miércoles, 1 de julio de 2009

EL PALACIO MUNICIPAL DE DIAMANTE

El Palacio Municipal es uno de los edificios que le dan una especial fisonomía al centro cívico y a la vez, patrimonio arquitectónico de la Ciudad. Su construcción estuvo rodeada de una serie de curiosidades hasta ahora no divulgadas.

No fue ésta la primer sede propia de la Corporación Municipal, pues ya en 1885 se había inaugurado en el mismo solar una Casa Municipal, considerada por las Memorias Municipales de ese año, como la primera en toda la Provincia.

Pasaron los años y el viejo edificio fue teniendo una serie de problemas, que sumado a la falta de mantenimiento, se iba tornando casi inhabitable. Tal es así que durante 1919 se estuvo a punto de firmar un convenio en Paraná para vender la propiedad, en vistas que se construyeran allí las oficinas provinciales, cuestión que finalmente no se acordó.

A partir de 1920 y hasta 1922 la Corporación no pudo disimular los grandes problemas financieros que se venían arrastrando en las últimas gestiones, por lo que el Presidente de la Municipalidad, don Leonidas Cardozo, quién fuera nombrado en marzo de este último año, debió, con la aprobación del Concejo, salir a subastar tierras municipales a efectos de pagar deudas contraídas anteriormente y que se vencían en poco tiempo.

Así fue que se decidió cuáles eran los solares, entre ellos y que es parte central de esta historia, aprovechando que desde hacía un tiempo se le prestaba al Regimiento 3 de Artillería un campo de 172 Ha. para maniobras y tiro, por una decisión de la sesión del 8 de mayo, se le ofreció en venta o de lo contrario, con fecha 31 de diciembre debía ser devuelto con el fin de incluirlo con el resto de las tierras.

Al Ejército le interesó la compra, se fijó el precio, pero como era indispensable pedir los fondos a Buenos Aires, se solicitaba que estuvieran dispuestos a esperar un año para la tramitación y su aprobación. Al año siguiente, la Legislatura de la Provincia sancionó la Ley aprobando la ordenanza de la Corporación Municipal de Diamante sacando a subasta pública el campo municipal.

Mientras tanto las otra tierras fueron rematadas y con los fondos obtenidos, se pudo cumplir con las deudas que le quitaban el sueño al Intendente.

En enero de 1924 se recibió la comunicación del Ejército Argentino, que ya se disponía de la suma de $30.000 m/n. que correspondía a $ 200 la Ha. para proceder a la escrituración del predio. Pero un elemento cambió algunas cosas, pues el 1º de enero se hizo cargo como nuevo Presidente de la Municipalidad, don Arturo Camarero, quien entre otras decisiones hizo saber, que en realidad el precio de venta del campo era ahora de $ 300 y se daba plazo hasta el 15 de marzo para que el gobierno nacional conteste.

Luego de intensas negociaciones se pactó el precio en $ 265 la Ha. y así se concretó el traspaso. En la sesión del 7 de diciembre, el concejal Rubano mocionó para que el dinero de esta venta se invirtiera en la construcción de un nuevo edificio municipal y se demoliera el anterior, moción que prosperó y fue aprobada. Seguidamente el Ejecutivo pidió que se nombrara una comisión para que se contrate un arquitecto que estudiara la forma y conveniencia de hacer la construcción, designándose a los señores Espona, Malespina y Rubano.

En el mes de noviembre del año siguiente y siendo presidente del Concejo el Dr. Alfredo Materi, se trató un mensaje del Departamento Ejecutivo, acompañado con los planos y pliegos de condiciones para su construcción, siendo autorizado el intendente Camarero a llamar a licitación dicha obra, que fue publicado en el periódico “La Tribuna” de Diamante y “El Diario” de Paraná.

A fines de diciembre, el ingeniero José Adam Blanda ofreció sus servicios gratuitos para hacerse cargo de la dirección de la obra, los que fueron aceptados, lo mismo que en enero de 1926, la propuesta presentada por el constructor Angel Balbi para la construcción del palacio.

El 28 de enero de 1926 se firmó el acta, en la que intervinieron el señor Presidente de la Comisión Municipal de Diamante, don Arturo Camarero, asistido por el secretario Eduardo Palomeque, ampliamente autorizado por el H.C.D. con la Ordenanza del 25 de enero y promulgada por el Ejecutivo en la misma fecha por una parte, y por la otra, don Angel Balbi con domicilio legal en la ciudad de Victoria, calle Colón, entre Matanza y Fundador Ezpeleta, legalizando el contrato para la construcción del edificio con destino a Palacio Municipal de Diamante, de acuerdo a los planos y pliegos de condiciones respectivos.

Como curiosidad, entre las distintas habitaciones que tendría y sus destinos, el contrato expresaba que el lugar que actualmente ocupa el H.C.D. iba a ser destinado para salón de fiesta y disponía de un gabinete para la orquesta.

A los pocos días, por decreto se designa asesor de la construcción del edificio municipal en carácter Ad honorem, al ingeniero José Adam Blanda y sobrestante de la misma a Nicolás Repetti.

La obra avanzó rápidamente, sumándose durante setiembre la idea de colocarle un reloj de torre, para lo que se formó una comisión llamada "Pro-reloj Público", que se encargaron de juntar los fondos y adquirirlo a la firma Luis Verstraeten de la ciudad de Rosario, quién lo importó desde Francia, colocándoselo en abril de 1927 a una altura de 16 metros, como así su respectiva campana.

Afirmaba el vendedor, que se trataba de “lo mejor que se introduce al país por su precisión, solidez y duración, toca las horas, las medias y los cuartos y que se da cuerda cada ocho días. Los cuadrantes son de cristal de luz transparentes de metros 1,70 a 2,00 de diámetro, con un armazón de hierro dividido en ocho partes de vidrios pintados y esmaltados por la parte de adentro con sus correspondientes minuterías y transmisiones”.

El pintor-decorador diamantino don Ubaldo E. Orbe fue el encargado de la colocación de los vidrios (Tipo inglés, de tres, dos y una tinta) y el barnizado de las aberturas, para lo cual usó Barniz Carriage Nº 1 de Nobles Hoare.

Al mismo tiempo, en abril, presentó la renuncia el Presidente de la Municipalidad, don Arturo Camarero, haciéndose cargo inicialmente hasta mayo el Dr. Materi como Presidente del H.C.D. y luego don Francisco Masó hasta terminar el año.

Durante el mes de junio, el constructor Balbi debía cobrar sus honorarios, surgiendo una diferencia de números bastante importante entre lo que éste había presentado como ejecutado y un estudio elevado por Blanda sobre los proyectos originales. Balbi inmediatamente hizo llegar éste al Intendente una extensa carta de cinco carillas, en la que hacía notar las grandes diferencias que existieron entre él y el Ing. Blanda en cuánto a la confección de los planos y detalles técnicos de la construcción, como así las modificaciones que debieron realizarse en distintos momentos de la obra. Y fue de tal dureza el documento, que como muestra, termina expresando: “Por mi parte lamento lo ocurrido y mucho más dándome cuenta de la situación difícil que coloca al señor Presidente y al H.C.D. pero como es de comprender, yo no puedo bajo ningún concepto, dejar que por error o lo que fuere, se me perjudique en mis intereses materiales, afectándome al mismo tiempo en la parte moral, como resulta al pretender presentarme como un Constructor de mala fe, cuando resulta todo lo contrario”.

Blanda también dijo lo suyo sobre la controversia, opinando que siendo la diferencia de una cifra importante, convenía nombrar un árbitro para que verificara las planillas de referencia de manera prolija e imparcial, lo que permitiría comprobar si había errores o no.

Lo cierto, es que en medio del problema, el 5 de noviembre, el Presidente Municipal recibió el actual palacio municipal totalmente terminado, firmando un Acta, junto a don Angel Balbi, en su rol de contratista constructor del edificio, Francisco G. Masó y Benito Pujato, como Presidente y Secretario del Departamento Ejecutivo, el sobreestante de la construcción don Nicolás Rapetti y los señores Carlos Fotti, Bartolomé Olivero y Pedro Larghi, miembros de la Comisión de Obras Públicas.

Posteriormente, el Concejo decidió que habiendo el Ing. José Adam Blanda, Director de la construcción del edificio municipal y el Arq. José Serrano, autor de los planos, rehusado ambos a cobrar honorarios, se le obsequiaran sendos cronómetros como prueba de agradecimiento, con una leyenda grabada referida al hecho.

Mientras Balbi continuaba su lucha intentando cobrar sus honorarios, enviándole un Telegrama a Masó expresando: “Me extraña y sorprende resolución después del convenio en el que el mismo propuso por recibida definitivamente y no ser más necesaria mi presencia. Espero rectifique el error de tal resolución”.

Posteriormente, este constructor impondría su criterio y a través de varias cuotas programadas, cobraría el trabajo realizado.

Y como final de esta historia, les comento que el Palacio nunca fue oficialmente inaugurado, determinando el H.C.D. cuando se intentó hacerlo el 9 de julio de 1928, que ya había pasado la fecha para tal cuestión.

Por Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

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