Al otro día se reunieron nuevamente en el mismo lugar, procediéndose al sorteo de los municipales suplentes que habían de sustituir a cada titular, resultando: Ramón Etchevehere para reemplazar a Pedro Etchevehere, Tomás Villarreal por Juan Falcon, Daniel Arca por Demetrio García (renunció antes de asumir), Juan Ferrari por Vicente Rodríguez, José Malespina por Nereo Melo, Juan Fourquet por Felix Mendoza y Federico Vera por Pedro Caviglia.

Acto continuo se procedió a la elección y nombramiento del Presidente efectivo y el Vicepresidente, resultando designado para el primer cargo Félix Mendoza y para el segundo Nereo Melo. Mendoza de esta manera y como lo vamos a ver aunque por poco tiempo, fue el primer Presidente de la Municipalidad, debiendo considerarse ello sin la existencia todavía del Honorable Concejo Deliberante.

Se designó Secretario de la Corporación a Carlos R. Anfossi y no se llegó a un acuerdo para el nombramiento de quién debía ser el Tesorero, cuestión solucionada al día siguiente al elegirse a Víctor Pantouf.

En esta sesión realizada en el salón de la Escuela de Varones, se trató la elaboración de un reglamento interno para el funcionamiento de la comisión. La Jefatura Política les ofreció ceder un soldado para que sirviera de ordenanza. También se llegó a un acuerdo que al no haber caja fuerte ni casa segura, el dinero que se recaudara de la renta lo guardara el Tesorero en la suya. Esto se debía a que al mismo tiempo, sus tareas laborales él las realizaba en el entonces Saladero, lugar en donde se convino se harían y debían abonar los pagos por parte de acreedores y deudores.

Entre las primeras resoluciones que adoptaron, se resolvió cobrar peaje a todo el que comprare madera o frutos, estableciendo que los conductores que no pagaran serían multados; el precio de la carne fue fijado en seis reales la arroba y se dictaron algunas disposiciones a tener en cuenta por los carniceros en cuanto a la venta de la carne y multas a aplicar en caso del incumplimiento; pastos comunes para la hacienda en las afuera de la Villa; el derecho al Cementerio y sus aranceles. En el caso del peaje se decidió que todo carro que llegara al pueblo, no podía bajar a transportar carga al puerto si no abonaba el correspondiente derecho o la patente que tenían los carros del pueblo.
El 30 se trató sobre la delineación de las calles y se definió que toda nueva construcción se debía ajustar a ellas, debiendo pedirse permiso a la municipalidad para hacerlo.

Durante febrero se aprobaron edictos sobre Derechos de matadero, inscripciones de niños en las escuelas, permisos de construcción de casas, cercos y paredes, limpiezas de calles y veredas, derechos de sepulturas y su construcción, patentes de perros, animales sueltos en el pueblo y la presentación a la oficina municipal de los títulos de chacras y solares.

El vicepresidente Nereo Melo renunció el 28 a su cargo, pues fundamentaba que al haberlo aceptado era que podía cumplir con sus responsabilidades, pero al tener que cubrir la ausencia del Presidente, que solicitaba autorización para no asistir por los compromisos que tenía, y ante la necesidad de concurrir a diario a la oficina municipal, se le hacía imposible por tener que cumplir el mismo como empleado del organismo nacional del cual era dependiente (estaba a cargo del Resguardo del Puerto).

En la práctica, recién el 2 de marzo Mendoza presentó la renuncia de presidente, la cual fue aceptada, eligiéndose en reemplazo a Daniel Arca. También le fue aceptada a Melo el 13, siendo designado en el cargo don Vicente Rodríguez. Ambos dimitentes continuaron cumpliendo funciones como municipales.

Al producirse el 1º de mayo la revolución jordanista en Entre Ríos, y que entre las acciones que llevaron a cabo los seguidores del caudillo, en el orden local liderados por Antonio Hernández, tomaron la Jefatura Política, pero a la vez crearon un clima que motivó que muchos funcionarios y habitantes abandonaran el pueblo. La Corporación Municipal se vio tan afectada que dejó de funcionar de hecho, aunque fue respetado su tesoro, siendo aún Arca en su condición de Presidente o del secretario Anfossi el encargado de pagar algunas cuentas, pasando luego su custodia a manos del caracterizado vecino Pedro Caviglia, nombrado “Depositario de los fondos municipales”, hasta que al normalizarse el funcionamiento de otras instituciones, quedaron a cargo del Receptor de Rentas Provinciales, en este momento don Rudecindo Ruiz Moreno.

A pesar que las tropas nacionales recuperaron la ciudad, en la Jefatura Política asumió Francisco Acebal –hasta entonces Secretario 1º-, pero los miembros de la Corporación Municipal ya no volvieron a reunirse ni llevar a cabo ninguna acción de gobierno, aduciendo que no estaban dadas las condiciones como para seguir en funciones, lo que motivó una larga interrupción en su funcionamiento y que recién se reorganizaría en nuestro medio en 1877, siguiendo la administración de la Villa a partir de ese momento a cargo del Jefe Político.

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