sábado, 3 de mayo de 2008

MAS SOBRE LA ESCUELA “DE LAS COLLI”



UNA ETAPA DE LA ESCUELA Nº 2 “MANUEL ALBERTI”


Por Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

Cuando desarrollé los tres trabajos anteriores sobre esta Escuela (Ver “Historia de la Escuela Nº 2 Manuel Alberti”, “El edificio de la Escuela Manuel Alberti que no se construyó” y “La Escuela de las Colli”), comentaba reconstruyendo esa etapa tanto tiempo velada a nuestro conocimiento, del lapso que funcionó el establecimiento en la casa alquilada en 1910 a Francisco Masó, sito en las entonces calles Comercio y Centenario (que corresponde a la dirección actual de calles Int. Dasso e Hipólito Yrigoyen), y que gracias a la señora Silvia Saura pudimos contar con esa primera fotografía que se hizo pública sobre esa ubicación.

Gracias ahora al aporte de Pedro Luis y María Nelly Rubano, nietos de Luis Colli, que generosamente me hicieron llegar este material, podemos agregar más datos y esta reliquia fotográfica que acompaña el artículo y que se suma para documentar esos años.

Cuando el profesor Luis Colli fue convocado desde la ciudad de Concordia para reemplazar en la dirección a la Sra. Amelia Etchevehere Enrique, le permitió vivir los momentos en que el profesor Manuel P. Antequeda firmó la disposición mediante la cual se le impuso el nombre de Escuela Elemental de 1ª Clase "Manuel Alberti" y el alquiler del nuevo local mencionado.

Colli había nacido en Milán (Italia) y luego de venir a la Argentina, se casó con Rosa Caviglia, nacida en San Isidro (Prov. de Bs. As.)

En ese 1910, lamentablemente el matrimonio Colli, perdió en 24 días a cuatro de sus hijos, víctimas de la epidemia reinante en Diamante (los tres varones –dos eran mellizos- y una niña), además estuvo en grave estado Asunción Antonia, logrando curarse. Las que no se enfermaron fueron Josefa y María Luisa, que ya hacían sus primeras experiencias como maestras. Luego de ello, el matrimonio Colli tendría otra hija que recibió el nombre de Angélica Antonia, que no pudo sustraerse al influencia familiar y también siguió la carrera docente, recibiéndose en el Colegio “Nuestra Señora del Huerto” de Rosario”, lugar donde había estudiado Josefa.

El 27 de junio fue el día de la mudanza a la nueva sede, instalándose incluso el escudo, la campana y el asta de la Bandera, permitiendo que a partir del 1º comenzaran las actividades en el lugar.

El 1º de enero de 1911, al haberse creado un cargo de maestra en la Escuela y en atención a que la hija de Colli, María Luisa, ya venía atendiendo desde hacía dos años gratuitamente en la escuela, Antequeda la nombró titular.

A fines de ese año, el director Colli, desesperanzado por los problemas vividos y pasando serios problemas económicos elevó su renuncia al cargo, lo que sorprendió a la comunidad diamantina, donde el aprecio hacia el docente era muy elevado. Esto sirvió a que el 26 de enero del año siguiente, varios y caracterizados vecinos enviaran una nota al Presidente del C.G.E., haciéndole saber que estaban "desagradablemente sorprendidos por la noticia de la renuncia de Dn. Luis Colli como Director de la Escuela Elemental de 3ª Categoría “Manuel Alberti”. Es el interés de la gente que esa renuncia no se produzca".

Este tema se resolvió ascendiendo el Consejo General de Educación a Colli como Subinspector de Escuelas y nombrándose a su hija Josefa como nueva Directora con fecha 1º de mayo.

A partir de este momento y por el tiempo que estuvo ella a cargo, al referirse del establecimiento los diamantinos la mencionaban como "la escuela de las Colli".

Josefa terminaría sus actividades docentes como Directora de una escuela en Maciá (Dpto. Rosario del Tala) donde se jubiló. Mientras que Angélica lo hizo en 1957, momento que ocupaba la secretaría de la querida Escuela Nº 2 “Manuel Alberti”. Por su parte María Luisa contrajo matrimonio con el Escribano Pedro Antonio Rubano, quién tendría una vasta actuación pública y será tema de otro artículo.

Además don Luis y doña Rosa dejarían una vasta descendencia, donde encontramos nietos, bisnietos y en este momento hay quince tataranietos.

Yendo a la fotografía que data de 1912 y tomada en la esquina, podemos observar situada a la izquierda a la directora Josefa Colli, mientras que María Luisa es la que está con la Bandera Nacional. Casi delante de ella y de perfil Isabel Jeanneson, quién integraba el plantel docente.


Otros elementos que están visibles, son el Escudo, donde puede leerse “Escuela Manuel Alberti”, el mástil, colocado en la misma vereda (a la derecha en la foto) y la luminaria con una tulipa, lo que se puede interpretar que contaban con luz eléctrica.

LA ESCUELA “DE LAS COLLI”



UNA ETAPA DE LA ESCUELA Nº 2 “MANUEL ALBERTI”


Cuando desarrollé los dos trabajos anteriores sobre esta Escuela (Ver “Historia de la Escuela Nº 2 Manuel Alberti” - EL SUPREMO ediciones del 21 y 25 de agosto de 1998 y “El edificio de la Escuela Manuel Alberti que no se construyó - Edición del 10 de enero de 2002), comentaba que el primer paso de su creación fue dado el 10 de marzo de 1889 por la Srta. Trinidad Almanza, fundando una escuela particular que funcionó en una casa ubicada a dos cuadras y medias al Oeste de la plaza Independencia”.
Posteriormente, el 7 de octubre de 1892 el Consejo General de Educación la fiscalizó, convirtiéndola en Elemental de 2ª Clase”. Su nueva sede fue el primer edificio social de la Sociedad Italiana (actual esquina de Etchevehere y Alberdi), en la que funcionaría hasta 1897 cuando se alquiló una propiedad a don Bottazzini. Nuevamente se mudó en 1901, a la calle Comercio casi Salta (actuales Int. Dasso y Bernardino Ramírez), donde hoy tiene su sede el Club “9 de Julio” y la casa a la derecha, cuyo propietario era por entonces don Roque Demonte.
En 1909 en momento que ejercía su dirección la Sra. Amelia Etchevehere Enrique, fue reemplazada por el profesor Luis Colli, que llegó al ser nombrado desde la ciudad de Concordia.
Al año siguiente, con fecha 10 de mayo, el profesor Manuel P. Antequeda firmó la disposición mediante la cual se le impuso el nombre de Escuela Elemental de 1ª Clase "Manuel Alberti".
Ese año, lamentablemente el director Colli, perdió en 24 días a cuatro de sus hijos y tuvo en grave estado a otros tres, víctimas de la epidemia reinante en la ciudad.
Haciendo mención de las entrevistas que habían tenido anteriormente, el 12 de junio Colli se dirigió a Antequeda, tratando de arribar a una solución para disponer de una sede propia, aunque sea construyendo un “chalet de madera” en los solares que ya estaban adquiridos (Ubicación actual - 25 de Mayo y 9 de Julio).
Pero se presentaría don Demonte solicitando aumento de alquiler, cuestión que se tornaba totalmente onerosa e inconveniente para el Consejo de Educación seguir con esa locación, provocando que se decidiera buscar otro lugar. El mismo Colli visitó una casona ofertada por don Francisco Masó en $ 100 mensuales, ubicada a unas cuadras de la anterior, en la esquina de Comercio y Centenario (que corresponde a la dirección actual de calles Int. Dasso e Hipólito Yrigoyen).
Antequeda aprobó la idea, ordenando el desalojo y traslado al nuevo asiento, cuestión que se concretó el 27 de junio, instalándose incluso el escudo, la campana y el asta de la Bandera, permitiendo que a partir del 1º comenzaran las actividades en el lugar, pero a la vez fue rebajada a 3ª categoría.
El 1º de enero de 1911, al haberse creado un cargo de maestra en la Escuela y en atención a que la hija de Colli, María Luisa, ya venía atendiendo desde hacía dos años gratuitamente en la escuela, Antequeda la nombró titular.
En ese momento, el Gobierno de la Provincia estuvo a punto de construir el anhelado edificio propio, al mismo tiempo que el de la “Independencia”, pero el incumplimiento de la empresa constructora que había ganado la licitación, provocó que no se concretara y que se tuviera que continuar alquilando.
A fines de ese 1911, el director Colli, desesperanzado por los problemas vividos y pasando problemas económicos elevó su renuncia al cargo, lo que sorprendió a la comunidad diamantina, donde el aprecio hacia el docente era muy elevado. Esto sirvió a que el 26 de enero del año siguiente, varios y caracterizados vecinos enviaran una nota al Presidente del C.G.E., haciéndole saber que estaban "desagradablemente sorprendidos por la noticia de la renuncia de Dn. Luis Colli como Director de la Escuela Elemental de 3ª Categoría “Manuel Alberti”. Es el interés de la gente que esa renuncia no se produzca". Expresaban además, que ya en 1911 Colli había manifestado a sus superiores las dificultades financieras que hacían imposible su permanencia en Diamante, y también había pedido que elevaran de categoría a la Escuela, pero no solo no aceptaron sino que como mencioné anteriormente la rebajaron a 3ª Categoría.
En otros párrafos, describieron a Colli remarcando “las condiciones especiales de competencia y consagración de ese maestro de méritos pocos comunes y de una conducta digna de toda ponderación”. Además agregaban, que ellos habían contribuido generosamente a la suscripción popular para la compra del terreno destinado al nuevo edificio de la Escuela Alberti, que esperaban sería en breve, solicitando además que la elevaran a 1ª Categoría. Esta nota fue firmada por unas 50 personas, entre otros por Rafael Robledo, Ramón A. Aguilar, Eduardo Oberlín, el escribano Mascaró, Joaquín Pujato, Alberto Chá, José Taquela, Juan y Luis Grancelli, A. El Halli Obeid, Crescencio Enrique, P. Mugica, Colobig Hnos., etc.
Este tema se resolvió ascendiendo a Colli como Subinspector de Escuelas y nombrándose a su hija Josefa como nueva Directora con fecha 1º de mayo.
A partir de este momento y por el tiempo que estuvo ella a cargo, al referirse del establecimiento los diamantinos la mencionaban como "la escuela de las Colli".
Durante 1914 las planillas de Estadística Mensual, eran completadas con los siguientes datos: Escuela Elemental “Manuel Alberti”. 1º a 3º Grado. Alumnos: 122, Directora: Josefa Colli (23), Maestras: María Luisa Colli e Isabel Jeanneson (18 años)
Labores Aux.: Catalina Guillen.
Luego otros directores y docentes pasarían por esas aulas en esa etapa. Durante 1915 fue nombrado Director don Juan F. Pérez, de 36 años, y ocupan los cargos de maestras Elena e Isabel Jeannesson, de 22 y 21 años respectivamente. La Escuela tenía hasta 3º Grado y concurrían 113 alumnos; mientras que a fines de 1918, ocupó el cargo de Directora la Sra. Petronila B. de Albuerne, continuando como docentes las señoritas Jeannesson. A fin de año asume la titularidad Sofía A. Gitlin.
En 1919, la Escuela pasaría a ocupar otra casa, que le fue alquilada a don Miguel Santillana, en calle 9 de Julio, que corresponde a la dirección actual del Nº 169, residencia hoy de la Flia. Safenraiter, frente al actual edificio de la Escuela.
El 26 de diciembre de ese mismo año, el Consejo General de Educación dictó la nueva Nomenclatura de las Escuelas Fiscales en la Provincia, por el que se denominó con el número Nº 1 a la "Independencia", que hasta ese momento no tenía, y con el Nº 2 a la "Manuel Alberti".
Así termina esta etapa de la escuela, creada el 7 de octubre de 1892, momento en que se fiscalizó y que posteriormente como otras de las curiosidades de la historia diamantina, se tomó la inauguración de su edificio propio como su fundación, perdiéndose la oportunidad de celebrar su centenario en 1992.

FUNDACIÓN DE LA ESC. Nº 2 "MANUEL ALBERTI"





La década de 1880 / 1890 presentaba a la educación en Diamante en una estado de expectativa, por cuánto se gestionaba regularizar el funcionamiento del área, que dejaba bastante que desear, y que muestra que en muchas etapas de nuestra historia, las escuelas, el gobierno, los docentes y los padres se encontraban ante situaciones que cada uno lo enfocaba de acuerdo a su posición.

Durante 1887, el gobierno provincial comisionó al profesor normal Leopoldo Herrera para que en representación del Consejo General instalara el nuevo Consejo Escolar del Diamante. Seguramente era un paso que lo alentaba a este gran docente, pues no dejaba de realizar una fuerte crítica al Ministro del cual dependía, tal es así que en el informe anual de ese año le expresaba: "Tiempo es ya de convenir que es preciso asegurar al maestro un medio de vida digno y decente, para que pueda entregarse con amor y sin inquietudes a su ardua tarea.
El magisterio es una de aquellas profesiones cuyo ejercicio requiere tranquilidad de ánimo, y si se rodea de miserias al educador, pagándole escaso sueldo por su ruda labor, se le condena a sostener lucha imposible por la vida, y acaba por hacerse descuidado y apático, esto es, se entrega en brazos del deplorable suicidio moral.
Solo el ignorante o el vicioso -afirma un autor caracterizado- puede murmurar contra las contribuciones destinadas al sostenimiento de escuelas.
Solo la gente negada quiere maestros baratos y medios de enseñanza a precios reducidos.
Después de esta frase, nada podríamos agregar más elocuente acerca del punto tratado".

No quedaba atrás el presidente del consejo escolar de Diamante José Villarino, que al elevar al director general de educación don Ernesto Bavio su informe anual, asentaba una punzante descripción de los dos años que estaba en el cargo, diciendo en los párrafos más salientes:

"Difícil es pintar la situación triste en que se hallaban las escuelas establecidas en aquel entonces. Los maestros impagos, las escuelas sin útiles, los padres descuidados en el deber que impone la naturaleza y que se halla escrito en la Ley, los niños vagando a su antojo, la política absorbiéndolo todo y atrofiando ese sentimiento innato en el hombre a desarrollarse en su espíritu, el favoritismo, el egoísmo personal que también en las escuelas había dominado, todo esto constituía el patrimonio de los niños en aquel entonces.
Más no era esto suficiente y la crisis general que se dejó sentir puso el sello a la situación. Se suprimieron escuelas y se refundieron otras mirando siempre a mejores días, sin poder aliviar la triste suerte de las que quedaban gracias que se pudieron sostener envueltas en los trajes harapientos que les habían legado."

Continuaba más adelante: "Otras de la causa que se oponen a la propagación de la enseñanza es la indiferencia de los padres y en especial de los naturales del país, a quienes sería conveniente aplicar la ley y de este modo se conseguiría el resultado apetecido, pero es primero es necesario escuelas y dotar las existentes, de casa a propósito y de útiles de los que carecen por completo.
Y al hablar de justicia del fiel cumplimiento, y de un modo elevado en el ramo de enseñar no puedo por menos de manifestar mi modo de sentir diciendo que el sueldo de que gozan es muy módico en relación al trabajo, así es que desde luego si se quiere tener profesores que sepan conducir a la juventud por el camino del bien y del saber, es necesario que ellos vean un porvenir más halagüeño y placentero como resultado del trabajo ímprobo de dos años.
Como podrá subsistir un maestro con $ 70 de sueldo cuando esa cantidad la consigue cualquiera que con muy poco trabajo se dedique a otra industria, que ni podrá compararse con el sublime magisterio de la enseñanza.
Fuerza es que el Consejo General se ocupe de mejorar la triste suerte de quien como maestro es el centinela avanzado de la ilustración y de quien sabe sacrificarse en bien de los hijos del pueblo, y como al formarse el presupuesto del año entrante el Consejo General tendrá que proponer eso mismo, desde luego debe mejorar la suerte de esos funcionarios"

No dejaba de sumarse a este informe, los elevados por los directores de las escuelas graduadas de Varones y de Niñas, que aún funcionaban separadas en el local propio construido en 1874 frente a la plaza, ocupando media cuadra.

Ambos se quejaban de los problemas en el edificio, señalando entre otros las goteras y el vencimiento de las vigas que sostenían los extremos de los demás tirantes, sumándose la falta de higiene y que en vez de solucionarse, se iba agravando.

Además Leopoldina E. Puentes, Directora de la Escuela de Niñas, indicaba el inconveniente de disponer de un solo salón de clases, el cual no tenía ninguna división y era ocupado por las 60 alumnas en tres grados.

Durante el año 1888 no hubo grandes novedades, lo que induce a presentar su renuncia al maestro Francisco Arce al cargo de Director de la Escuela Graduada, en marzo del año siguiente.

Esta situación creó la oportunidad propicia para abrir una escuela particular que permitiera a familias de mayores recursos brindar una mejor educación de sus hijos y darles el ambiente adecuado para ello.

Pero la idea no se le ocurrió solo a una persona, sino a dos, y curiosamente la solicitud fue presentada el mismo día: 10 de marzo.

Una fue la Srta. Trinidad Almanza, secundada por su madre Celina como ayudante, solicitando autorización al Consejo Escolar del Departamento para abrir una escuela particular, "en una casa de dos piezas expresamente para dar clases, ubicada a dos cuadras y medias al Oeste de la plaza “Independencia”. La otra la Srta. Clorinda Melo, junto a sus hermanas Prosperita y Nicandra, comunicando que había abierto una clase de enseñanza mixta, disponiendo de dos salas para trabajos, espacio para recreo y una manzana de terreno plantada de arboleda y jardín; ubicada en lo que conocemos como la “Casa de los Melo”. Esta apertura ya consumada, debe haber sido seguramente permitida por la influencia del círculo familiar en nuestra comunidad.

Ambas escuelas tuvieron buena matrícula, pero indudablemente el paso que buscaban era el reconocimiento oficial, que daba la oportunidad de ser fiscalizada, recibiendo así subsidios y sueldos oficiales. Lo real era que en los planes del Consejo era habilitar una escuela de carácter elemental y seguían de cerca los planes de estudios y programas, encomendándose al Inspector de la 1ª Sección para que informara si daban el mínimo de enseñanza requerido.

Por razones prácticas, Almanza necesitó buscar otro local, acordando en agosto de 1892 con la Sociedad Italiana de SS.MM. el alquiler de la vieja sede social de la entonces calle Moreno, que corresponde a la actual esquina de calles Alberdi y Etchevehere.

Ese fue el preanuncio que alguna noticia tenía que podía ser la selecionada y a pesar de la presión y las preferencias de las autoridades diamantinas. Lo cierto es que el 7 de octubre de 1892, en la sesión del Consejo General de Educación, el Director propuso “Que se considere de carácter fiscal la escuela que dirige en Diamante la Srta. Trinidad Almanza, teniendo en cuenta los respectivos informes del Subinspector del Distrito, en que reclamaba esta medida para evitar que esta escuela se clausurara. El Honorable Consejo prestó su acuerdo quedando la referida escuela en el concepto de Elemental de 2ª Clase”. Es decir que comenzaba a funcionar como la Escuela Elemental Nº 1 de Diamante.

La repercusión en nuestro medio, y principalmente en el Consejo Escolar local, no se hizo esperar, de donde su titular Villarino elevó una carta bastante dura en sus conceptos hacia las autoridades provinciales. Pero lejos de amilanarse, el Prof. Ernesto Bavio ordenó devolver "sin ser tomada en consideración la nota del Consejo de Educación del Diamante relativa a la resolución del Consejo General declarando fiscal la escuela de la Srta. Trinidad Almanza, atendiendo a los términos inconvenientes y a los juicios irrespetuosos que ella contiene, mandándose orden telegráfica para que se cumpla la mencionada resolución. Al mismo tiempo se ordena al Inspector General se traslade a aquella ciudad para que informe sobre la ubicación de la escuela, competencia de la maestra y programa que adopta".

Es interesante observar que en la Planilla de Estadística Mensual correspondiente a marzo de 1893, Almanza registra los siguientes datos: Escuela Elemental Mixta. Fundación: 1887. Edificio: Pertenece a la Soc. Italiana. Costeada: Por el Gobierno. Directora: Trinidad Almanza - Maestra: Ignacia Chaparro. Es decir que considera que el establecimiento ha tenido continuidad desde el primer momento de su apertura.

Esta historia termina con que Villarino, luego de este disgusto, renunció y lo comunicó por nota a Paraná, fundamentando que es por ausentarse de Diamante. Entregó todo el archivo y pertenencias del Consejo Escolar a Dn. Nereo Melo, Jefe del Registro Civil en ese momento, y nada más ni nada menos que el padre de las señoritas Melo.

Estas a su vez, al terminar el año cerraron la escuela, logrando una de ellas: Nicandra, ya diplomada maestra, tomar un cargo en la Graduada.

Por esas vueltas de la vida, esta última, al renunciar la entonces directora de la Escuela Elemental Nº 1 Srta. Rita Miranda, el 26 de abril de 1900 asumió en el cargo del que antes fue competencia.

La Escuela continuó su vida, en 1910 recibió el nombre de "Manuel Alberti" y en 1919, por modificación de la nomenclatura de las escuelas fiscales de la Provincia, el Nº 2.

Así han quedado grabadas en su historia, junto a la figura de Trinidad Almanza, esas dos fechas fundamentales para esta querida escuela: 10 de marzo de 1889 y 7 de octubre de 1892.

sábado, 1 de marzo de 2008

DIAMANTE ENTRE 1848 A 1851



Como en trabajos anteriores he desarrollado como empezaron a formarse las primeras instituciones de Diamante en el período de los años 1848 a 1851, como son los casos del puerto, el templo y la Escuela de Primeras Letras, creo que es conveniente recrear el escenario donde se produjo todo esto.

Ya el Censo del año 1844 dio como resultado que en el distrito Diamante el número era de 372 habitantes[1], pero a partir del año 1848 en que el gobierno del general Urquiza promovió una serie de acciones que es la que benefició a nuestro pueblo, y que lo veo como su "segunda fundación", ya que a partir de acá fue que surgió en su organización, principalmente por los nombramientos de distintas autoridades. Ese año se efectuó un Censo de Esclavos en la Provincia, encontrando en el distrito Diamante uno: Luis Bergara[2] siendo su ama doña María Bergara de Hernández, esposa del comandante Luis Hernández; mientras que al otro año, el Censo de Población de la Provincia, dio para el Pueblo 608 habitantes y 83 propiedades[3].

En abril, Hernández le escribió a don Benigno Cabral "El pueblo sigue adelantándose en poblaciones: hay siete casas de negocios regulares, cinco fábricas de ladrillos, dos de adobe crudo, tres carpinterías de obra blancas, dos de carretas, una herrería, una platería, tres albañiles, un molino y una atahona*". Esta atahona con sus útiles correspondientes fue traída con procedencia de Santa Fe por don Juan Pujato, más cuatro puertas con sus marcos, todo en bastante uso, siendo la primera para plantificarla en este punto; y la segunda, para la casa que el Sr. Pujato va a edificar en este Pueblo"[4] según asentó el receptor Agulla.

El periódico "El Porvenir de Entre Ríos", en su edición del 11 de marzo de 1850 publicó: "Tenemos ya, dice nuestro corresponsal, artesanos de todas clases, zapateros, herreros, sastres, carpinteros, una sombrería, una platería y todos trabajan sin cesar. Además de eso, hay en el alrededor de nuestro pueblo, hornos de ladrillos y cal. Tenemos también cortadores de madera para construcción, tanto en tierra firme como en las islas, tenemos a más, una porción de tiendas y casas de negocios girando cada una un regular capital y lo mejor teniendo un regular despacho".[5]

A fines de agosto, el Comandante Militar informó que en el pueblo existían diez casas de venta pública, una atahona, un molino, una calera, una cancha de bolas y un billar.

En 1851 ya se encontraba en funcionamiento "un establecimiento de vapor" propiedad de don Antonio Puig.

Todo ello confeccionó un cuadro atrayente, principalmente al comenzarse las obras públicas, que dio la necesidad de mano de obra, como la promoción de actividades agrícolas por parte del comandante Hernández a instancias de Urquiza, dando tierra y semillas a los que deseaban.

Otras de las medidas del Gobierno de la Provincia, fueron organizar administrativamente el área de las finanzas de la Provincia, para lo cual el Ministerio de Hacienda como así las Receptorias de Rentas de cada pueblo debían presentar los estados contables mensuales, con todos los ingresos y gastos realizados, siendo todas las comunicaciones por notas, las que eran cuidadosamente archivadas. Esto nos permite hoy conocer detalladamente su funcionamiento, específicamente la que funcionó en Diamante, la cual estuvo a cargo inicialmente del mencionado Agulla.

El 7 de abril, el Receptor le solicitó al contador general de la provincia Vicente del Castillo, que se le determine "Si debo abrir en el Libro Mayor un ramo más de Cargo, el de Correos, a la vez que lo hace con el de "Derecho de Propios de Ciudad", o sólo llevo un cuaderno por separado en que se registra el producto del porte de cartas recibidas en esta Administración[6]", lo que demuestra que lo relativo al envío de correspondencia a través del sistema de postas, era administrado desde la Receptoria. Además debemos interpretar esto como la primera oficina que cumplió actividades postales en nuestra ciudad.

La Receptoria era además la responsable de abonar los sueldos a los funcionarios. Por ejemplo vemos el 31 de enero de 1851, confeccionó y elevó la "Planilla de sueldos, asignaciones y alquileres de casas que deben pagarse por esta administración en este mes: por el Departamento de Gobierno: Al beneficiado Pbro. Esteban Solari $ 25, al Preceptor Escuela de la Villa don Juan Méndez $ 25; por el Departamento de Hacienda: al Administrador de Rentas don Manuel Agulla $ 70, al Cabo de Rentas Capitán Martín Ruiz Moreno $ 50; y en el Departamento de Guerra: al Cte. del Dpto. don Luis Hernández $ 65, al Escribiente don José Antonio Hernández $ 25 y a don Benito Pujato por el alquiler de la casa de la Comandancia.

El 8 de setiembre, Hernández informó: "El infrascrito facultado por S.E. para alquilar una casa que sirva para la oficina de la Comandancia Militar, y con la suficiente comodidad para la Guardia de Prevención, ha visto la de don Benito Pujato que se compone de cuatro piezas y la alquila en $ 17, hasta puede, no tan solamente servir para la Comandancia, sino para la Aduana, una sala, un cuarto, el zaguán y el comedor, la alquila también Pujato, dividida de las otras piezas en $ 12 las que tienen el local bastante para la enunciada oficina de la Comandancia"; por lo que se abonó a partir del 1º de octubre la cantidad de $ 12.- por dicho alquiler. Esta situación duró un mes, pues a partir del 1º de noviembre, Agulla comenzó a pagar mensualmente a don Lorenzo Echeverría el alquiler de la casa que ocupó la Comandancia Militar de este punto, quedando desocupada la propiedad de Pujato.

Con respecto al funcionamiento de la Justicia, con fecha 13 de abril de 1849, por ley se dividió la Provincia en diez Departamentos para mejor orden y facilidad en la administración de la justicia, uno de los establecidos fue el departamento Diamante. A partir de este momento dejó de pertenecer como fue desde 1822, al Departamento 3º del 1º Principal.

También ese día, la Honorable Cámara de Representantes de la Provincia sancionó el Reglamento de Administración de Justicia, donde dio la Magistratura Judicial. En la Sección 2º fijó la división territorial de la Provincia, mencionando en su punto 3º para el departamento del Diamante, el territorio comprendido desde el Paracao, Paraná abajo hasta la barra del Dol, comprendiendo el pueblo y suburbios, y los distritos Salto, Palmar, Costa Grande e Isletas.

En la Sección 3º fijó los Jueces Subalternos que debía haber en cada departamento, indicando en el punto 2º para Diamante: un Juez de Paz, un Alcalde de Barrio en el Pueblo y cuatro Alcaldes de Distrito en la Campaña; a raíz de ello, el 27 de julio por decreto se nombraron Jueces de Paz en los pueblos de la misma, siendo designado para departamento del Diamante a don Antonio Ríos; también se nombraron los Alcaldes: de Barrio Dn. Ignacio Castro; del distrito Salto: Teniente Dn. Vicente Almada; distrito Palmar: Teniente D. Felipe Ramírez; distrito Costa Grande: D. Pedro Torres y distrito Isletas: Alférez Dn. Mariano Chaparro

El juez de paz Antonio Ríos falleció en ejercicio de sus funciones, por lo que el 14 de febrero de 1851 fue reemplazado por don Diego García.

Referido al funcionamiento de la administración pública en ese momento, cito una curiosa circular que con fecha 18 de mayo recibió el administrador de rentas del Diamante Manuel Agulla: "el Gobierno ha apercibido la costumbre introducida en algunas oficinas de admitir en ellas personas que no llevan otro objeto que pasar tiempo tertuliando, así como la servirse mate sus funcionarios, sufriendo en ella un retardo y perjudicando el servicio público". También, el 17 de noviembre, Agulla le informa al Ministro, "Que ha recibido 100 ejemplares de almanaques para el entrante año de nuestro Señor para vender al precio de un real cada ejemplar".

Las comunicaciones se realizaban a través de chasques, con un sistemas de postas. La estructura de éstas fue organizada desde el gobierno, y permitieron en forma rápida y eficaz el envío de correspondencia, principalmente la oficial. En una nota del comandante Hernández al ministro Galán con fecha 4 de setiembre, le informaba sobre los Maestros y Postillones, número de caballos con que estaban dotadas, paraje en que están situadas y distancias de unas a otras paradas. Dice que "La 1ª, 2ª y 3ª Posta de las que desempeñan la carrera de este Pueblo a la Capital, han sido provisionalmente puestas por este Comandante, en atención a las continuas ocurrencias que diariamente hay, y a la escasez de caballos que en general hay en la costa, dirección de esta carrera" e incluye en la "Carrera del Diamante a la Capital" la Posta 1ª, a cargo del Maestro de Posta Juan Pujato, ubicada en el suburbio del Pueblo, una legua al Norte; la Posta 2ª, con el Maestro de Posta Manuel Gregorio Solis, en el paraje Rincón de la Ensenada, en dirección al Sur una 1 legua y al Norte tres; la Posta 3ª, con Roque Jumilla, en Palmar en dirección Norte cuatro leguas y tres al Sur; y la Posta 4ª de Manuel Almada en el paraje Paracao.

Otras de las obras que se llevó a cabo en ese momento fue la organización del Cementerio, que dependió directamente de la Iglesia, pero coordinado por el Gobierno a través de Luis Hernández, quien el 23 de julio de 1850, le expresó al ministro Galán que el señor Antonio Ríos quedaba nombrado encargado del cementerio y el sacerdote Esteban Solari capellán del mismo.

En febrero del año siguiente, el comandante nuevamente se dirigió a Galán: "Habiendo reparado el infrascrito estar en precisa necesidad la construcción del cementerio que está destinado para esta Parroquia, lo hace presente a V. S. para el superior conocimiento del Exmo. Gobierno, solicitando otorgue su aprobación para formarlo del modo que mejor convenga a la determinación superior".

Fue terminado de construir durante 1852, pagándose a Mariano Almada y M. Cuesta la cantidad de $ 439.- "que importa el presupuesto para la construcción del Cementerio"; mientras que en marzo de 1853 Agulla consultó al contador general Vicente del Castillo que "teniendo que datar en este mes una cantidad que entregué para la obra del Cementerio que se construyó en ésta, espero se sirva decirme en que ramo debo hacerlo: si en Obras Públicas o en Gastos de Culto”.

La ubicación que tuvo éste no lo he podido determinar fehacientemente, pues no he encontrado hasta el momento ningún croquis o plano que fije el lugar, pero de acuerdo a otros antecedentes opino que más o menos estaba en lo que es hoy la esquina de calles Eva Perón y 9 de Julio, hasta el año 1866 en que ya completamente en ruinas se comenzó la construcción del que luego se estableció en Barrio San Martín.

Y otra área que no quiero dejar de comentar es la de la Medicina, cuyo primer antecedente que encuentro en Diamante es el 5 de setiembre de 1851, donde el Receptor le escribió a León Mugica: "Mi estimado amigo: Desde este mes empiezo a proveer el Hospital Militar que se ha establecido y tengo también un empleado que debo pagar por esta Caja. Sírvase Ud. decirme si tanto los gastos como el sueldo del empleado debo datarlos en un ramo que abriré denominado “Hospital Militar”. A partir de ese mes comenzó a pagar el sueldo de $ 34 al Médico del Hospital Militar instalado en la Villa Dr. Diego Pardué, repiténdose en los meses de Octubre y Noviembre. En enero del otro año se hizo cargo el médico del ejército Casimiro Sebastié, nuevo encargado de la asistencia, pero estos dos marcharon con el Ejército en operaciones, y a partir del 8 de mayo, el profesor de medicina Pedro Serrano, por su actuación profesional en el Hospital Militar instalado en ésta, comenzó a cobrar en forma mensual por la caja de esta Administración de Rentas, según los detalles del Libro Mayor, y lo encuentro hasta noviembre de 1853, ya que este hospital siguió atendiendo a los que volvieron de Caseros, y obviamente a la población que lo necesitó. Del Dr. Serrano se conoce su posterior actuación cuando fue nombrado como el primer médico de policía de Diamante en 1861.

*ATAHONA: Molino que molía granos con ayuda de caballos.

LA “SEGUNDA FUNDACION” DE DIAMANTE




Cuando la Sala de Representantes de la Provincia, convirtió en Ley el proyecto enviado por Pascual Echagüe en febrero de 1836 para fundar un pueblo con el nombre de “El Diamante” en Punta Gorda, indudablemente sólo le dio la formalidad jurídica a un asentamiento que ya existía de hecho de tiempo atrás, además de existir elementos que permiten pensar que el mismo gobernador tuvo la idea cuatro años antes, al radicar a los naturales misioneros provenientes de la zona de Cuareim y refugiados en Mandisoví, y sumarlos a esos habitantes que ya estaban establecidos en la zona.

No se encuentra en la rica documentación que existe en los archivos, ninguna referencia a que esta nueva situación le haya cambiado la existencia a este nuevo pueblo, sólo la llegada hacia fin de año del agrimensor André para realizar una demarcación de acuerdo a lo establecido a la ley de fundación y dejar establecido los sitios habitados por sus habitantes.

No tuvieron calles, sólo senderos, no hubo iluminación pública. La mayoría de los hombres estuvieron enrolados en las milicias que permanentemente estuvieron participando en campañas propias del convulsionado momento que vivía la provincia. Durante 1839, los diamantinos fueron integrados a las fuerzas que debieron intervenir en Corrientes en los sucesos que sobrevinieron a raíz de la alianza del gobernador correntino Genaro Berón de Astrada y el oriental Rivera. Luego de Pago Largo, Echagüe reordenó sus fuerzas y cruzó el río Uruguay en busca de Rivera, donde se produciría el revés de Cagancha. Allí también estuvieron nuestros hombres.

Entre 1840 al 45, murieron varios de ellos, como Marcos Cuello y Antonio Muñoz, últimos comisionados del lugar y a la vez los de mayor jerarquía.

La falta de varones en nuestro incipiente pueblo, provocaron que el estado de indigencia de las familias que quedaron fuera bastante grave y de extrema pobreza, como el caso de las correspondientes a los misioneros que debieron acompañar al coronel Gaspar Tacuabé, debiendo el Gobierno provincial tomar medidas para palear la situación, por lo que ordenó al Comandante de la Victoria que les proveyera del género necesario para camisas y calzoncillos para los hombres y para camisas y enaguas para las mujeres.

En este interín asume la gobernación el general Justo José de Urquiza en reemplazo de Echagüe, debiendo afrontar la convulsionada situación de la Provincia, llevándole un buen tiempo ir gradualmente tomando el control de ella y realizar efectivas medidas para organizarla.

Diezmada la población y sin grandes expectativas, se dio la oportuna visita de don Ruperto Pérez en 1846, que con un plan de delineación de los pueblos trabajó en el lugar. No sólo cumplió su trabajo profesional, sino que en el informe que le elevó al general Urquiza le hizo saber de lo pintoresco de la localidad y de lo aventajado de su situación, haciéndole notar el buen puerto y que era el primero puerto más cercano a la fuente de comercio exterior "que nos viene por el río Paraná, sin duda que es preferente a la de Victoria y Paraná". Termina expresando sobre Diamante "A mi juicio con muy poco empeño conseguirá V. E. engrandecerlo".

Urquiza seguramente tuvo en cuenta este informe a la hora de planear y decidir en 1848 una serie de acciones que repercutió favorablemente en el pueblo: crear sus primeras instituciones, organizando principalmente la parte administrativa de su gobierno, circunstancia que puede considerarse como su "segunda fundación", ya que a partir de estos hechos, pasó de ser en poco tiempo de un simple asentamiento en una localidad con instituciones organizadas que le dio otro marco a su existencia.

El 4 de julio de 1848, fecha histórica para Diamante, el gobierno provincial creó la Comandancia Militar, nombrando como su titular a don Luis Hernández; Receptor de Rentas a don Manuel Agulla, y entre otras medidas, habilitó el puerto, con el capitán de caballería Martín José Ruiz Moreno como Capitán del mismo y Cabo de Rentas. Al año siguiente, creó entre otros, el departamento Diamante, designando como Juez de Paz a don Antonio Ríos.

En esta etapa, se construyeron dos obras públicas: el templo (hoy convertido en la casa parroquial) y la Escuela de Primeras Letras. Se nombró al primer Cura, se designó la Comisión Inspectora de la Escuela de Primeras Letras y se contrató el primer maestro

Durante 1949 ya funcionaban según el informe del Comandante Militar: siete casas de negocios regulares, cinco fábricas de ladrillos, dos de adobe crudo, tres carpinterías de obra blancas, dos de carretas, una herrería, una platería, tres albañiles, un molino y una atahona.

Por su parte el periódico "El Porvenir de Entre Ríos", en su edición del 11 de marzo de 1850 publicó: "Tenemos ya, dice nuestro corresponsal, artesanos de todas clases, zapateros, herreros, sastres, carpinteros, una sombrería, una platería y todos trabajan sin cesar. Además de eso, hay en el alrededor de nuestro pueblo, hornos de ladrillos y cal. Tenemos también cortadores de madera para construcción, tanto en tierra firme como en las islas, tenemos a más, una porción de tiendas y casas de negocios girando cada una un regular capital y lo mejor teniendo un regular despacho". Ademásuna cancha de bolas y un billar.

Todo ello confeccionó un cuadro atrayente, principalmente al comenzarse las obras públicas, que dio la necesidad de mano de obra, como la promoción de actividades agrícolas por parte del comandante Hernández a instancias de Urquiza, dando tierra y semillas a los que deseaban.

Por todo esto, durante esta etapa y hasta en homenajes que se hicieron hasta la década de 1890, se tomó a esta camada de funcionarios que ejercieron cargos como "fundadores" del pueblo, como el caso del comandante Luis Hernández que se le otorgó a sus restos el privilegio de descansar en el Lote Nº 1 del cementerio con una lápida con la inscripción de ser el fundador, o en el caso del juez Antonio Ríos, que el testimonio de fallecimiento en 1850, el P. Esteban Solari anotó: "Cooperó a la fundación y adelanto de este nuevo pueblo"