sábado, 20 de junio de 2009

LAS DESVENTURAS DEL PRIMER CURA DE DIAMANTE: PBRO. ESTEBAN SOLARI

He desarrollado en trabajos anteriores como se levantó el primer templo documentado que tuvimos en Diamante, producto del plan de obras públicas del gobierno del general Urquiza, que determinó que se lo construyera a partir de 1848 y se lo terminara en 1851 y es el hoy convertido en casa parroquial.

A pesar de los problemas que se suscitaron durante su construcción, porque en algunos momentos no llegaron en tiempo las partidas de dinero para hacer frente al pago de los albañiles y a los artesanos que se encargaron de la confección de las aberturas, rejas, etc., o la provisión de distintos materiales, que obligó a que la Comisión Administradora reclamara en varias oportunidades al receptor Agulla la entrega de las cantidades para hacer frente a los gastos semanales, que era la forma en que se iban abonando y que obligó a éste a hacerlo a su vez al ministro Vicente del Castillo, como en el caso del realizado el 6 del diciembre de 1849 que le informaba: "los fondos que Ud. me mandó últimamente de la Caja de la Capital hubiesen alcanzado más si la inversión fuera solamente el pago de albañiles peones, agua y arena, pero a esto se le agrega obras de carpintería y herrería, más el importe de ocho mil baldosas que se descargaron ayer venidas de Buenos Aires"; la obra fue adelantando y a mediados de 1850 ya estaba lo suficientemente adelantada como para que se trajera un sacerdote y comenzara su labor evangélica.

En vista que se estaban haciendo las gestiones para la designación del Cura que se haría cargo, el padre Miguel Vidal, Cura y Vice 1º de la Matriz de la Capital, quien realidad era el titular también de Diamante, pues la nuestra era una Viceparroquia y dependía de aquella, compró ornamentos y diferentes utensilios para la nueva iglesia, entre lo que se encontraba galón y tafetán negro, candeleros, género para casullas, género morado, etc.

Mientras tanto, el general Urquiza sugirió a fines de marzo como posible candidato para ocupar el Curato del nuevo templo al Pbro. José Argüello, que aún no había terminado sus estudios teológicos y de oratoria sagrada, pero al serle ofrecido el puesto contestó negativamente, pues conocía el pueblo y según su opinión tenía pocos vecinos y “prometía poco”, lo que fue comprendido por Vidal, decidiendo que quedara en Paraná para completar su preparación. Finalmente, la autoridad eclesiástica nombró con fecha 1º de junio como Presbítero Teniente de la Vice Parroquia de la Villa a don Esteban Solari, recibiendo la orden Agulla de hacer abono en forma mensual de la suma de $ 25.- en calidad de subsidio hasta nueva disposición.

A su vez, sabiéndose acá de su llegada, se comenzaron a construir dos piezas con techo pajizo para que sirvieran de alojamiento, las que no se terminaron a tiempo.

El padre Solari llegó a Diamante e inmediatamente tomó contacto con el comandante militar Luis Hernández, quién le facilitó algunas cosas pedidas para que pudiera comenzar su tarea y le prometió otras. El 9 de junio, Solari se hizo cargo y habilitó los tres Libros que obligatoriamente debía llevar para registrar los bautismos, casamientos y defunciones.

Esta fecha es la que por transmisión oral fue difundida y asentada en el Libro de Crónicas Parroquiales -conservado actualmente en el archivo parroquial- y tomado por mucho tiempo como escrito en esa época, cuando en realidad este libro fue comenzado en el período 1920/1922 por el P. José Nostscher, y que diera lugar a la versión tan generalizada de la historia local relativo a este tema y de la cual Leoldo Yasú lo tomó como referencia, mencionándolo en su libro “Diamante” publicado en 1936 con motivo del Centenario de la Fundación de nuestro pueblo, afirmando que sin estar terminada totalmente la obra, se inauguró el nuevo templo bajo la advocación de San Cipriano, siendo sus padrinos el general Urquiza y doña Josefa Aguilera de Gutiérrez, esposa del coronel Valentín Gutiérrez; además que en ese acto se contó con la asistencia del delegado eclesiástico José Leonardo Acevedo, quien había estado durante varios días recorriendo la zona llevando a cabo una visita pastoral y realizando confirmaciones.

Debo decir que no se encuentran antecedentes de esta ceremonia en el Archivo del Arzobispado, tanto en los Legajos de Diamante y los de carácter administrativos, como así en el de Asuntos Eclesiásticos del Archivo General de Entre Ríos, que es depositario de mucha documentación de la época, ni que Acevedo hubiera venido a Diamante en ese momento.

Personalmente me inclino a pensar que en realidad este acto nunca se produjo, pues a los seis días Solari le escribió a Acevedo una carta -conservada actualmente en el archivo del Arzobispado- donde le comentó :”Desde el domingo pasado he comenzado a decir Misa en la sacristía, porque en la iglesia todavía no hay proporción; pero mañana la diré en la iglesia siendo ya arreglado el presbiterio para eso y a fin de que pueda caber mayor gente, que concurre numerosa principalmente en día de fiesta. Comencé también a poner Óleos y mañana voy a echar la primera proclama de un matrimonio.
Me parece que todavía necesitará mucho tiempo para concluirse la iglesia; faltan las puertas, los vidrios, el piso embaldosado, el altar, etc. y la obra va muy lenta por falta de brazos. Yo vivo en casa del señor Comandante; entre quince días podré, espero, vivir en la casa que para eso está trabajándose. Por lo demás yo me hallo muy bien en medio de estos buenos feligreses y creo que ellos también sean contentos de mi. De mi lado he de hacer lo posible para no faltar a mis deberes y a fin de que siga una buena armonía.
Cuando estaba para salir del Paraná encargué a aquel Notario que me hiciese el favor de escribirme los modelos de todos los expedientes que se necesitan para matrimonio, solicitación de dispensa, etc. y si él me los mandara, me haría un gran favor.
Creo que la casulla blanca que no he llevado conmigo porque no estaba acabada estará lista con lo demás que todavía no era concluido, y luego que el señor Cura me de aviso mandaré a traer todo.
No le mando las tablas de rezo porque todavía no ha llegado mi hermano por causa del viento contrario y luego que llegue se los mandaré a Usía. lo más pronto. Mil cosas y mil expresiones al señor Cura, D. Miguel Crespo, Galán y Veras, mientras será para mí de mayor honor y satisfacción el poder complacer en alguna cosa a Usía. de quién me ratifico con todas veras.
Su más afectuoso y reconocido servidor. Esteban Solari – Cura del Diamante.”

Esta carta llama la atención pues si Acevedo hubiera estado presente en el acto de inauguración aludido anteriormente, no tiene sentido que a la semana Solari le informe todo ello, ni que no haga ninguna referencia sobre la ceremonia de inauguración que se dice que existió, o que el gobernador Urquiza hubiese sido designado padrino, por la importancia que tenía su figura en ese momento.

De la correspondencia que se conserva del Pbro. Solari, esta es la única en que se puede apreciar que mantiene su buen estado de ánimo y una buena expectativa por la marcha de su iglesia. Su actividad fue múltiple y muy dinámica. Conjuntamente con el comandante Hernández decidieron nombrar en julio como mayordomo de fábrica de la Iglesia (responsable de llevar las cuentas) y encargado del cementerio a don Antonio Ríos -recordemos era a la vez el Juez de Paz-.

En agosto el carpintero Fourquet entregó terminado un armario, un confesionario, el Altar, el Sagrario, el Tabernáculo y tres nichos, continuándose la construcción del edificio que ya estaba en su parte final, y que fue suspendida unas semanas en octubre a causa de una epidemia en la Villa.

En enero de 1851, Esteban Rams y Rubert remitió las tres campanas encargadas por el ministro Galán, que fueron embarcadas en la goleta nacional "Estrella", y que luego también fueron parte de la leyenda como fundidas con el bronce de los cañones de Caseros tres años después.

En la Relación Estadística correspondiente a las novedades surgidas en ese mes en el departamento Diamante, elevada por Luis Hernández al ministro Galán, figuró que "el edificio de la Iglesia de esta población se concluyó el día 12 y está rindiendo el servicio a que fue destinado". Además gestionó por ser “de precisa necesidad” la construcción del cementerio que estaría destinado para la Parroquia, solicitando "se otorgue la aprobación para formarlo del modo que mejor convenga a la determinación superior". De este modo, se contó con un lugar destinado exclusivamente a la exhumación de los fallecidos católicos.

Luego del Pronunciamiento del general Urquiza del 1º de Mayo, las órdenes recibidas convulsionaron al pueblo, muchos diamantinos salieron a campaña y el incipiente movimiento comercial que se venía dando se vio menguado. Indudablemente esto repercutió en la vida de los habitantes y lo sintió el Padre Solari, pues el 11 de junio le escribió al Delegado Eclesiástico sin disimular su desánimo: "Me veo en la necesidad de poner en conocimiento de Usía., que no me es posible aguantar por más largo tiempo en este Curato. Lo que me ha sido prometido ya van dos meses, no se me ha dado; y no veo como se me pueda dar en seguida. Con carta fecha 29 de mayo le hice conocer también a este señor Comandante, el cual no me contestó hasta ahora, ni me dijo palabra sobre eso, aunque nos veamos todos los días. Este silencio me hace comprender mejor, lo que ya conocí en dos meses que sus promesas de él se disuelven en la nada, y por consiguiente deseo al concluir del corriente días más días menos salir de este punto.
Bien veo que las circunstancias presentes no son muy halagüeñas para esperar proposiciones mejores, que el cambiar de casa no produce sino trastornos y gastos, pero veo también que así siguiendo necesitaría después de algunos meses pedir prestado.
La franqueza con que tantas veces me ha honrado, me hace esperar, que me perdonará aquella, con que a Usía. le hablo, y que no recibirá en mala parte la determinación que he tomado, que no es, le puedo asegurar a Ud. ni para ponerme en pretensiones ni por defecto de buena voluntad; sino solamente porque a teniendo toda la responsabilidad, privaciones y dificultades que son inseparables de un pueblo recién formado, no tengo con lo que da este Curato, como vivir con decencia.
Por lo mismo le ruego a Ud. que quiera indicarme a quien debo entregar los útiles de esta Iglesia a la época de mi salida, o si será bueno que deje en poder del mayordomo de fábrica Don Benito Pujato los libros parroquiales, en caso no esté el nuevo Cura para recibírselos.
Saliendo de aquí, no pienso ir muy lejos, sino pasar a esa Capital, en donde me tendrá Usía a sus órdenes, y allí verá que dirección me será preciso tomar.
Le incluyo a Ud. copia de la cuenta sacada por el mismo mayordomo de fábrica, de lo que anticipé a la misma a fin de que aprobándole el Señor Ministro de Gobierno de orden que se me pague, como con el mismo lo había concertado el día 25 de mayo último.
En atención de sus órdenes, soy con el mejor respecto de Usía."

Sin esperar respuesta oficial, viajó a Paraná y se presentó en la iglesia San Miguel, quedándose allí.

También el comandante Hernández, enterado de la determinación de Solari, se apresuró a informarle la novedad al ministro Galán, expresándole: "Habiendo renunciado el Cura de esta Villa don Esteban Solari y estar para dejar la Parroquia, en actitud de retirarse ya, hago presente a V. S. que la utilidad que es consiguiente a un destino de esta clase, es bien conocida, y que el pueblo del Diamante sensible en sus facultades, le será fuerte hostilización: ruego pues a V. S. que si es dignado considerar con la propicia filantrópica benevolencia de V. S. con que protege esta población, reconocida, determine se le provea de un cura que tanto protege las aspiraciones del Exmo. Gobierno, del infrascrito y de todos".

Desde el gobierno provincial se tomaron los recaudos necesarios para actualizar la situación administrativa de Solari, Galán comunicó la baja a Hacienda y por consiguiente el receptor Agulla recibió la orden de retirarle la asignación de $ 25.- que le estaba acordado.

Pero no fue posible encontrar sustituto para cubrir la plaza vacante, por lo que en común acuerdo entre el gobierno provincial y la autoridad eclesiástica, se decidió que retomara su cargo hasta que se consiguiera reemplazante. Solari, aunque contrariado, cumplió la orden y regresó a Diamante.

No sólo se dedicó a sus deberes en el pueblo, sino que en pleno movimiento del cruce del Ejército Grande, el 28 de diciembre le informaba a su superior en Paraná: “después de la octava de Todos los Santos pienso salir con el Mayordomo de Fábrica Dn. Benito Pujato a dar una vuelta a toda la feligresía para recoger limosna para levantar el camposanto, deseo saber si, llevando conmigo todo lo necesario, podré en los puntos más importantes decir misa confesar, bautizar, pues me dice que no sería malo hacerlo, porque en esos lugares hay gente que nunca ha confesado ni comulgado, ni es fácil que vengan a la iglesia”.

No duró mucho la estadía del Cura en nuestro medio, viajando a Paraná para tratar de convencer a sus superiores que le concedan el traslado. Nuevamente intercedió Acevedo, prometiéndole seguramente hacer todas las gestiones para su reemplazo, pero así también dándole la orden que regresara y aguardara ese momento. Como incentivo y solución a algunos de sus problemas, desde el 1º de julio de 1852 y por orden directa de Urquiza, se le aumentó el subsidio mensual a $ 50, trasmitida al receptor Agulla para su cumplimiento, y que por no haberse seguido las instancias administrativas correspondientes, éste las notificó posteriormente.

Finalmente llegó el reemplazo a fines de octubre, cuando se designó provisoriamente como nuevo Cura de la Villa del Diamante al Pbro. Pedro Alegre, lo que permitió que el padre Solari dejara atrás su experiencia vivida entre los diamantinos, quedando de todas maneras en la historia como nuestro primer sacerdote estable.

Por Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

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