jueves, 16 de julio de 2009

COMANDANTES MILITARES Y JEFES POLITICOS DEL DIAMANTE 1832-1878


Publicado en:
Periódico El Supremo Nº 541 - 17-12-1998

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Hemos visto a través de varios de mis trabajos, que desde los momentos previos a la fundación, Diamante estuvo a cargo de comisionados militares que se ocupaban de los problemas de rutina de la comunidad y cumplían un papel principal en cuanto a detentar una fuerte autoridad y control de la zona, tal como lo signó la realidad de esa época. Esto se prolongaría hasta que nuestro pueblo consolidó su gobierno municipal en el año 1877, y aún un lapso más, en que fueron perdiendo su influencia por las transformaciones que se sucedieron en el marco institucional.

Cuando el 9 de febrero de 1822 el gobierno de la Provincia estableció por Ley, el Plan de División de los Departamentos de la provincia de Entre Ríos, en que para la mejor administración y gobierno de la misma, se dividió toda ella en dos Departamentos Principales: Principal Nº 1 del Paraná y el Principal Nº 2 del Uruguay, de los que cada uno tuvo cuatro Departamentos Subalternos. Se fijó para el Departamento Subalterno Nº 3 del 1º Principal, el área que comprendió desde el Paraná, Paraná abajo, hasta la barra del Nogoyá, y desde allí por sus fondos hasta las puntas de dicho Nogoyá, incluso el pago de Don Cristóbal. En esta jurisdicción, cuya capital fue Nogoyá, quedó incluida la zona de Punta Gorda y la Matanza (hoy Victoria).

Por tratarse Punta Gorda de un lugar tan estratégico, la comandancia del departamento destacó en varias oportunidades tropas al lugar, que con el tiempo se mantuvo en forma prácticamente permanente, y cuyo jefe cumplía además la función de Comisionado del lugar. He comentado en varios trabajos anteriores, que normalmente se lo trataba en los tantos documentos existentes de la época como "el encargado del celo de la costa", y me remitiré directamente al año 1832 cuando fue designado en el cargo el teniente Marcos Cuello, que permaneció hasta el momento de la fundación del pueblo de Diamante.

Ese año, en que fueron traídos los guaraníes para establecerse en Punta Gorda, por su organización disponían de un Alcalde, en ese momento Simón Cararú (que curiosamente en el listado de los emigrados fue anotado como Simón Paraguará), que se encargaba de todo lo relacionado con sus necesidades en coordinación con el Comisionado, lo que permitió evitar problemas que se podrían suscitar debido a las distintas culturas, idiomas, hábitos, etc.

El 27 de febrero de 1836 se fundó el pueblo de El Diamante. Ese cambio en la situación jurídica de la comunidad, significó el nombramiento de un integrante de las milicias con mayor grado, por lo que a los pocos días, el 11 de marzo, el Secretario de Estado del gobernador Echagüe, coronel Evaristo Carriego comunicó desde Paraná al teniente de milicias Marcos Cuello la designación del capitán Antonio Muñoz como encargado del punto.

Cuello quedó secundando al nuevo titular, haciéndose cargo en varias oportunidades al ausentarse el mismo (fallecería en Caa-Guazú en 1841). También aparece en escena en ese momento con el grado de Alférez, don Valentín Gutiérrez, que luego tendría, como veremos, una prolongada trayectoria en las milicias del departamento.

A fin de año, en nota ordenada por el gobernador Pascual Echagüe, pero firmada de orden y ausencia por Cayetano Romero, le comunicó a Cararú: "Con esta fecha ha nombrado el gobierno Alcalde de los Indígenas de ese Pueblo a don Antonio Araty en lugar de Ud. y se le da las gracias por el celo y actividad con que ha desempeñado durante el tiempo de su comisión". Aratí fue el último de sus semejantes que ostentaría dicho cargo y lo mantuvo el último tiempo prácticamente en forma simbólica, falleciendo en 1857.

Al otro año, el 15 de febrero fue ascendido Antonio Muñoz al grado de sargento mayor graduado, siendo su misión discontinua, por las diversas campañas que debió cumplir al mando del Escuadrón Diamante y la situación en que se vio envuelta la Provincia. Perdería la vida en la Batalla de India Muerta el 27 de marzo de 1845.

En su reemplazo, lo sucedieron a través del tiempo: Valentín Gutiérrez, que quedó a cargo del Escuadrón, y para las cuestiones administrativas con la figura de Comisionado; Marcelino Rodríguez, en la tarea que ya venía realizando desde 1844; para posteriormente hacerse caso el capitán Martín José Ruiz Moreno en 1846, que permanecería hasta julio de 1848, en que fue reemplazado. El general Urquiza, a través del gobernador delegado Crespo, nombró como Comandante Militar del Diamante a Luis Hernández y Ruiz Moreno pasó a ser el primer Capitán del recién habilitado puerto del lugar.

En enero de 1849, Hernández en la necesidad de reparar su salud viajó a Paraná y dejó en reemplazo en la comandancia a Gutiérrez, que continuaba con su cargo en las milicias del departamento y dependía del nombrado. En poco tiempo Hernández regresó y continuó en funciones.

Ya en otras ocasiones mencioné la actuación de Hernández en los acontecimientos de 1852 y los inconvenientes que le acarrearon, a raíz de los cuales el 7 de julio el ministro Luis F. de la Puente le comunicó la separación de su cargo, reemplazándolo en forma interina por el sargento mayor Marcos J. Cuesta, quién tomó posesión del cargo el 9.

Hernández fue indultado por Urquiza y volvió a hacerse cargo, pero al poco tiempo renunció retirándose a su establecimiento rural en la Ensenada. El 17 de noviembre entregó nuevamente la comandancia a Cuesta, dejando asentado "En el tiempo que ha ocupado el puesto que hoy deja, ha puesto su anhelo en el progreso de esta población, en todo lo que es honroso haber simpatizado con los deseos de su gobierno".

El 4 de febrero de 1854, el Gobierno de la Provincia resolvió que el capitán de caballería Bernardino Ramírez recibiera la Comandancia Militar del Diamante. El 7 Agulla informó “He recibido nota del 4 del cte. que ha sido nombrado con esa fecha el Capitán de Caballería don Bernardino Ramírez, Comandante Militar de este Dpto. en reemplazo del Sargento Mayor don Marcos Cuesta con la asignación mensual de $ 60.- que serán abonados por esta Caja".

Durante 1860, por ley quedaron suprimidas todas las jefaturas de policía, correspondiendo a partir de allí sus funciones y atribuciones a los jefes políticos de cada departamento, como representantes y agentes del Poder Ejecutivo, con facultades más amplias que los anteriores jefes de policía o comandantes militares. A raíz de esto, con fecha 1º de enero del año siguiente se nombraron Jefes Políticos en los Departamentos, confirmándose en Diamante a Bernardino Ramírez, que de esa manera continuó a cargo del nuestro.

Estuvo en funciones hasta el 11 de mayo de 1864, cuando elevó su renuncia al gobernador, fundamentando que "Razones imperiosas me hacen que con el acatamiento debido a V. E. haga la dimisión del cargo de Jefe Político del Departamento del Diamante, excusando al especificarlas, por lo que cuento con que las altas consideraciones de V. E. sabrán disculparme, por el recargo con que hace largos años estoy en servicio del Gobierno y de mi Patria, con menoscabo de mis intereses particulares y cuando sin exigencia hay muchos de mis compatriotas que precisan de una posesión.
A V. E. lo pido como una gracia, que mire mi solicitud con la justicia que merece".

Al reverso de la nota, el ministro general Sagastume, anotó: "Atentas las razones en que funda su renuncia el Jefe Político del Diamante, aceptarla para darle las gracias por los servicios prestados. Nómbrase para reemplazarlo al Coronel don Valentín Gutiérrez, expídasele el correspondiente decreto y archívase". El decreto lo firmó con fecha 20 el gobernador Domínguez y el ministro Sagastume por el que se aceptó la renuncia y se nombró el reemplazante.

Durante 1867, se formaría en Diamante una Junta de Fomento, cumpliéndose la Ley del gobierno provincial creándolas en toda la jurisdicción, expresando en su artículo 1º que “Mientras no se dicte ley orgánica de municipalidad, habrá en todas las ciudades y pueblos una Junta de Fomento compuesta por siete miembros, cuya elección será ordenada por la primera vez por el Poder Ejecutivo, y sucesivamente cuando las Juntas con arreglo a esta Ley, indiquen la necesidad de la elección de sus miembros”.

Definió esta ley como atribuciones de estas juntas, la administración de las escuelas públicas, de los hospitales, cementerios, alumbrado público y serenos, ornato y limpieza de las calles, veredas, caminos y puentes en el radio de los pueblos y sus ejidos.

Pero la influencia del Comandante, creo que fue tan manifiesta, que podemos apreciar que muy poco fue lo que pudo realizar y paulatinamente se fue diluyendo y no ha quedado documentado en que momento dejó de funcionar.

Valentín Gutiérrez desempeñó su función hasta que el 20 de noviembre de 1869, en que a causa de los problemas ocasionados por un tal Jacinto Muñoz, hombre de antecedentes criminales pero allegado al general Urquiza, en los que se vieron involucrados el ex secretario de la jefatura, Antonio Hernández y el yerno de Gutiérrez y en ese momento Secretario, Francisco Alvarez, en un hecho que terminó con la muerte del citado Muñoz, hecho que enojó a Urquiza, mandando que se presentara en San José el coronel Gutiérrez, llevándole preso al comisario Alvarez y la partida que había muerto a Jacinto Muñoz. Al mismo tiempo lo relevó al titular, ordenando "A fin de que esa Jefatura no quede acéfala, ordeno con esta fecha al comandante Ramírez pase a ese punto a ponerse a su frente, para que V. S. en el acto se ponga en camino para este Cuartel General en la forma que le dejo indicada".

Esto fue cumplido inmediatamente por Ramírez, retomando su anterior función. El día 20 éste le comunicó: “que ha recibido la nota de fecha 15 del presente en la que se determina que el infrascrito se haga cargo de la Jefatura de este Departamento hasta nueva resolución”.

Cuando se produjo el asesinato de Urquiza en abril de 1870, Ramírez fue avisado que también iba a ser víctima de la conspiración y salvó su vida viajando a Buenos Aires. El 25 de abril, Valentín Gutiérrez le hizo saber al nuevo Gobernador de la Provincia, general Ricardo López Jordán, que ese día se hizo cargo de la Jefatura Política del Departamento, la cual se hallaba interinamente a cargo del juez de paz Dionisio Rodríguez, por haberse "fugado" el comandante Bernardino Ramírez que era el titular. A su vez, Gutiérrez con fecha 4 de setiembre fue además nombrado jefe principal de las Milicias del Departamento.

Nuevamente le tocó a Gutiérrez, convivir con un gobierno civil, ya que a partir del 1º de enero de 1873 se instaló la primera Corporación Municipal, con miembros elegidos en elecciones y que nombraron el primer Presidente de la Municipalidad. Sin embargo poco durarían Gutiérrez y los municipales en sus cargos por los hechos de la revolución jordanista del 1º de mayo. Gutiérrez, herido, se refugió en Rosario, mientras que la comisión municipal dejó de funcionar de hecho y que no se volvería a reorganizar hasta 1877. Retomado el control del pueblo por las autoridades provinciales, quedó a cargo provisionalmente de la Jefatura don Rudecindo Ruiz Moreno (era el Receptor de Rentas), quién entregó el cargo el 1º de febrero de 1874 al designado Francisco Acebal, que hasta ese momento cumplía funciones de Oficial 1º de la Jefatura desde el 16 de agosto de 1871.

El 15 de abril de 1877 se organizó nuevamente la Corporación Municipal, haciéndose cargo de la administración de la villa, quedando el Jefe político con funciones más específicas de un jefe de policía.

Acebal fue promovido con fecha 27 de octubre de 1878 al grado de Sargento Mayor y continuó en el cargo hasta enero de año siguiente, cuando a raíz de los problemas suscitados en Diamante, tema para otro artículo, pasó a ponerse al frente de la Jefatura de Victoria, por lo que el Gobierno de la Provincia decretó el 2 de enero de 1879, el nombramiento como Jefe Político interino del Diamante al coronel Pedro Caminos. Este militar, con el antecedente de haber sido ayudante de Echagüe cuando era Capitán y en este momento Jefe Político de Victoria, estuvo en funciones hasta julio en que fue nombrado don Sebastián Etchevehere.

A partir de allí la Corporación Municipal se fue consolidando, ejerciendo el gobierno de nuestra comunidad.

Por Ricardo César Brumatti

Cronista Histórico de Diamante

sábado, 11 de julio de 2009

LA JUNTA DE FOMENTO DE LA VILLA DEL DIAMANTE EN 1867


Entre otros tantos sucesos que Diamante conmemora en el mes de mayo, seguramente hay uno que tiene un valor especial: la elección por parte de sus habitantes de su primera Junta de Fomento ocurrido en el año 1877.

La constitución de 1860 preveía la organización municipal en la provincia, sin embargo se demoró bastante llevarlo a la práctica, pues siete años después aún no se había dictado la Ley Orgánica prevista.

El 11 de marzo de 1867 el gobierno provincial emitió una ley creando Juntas de Fomento en la Provincia, expresando en su artículo 1º que “mientras no se dicte ley orgánica de municipalidad, habrá en todas las ciudades y pueblos una Junta de Fomento compuesta por siete miembros, cuya elección será ordenada por la primera vez por el Poder Ejecutivo, y sucesivamente cuando las Juntas con arreglo a esta Ley, indiquen la necesidad de la elección de sus miembros”. En otros párrafos agregaba que una vez instalada, procederán sus miembros a elegir un presidente y un vicepresidente, quienes durarán un año en sus funciones.

Definió esta ley como atribuciones de estas juntas, la administración de las escuelas públicas, de los hospitales, cementerios, alumbrado público y serenos, ornato y limpieza de las calles, veredas, caminos y puentes en el radio de los pueblos y sus ejidos.

El comandante militar del Diamante Valentín Gutiérrez coordinó la tarea con el Juez de Paz, confeccionándose el registro cívico de los ciudadanos en condiciones de votar, nombrándose una Comisión Escrutadora de votos que tuvo la tarea de atender la mesa para ese fin, que se instaló en el atrio de al vieja iglesia el día de las elecciones.

El 28 de mayo el comandante Gutiérrez elevó una nota a los ministros secretarios de gobierno Dr. Nicanor Molina y José Sagastume haciéndole saber que realizada las mismas, el escrutinio dio como resultado que los electos eran los señores Demetrio García, Benito Pujato, Ramón Etchevehere, Adolfo Hohenger, José M. Ramírez, Rudecindo Ruiz Moreno y Juan Falcon, y que había sido formalizado su toma de posesión con la correspondiente jura que en cumplimiento de la Ley debía recibir el infrascrito.

La flamante Junta se reunió y nombraron como su Presidente a don Demetrio García, quien tuvo así el privilegio de haber ocupado el primer cargo de gobierno en nuestra ciudad elegido a través de elecciones. En la sesión también se dispuso alquilar una casa que sirviera de sede para sus actividades.

El 14 de agosto 1867 el presidente García elevó el Presupuesto de Gastos y Cálculo de Recursos a los Ministros Generales del Gobierno de la Provincia, expresando que el cálculo de recursos era mayor que las rentas, pero que seguramente aumentaría a medida “que la buena administración venga a dar impulso a los ramos que componen el cálculo de ellos”.

Detallaba que el presupuesto arrojaba un déficit de ciento setenta y siete pesos, cuarenta y seis centavos fuertes mensuales, “el cual la Junta espera que S.S.S. se sirvan mandar que sea abonado a la Tesorería de ella mensualmente, porque de otra manera se vería imposibilitado en su marcha regular”; agregando que la Junta había funcionado desde el mes de mayo con las rentas que había recolectado, cubriendo sus necesidades exceptuándose el sueldo de la Preceptora, que estaba impaga hasta ese momento, como así los gastos escolares hasta julio.

En el presupuesto de gastos fue incluido el sueldo de un Preceptor de Escuela, una Preceptora, gastos para útiles de las dos Escuelas y el alquiler de casa de la Escuela de Niñas, un Secretario, un Tesorero y un Comisario recaudador de las rentas, un Guarda del Cementerio, el alquiler de casa para la Junta, gastos de Secretaría y Tesorería, alumbrado público y compostura y limpieza de calles; subvención al Cura Párroco.

Como recursos se consideró los derecho de marchamo, sobre la hacienda de consumo, peajes, cementerio, alumbrado público y multas policiales.

Entre las tareas que llevó a cabo la Junta, se puede mencionar el arreglo del techo de la Escuela de Varones con los ahorros del mismo establecimiento y algunas mejoras en la Iglesia con el auxilio del vecindario, se concluyó la obra del Cementerio, lo que era reclamado urgente y necesariamente por la población, siendo el que por los antecedentes hasta ahora encontrados y no totalmente precisados, estaba ubicado más o menos en lo que es hoy 9 de Julio y Eva Perón.

La vida que tuvo esta Junta de Fomento es aún materia de estudio, ya que en Diamante no quedaron antecedentes de su funcionamiento, debido a que cuando dejó de hacerlo, el que cumplió tareas de Secretario don Teófilo Albornoz se llevó el archivo a su casa. Cuando en 1873 se estableció el gobierno municipal, inmediatamente se le requirió, negándose por considerarse depositario de ellos y bajo su responsabilidad, interpretando que no era de competencia de ese cuerpo municipal su tenencia.

Ante esta contestación se requirió la intervención del Jefe Político, pero éste no tuvo mejor suerte y así lo hizo saber a la Corporación Municipal. Hasta ahora esa documentación no ha sido localizada, como tampoco antecedentes de que fuera entregada, lo que nos limita en el conocimiento de detalles, como así su término.

Se observa que cada vez fue mayor la intervención de Jefe Político en actividades propias de la Junta, lo que hace suponer que su protagonismo se fue diluyendo, hasta prácticamente no encontrarse evidencia de su continuación.

LA PRIMERA CORPORACION MUNICIPAL DE LA VILLA DEL DIAMANTE



Enero tiene para la ciudad de Diamante el recuerdo de muchos hechos históricos, entre ellos la asunción del primer gobierno municipal, aunque con una vida efímera como veremos. Tuvo como antecedente el funcionamiento en 1867 de una Junta de Fomento, que significó para los diamantinos la posibilidad de elegir mediante elecciones a sus gobernantes locales, a pesar que en la práctica esa comisión de siete miembros se fue diluyendo al no poder sustraerse a la fuerte influencia que ejercía el Jefe Político del momento, el coronel Valentín Gutiérrez

El gobierno provincial estableció por Ley del 13 de mayo de 1872, que debían elegirse gobiernos municipales en pueblos y villas de la provincia, en reemplazo de las juntas de fomento existentes. En su Art. 1º decía: “Establécese Municipalidades en las ciudades y villas de la Provincia, con sujeción a lo que dispone la presente ley”. En el siguiente artículo expresaba que las municipalidades de las ciudades se debían componer en las villas (caso del Diamante) de siete miembros titulares y otros tantos suplentes. También especificaba en su art. 3º que se instalarían a partir del 1º de enero y funcionarían hasta el 31 de diciembre, debiendo renovarse por mitad cada dos años.

El 1º de octubre se designó por decreto los vecinos que se asociarían al Juez de Paz para confeccionar el registro cívico, siendo ellos Demetrio García -el que fuera Presidente de la Junta de Fomento mencionada- y Ramón Echegoyen. Las elecciones se llevaron a cabo el primer domingo de diciembre, instalándose la mesa recolectora de votos en el atrio de la iglesia y brindando la seguridad el Piquete de Seguridad.

El resultado no fue novedoso, pues se presentó una sola lista que reunía a la mayoría de los más representativos vecinos, y fue la siguiente: Municipales Titulares: Vicente Rodríguez, Juan Falcón, Pedro Caviglia, Nereo Melo, Demetrio García, Félix Mendoza y Pedro Etchevehere. Para Municipales Suplentes: Juan Fourquet, Federico Vera, Juan Ferrari, José Malespina, Daniel Arca, Ramón Etchevehere y Tomás Villarreal.

El gobierno de la provincia aprobó estas elecciones el 20 de diciembre, luego de lo cual el Jefe Político del Departamento, comunicó a cada uno de los electos el nombramiento y confirmándoles que debían asumir el primer día de enero del año siguiente.

Así lo hicieron los electos Municipales, reuniéndose en el salón de la Jefatura Política a efectos de cumplimentar la nueva ley municipal. En ese momento se habilitó el Libro de Actas correspondiente y que aún hoy gracias Dios, se conserva en el Archivo Municipal como testigo de ese momento.

Al otro día se reunieron nuevamente en el mismo lugar, procediéndose al sorteo de los municipales suplentes que habían de sustituir a cada titular, resultando: Ramón Etchevehere para reemplazar a Pedro Etchevehere, Tomás Villarreal por Juan Falcon, Daniel Arca por Demetrio García (renunció antes de asumir), Juan Ferrari por Vicente Rodríguez, José Malespina por Nereo Melo, Juan Fourquet por Felix Mendoza y Federico Vera por Pedro Caviglia.

Acto continuo se procedió a la elección y nombramiento del Presidente efectivo y el Vicepresidente, resultando designado para el primer cargo Félix Mendoza y para el segundo Nereo Melo. Mendoza de esta manera y como lo vamos a ver aunque por poco tiempo, fue el primer Presidente de la Municipalidad, debiendo considerarse ello sin la existencia todavía del Honorable Concejo Deliberante.

Se designó Secretario de la Corporación a Carlos R. Anfossi y no se llegó a un acuerdo para el nombramiento de quién debía ser el Tesorero, cuestión solucionada al día siguiente al elegirse a Víctor Pantouf.

En esta sesión realizada en el salón de la Escuela de Varones, se trató la elaboración de un reglamento interno para el funcionamiento de la comisión. La Jefatura Política les ofreció ceder un soldado para que sirviera de ordenanza. También se llegó a un acuerdo que al no haber caja fuerte ni casa segura, el dinero que se recaudara de la renta lo guardara el Tesorero en la suya. Esto se debía a que al mismo tiempo, sus tareas laborales él las realizaba en el entonces Saladero, lugar en donde se convino se harían y debían abonar los pagos por parte de acreedores y deudores.

Entre las primeras resoluciones que adoptaron, se resolvió cobrar peaje a todo el que comprare madera o frutos, estableciendo que los conductores que no pagaran serían multados; el precio de la carne fue fijado en seis reales la arroba y se dictaron algunas disposiciones a tener en cuenta por los carniceros en cuanto a la venta de la carne y multas a aplicar en caso del incumplimiento; pastos comunes para la hacienda en las afuera de la Villa; el derecho al Cementerio y sus aranceles. En el caso del peaje se decidió que todo carro que llegara al pueblo, no podía bajar a transportar carga al puerto si no abonaba el correspondiente derecho o la patente que tenían los carros del pueblo.
El 30 se trató sobre la delineación de las calles y se definió que toda nueva construcción se debía ajustar a ellas, debiendo pedirse permiso a la municipalidad para hacerlo.

Durante febrero se aprobaron edictos sobre Derechos de matadero, inscripciones de niños en las escuelas, permisos de construcción de casas, cercos y paredes, limpiezas de calles y veredas, derechos de sepulturas y su construcción, patentes de perros, animales sueltos en el pueblo y la presentación a la oficina municipal de los títulos de chacras y solares.

El vicepresidente Nereo Melo renunció el 28 a su cargo, pues fundamentaba que al haberlo aceptado era que podía cumplir con sus responsabilidades, pero al tener que cubrir la ausencia del Presidente, que solicitaba autorización para no asistir por los compromisos que tenía, y ante la necesidad de concurrir a diario a la oficina municipal, se le hacía imposible por tener que cumplir el mismo como empleado del organismo nacional del cual era dependiente (estaba a cargo del Resguardo del Puerto).

En la práctica, recién el 2 de marzo Mendoza presentó la renuncia de presidente, la cual fue aceptada, eligiéndose en reemplazo a Daniel Arca. También le fue aceptada a Melo el 13, siendo designado en el cargo don Vicente Rodríguez. Ambos dimitentes continuaron cumpliendo funciones como municipales.

Al producirse el 1º de mayo la revolución jordanista en Entre Ríos, y que entre las acciones que llevaron a cabo los seguidores del caudillo, en el orden local liderados por Antonio Hernández, tomaron la Jefatura Política, pero a la vez crearon un clima que motivó que muchos funcionarios y habitantes abandonaran el pueblo. La Corporación Municipal se vio tan afectada que dejó de funcionar de hecho, aunque fue respetado su tesoro, siendo aún Arca en su condición de Presidente o del secretario Anfossi el encargado de pagar algunas cuentas, pasando luego su custodia a manos del caracterizado vecino Pedro Caviglia, nombrado “Depositario de los fondos municipales”, hasta que al normalizarse el funcionamiento de otras instituciones, quedaron a cargo del Receptor de Rentas Provinciales, en este momento don Rudecindo Ruiz Moreno.

A pesar que las tropas nacionales recuperaron la ciudad, en la Jefatura Política asumió Francisco Acebal –hasta entonces Secretario 1º-, pero los miembros de la Corporación Municipal ya no volvieron a reunirse ni llevar a cabo ninguna acción de gobierno, aduciendo que no estaban dadas las condiciones como para seguir en funciones, lo que motivó una larga interrupción en su funcionamiento y que recién se reorganizaría en nuestro medio en 1877, siguiendo la administración de la Villa a partir de ese momento a cargo del Jefe Político.

LOS ACONTECIMIENTOS DE LA REVOLUCION JORDANISTA DE 1873 EN LA VILLA DEL DIAMANTE






Publicado en:
Parte I Periódico El Supremo Nº 553 - 18-02-1999
Parte II Periódico El Supremo Nº 555 - 25-02-1999

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Comentaba en trabajos anteriores el hecho del 1º de mayo de 1873 de la revolución jordanista, y que entre sus efectos en nuestro pueblo produjo la interrupción del funcionamiento de la recientemente elegida Corporación Municipal.

Ese día, como ocurrió en la mayor parte de los pueblos de la provincia y como parte de un plan indudablemente bien organizado, se llevó a cabo el levantamiento “de los blancos” procediendo sus partidarios a tomar el control de ellos. Diamante, en donde el número de simpatizantes de López Jordán era considerable, fue uno de ellos. Varios historiadores han desarrollado como sucedieron los acontecimientos, pero me parece interesante comentar algunas incidencias locales pocos conocidas lo que da lugar al tema de hoy.

En este tipo de ocasiones cada uno lo vive desde su óptica y su posición, por lo que voy a presentar algunas de las versiones que han quedado documentadas de sus protagonistas locales, donde las dos principales figuras fueron a mi entender Antonio Hernández y Rudecindo Ruiz Moreno, cuya enemistad manifiesta dio lugar a lugar a varias anécdotas.

Antonio Hernández, rosarino de origen y que ya lo he nombrado en algunas ocasiones por haber comenzado su carrera pública de la mano de su primo Luis, que fuera el Comandante Militar del Diamante, y que lo nombrara Ayudante de la Comandancia Militar y del Resguardo del puerto, luego ascendió luego a Oficial 1º de la misma en 1861. En ese cargo intervino en varias cuestiones que representaron grandes beneficios para el pueblo, como ser la construcción de la cuesta de acceso a la villa, el establecimiento de un servicio regular de diligencias entre Paraná y Diamante, la habilitación plena del puerto, etc. En 1864 fue Diputado por Diamante y junto al coronel Bernardino Ramírez nos representó en Nogoyá en la fracasada Convención Reformadora de la Constitución Provincial. A principios del año 1868, fue elegido para integrar el Colegio Electoral que debió nombrar al Gobernador de Entre Ríos, designación que recayó en la persona del general Urquiza.

Hernández prestó a este mandatario varios cometidos confidenciales, e incluso aludió en carta a López Jordán en el año 1870, estando ya distanciado de aquel, "a mis entusiastas y leales servicios". Pero el carácter independiente que lo distinguía, le impedía convertirse en el incondicional subordinado que requería el enérgico Capitán General; debido a ello, como tantos otros partidarios de Urquiza que no se sometían a algunas de sus directivas o disentían en apreciaciones políticas, pronto se vio enfrentado. Las consecuencias fueron graves para éste, hasta el extremo que tuvo que abandonar la Provincia para salvar su vida. Muerto Urquiza retornó Hernández a Entre Ríos. Más sindicado de jordanista, al ser dominada la rebelión de 1870 su situación volvió a tornarse difícil. En ese momento escribió: "Lo que no te contaría es la hostilización que con tanto interés me hace la autoridad, sin ningún motivo ni pretexto justificado; porque a eso deben agregar como soy mirado por todos los vecinos, para estímulo de mi honradez y lealtad. Pero vamos, todo serán cosas del tiempo”.

A principios de 1873, fue elegido como miembro del jurado de apelación de los impuestos al comercio en nuestro Departamento y en este momento llegó el 1º de mayo teniéndolo como uno de los protagonistas del suceso. Es él el que encabeza localmente la revolución haciéndose cargo de la población y asesorando al Comandante Militar rebelde. En una carta que le escribe al entonces Jefe Político del Rosario y existente en el archivo familiar del doctor Isidoro J. Ruiz Moreno y que rescata en algunos de sus trabajos, expresa: “Yo, como muchos, tomé parte en la última revolución con la distinción de mis sentimientos, que no se me puede negar” y hace un minucioso relato de los servicios prestados a los vecinos de la villa y en salvaguardia de los intereses de la población, concluyendo su relación con estas declaraciones: "En fin, no hay posibilidad de que se me pueda probar legalmente ni un solo hecho deplorable" y también agregó: “esta es una guía de mi proceder, que a no conocer mi dignidad, bien pudo suponerse que traicionaba al Partido a que estaba sirviendo. Por lo demás, no he sido sino ejecutor de órdenes, que en mi poder se templaron. En Diamante no hubo ningún castigo e hice cuanto humanamente es posible para evitar se perjudicase a los que se miraban de enemigos".

Los sucesos del primer día de la revolución también se pueden recrear según la versión del entonces Oficial 1º de la Jefatura Política del departamento Diamante Francisco Acebal, quien el 12 de mayo mediante telegrama le elevó el siguiente parte, que se conserva actualmente en el Archivo General de la Provincia, al ministro secretario general del gobierno de la provincia doctor Ramón Febre: “Encontrándome accidentalmente en ésta, cumplo con el deber de poner en conocimientos de S. Sas. para que se digne elevarlo al S. Sas. el Sr. Gobernador, el parte de los sucesos ocurridos en la Villa del Diamante y su Departamento, que han dado por resultado el derrocamiento de sus autoridades legales y haberse hecho cargo del poder los revoltosos Jordanistas.
El suceso tuvo lugar en la madrugada el 1º del corriente en que como a las cuatro entrando sigilosamente y en varios grupos a la población en número como de cincuenta atacaron al cuartel que también sirve de cárcel que estaba a cargo del Alférez de Policía Fortunato Benitez, el que con la resistencia que opuso y las diferentes descargas que se sucedieron alarmaron completamente a la población e hicieron que el Jefe Político coronel Gutiérrez acudiese al cuartel que encontró rodeado de rebeldes teniendo entonces que retroceder y en momentos que cruzaba la plaza para poder salir a la campaña fue sentido y atacado a balazos por una partida de ellos a los que resistió hasta que fue herido y tuvo que rendirse lo mismo que consiguieron hacer con el Oficial que tenía a su cargo el cuartel poniendo en seguida en libertad a los presos. El infrascrito hacía pocas horas que había llegado del Departamento de la Victoria en donde todo quedaba tranquilo sin embargo de las diferentes voces que circulaban de próximos movimientos revolucionarios, las que de tanto repetirse, ya no se les daba crédito, así es que en el conflicto posesionado de que la revolución era producida por los blancos jordanistas, teniendo ocasión de ver quienes la encabezaban y el resultado que habían obtenido, busqué el poderme embarcar lo que efectué el día 2 a la tarde dirigiéndome al Rosario a donde encontré que ese mismo día había llegado el receptor de rentas provinciales Rudecindo Ruiz Moreno, llegando también dos días después el Comisario, sargento mayor Francisco Alvarez lo mismo que el comisario de policía Pedro Mendoza con unos soldados.
Desde el momento que arribamos a la expresada ciudad pusimos en conocimiento del capitán del Puerto Sr. Echeverría quien los comunicó al Exmo. Gobierno de la Nación de acuerdo con dicho Señor buscamos trasladarnos a este punto lo que no pudimos conseguir hasta el día 8 que entramos a esta plaza en la que permaneceremos hasta tanto las circunstancias permitan podamos ir al Diamante en cumplimiento de nuestro deber a auxiliar a nuestros amigos. El día que salimos del Rosario llegó allí el Jefe Político coronel Gutiérrez a hacerse curar de sus heridas que no eran de mayor gravedad.
Los individuos que encabezaron el movimiento fueron los blancos más exaltados y sindicados desde antes de ahora como anarquistas tales como Antonio Hernández que se puso al frente de la Jefatura, el Mayor Calixto Montenegro (alias Payé), Teófilo Albornoz y otros de los que volvieron de la emigración después de la concluida la guerra pasada.
Han cometido toda clase de tropelías entrando, como salteadores a casa del Mayor Álvarez a quien no encontrándolo saquearon su casa completamente. También pusieron preso al Administrador de Correos Dn. Demetrio García, consiguiendo sacarlo de la cárcel, bajo fianza unos extranjeros.
Casi toda la Guardia Nacional del Departamento la han reunido, dirigiéndose con ella sobre esta plaza, siendo de creerse empiece muy pronto su desmoralización y disolución una vez sepan donde puedan replegarse, pues en su mayor parte son soldados que en la guerra pasada militaron en nuestras filas.
Dejando así comunicados a S. Sas. los sucesos ocurridos en el Departamento del Diamante y esperando órdenes del Exmo Gobierno saludo a S. Sas. con aprecio y respeto”.

El nombrado Demetrio García, quien fuera como hemos visto en un trabajo anterior, el presidente de la Junta de Fomento, luego de esto viajó a Buenos Aires a la casa de su hermano Teófilo, en ese momento diputado por la provincia, relatando allí, de lo se hizo eco la prensa nacional el 28 de setiembre, como el caso del periódico "La Democracia" de C. del Uruguay, que mientras estuvo preso ”fue maltratado, siendo prevenido antes de acostarse por las noches, que al día siguiente sería fusilado, palabras que eran acompañadas con toda clase de improperios”, y sigue el artículo “también relata otros hechos sangrientos. Se sabe por él lo que está sucediendo en el ejército de López Jordán y sus beduinos. Comenta que un día que temía la fuga de algunos de sus soldados, hizo formar a 70, y les previno que serían degollados en caso de consumar semejante atentado, desertando de las filas de los "Libertadores de Entre Ríos". En presencia de estos 70 infelices degolló a dos. También comentó que hay una completa desmoralización de su ejército malísimamente agrupados. Cuando la derrota de Leiva fue completa la dispersión, Leiva llegó al campamento de López Jordán sólo con su poncho y calzoncillos, que era lo único que lo cubría”.

Rudecindo Ruiz Moreno, Receptor de Rentas al momento de producirse el acontecimiento y al cual las autoridades nacionales pusieron al frente de Diamante cuando esta villa fue reconquistada por las tropas del Gobierno, era sobrino político del doctor Pedro Serrano y de su señora Nieves Correa, del que fueron sus herederos pues testaron a su favor al fallecer por no tener hijos. Había nacido en Buenos Aires, fue designado Decurión de Policía en la jefatura local en 1861, a los pocos meses fue designado para cumplir funciones como Comisario y en ese momento compartió las actividades con Hernández, que era el Oficial 1º. En 1863 cesó en sus funciones. Fue nombrado en 1871 en la función de Receptor. Se había casado con Estalislada Correa, de ahí su parentesco con Serrano. El también le escribió al Jefe Político del Rosario, ante una consulta del nombrado por la carta de Antonio Hernández: "Con respecto a lo que te ha escrito Antonio Hernández, que yo y otras amigos dañamos sus bienes, es una infamia de éste, que jamás dejó de perseguirme toda su vida; pues yo tengo ideas propias, adquirida alguna experiencia en los 40 años, que tengo encima, llenas de sinsabores porque he sido desgraciado con aquellos a quienes los he servido. Deseo que te tomes la molestia y averigües cual ha sido mi conducta como empleado y como particular, y encontrarás que tengo razón, pues Antonio Hernández el 19 de mayo del año pasado saqueó mi casa particular y Receptoría, y todo el ganado de buena carne que yo tenía; y según declaraciones de varias individuos de los que lo acompañaron en la revolución, tenía dada orden de que no se me tomase vivo, que apenas me pude escapar en un buque español que estaba en el saladero, que Antonio Hernández mandaba sacarme de allí y fui obligado a abandonar el buque, tomando un bote, vadear el río y seguir hasta Rosario, operación que verifiqué yo solo.
Ahora debo decirte cual ha sido mi conducta en venganza de tantos males recibidas. El 6 de septiembre de 1873 fui nombrado Jefe Político accidental de este punto, y en octubre Jefe Militar de esta plaza. Mi primer medida fue dar orden muy terminante con pena grave si alguien faltase en lo más mínimo. Pasé yo en persona a casa de Antonio Hernández a prevenir a una mujer que cuidaba la casa, diera parte si alguien le faltaba. En fin, nunca ha habido, ni en tiempo de paz, más respeto; si Antonio Hernández sufre algo en sus intereses, yo no tengo injerencia, pues yo no reclamo a nadie los perjuicios que se me han hecho, como hacen otros. Tal es mi proceder, así es que siento se me confunda con errores pertenecientes a otras entidades que nada tiene que ver conmigo”.

Otro comentario que quedó registrado sobre estos hechos, fue la carta que el preceptor de la Escuela de Varones de la Villa Pedro Camarero le dirigió el 14 de noviembre a don Emilio Baliño en C. del Uruguay, que era el Presidente de la Comisión de Instrucción Pública de la Provincia: "Apreciable Señor: Tiempo es que nos podamos dirigir un triste papel, a esto sino se le pueda dar la calificación de horrible poco menos: hemos estado cuatro meses sin recibir una carta ni periódico, solo las noticias que tenían a bien darnos los blancos, que han estado en este Departamento durante cuatro meses; este pueblo cuyo progreso admiraba está en la última miseria, los edificios para las escuelas que habían empezado dos días antes de la revolución se han quedado paralizados, y lo que hoy daría una gran vista a la Plaza solo presenta escombros, pues así parece el material allí reunido; la población en aumento ha quedado solo reducida a la mitad, esto le repito es horrible; por mi parte le auguro que si no hubiera sido el compromiso que tengo con el Señor Jefe de Educación y mucho que tengo que agradecer a S.S. hubiera imitado también el ejemplo de las familias que han dejado el pueblo.
Hoy mando a esa oficina los registros trimestrales y otra nota en contestación a dos que me mandaron de esa fechada en mayo, únicas también que he recibido, desde aquella fecha hasta ahora.
Por ella se enterará como andan los sueldos y le ruego haga algo en este sentido en la seguridad que agregaré esto a lo mucho que ya tengo que agradecerle. No deje de escribirme, dígame alguna cosa de las presentes circunstancias que siempre estarán en esa mucho más al corriente que por aquí.
En este pueblo siguen las fuerzas nacionales desde que vinieron a principios de setiembre; nada se sabe de las fuerzas rebeldes en estas inmediaciones, la línea telegráfica está espúdita hasta Paraná, Victoria y Nogoyá”.

Controlada la Villa por las fuerzas legales, Valentín Gutiérrez no retomó su cargo de Comandante Político y el que asumió interinamente fue Rudecindo Ruiz Moreno, nombrado el 6 de setiembre por el Ministro de Guerra en campaña, el coronel Gainza, y en tal carácter debió rechazar el ataque que llevaron los rebeldes contra la Villa el 15 de ese mes.

El 5 de enero de 1874 puso a disposición del Juez de Paraná al ex-escribiente de la Receptoría Provincial y al Guarda-hilos de este punto sargento mayor Ramón Etchegoyen y a Teófilo Albornoz (que fuera el secretario de la Junta de Fomento), quien rindió a los tres únicos soldados de la Guardia de Seguridad que se sostuvieron en el Cuartel el 1º de mayo.

También en mayo comunicó “que tenían preso a Casimiro Reyes, que siendo Alcalde de Campaña tomó parte como uno de los principales cabecillas el 1º de mayo en el levantamiento sedicioso. Se lo envía al Juzgado del Crimen a Paraná”.

Al otro mes, estando ya Francisco Acebal como Jefe Político, se elevó la lista nominal de los individuos que se remitía a disposición del Superior Gobierno de la Provincia: "Casimiro Reyes, entrerriano, 45 años, rebelde del 1º de mayo, convicto y confeso del atentado criminal en dicho día; José Gallo, entrerriano, famoso bandido, desertor de Cuerpos de Línea, ladrón, cuatrero, rebelde de las dos ocasiones; Tomás Villanueva, cordobés, 28 años por robos en Santa Fe; Ramón Muñoz, entrerriano, 26 años, soldado de la Guardia de Seguridad, por atentado armado de un cuchillo contra un comerciante, rebelde en las dos ocasiones y Gregorio Solís, entrerriano, 20 años, cometió un asesinato en los primeros días de la Revolución de mayo, rebelde en las dos ocasiones".
Vencido el intento jordanista, Antonio Hernández debió por segunda vez alejarse de Entre Ríos, radicándose en Rosario. Desde allí dirigió el 10 de abril de 1874 una larga carta al Juez Político de esa ciudad donde se incluye las frases más antes transcripta, solicitándole interpusiera su influencia para evitarle males en sus intereses y pidiéndole consejo, ante los cargos que le formulaban las autoridades repuestas por el desempeño observado durante la revuelta. En esta misiva Hernández hizo mención a ciertos episodios que incluiría en sus memorias del año 1892: "Hablando contigo no creo pensar que nos separemos en opinión con la última revolución de Entre Ríos, y tengo para ello los títulos que tú me conoces: en que siempre respeté la adversidad como una calamidad. Una prueba es la excusación de que se lanceasen los desertores de Toledo y el transporte de sus familias, y una infinidad de servicios que en este mismo sentido he hecho a los moradores de aquel Departamento; mi cooperación para salvar al doctor Paz; mi excusación a las sugestiones de Urquiza para que le sirviese de espía en Buenos Aires, prefiriendo la ruina de mis hijos a la fortuna infame que él me ofrecía, y la cadena de hostilidad que me siguieron”.

Pasado el momento y luego de un tiempo, Hernández volvió y se radicó nuevamente en Diamante, siendo elegido en 1891 Presidente de la Municipalidad de Diamante en ese período anual.

El otro protagonista, Rudecindo Ruiz Moreno retomó su cargo de Receptor de Rentas, y que al no reorganizarse la Corporación Municipal hasta 1877, fue el encargado de manejar los fondos municipales a órdenes del Jefe Político.

LA REINSTALACION DE LA CORPORACION MUNICIPAL EN 1877



Publicado en:
Parte I Periódico El Supremo Nº 561 - 18-03-1999
Parte II Periódico El Supremo Nº 563 - 25-03-1999

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Luego de la revolución jordanista, que en nuestro medio produjo el cese de la Corporación Municipal, y que como he desarrollado en El Supremo Nº 551 y 553, el 17 de junio de 1874 el ministro Febre pidió se reorganizase. Esto llevó a que se realice una consulta entre los vecinos por parte del jefe político Francisco Acebal, no encontrando el debido eco, motivando que el citado Jefe quedara a cargo del pueblo, mientras que los fondos municipales fueran manejados por el Receptor de Rentas Provinciales, en este momento Rudecindo Ruiz Moreno, con dependencia del primero, quien autorizaba las órdenes de pago.

La intención de normalizar indefectiblemente el gobierno municipal en Diamante, se materializa el 16 de octubre de 1876, cuando por decreto del gobierno provincial se convocó a elección de municipales para el domingo 3 de diciembre a nuestro departamento y al de La Paz.

Varios motivos llevaron a que, recién el 15 de abril de 1877 en una reunión en la sala de la casa destinada para las sesiones, se proceda a la solemne instalación de la Municipalidad, a cuyo objeto para cumplir con la Ley Orgánica presidió inicialmente el municipal titular Nereo Melo por ser el más anciano. Se aprobaron las elecciones practicadas y son designados oficialmente como Municipales: Titulares: Demetrio García, Nicolás Savagetto, Picasso, Agustín José Malespina, Santiago Hatt, Andrés Casinelli y Nereo Melo. Como Suplentes: Pascual Piantanida, Juan Fourquet, Pedro Canturria, Elías Gay, Cipriano Defagott, Lucas Aristimuño y José Fabre.

Luego se procedió a elegir el Presidente y el Vicepresidente por votación directa, resultando electo para el primer cargo Demetrio García y para Vice Nereo Melo. También se designaron para cumplir la función de Secretario a Felipe Basualdo y para Tesorero Rudecindo Ruiz Moreno.

Se realizaron las comunicaciones correspondientes, y el día 17 el receptor Ruiz Moreno le expresó por nota al nuevo Presidente de la Municipalidad: “Me es altamente satisfactorio avisar recibo de su nota de ayer, por la que se sirve comunicarme, que el día 15 del cte. ha sido instalada la municipalidad de esta Villa, habiendo sido nombrado Ud. como Presidente y Vicepresidente D. Nereo Melo, Felipe Basualdo como Secretario y el infrascripto Tesorero. En consecuencia pongo en conocimiento del señor Presidente, para que a la vez lo ponga en el de la Corporación, que el que firma tiene orden del Gobierno, hacer entrega de los fondos existentes en esta Receptoría, de su pertenencia, los mismos serán entregados tan pronto como se sirvan recibirlos”.

Al otro día, se realizó una sesión donde se trató como primer tema una nota del Ministerio de Hacienda de la Provincia recomendando se adoptaran las medidas de higiene pública a fin de evitar que se introduzca la fiebre amarilla. Se nombró una comisión constituida por dos miembros de la Comisión, que recayó en Malespina y Picasso y además con el Jefe de Policía, con el fin de realizar visitas domiciliarias y hacer cegar e inutilizar todos los pozos de agua estancada u otros focos de infección; además se debía solicitar el concurso del Jefe Policial a fin de matar a todos los perros que hayan sido mordidos por otros enfermos de hidrofobia.

Otro tema, el de la recaudación de la renta municipal, después de algunas observaciones, se aprobó un proyecto de Savagetto. Se estableció que la misma se debía percibir las dos terceras partes en metálico al tipo de la Ley Nacional de monedas y otra tercera parte en billetes de tesorería de la emisión menor que el gobierno deja en circulación.

Se autorizó al Presidente a gastar lo necesario en la compostura de muebles, construcción de un cuadro para colocar el mapa del Ejido y la compra de útiles para la secretaría y tesorería municipal.

Se decidió ocupar una persona para ordenanza y al mismo tiempo que atendiera el alumbrado público; y además se nombró celador de corrales a Rufino Albornoz.

El día 20 se trató la aceptación del cargo del tesorero designado Rudecindo Ruiz Moreno y la solicitud de parte del nombrado de un tiempo prudencial para presentar la fianza requerida por ley.

Se estudió también un proyecto de gastos y recursos para el año en curso, que comprendió en el primer rubro a un secretario, un tesorero, un ordenanza, un comisario inspector municipal, un celador de corrales, un guarda de cementerio, gastos de oficina, de limpieza pública, alumbrado, alquiler de una casa, subvención a las escuelas municipales, compostura de calles, plazas y caminos, impresiones, publicaciones y eventuales.

En el Cálculo de Recursos se consideró como entradas, las por derecho de basto, matadero, de marchamo, alumbrado, cementerio, rifas, parte del producto del remate de billetes de lotería, contraste de pesos y medidas, peaje, papel sellado, registro de títulos, venta de tierras, extracción de tierra, arena y piedra, derecho de canteras, multas, patentes de rodados y perros, marca del pan que se elaboraba y eventuales.

Se habló además de la necesidad de nombrar Alcaldes y Tenientes Alcaldes para el pueblo y el ejido y un guarda para el cementerio. Se acordó hacer propuestas para lo primero y en lo segundo fue nombrado Santiago Carranza.

En la sesión de la Corporación del 25 se concretaron los nombramientos de los mencionados Alcaldes y Tenientes Alcaldes, resultando designados en la Villa José María Deniz y Esteban Luto respectivamente. Para el Ejido Santiago Hatt y Victorino Pujato. En pocos días, al recibir la comunicación Deniz y Luto renunciaron y fueron nombrados en reemplazo Pedro Canturria y Juan Fourquet.

Para mejor tratamiento de las cuestiones municipales se procedió a nombrar una Comisión de Hacienda y Obras Públicas, que fue integrada por Casinelli, Hatt y Savagetto; y otra Comisión de Seguridad, Higiene y Educación, con los señores Melo, Malespina y Picasso.

Se observó también que el presupuesto no debía mandarse como estaba pues había algunas partidas que estaban muy bajas, así que era conveniente ser estudiado por la Comisión de Hacienda.

El día 27 se propuso como Medidor Público interino a José Malespina, quien a la vez era integrante de la Corporación.

En mayo se dictó el reglamento interno por la que debía regirse la Corporación. Por este se dispuso que la Municipalidad contaría con un Consejo de Administración, constituido por el Vicepresidente y dos de los Municipales, los que se nombrarían por mayoría de votos, que tendría el carácter de ejecutivo, debiendo entender y resolver por sí en los ramos que la Ley designaba, entendiéndose con las oficinas y comisiones que le estaban subordinadas.

En su Art. 2º expresaban que con la asistencia de cuatro de sus miembros, incluso el Presidente, podía entrar en sesión y que cuando deliberaba se lo consideraría "en Concejo". En su Art. 3º indicaba que las resoluciones generales llevarían el nombre de "Ordenanzas".

En esa sesión se trató el proyecto sobre la organización del Registro Civil, aprobándose en general y particular.

Respecto a ese tema, el día 20, se estatuyó por ordenanza que a partir del 1º de junio, todos los jefes de familias estaban obligados a dar cuenta de los nacimientos, matrimonios y fallecimientos. El Cura Párroco no debía celebrar ningún matrimonio, bautismo ni entierro de los habitantes del municipio que no fuera otorgado por ella. A partir de ese momento, la Secretaría de la Municipalidad llevó tres libros con estos datos hasta el 1º de diciembre de 1887, en que por ley se lo organizó definitivamente, nombrándose un jefe de oficina y un empleado administrativo, a pesar que siguió funcionando en el edificio municipal en tres oficinas cedidas al efecto.

Pasado este primer momento, a fines de mes, se produce una serie de renuncias y nombramientos, como la de Rudecindo Ruiz Moreno que elevó su dimisión al cargo de Tesorero de la Corporación por no ser posible desempeñarlo por más tiempo, siendo aceptada y nombrándose en reemplazo a Sebastián Etchevehere. También Nereo Melo al de municipal titular por razones de salud.

Se designó como Medidor Público efectivo a Bautista Perroni, mientras que Malespina, que ocupaba el cargo interinamente, renunció de municipal por haber sido nombrado Comisario Municipal y pasó a ser rentado.

En otro aspecto, se nombró un peón para el carro recolector de la basura recientemente comprado, quien amén de cumplir con esa tarea, debió encargarse del cuidado de los bueyes.

En la sesión del 8 de agosto se estatuyó la creación de una Escribanía Municipal, que debía ser atendida por un Escribano Público. La residencia de un profesional en nuestro medio, en la práctica se produjo recién en abril de 1888, al nombrarse por decreto a don Miguel Mascaró para ocupar la escribanía de número de esta ciudad, creada en febrero de 1876 y designada posteriormente con el Nº 28. Mientras tanto la función la cumplió alternativamente el Presidente de la Corporación o el Juez de Paz según las autorizaciones que se daban desde el gobierno provincial y que dio lugar en algunos casos a conflictos.

En lo que respecta a medidas sobre la organización del pueblo, en noviembre, el municipal Casinelli presentó un proyecto estableciendo por primera vez nombres a algunas de las calles y a la plaza principal, lo que se aprobó en la sesión del día 14, estatuyéndose lo siguiente: "Se designan con los siguientes nombres a las calles:
Norte a Sur: (Empezando por la que pasa por el telégrafo) Entre Ríos, San Martín, General Urquiza, Uruguay, Victoria, Paraná, Tucumán. Este a Oeste: (Empezando por la que pasa por la Receptoría de Rentas) Santa Fe, Comercio, Colón, América, Buenos Aires, Ituzaingó, Corrientes".

A la plaza principal se la denominó "Independencia", nombre que la acompañaría hasta 1950 cuando fue rebautizada con el nombre de "San Martín". Durante agosto de 1877 se trató el arreglo de la misma, proyectándose la construcción de dos diagonales, teniendo en cuenta una pared y gradas con piso de baldosas. Se sacó a licitación por propuestas cerradas la construcción de dichas diagonales y las gradas de entradas en la esquina Sudeste y Nordeste, con un cordón y pared de diez varas que afiance el terreno. En el centro de la plaza se debía construir otro camino semicírculo arreglado al plano confeccionado al efecto. Los caminos y gradas se harían en cordones, de medio ladrillo parado y asentado en cal, y en el centro de los caminos un poco abovedados y rellenados con una capa de cuatro pulgadas de espesor de "pedreguyo" bien pisado.

Los trabajos preparatorios fueron ejecutados por presos de la comisaría, a quien se le pagaba la comida, pero el 10 de octubre se presentaron las propuestas de Juan Bottazzini con la garantía de Pedro Caviglia comprometiéndose a realizar los trabajos de la plaza por doscientos veinticinco pesos bolivianos metálicos y la de Bautista Perroni con la garantía de Dionisio Rodríguez solicitando por sus trabajos doscientos cincuenta y dos pesos fuertes, agregando que si hay que sacar los postes existentes, sería por parte de la Municipalidad. Esta licitación fue ganada por Bottazzini. Luego se autorizó al Presidente de la Corporación a mandar a colocar en el centro de la plaza principal, un farol con la capacidad suficiente para dos o tres luces a kerosene.

Durante el año 1877, se nombró para guarda del cementerio a Santiago Carranza. Y hablando de este lugar, se recibió el plano realizado por el Departamento Topográfico de la Provincia, por lo que se mandó al Comisario Municipal a tomar las medidas, siendo éstas de 60 varas de frente por igual de fondo. El municipal Casinelli sostenía que el cementerio estaba muy cerca de la población y que siendo los terrenos de poco valor y que había que comprarlos, resolviéndose que se destinaba para cementerio el terreno de cuatro manzanas con sus calles o sean 174 varas de frente por 180 varas de fondo. Este es el solar situado donde luego funcionó la Escuela Urquiza en el barrio San Martín, hoy convertido en capilla. Ya en mayo se informó que “se trasladarán los restos del cementerio viejo al nuevo. Se avisará con tiempo al público a fin de evitar que los que tengan deudos allí, éstos no vayan al foso común y puedan sacarlos”.

Otros de los puntos sobre el que se legisló, fue sobre un proyecto presentado por el municipal Demetrio García sobre el registro de títulos de las propiedades del municipio. Se aprobó que desde ese momento todos los propietarios estaban obligados a registrarlos en la Secretaría Municipal en el término de seis meses, donde el Secretario llevaría un libro foliado para tal fin. Allí debía figurar el nombre del titular, su extensión, situación y sus linderos.

Además se estatuyó que todas las propiedades se debían edificar sobre las líneas de las calles y estaban obligados sus dueños a solicitar permiso a la Municipalidad. Los edificios que se construyeran en las esquinas de las manzanas, deberían hacerse con forma de ochava, cuya forma debía tener también las veredas. El ancho asignado a estas últimas fue de seis cuartas.

Al comenzar el año 1878, se procedió a la elección de autoridades de la Corporación. Fueron reelectos en sus cargos García y Melo.

En abril de 1878, se mandó a realizar los estudios para la construcción de un puente en el arroyo “de la Ensenada", en el éjido Norte, obra de suma necesidad. En poco tiempo gracias a la donación del gobierno de la provincia de Buenos Aires, fue colocado siendo el primero de la provincia en su género. El 29 de mayo se dio servicio público gratis para los pobladores de la Colonia Alvear y mediante un pequeño derecho para los transeúntes. Tenía una extensión de setenta metros por cinco de ancho, siendo su ubicación detrás de la ex estación del ferrocarril de Strobel y donde supo estar el puente provisorio luego de la caída del de la Virgen, mientras se construyó el actual.

En setiembre, Santiago Hatt elevó la renuncia a sus cargos de municipal y de Alcalde del Ejido, fundamentando que amen de tener múltiples ocupaciones, es conocido que no hablaba medianamente el castellano, agradeciendo haber sido elegido para ocupar el cargo en la Corporación.

Aproximándose la fecha de las elecciones para cambiar los miembros de la Corporación, en junio la actividad política local adquirió un gran entusiasmo, y apareció por primera vez en nuestro medio un "Club Político", llevó el nombre de "3 de Febrero" con el objeto de trabajar para llevar a la primera magistratura de la Provincia al coronel José Francisco Antelo". La Comisión fue integrada por: Presidente: Demetrio García, Vicepresidente 1º: Nereo Melo, Vicepresidente 2º: Pedro Alba, Secretario 1º: Sebastián Etchevehere, Secretario 2º: José María Ramírez, Tesorero: Felipe Basualdo, Vocales: Juan P. Alba, Dionisio Rodríguez, Pedro Mendoza, Federico Cortés, Juan Cabrera, Pedro Sandoval, Manuel Falcon, Pedro Veras, Gregorio Veras, José Soñéz, Galo Vivas, Adolfo Dachary, Dionisio Ríos, Esteban Zapata.

Entre otros adhirieron al club: Inocencio Jumilla, Antonio Puig, Silvestre Déniz, Fortunato Benitez, Pedro Almada y firmaron 230 ciudadanos más.

El 5 de noviembre por decreto del gobierno provincial se convocó a algunos departamentos a elecciones municipales para el día 1º de diciembre, entre ellos al de Diamante, donde se debían elegir cuatro titulares y cinco suplentes para hacerse cargo a partir del 1º de enero del año entrante. Esto es tema para otro artículo.

EL PRIMER CONCEJO DELIBERANTE DE DIAMANTE




El mes de febrero permite rememorar en Diamante, más precisamente el día 15, la puesta en funciones del Honorable Concejo Deliberante, allá por 1885.

La reforma de la Constitución de la Provincia llevada a cabo por la Convención Constituyente, que fuera convocada al aprobarse el proyecto elevado a la Legislatura por el gobernador Racedo y que iniciara sus sesiones el 14 de agosto de 1883 en la ciudad de Concepción del Uruguay, modificó entre otras cosas los esquemas de funcionamiento del estado provincial y las corporaciones municipales, estableciendo la elección indirecta del Poder Ejecutivo por medio de Colegios Electorales, creó la figura del Vicegobernador y un Poder Legislativo con dos Cámaras: la de Senadores, en razón de uno por cada departamento, y la de Diputados, elegidos uno cada seis mil habitantes. En el caso de las municipalidades, se instituyeron los departamentos ejecutivos y los concejos deliberantes, con cargos electivos y confiriéndole autonomía económica y política.

En ese momento nuestro departamento contaba con una población urbana de 1.450 habitantes, correspondiendo unos 900 a la entonces Villa del Diamante, mientras que la rural era de 1.082, según se asentó en las Memorias Municipales de ese año.

El gobierno municipal diamantino desde su reorganización en 1877, estaba dado por una comisión de siete miembros titulares y otros tantos suplentes que recibían el nombre de Municipales, quienes elegían al Presidente y al Vice, con un período de gestión de un año en esos últimos cargos. Las tareas legislativas la realizaba esta misma comisión, que cuando se reunía a sesionar, se decía que actuaba “en concejo”. Demás está decir que todas estas actividades eran Ad honorem y consideradas una carga pública.

Para el año 1883 fue elegido como titular de la Corporación don Andrés Casinelli y como Vicepresidente don Lucas Aristimuño, los que resultaron reelectos a fin de año para continuar ejerciendo sus cargos, hasta tanto se dictase la Ley de Municipalidades designadas en la Constitución Provincial reformada. Tal es así que el 2 de enero de 1884, Casinelli le hizo saber al Ministro de Gobierno de tal decisión.

A pesar que pasó todo el año, no se convocó a elecciones de municipales en la provincia con arreglo a la nueva ley, por lo que a fin de que las municipalidades no quedaran acéfalas perjudicando con ello los intereses comunales, el gobernador decretó que continuaran funcionando con los miembros que la componían y con el carácter de Comisiones, hasta tanto se practicaran los comicios.

Esta situación se normalizó en Diamante al llamarse a elecciones para el domingo 8 de febrero de 1885. Por ellas, resultó electo Presidente de la misma don Andrés Casinelli, que de esa manera siguió al frente del municipio aunque en su nueva figura jurídica, mientras que fueron elegidos como Concejales, los señores Francisco Herrera, Lucas Aristimuño, Nereo Melo, Eduardo Oberlín, Félix Mendoza, Enrique Crick, Augusto Jeannesson, Rudecindo Ruiz Moreno y Ernesto Ander Egg.

Elevados los resultados por el presidente de la mesa receptora de votos, al otro día la comisión municipal trató este resultado aprobándolos. Se cursaron las invitaciones a los electos para que el día 15 se realizase la asunción y luego la primera sesión del Concejo. Así lo hicieron, contando con la asistencia del ahora flamante presidente de la municipalidad Dn. Andrés Casinelli y la presencia de los electos Crick, Aristimuño, Melo, Mendoza, Oberlín y Jeannesson y la ausencia de Ruiz Moreno y Herrera.

Inicialmente asumió como presidente provisorio para dirigir la sesión el Sr. Crick, jurando acto seguido y continuando con la toma del juramento al resto de los concejales. Luego procedieron a designar las autoridades del Concejo, resultando elegido curiosamente a pesar de no estar presente como el primer Presidente don Francisco Herrera, mientras que para Vicepresidente resultó don Enrique Crick.

Luego se formó el Consejo de Administración, quedando integradas las comisiones de la siguiente manera: Hacienda: Oberlín, Crick y Aristimuño; Obras Públicas: Ander Egg, Oberlín y Aristimuño; Educación: Melo, Mendoza y Jeannesson; Seguridad: Mendoza, Ruiz Moreno y Melo; Higiene: Crick, Melo y Jeannesson.

Posteriormente confirmaron en sus cargos a todos los empleados de la Municipalidad y designaron los Alcaldes para la Ciudad y el Ejido.

El funcionamiento de este primer Concejo iba a ser totalmente irregular, pues a la semana, Herrera presentó la renuncia al cargo de Presidente, no así al de Concejal, fundamentando que le era imposible cumplir con esa función teniendo en cuenta su cargo público, pero en forma unánime no le fue aceptada.

Indudablemente pesaba el prestigio que bien ganado tenía don Francisco, ya que desde junio de 1883 era el titular de la Receptoría de Rentas, cargo al que había llegado trasladado desde Villaguay, realizando un meticuloso trabajo, principalmente porque tuvo que subsanar varias desprolijidades de los receptores anteriores y en él se quedaría hasta 1889. Al mismo tiempo se vinculó a la Biblioteca Popular donde integró la comisión para reformar los primeros estatutos, llegando a ocupar los cargos de Secretario y luego de Tesorero. También en 1884 fue nombrado Presidente de la Subcomisión de Instrucción Pública del Departamento del Diamante.

Continuando con el Concejo, al mes renunció Félix Mendoza, pero al tratarse el tema sobre tablas por moción de Melo, se expresó que aunque la ley favorecía a Mendoza por fundamentar su dimisión en haberse desempeñado por espacio de varios años y últimamente en la administración anterior, no debía aceptársele, pues era dar margen que otros que estaban en las mismas condiciones también quisieran hacerlo, por lo que le fue negada. Pero el día 22 insistió en su posición de no continuar, accediéndose finalmente. En pocos días también la presentó nuevamente Herrera, pero ahora no sólo de Presidente del H.C.D. sino además de Concejal.

Por esta razón, durante la sesión del 25 de abril, se eligieron las nuevas autoridades, quedando a cargo de la presidencia don Enrique Crick y como Vice don Nereo Melo.

De allí y hasta fines de mayo, elevaron las renuncias Melo, Jeannesson y Aristimuño, comunicando esa novedad Casinelli al Ministro de Gobierno con fecha 8 de junio, e informándole que se convocaba a elecciones para elegir a cuatro Concejales; y además, al estar acéfalo el Juzgado de Paz, le pedía que se nombrara un delegado del gobierno provincial.

Las elecciones se llevaron a cabo, resultando electos para reemplazar a los renunciantes: Luis Vidal, Esteban Ibañez, Demetrio García (h) y Amaro López. De los nombrados, Luis Vidal tenía el cargo de Oficial 1º del Departamento de Policía; mientras que Amaro López era maestro en la Escuela de Varones. Ese detalle, provocó que al tratarse el resultado y aprobación del acto eleccionario, don Rudecindo Ruiz Moreno se opusiera a que estas dos personas integraran el Concejo Deliberante, fundamentando que no eran contribuyentes ni ejercían ninguna profesión liberal, ya que eran empleados del Gobierno Provincial.

Vidal le contestó a Ruiz Moreno que había malinterpretado los artículos de la Ley de Elecciones, los cuales no lo inhabilitaban, pero que si hubiera algún otro artículo de los que él mencionaba que así lo fijaba, estaba dispuesto a acatar lo dispuesto y retirarse.

También se hizo oír Amaro López, expresando que venía a defender los derechos que le concedía la ley del profesorado, y que sentía mucho y extrañaba de sobremanera que el Sr. Moreno hubiere leído tan mal o diese esa interpretación a lo que leía.

Luego de esta discusión, el Presidente puso a consideración del Concejo las elecciones, siendo aceptadas, mientras que Rudecindo Ruiz Moreno renunció.

En la sesión del día 5 de julio, se procedió a cubrir el cargo de Vicepresidente, resultando elegido don Eduardo Oberlín.

A la semana, se decidió crear el puesto de Secretario del Concejo Deliberante, nombrándose para desempeñarlo a don José Ferreira. Esto fue rechazado a través de una presentación del Presidente de la Municipalidad, porque expresaba que el Concejo no tenía facultades para hacerlo y que todos los empleados de la Municipalidad estaban bajo la dependencia del Departamento Ejecutivo. De todas maneras no se aceptó ese criterio y se votó para que sea válida la designación.

El 6 de diciembre se procedería a realizar las elecciones para elegir las nuevas autoridades para el año 1886, por las que resultaría electo para Presidente Municipal don Ramón Aguilar, quién asumió en la sesión extraordinaria efectuada el 1º de enero siguiente, con la presencia de los también electos Concejales para el nuevo período legal, señores Augusto Jeannesson, Casimiro Reyes, Pedro Caviglia, Eduardo Oberlín, Enrique Crick, Pedro Camarero, Pedro Alva y Felix Mendoza.

Con este reemplazo, finalizó su gestión nuestro primer Honorable Concejo Deliberante, que le tocó la misión de organizar el funcionamiento del cuerpo, dejando la experiencia para las próximas gestiones y que entre sus decisiones tomadas se pueden tener en cuenta: el estudio y la aprobación del presupuesto para el año, la ordenanza sobre la patente de marca al pan y el impuesto correspondiente; la contratación del agrimensor Isasi para rectificar la división practicada en el Ejido por el agrimensor Maqueda, los detalles de la inauguración de la primera casa municipal, el llamado a licitación la reparación del puente sobre la Ensenada, que se hallaba en muy mal estado, cuestiones de higiene de las caballerizas que había dentro del radio urbano, legislación sobre el alumbrado público de la Villa, el establecimiento de la vacunación obligatoria para todos los niños de uno a quince años, lo que se realizó en el salón de la Municipalidad, los martes y sábados, autorizándose al Presidente de la Municipalidad a solicitar el Virus Vacinicus necesario a Buenos Aires, lo que representó ser la primera para Diamante en forma de plan preventivo.
Un trabajo de Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

miércoles, 1 de julio de 2009

HISTORIA DEL CORREO EN DIAMANTE

No hay antecedentes que al fundarse Diamante en 1836 hubiese existido en el lugar alguna posta. Por documentación de la época sobre Paraná podemos saber que el correo era servido por chasques, y las más de las veces por pasajeros que gratuitamente conducían las cartas particulares. Si esto sucedía en la capital, que para entonces contaba con más de 5.000 habitantes, que puede pensarse de lo que acontecía en Diamante con una población que no llegaba a 400. Recién en el censo de 1844 aparece el dato que como Maestro de Posta se encontraba José A. Fernández. Era lo más apropiado al correo, pero no el correo mismo.

Al fundarse las primeras instituciones de Diamante en 1848, el gobernador Urquiza designó varios funcionarios, entre ellos como Receptor de Rentas a Manuel Agulla. Entre sus funciones se encontraba la relativa a las actividades postales.

Luego de la batalla de Caseros en 1852 y segregarse Buenos de la Confederación Argentina, se sancionó al año siguiente la Constitución Nacional, que se ocupó del correo en tres artículos, produciéndose a raíz de ello el 8 de junio de 1854 la organización definitiva de los Correos y Postas de la Confederación, adquiriendo carácter nacional.

En 1862, el general Mitre, como Encargado del Poder Ejecutivo Nacional decretó la nacionalización del correo en todo el País, pasando el correo de Diamante a depender directamente de Buenos Aires.

En el transcurso de la década de 1860 se incrementó notablemente los medios de comunicaciones, tanto terrestres como fluviales y ello permitió una mayor celeridad en el transporte de la correspondencia. Se establecieron frecuencias de diligencias y mensajerías que la unían a otras poblaciones de la provincia, en especial con Paraná.

El anuario de Correos de 1863 en el listado de oficinas postales mencionó a Diamante en la categoría de Estafeta y a Demetrio García como Administrador, quién continuó sus funciones hasta 1875.

En 1869 las oficinas de correos de todo el País fueron provistas de sellos fechadores que se mandaron a confeccionar en EEUU, así como valijas, chapas de metal con la inscripción "Correos", Así Diamante contó con el suyo con su nombre grabado, pues antes sólo tenía uno sin esos datos, es decir "mudo".

Un nuevo adelanto en las comunicaciones comenzó a desarrollarse en nuestro País: el telégrafo. En 1869 el gobierno provincial ordenó a los Jefes Políticos que habilitaran para el 15 de agosto, locales en las cabeceras de sus Departamentos para las oficinas del telégrafo nacional.
En Diamante fueron contratados los artesanos Juan Fourquet y Constancio Hoqui para construir un edificio para tal fin, que consistió en un rancho con tejas, situado en las actuales calles Urquiza y Brown (solar ocupado luego por la Aduana). El servicio se habilitó el 5 de agosto de 1872 conectando con Paraná, Victoria, Nogoyá y Rosario del Tala.

El Telégrafo Nacional funcionó en sus inicios en forma independiente. Por Decreto Nacional del 7 de abril de 1876 se precedió a su incorporación al Correo y desde entonces han funcionado bajo el mismo techo.

En el siglo XX, otro acontecimiento cambió el remanente que quedaba del pasado: el reemplazo del caballo y la diligencia por el ferrocarril. A partir de 1912 con la habilitación del Ferrocarril del Este Argentino desde Puerto Diamante, conectándose así con el resto del sistema ferroviario.

También en ese momento, las comunicaciones fluviales comenzaron a ser de gran importancia para Diamante, utilizándose este medio para el transporte de correspondencia hasta bien entrada la década del '50. Todos estos barcos llamados "de la carrera", poseían patente postal y conducían correspondencia a cargo de un estafetero, siendo atendidos en el muelle local por un empleado del correo.

Tampoco en transporte aéreo estuvo ausente con un efímero servicio trimestral alrededor de 1945, que enlazaba Buenos Aires con Paso de los Libres y otro más prolongado en duración una década posterior. Los aviones descendían en el Aeroclub local y los alcances de correspondencia se realizaban con un sulky contratado.

Con referencia a los edificios que ocupó el correo en nuestro medio, debemos comenzar con el citado rancho levantado en 1869, comenzado luego una serie de locales alquilados.

A principios del siglo XX funcionó en la esquina NO de Yrigoyen y Mitre, pasando luego alrededor de 1910/14 a la esquina NE de San Martín y Urquiza, de ahí y hasta 1919 en la esquina NE de 25 de Mayo y Urquiza. Entre 1919 y 1940 pasó enfrente, al ángulo SE de la misma esquina. Estos dos edificios se mantienen en pie, con algunas modificaciones.

Luego de haber donado la Municipalidad el solar de Belgrano y Alberdi en 1928, durante la intendencia de don Gerardo Taquela, que con un real enfoque de las necesidades suscribió la escritura. Por decreto Nacional del 14 de marzo de 1937 se aprobó el presupuesto para la construcción de un edificio para la Oficina Diamante.

Así el peregrinar por distintos lugares finalizó el 23 de junio de 1940 cuando se inauguró el bello edificio con amplias instalaciones.

En el acto se descubrió una placa que dice: “Este edificio fue habilitado para el servicio de Correos y Telégrafos el día 23 de junio 1940 - Presidente de la Nación: Dr. Roberto M. Ortíz - Ministro del Interior: Dr. Diógenes Taboada - Ministro de Obras Públicas: D. Luis A. Barberis - Director General de Correos y Telégrafos: Dr. Adrián C. Escobar”.

Un trabajo de Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

EL RELOJ MUNICIPAL

Uno de los elementos que adornan a Diamante y más específicamente al Palacio Municipal, es el histórico reloj, muestra de una de las etapas más florecientes de la ciudad, representando un auténtico símbolo de ella.

El presidente municipal Arturo Camarero decidió en 1925, llevar a cabo la construcción de un nuevo edificio municipal, que reemplazara a la vieja casa que databa de 1885. Esta iniciativa fue acompañada por el Honorable Concejo Deliberante, que con la firma de su Presidente, el Dr. Alfredo Materi, lo autorizó a llamar a licitación.

Confeccionada el acta de compromisos de partes con el constructor Angel Balbi en enero de 1926, la obra avanzó rápidamente, por lo que estando previsto la colocación de un reloj que ocupara las troneras -con lo que se perseguían dos objetivos: hermosear la fachada del edificio y prestar un servicio al pueblo- se formó el 2 de setiembre una comisión llamada "Pro Reloj Público", integrándola Materi, junto a los señores Vicente Deheza, Eusebio Zubielqui, Luis Grancelli, Aurelio Malespina y Joaquín Guillén, que procedió a pedir presupuesto a la casa Luis Verstraeten de la ciudad de Rosario. En diciembre llegaron los folletos del ofrecimiento, tratándose de un reloj de torre, importado de Francia, “lo mejor que se introduce al país por su precisión, solidez y duración” afirmaba la presentación, y detallaba que “toca las horas y las medias con repetición y se da cuerda cada 8 días”.

En cuánto a las características, describía: “Los cuadrantes son de cristal de luz transparentes de metros 1,70 m. a 2,00 m. de diámetro, con un armazón de hierro dividido en ocho partes de vidrios pintados y esmaltados por la parte de adentro con sus correspondientes minuterías y transmisiones.
Las sonerías funcionan con el agudo de los martillos con armaduras perfeccionado con muelles, cuando no tocan los martillos queda completamente aislado de las campanas.
Cuerdas: se componen de cuerdas metálicas de acero galvanizadas pudiendo dar cuerda cada 8 días.
Las dimensiones de la máquina: La primera rueda del tambor es de 33 cm. de diámetro, la máquina mide en centímetros 160 de largo por 75 de fondo y 145 de alto.
Luz eléctrica: una instalación completa de luz eléctrica de cuatro lámparas para cada cuadrante, por la parte de adentro”.

El ofrecimiento satisfizo a la comisión decidiendo su adquisición. En abril de 1927 se procedió a su instalación del reloj público y su respectiva campana en el nuevo edificio, a una altura de 16 metros.

Inmediatamente se designó al señor Jorge Donda como su encargado, teniendo la responsabilidad de su atención y mantenimiento. Actualmente y desde 1983 desempeña la función don Ceferino Gregorutti, que fuera nombrado durante la gestión del intendente Jorge Lust.

Un trabajo de Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

EL PALACIO MUNICIPAL DE DIAMANTE

El Palacio Municipal es uno de los edificios que le dan una especial fisonomía al centro cívico y a la vez, patrimonio arquitectónico de la Ciudad. Su construcción estuvo rodeada de una serie de curiosidades hasta ahora no divulgadas.

No fue ésta la primer sede propia de la Corporación Municipal, pues ya en 1885 se había inaugurado en el mismo solar una Casa Municipal, considerada por las Memorias Municipales de ese año, como la primera en toda la Provincia.

Pasaron los años y el viejo edificio fue teniendo una serie de problemas, que sumado a la falta de mantenimiento, se iba tornando casi inhabitable. Tal es así que durante 1919 se estuvo a punto de firmar un convenio en Paraná para vender la propiedad, en vistas que se construyeran allí las oficinas provinciales, cuestión que finalmente no se acordó.

A partir de 1920 y hasta 1922 la Corporación no pudo disimular los grandes problemas financieros que se venían arrastrando en las últimas gestiones, por lo que el Presidente de la Municipalidad, don Leonidas Cardozo, quién fuera nombrado en marzo de este último año, debió, con la aprobación del Concejo, salir a subastar tierras municipales a efectos de pagar deudas contraídas anteriormente y que se vencían en poco tiempo.

Así fue que se decidió cuáles eran los solares, entre ellos y que es parte central de esta historia, aprovechando que desde hacía un tiempo se le prestaba al Regimiento 3 de Artillería un campo de 172 Ha. para maniobras y tiro, por una decisión de la sesión del 8 de mayo, se le ofreció en venta o de lo contrario, con fecha 31 de diciembre debía ser devuelto con el fin de incluirlo con el resto de las tierras.

Al Ejército le interesó la compra, se fijó el precio, pero como era indispensable pedir los fondos a Buenos Aires, se solicitaba que estuvieran dispuestos a esperar un año para la tramitación y su aprobación. Al año siguiente, la Legislatura de la Provincia sancionó la Ley aprobando la ordenanza de la Corporación Municipal de Diamante sacando a subasta pública el campo municipal.

Mientras tanto las otra tierras fueron rematadas y con los fondos obtenidos, se pudo cumplir con las deudas que le quitaban el sueño al Intendente.

En enero de 1924 se recibió la comunicación del Ejército Argentino, que ya se disponía de la suma de $30.000 m/n. que correspondía a $ 200 la Ha. para proceder a la escrituración del predio. Pero un elemento cambió algunas cosas, pues el 1º de enero se hizo cargo como nuevo Presidente de la Municipalidad, don Arturo Camarero, quien entre otras decisiones hizo saber, que en realidad el precio de venta del campo era ahora de $ 300 y se daba plazo hasta el 15 de marzo para que el gobierno nacional conteste.

Luego de intensas negociaciones se pactó el precio en $ 265 la Ha. y así se concretó el traspaso. En la sesión del 7 de diciembre, el concejal Rubano mocionó para que el dinero de esta venta se invirtiera en la construcción de un nuevo edificio municipal y se demoliera el anterior, moción que prosperó y fue aprobada. Seguidamente el Ejecutivo pidió que se nombrara una comisión para que se contrate un arquitecto que estudiara la forma y conveniencia de hacer la construcción, designándose a los señores Espona, Malespina y Rubano.

En el mes de noviembre del año siguiente y siendo presidente del Concejo el Dr. Alfredo Materi, se trató un mensaje del Departamento Ejecutivo, acompañado con los planos y pliegos de condiciones para su construcción, siendo autorizado el intendente Camarero a llamar a licitación dicha obra, que fue publicado en el periódico “La Tribuna” de Diamante y “El Diario” de Paraná.

A fines de diciembre, el ingeniero José Adam Blanda ofreció sus servicios gratuitos para hacerse cargo de la dirección de la obra, los que fueron aceptados, lo mismo que en enero de 1926, la propuesta presentada por el constructor Angel Balbi para la construcción del palacio.

El 28 de enero de 1926 se firmó el acta, en la que intervinieron el señor Presidente de la Comisión Municipal de Diamante, don Arturo Camarero, asistido por el secretario Eduardo Palomeque, ampliamente autorizado por el H.C.D. con la Ordenanza del 25 de enero y promulgada por el Ejecutivo en la misma fecha por una parte, y por la otra, don Angel Balbi con domicilio legal en la ciudad de Victoria, calle Colón, entre Matanza y Fundador Ezpeleta, legalizando el contrato para la construcción del edificio con destino a Palacio Municipal de Diamante, de acuerdo a los planos y pliegos de condiciones respectivos.

Como curiosidad, entre las distintas habitaciones que tendría y sus destinos, el contrato expresaba que el lugar que actualmente ocupa el H.C.D. iba a ser destinado para salón de fiesta y disponía de un gabinete para la orquesta.

A los pocos días, por decreto se designa asesor de la construcción del edificio municipal en carácter Ad honorem, al ingeniero José Adam Blanda y sobrestante de la misma a Nicolás Repetti.

La obra avanzó rápidamente, sumándose durante setiembre la idea de colocarle un reloj de torre, para lo que se formó una comisión llamada "Pro-reloj Público", que se encargaron de juntar los fondos y adquirirlo a la firma Luis Verstraeten de la ciudad de Rosario, quién lo importó desde Francia, colocándoselo en abril de 1927 a una altura de 16 metros, como así su respectiva campana.

Afirmaba el vendedor, que se trataba de “lo mejor que se introduce al país por su precisión, solidez y duración, toca las horas, las medias y los cuartos y que se da cuerda cada ocho días. Los cuadrantes son de cristal de luz transparentes de metros 1,70 a 2,00 de diámetro, con un armazón de hierro dividido en ocho partes de vidrios pintados y esmaltados por la parte de adentro con sus correspondientes minuterías y transmisiones”.

El pintor-decorador diamantino don Ubaldo E. Orbe fue el encargado de la colocación de los vidrios (Tipo inglés, de tres, dos y una tinta) y el barnizado de las aberturas, para lo cual usó Barniz Carriage Nº 1 de Nobles Hoare.

Al mismo tiempo, en abril, presentó la renuncia el Presidente de la Municipalidad, don Arturo Camarero, haciéndose cargo inicialmente hasta mayo el Dr. Materi como Presidente del H.C.D. y luego don Francisco Masó hasta terminar el año.

Durante el mes de junio, el constructor Balbi debía cobrar sus honorarios, surgiendo una diferencia de números bastante importante entre lo que éste había presentado como ejecutado y un estudio elevado por Blanda sobre los proyectos originales. Balbi inmediatamente hizo llegar éste al Intendente una extensa carta de cinco carillas, en la que hacía notar las grandes diferencias que existieron entre él y el Ing. Blanda en cuánto a la confección de los planos y detalles técnicos de la construcción, como así las modificaciones que debieron realizarse en distintos momentos de la obra. Y fue de tal dureza el documento, que como muestra, termina expresando: “Por mi parte lamento lo ocurrido y mucho más dándome cuenta de la situación difícil que coloca al señor Presidente y al H.C.D. pero como es de comprender, yo no puedo bajo ningún concepto, dejar que por error o lo que fuere, se me perjudique en mis intereses materiales, afectándome al mismo tiempo en la parte moral, como resulta al pretender presentarme como un Constructor de mala fe, cuando resulta todo lo contrario”.

Blanda también dijo lo suyo sobre la controversia, opinando que siendo la diferencia de una cifra importante, convenía nombrar un árbitro para que verificara las planillas de referencia de manera prolija e imparcial, lo que permitiría comprobar si había errores o no.

Lo cierto, es que en medio del problema, el 5 de noviembre, el Presidente Municipal recibió el actual palacio municipal totalmente terminado, firmando un Acta, junto a don Angel Balbi, en su rol de contratista constructor del edificio, Francisco G. Masó y Benito Pujato, como Presidente y Secretario del Departamento Ejecutivo, el sobreestante de la construcción don Nicolás Rapetti y los señores Carlos Fotti, Bartolomé Olivero y Pedro Larghi, miembros de la Comisión de Obras Públicas.

Posteriormente, el Concejo decidió que habiendo el Ing. José Adam Blanda, Director de la construcción del edificio municipal y el Arq. José Serrano, autor de los planos, rehusado ambos a cobrar honorarios, se le obsequiaran sendos cronómetros como prueba de agradecimiento, con una leyenda grabada referida al hecho.

Mientras Balbi continuaba su lucha intentando cobrar sus honorarios, enviándole un Telegrama a Masó expresando: “Me extraña y sorprende resolución después del convenio en el que el mismo propuso por recibida definitivamente y no ser más necesaria mi presencia. Espero rectifique el error de tal resolución”.

Posteriormente, este constructor impondría su criterio y a través de varias cuotas programadas, cobraría el trabajo realizado.

Y como final de esta historia, les comento que el Palacio nunca fue oficialmente inaugurado, determinando el H.C.D. cuando se intentó hacerlo el 9 de julio de 1928, que ya había pasado la fecha para tal cuestión.

Por Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante