sábado, 20 de junio de 2009

EL P. JERÓNIMO SCHÖENFELD Y SU IMPRONTA EN DIAMANTE

El 20 de enero se cumple otro aniversario del fallecimiento de este sacerdote ocurrido en 1990, que en su paso por Diamante dejó indelebles marcas de su apasionada actividad a favor de la comunidad.

Nació en María Luisa, Dpto. Paraná, el 9 de setiembre de 1909, hijo de Juan Schöenfeld y Bárbara Gallinger. Egresó de Presbítero en 1934 en el Colegio Apostólico San Javier de Villa Calzada y se ordenó también en Villa Calzada el 7 de octubre de 1934.

Llegó a nuestra ciudad el 18 de febrero de 1940, donde además de cumplir con sus tareas pastorales, se hizo tiempo para llevar adelante tres grandes acciones: la construcción de la segunda parte de la Iglesia (luego suspendida entre el 41 al 45), desde la cúpula hasta su final con las torres incluidas; trabajar por la comunidad desde la política, por lo fue elegido Concejal y luego Vicepresidente 1º del Honorable Concejo Deliberante; y la tercera, en noviembre de 1943 la fundación de una escuela nocturna para jóvenes que no tenían la posibilidad de estudiar durante el día, y que en su proyección es la actual Escuela Pedro Goyena.

Referido a lo primero, impulsó con gran energía un tema que estaba estancado: la continuación de las obras del templo parroquial. Él mismo lo escribió en “El Eco Diamantino”, en su edición del 3 de noviembre de 1943: “Es un anhelo de todos de ver cuanto antes terminado el templo parroquial y las obras vinculadas con el ministerio parroquial, pero hasta el presente no se ha podido efectivizar debido a la indolencia de algunos, la falta de espíritu de los más. Dios para la realización de las obras exige el sacrificio de los suyos, porque quiere que los templos y obras de caridad social cristiana y demás obras parroquiales sean el exponente de la viva fe que impulsa al individuo a desprenderse de algo propio, para entregarlo, mejor dicho devolverlo a Dios.
Quisiera insinuar dos formas de recolectar los fondos necesarios: Primero, formar una sociedad pro culto, que rigiéndose por estatuto correría con la misión de la conscripción de socios que contribuyan mensualmente, y la otra es solicitar la contribución de todos los colonos de la parroquia con trigo y lino”

Los trabajos se iniciaron bajo su supervisión el 11 de marzo de 1946, y su idea era finalizarlos, faltando escasamente cuatro años, para celebrar el centenario de la fecha tan memorable en que Diamante había contado con su propio templo y Cura en 1850.

Rápidamente lo acompañaron comisiones y entidades ligadas a la Iglesia. La Liga Patriótica Argentina donó el piso del baptisterio que se encontraba en el nuevo cuerpo del templo parroquial, con los mármoles que pertenecieron a la Casa de la Confederación de Paraná, histórica por haber actuado en ella como Presidente el general Urquiza, como así se hicieron cargo de completar el ornamento y decorado de ese recinto y hacer la donación de una pila bautismal de mármol blanco.

En 1947, se comenzó a colocar el techo, con lo que terminó el contrato con el constructor Fogeler, aunque siguió dirigiendo los trabajos. Pero faltaban $ 3.000 para completar la suma necesaria para el cumplimiento del mismo.

Lamentablemente en octubre falleció Fogeler, continuando a cargo don Luis Taggiasco, que abandonó la obra cuando una torre estuvo terminada. Para continuar, se puso al frente de la tarea como capataz al Sr. Planiscig, dirigiendo el padre Jerónimo.

Cada vez se hacía mas difícil cumplir con las cuentas, por lo que el Cura seguía fogoneando a los fieles desde el periódico parroquial, expresando en junio de 1948: “Ante el angustioso llamado de la comisión Pro Templo ha podido notarse una consoladora reacción en casi todos los católicos diamantino, que desean ver terminado el templo, y que a la vez reconocen la grave responsabilidad que cargará sobre la generación actual, si por desidia se debe suspender el trabajo”

Su momento de alegría lo vivió seguramente el 24 de junio de 1950, cuando por la mañana resonaron en el templo los primeros golpes para retirar la pared provisoria que durante largos años había custodiado el sagrario. El domingo 30, cuando los fieles cumplieron con su obligación dominical se encontraron con el divisorio derrumbado y una corriente de aire invernal que calaba los huesos, según los testimonios del momento.

Finalmente, el acto oficial de inauguración se realizó para las fiestas patronales del 16 de setiembre, contando con la asistencia de Mons. Zenobio L. Guilland, confeccionándose una estampa alusiva.

Posteriormente continuó con los trabajos que permitieron darle su forma definitiva, como ser los pisos en el frente, escalera, etc.

La segunda faceta de su actividad en Diamante, la realizó como político, seguramente se dejó tentar de ser Concejal en la idea de utilizarlo como herramienta para llegar a todos los rincones del pueblo, pero a sabiendas el partido peronista que contaban con una personalidad arrolladora entre sus filas, que no quedaba en los discursos huecos, sino que era un gran hombre de concretar hechos y con gran idoneidad.

Que el Cura Párroco fuera integrante del H.C.D. no fue novedad en nuestro medio, ya en 1898 había ocupado una banca el presbítero Julián González, pero en este caso, Schöenfeld al participar en la sesión preparatoria del 4 de junio de 1952, fue elegido por sus pares como Vicepresidente 1º del cuerpo y reelegido luego para el período 1953/54.

Los entretelones políticos y religiosos de la época, seguramente tuvieron mucho que ver para que la superioridad religiosa decidiera trasladarlo momentáneamente a Valle María, obligándolo a dar un paso al costado de sus actividades comunales, por lo que el 5 de agosto de 1953 renunció a su banca.

Y su tercera faceta la cumplió en el área de la Educación, ejerciendo como docente en la Escuela de Artes y Oficios de Diamante como Maestro de Religión entre el 1º de mayo de 1944 hasta el 31 de diciembre de 1949 en que renunció. Allí se dio cuenta de los numerosos jóvenes que no asistían a la escuela, por la edad que tenían o porque ya trabajaban y no eran contenidos en sus necesidades de formación.

Desde la Parroquia realizó todas las gestiones necesarias, logrando que comenzara a funcionar una escuela como la Nocturna Particular Nº 150, siendo su primer Director el entonces joven Daniel Mernes.

Poco a poco se fue afirmando el prestigio de la institución, muchos fueron los alumnos que pasaron por sus aulas y con el correr de los años se hicieron cargo sucesivamente de la Dirección el señor Bustamante Verón y luego el mismo P. Jerónimo, a cuyo cargo se encontraba en 1951, secundado por las experimentadas maestras María G. de Buschiazzo, Elvira G. de González y Srta. Margarita Grüning Gadea.

No es fácil dilucidar los entretelones para que se decidiera fiscalizarla, pero seguramente fue el P. Schöenfeld que deseando asegurar la continuidad de la escuela y la necesidad de contar con los elementos y partidas suficientes para ello, que conjuntamente con las autoridades educativas, llegaron a tomar esta decisión por Decreto Nº 2346 M.E. de fecha 24 de setiembre de 1952, cumplimentándose el 10 de noviembre, suscribiéndose el acta respectiva por parte del subinspector escolar Reynaldo R. Mernes, a los efectos de operar la transferencia decretada y dar posesión al nuevo personal designado.

De esa manera, a partir de ese momento y con la dirección de la Sra. María García de Buschiazzo comenzó a funcionar como de la Escuela Fiscal Nocturna Nº 41, la que luego recibió el nombre de “Pedro Goyena”.

De esa manera, el P. Schöenfeld vio cumplido su sueño y garantizada la continuidad en el tiempo del establecimiento, pues el 5 de marzo de 1953 se conoció su traslado a Valle María, después de estar 13 años en Diamante. A fines de julio fue nombrado Cura Párroco del lugar, donde seis años más tarde celebró sus Bodas de Oro Sacerdotales.

Posteriormente fue trasladado a San Salvador de Jujuy, donde continuó con su incansable tarea. Allí falleció en 1990. En su honor, en esa ciudad, la Escuela Nº 430 lleva su nombre.

Un trabajo de Ricardo César Brumatti

Cronista Histórico de Diamante

LAS DESVENTURAS DEL PRIMER CURA DE DIAMANTE: PBRO. ESTEBAN SOLARI

He desarrollado en trabajos anteriores como se levantó el primer templo documentado que tuvimos en Diamante, producto del plan de obras públicas del gobierno del general Urquiza, que determinó que se lo construyera a partir de 1848 y se lo terminara en 1851 y es el hoy convertido en casa parroquial.

A pesar de los problemas que se suscitaron durante su construcción, porque en algunos momentos no llegaron en tiempo las partidas de dinero para hacer frente al pago de los albañiles y a los artesanos que se encargaron de la confección de las aberturas, rejas, etc., o la provisión de distintos materiales, que obligó a que la Comisión Administradora reclamara en varias oportunidades al receptor Agulla la entrega de las cantidades para hacer frente a los gastos semanales, que era la forma en que se iban abonando y que obligó a éste a hacerlo a su vez al ministro Vicente del Castillo, como en el caso del realizado el 6 del diciembre de 1849 que le informaba: "los fondos que Ud. me mandó últimamente de la Caja de la Capital hubiesen alcanzado más si la inversión fuera solamente el pago de albañiles peones, agua y arena, pero a esto se le agrega obras de carpintería y herrería, más el importe de ocho mil baldosas que se descargaron ayer venidas de Buenos Aires"; la obra fue adelantando y a mediados de 1850 ya estaba lo suficientemente adelantada como para que se trajera un sacerdote y comenzara su labor evangélica.

En vista que se estaban haciendo las gestiones para la designación del Cura que se haría cargo, el padre Miguel Vidal, Cura y Vice 1º de la Matriz de la Capital, quien realidad era el titular también de Diamante, pues la nuestra era una Viceparroquia y dependía de aquella, compró ornamentos y diferentes utensilios para la nueva iglesia, entre lo que se encontraba galón y tafetán negro, candeleros, género para casullas, género morado, etc.

Mientras tanto, el general Urquiza sugirió a fines de marzo como posible candidato para ocupar el Curato del nuevo templo al Pbro. José Argüello, que aún no había terminado sus estudios teológicos y de oratoria sagrada, pero al serle ofrecido el puesto contestó negativamente, pues conocía el pueblo y según su opinión tenía pocos vecinos y “prometía poco”, lo que fue comprendido por Vidal, decidiendo que quedara en Paraná para completar su preparación. Finalmente, la autoridad eclesiástica nombró con fecha 1º de junio como Presbítero Teniente de la Vice Parroquia de la Villa a don Esteban Solari, recibiendo la orden Agulla de hacer abono en forma mensual de la suma de $ 25.- en calidad de subsidio hasta nueva disposición.

A su vez, sabiéndose acá de su llegada, se comenzaron a construir dos piezas con techo pajizo para que sirvieran de alojamiento, las que no se terminaron a tiempo.

El padre Solari llegó a Diamante e inmediatamente tomó contacto con el comandante militar Luis Hernández, quién le facilitó algunas cosas pedidas para que pudiera comenzar su tarea y le prometió otras. El 9 de junio, Solari se hizo cargo y habilitó los tres Libros que obligatoriamente debía llevar para registrar los bautismos, casamientos y defunciones.

Esta fecha es la que por transmisión oral fue difundida y asentada en el Libro de Crónicas Parroquiales -conservado actualmente en el archivo parroquial- y tomado por mucho tiempo como escrito en esa época, cuando en realidad este libro fue comenzado en el período 1920/1922 por el P. José Nostscher, y que diera lugar a la versión tan generalizada de la historia local relativo a este tema y de la cual Leoldo Yasú lo tomó como referencia, mencionándolo en su libro “Diamante” publicado en 1936 con motivo del Centenario de la Fundación de nuestro pueblo, afirmando que sin estar terminada totalmente la obra, se inauguró el nuevo templo bajo la advocación de San Cipriano, siendo sus padrinos el general Urquiza y doña Josefa Aguilera de Gutiérrez, esposa del coronel Valentín Gutiérrez; además que en ese acto se contó con la asistencia del delegado eclesiástico José Leonardo Acevedo, quien había estado durante varios días recorriendo la zona llevando a cabo una visita pastoral y realizando confirmaciones.

Debo decir que no se encuentran antecedentes de esta ceremonia en el Archivo del Arzobispado, tanto en los Legajos de Diamante y los de carácter administrativos, como así en el de Asuntos Eclesiásticos del Archivo General de Entre Ríos, que es depositario de mucha documentación de la época, ni que Acevedo hubiera venido a Diamante en ese momento.

Personalmente me inclino a pensar que en realidad este acto nunca se produjo, pues a los seis días Solari le escribió a Acevedo una carta -conservada actualmente en el archivo del Arzobispado- donde le comentó :”Desde el domingo pasado he comenzado a decir Misa en la sacristía, porque en la iglesia todavía no hay proporción; pero mañana la diré en la iglesia siendo ya arreglado el presbiterio para eso y a fin de que pueda caber mayor gente, que concurre numerosa principalmente en día de fiesta. Comencé también a poner Óleos y mañana voy a echar la primera proclama de un matrimonio.
Me parece que todavía necesitará mucho tiempo para concluirse la iglesia; faltan las puertas, los vidrios, el piso embaldosado, el altar, etc. y la obra va muy lenta por falta de brazos. Yo vivo en casa del señor Comandante; entre quince días podré, espero, vivir en la casa que para eso está trabajándose. Por lo demás yo me hallo muy bien en medio de estos buenos feligreses y creo que ellos también sean contentos de mi. De mi lado he de hacer lo posible para no faltar a mis deberes y a fin de que siga una buena armonía.
Cuando estaba para salir del Paraná encargué a aquel Notario que me hiciese el favor de escribirme los modelos de todos los expedientes que se necesitan para matrimonio, solicitación de dispensa, etc. y si él me los mandara, me haría un gran favor.
Creo que la casulla blanca que no he llevado conmigo porque no estaba acabada estará lista con lo demás que todavía no era concluido, y luego que el señor Cura me de aviso mandaré a traer todo.
No le mando las tablas de rezo porque todavía no ha llegado mi hermano por causa del viento contrario y luego que llegue se los mandaré a Usía. lo más pronto. Mil cosas y mil expresiones al señor Cura, D. Miguel Crespo, Galán y Veras, mientras será para mí de mayor honor y satisfacción el poder complacer en alguna cosa a Usía. de quién me ratifico con todas veras.
Su más afectuoso y reconocido servidor. Esteban Solari – Cura del Diamante.”

Esta carta llama la atención pues si Acevedo hubiera estado presente en el acto de inauguración aludido anteriormente, no tiene sentido que a la semana Solari le informe todo ello, ni que no haga ninguna referencia sobre la ceremonia de inauguración que se dice que existió, o que el gobernador Urquiza hubiese sido designado padrino, por la importancia que tenía su figura en ese momento.

De la correspondencia que se conserva del Pbro. Solari, esta es la única en que se puede apreciar que mantiene su buen estado de ánimo y una buena expectativa por la marcha de su iglesia. Su actividad fue múltiple y muy dinámica. Conjuntamente con el comandante Hernández decidieron nombrar en julio como mayordomo de fábrica de la Iglesia (responsable de llevar las cuentas) y encargado del cementerio a don Antonio Ríos -recordemos era a la vez el Juez de Paz-.

En agosto el carpintero Fourquet entregó terminado un armario, un confesionario, el Altar, el Sagrario, el Tabernáculo y tres nichos, continuándose la construcción del edificio que ya estaba en su parte final, y que fue suspendida unas semanas en octubre a causa de una epidemia en la Villa.

En enero de 1851, Esteban Rams y Rubert remitió las tres campanas encargadas por el ministro Galán, que fueron embarcadas en la goleta nacional "Estrella", y que luego también fueron parte de la leyenda como fundidas con el bronce de los cañones de Caseros tres años después.

En la Relación Estadística correspondiente a las novedades surgidas en ese mes en el departamento Diamante, elevada por Luis Hernández al ministro Galán, figuró que "el edificio de la Iglesia de esta población se concluyó el día 12 y está rindiendo el servicio a que fue destinado". Además gestionó por ser “de precisa necesidad” la construcción del cementerio que estaría destinado para la Parroquia, solicitando "se otorgue la aprobación para formarlo del modo que mejor convenga a la determinación superior". De este modo, se contó con un lugar destinado exclusivamente a la exhumación de los fallecidos católicos.

Luego del Pronunciamiento del general Urquiza del 1º de Mayo, las órdenes recibidas convulsionaron al pueblo, muchos diamantinos salieron a campaña y el incipiente movimiento comercial que se venía dando se vio menguado. Indudablemente esto repercutió en la vida de los habitantes y lo sintió el Padre Solari, pues el 11 de junio le escribió al Delegado Eclesiástico sin disimular su desánimo: "Me veo en la necesidad de poner en conocimiento de Usía., que no me es posible aguantar por más largo tiempo en este Curato. Lo que me ha sido prometido ya van dos meses, no se me ha dado; y no veo como se me pueda dar en seguida. Con carta fecha 29 de mayo le hice conocer también a este señor Comandante, el cual no me contestó hasta ahora, ni me dijo palabra sobre eso, aunque nos veamos todos los días. Este silencio me hace comprender mejor, lo que ya conocí en dos meses que sus promesas de él se disuelven en la nada, y por consiguiente deseo al concluir del corriente días más días menos salir de este punto.
Bien veo que las circunstancias presentes no son muy halagüeñas para esperar proposiciones mejores, que el cambiar de casa no produce sino trastornos y gastos, pero veo también que así siguiendo necesitaría después de algunos meses pedir prestado.
La franqueza con que tantas veces me ha honrado, me hace esperar, que me perdonará aquella, con que a Usía. le hablo, y que no recibirá en mala parte la determinación que he tomado, que no es, le puedo asegurar a Ud. ni para ponerme en pretensiones ni por defecto de buena voluntad; sino solamente porque a teniendo toda la responsabilidad, privaciones y dificultades que son inseparables de un pueblo recién formado, no tengo con lo que da este Curato, como vivir con decencia.
Por lo mismo le ruego a Ud. que quiera indicarme a quien debo entregar los útiles de esta Iglesia a la época de mi salida, o si será bueno que deje en poder del mayordomo de fábrica Don Benito Pujato los libros parroquiales, en caso no esté el nuevo Cura para recibírselos.
Saliendo de aquí, no pienso ir muy lejos, sino pasar a esa Capital, en donde me tendrá Usía a sus órdenes, y allí verá que dirección me será preciso tomar.
Le incluyo a Ud. copia de la cuenta sacada por el mismo mayordomo de fábrica, de lo que anticipé a la misma a fin de que aprobándole el Señor Ministro de Gobierno de orden que se me pague, como con el mismo lo había concertado el día 25 de mayo último.
En atención de sus órdenes, soy con el mejor respecto de Usía."

Sin esperar respuesta oficial, viajó a Paraná y se presentó en la iglesia San Miguel, quedándose allí.

También el comandante Hernández, enterado de la determinación de Solari, se apresuró a informarle la novedad al ministro Galán, expresándole: "Habiendo renunciado el Cura de esta Villa don Esteban Solari y estar para dejar la Parroquia, en actitud de retirarse ya, hago presente a V. S. que la utilidad que es consiguiente a un destino de esta clase, es bien conocida, y que el pueblo del Diamante sensible en sus facultades, le será fuerte hostilización: ruego pues a V. S. que si es dignado considerar con la propicia filantrópica benevolencia de V. S. con que protege esta población, reconocida, determine se le provea de un cura que tanto protege las aspiraciones del Exmo. Gobierno, del infrascrito y de todos".

Desde el gobierno provincial se tomaron los recaudos necesarios para actualizar la situación administrativa de Solari, Galán comunicó la baja a Hacienda y por consiguiente el receptor Agulla recibió la orden de retirarle la asignación de $ 25.- que le estaba acordado.

Pero no fue posible encontrar sustituto para cubrir la plaza vacante, por lo que en común acuerdo entre el gobierno provincial y la autoridad eclesiástica, se decidió que retomara su cargo hasta que se consiguiera reemplazante. Solari, aunque contrariado, cumplió la orden y regresó a Diamante.

No sólo se dedicó a sus deberes en el pueblo, sino que en pleno movimiento del cruce del Ejército Grande, el 28 de diciembre le informaba a su superior en Paraná: “después de la octava de Todos los Santos pienso salir con el Mayordomo de Fábrica Dn. Benito Pujato a dar una vuelta a toda la feligresía para recoger limosna para levantar el camposanto, deseo saber si, llevando conmigo todo lo necesario, podré en los puntos más importantes decir misa confesar, bautizar, pues me dice que no sería malo hacerlo, porque en esos lugares hay gente que nunca ha confesado ni comulgado, ni es fácil que vengan a la iglesia”.

No duró mucho la estadía del Cura en nuestro medio, viajando a Paraná para tratar de convencer a sus superiores que le concedan el traslado. Nuevamente intercedió Acevedo, prometiéndole seguramente hacer todas las gestiones para su reemplazo, pero así también dándole la orden que regresara y aguardara ese momento. Como incentivo y solución a algunos de sus problemas, desde el 1º de julio de 1852 y por orden directa de Urquiza, se le aumentó el subsidio mensual a $ 50, trasmitida al receptor Agulla para su cumplimiento, y que por no haberse seguido las instancias administrativas correspondientes, éste las notificó posteriormente.

Finalmente llegó el reemplazo a fines de octubre, cuando se designó provisoriamente como nuevo Cura de la Villa del Diamante al Pbro. Pedro Alegre, lo que permitió que el padre Solari dejara atrás su experiencia vivida entre los diamantinos, quedando de todas maneras en la historia como nuestro primer sacerdote estable.

Por Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

EL LITIGIO POR LA FABRICACIÓN DE LOS LADRILLOS PARA EL TEMPLO

He desarrollado en varios trabajos anteriores, que el pueblo del Diamante tuvo en 1848 el nacimiento de sus primeras instituciones a través de nombramientos ordenados por el general Urquiza. Así se organizó la comandancia militar, siendo nombrado Luis Hernández para asumir como titular.

Otro cargo que se creó fue el de Receptor de Rentas, cumpliendo con el importante papel que le correspondía en cuanto al manejo de los dineros públicos y el cobro de impuestos, Urquiza no dudó en designar a un hombre de su entera confianza y que había cumplido tareas personales para él y en oficinas en la costa del Uruguay: Dn. Manuel Agulla.

Muchas fueron las iniciativas que tuvo el comandante Hernández, pues Diamante no dejaba de ser un caserío que estaba creciendo sin ningún tipo de organización. Las primeras acciones tendientes a tratar de marcar aunque sea la cuadrícula de las manzanas y sus respectivas calles, a pesar que al poco tiempo de la fundación se habían delineado y amojonado por parte del agrimensor André, se habían borrado y le tocó a Ruiz Moreno gestionar que se volvieran a realizar. Con tal fin, el gobierno provincial encomendó durante 1846 para que la completara don Ruperto Pérez, quien finalizó su trabajo a fines de agosto del año siguiente; aunque posteriormente la perfeccionaría en sus detalles otro agrimensor: Dn. Francisco Solano Crespo.

Entre las tantas órdenes recibidas por Luis Hernández, seguramente la más deseada por la necesidad manifiesta que tenía la pequeña población de la Villa, era la construcción de un templo, tratándose del primer edificio con características modernas y utilizando material no empleado hasta en ese momento en el lugar, formando parte del plan de obras públicas diseñado por el gobernador y que el doctor Pedro Serrano, en ese momento residente en Concepción del Uruguay, se encargó de describir detalladamente en su obra "La riqueza Entre-riana" por la que se levantaron en las ciudades más importantes de la Provincia, escuelas, iglesias, sedes para las comandancias, etc.

La expectativa fue muy grande, pues a pesar que gran parte de los elementos que se necesitaban se debían traer de afuera, otros podrían ser fabricados en Diamante, como los ladrillos, aberturas, herrajes, etc., a la vez que generaba mano de obra local.

Urquiza con fecha 25 de setiembre de 1848, le ordenó al comandante Hernández que "con motivo que en esta Villa se ha de construir un templo y algunos otros edificios públicos por cuenta del Estado, es conveniente vea el modo de conseguir algunos individuos inteligentes en hacer ladrillos siendo de probidad y teniendo buenas recomendaciones. No tienen como poner en planta algunos hornos y con preferencia se tomará ladrillo que necesite para las obras públicas al precio corriente".

Inicialmente se pensaba traer gente de Victoria, como fue una de las sugerencias del gobernador, lo que dio lugar a la tan conocida leyenda, entre otras, que ese material o los peones fueron traídos desde ese destino, cuando en realidad, Hernández con gran sentido de la previsión y en su interés de promover el crecimiento de las actividades de producción de la Villa, ya había dado ese paso, por lo que le contestó que "el coronel Santiago Cardozo y el Alférez de la 5ª División don Gregorio Hernández han recibido del Estado dinero para formar sus fábricas, han construido un material superior y tiene alguna cantidad ya quemada y para tomarlo deseo me diga V. S. si debo tomar para el templo, comandancia u otro edificio para con arreglo a que sea descargado en el sitio que corresponde".

En realidad, en el caso del coronel Cardozo, Urquiza ya tenía conocimiento, pues poco tiempo antes y aprovechando que se debía enviar correspondencia a San José, Luis Hernández lo envió acompañado de una nota de recomendación, en la que le expresaba al gobernador: “Mi querido General: “El Coronel Cardozo conductor de esta marcha a la presencia de V.E. con el exclusivo interés de solicitar de V.E. el como poder emprender un trabajo de material, contando con un cortador superior y convenido de que le dejará alguna utilidad, deja un lugar elegido muy aparente para el efecto.
Como no pudiera encontrar otra ocupación que el que pudiere adquirir los medios de su subsistencia, yo mismo le he indicado, teniendo en vista la orden de V.E. con respeto a aprovechar hombre de industria y principalmente de este arte, a más del hombre que el tiene a su lado, tengo otro venido de Santa Fe con el fin de que lo acompañe a él del mismo oficio.
Yo le he ofrecido tomar en casa lo verifique una cantidad de material, para la obra de la Iglesia".

Cuando se decidió que la obra del templo se iniciara, el maestro constructor Mateo Santa Cruz realizó el trazado en donde se iba a comenzar a cavar los cimientos, acto que fue aprobado a través de una visita personal del ministro Galán, ante el pedido de nuestro Comandante que le había referido: "porque ese día se abren los cimientos de la obra del Estado y su presencia aquí nos sería muy necesaria, porque me temo se cometa algún error en la delineación y en tal caso es tiempo de enmendarse".

Los primeros tirantes encargados en número de cuarenta ya habían llegado en el patache nacional "Filomeno", las primeras doscientas fanegas de cal se había adquirido en Paraná a la firma Garrigó "por ser la cal de este señor más acomodada y de calidad aparente para mezcla", por lo que se procedió a comprar el ladrillo.

Así es que se adquirió la primer partida, eligiendo Hernández entre los dos hornos del pueblo al de su primo Silvestre, quién trabajaba en sociedad con un hermano: Gregorio, informando inmediatamente del hecho al ministro de hacienda Vicente del Castillo, que lo había efectuado "a ocho pesos el millar y tengo recibido diez mil y plazo de ocho días para recibir otro tanto, deseo se digne mandarme orden para el pago para que así puedan seguir el trabajo los encargados como se los he prometido".

Esta elección de quién fue el proveedor estuvo acompañada por la queja de Cardozo, que le manifestó al Comandante su creencia que había favoritismo en ella por el parentesco que unía las partes, sacando a relucir además algunas desavenencias pasadas, lo que desembocó en un distanciamiento personal y un litigio que sumó a muchos otros allegados. A pesar que Cardozo luego hizo una pequeña entrega, los problemas siguieron. La presión y los agravios que sufrió fueron tales, que ante el cariz que tomaba la situación y ante el peligro al que se creía sometido, decidió irse del pueblo sin antes hacerle llegar a través de conocidos, su versión al general Urquiza para que intercediera.

La ida de Cardozo, dejando abandonadas las instalaciones, su casa y una lancha en el puerto, dio lugar a la instrucción de una causa judicial, en la que seguramente la más grave acusación fue la de "salvaje unitario".

Los comentarios sobre la situación producida llegaron a oídos de Urquiza, que indudablemente tenía "muy aceitados sus servicios de informaciones", y ante la duda por las distintas versiones y tratando de interiorizarse, decidió consultar a su hombre de confianza: Agulla. El Receptor, en carta fechada el 7 de setiembre de 1849, le informó entre otras consideraciones que son muy curiosas, porque desnuda algunas cuestiones que sucedían en el pueblo en esa época: “Mi querido señor Gobernador: Es en mi poder la respetable carta de V.E. fechada el 1º del que rige. Quedo enterado de lo que en ella se sirve ordenarme, así como también del contenido de la que con la misma me adjuntaba y que devuelvo incluido con esta. Algo delicada esta comisión que V.E. me encarga, pero la cumpliré con decir a V.E. la verdad de cuanto sepa en prueba de la lealtad que debo a la muy querida persona de V.E.
Cuanto expone Cardozo respecto al ladrillo no es exacto, ya Hernández había contratado mucha parte o el todo del material que se necesitaba para la obra de la iglesia y por consiguiente no sé como quería Cardozo que se le paguen a él a $ 10 el millar cuando el que había contratado costaba $ 8.
Si se le atribuyen a Cardozo que se halla llevado dos muchachos de las barrancas, tiene razón en decir que es una calumnia, por que éstos se fueron algunos días antes que él".

Luego de otros detalles sucedidos en la Villa, cerraba su misiva, expresando "No es mi objeto justificar la abominable conducta del ingrato Salvaje Unitario Cardozo, no señor; pero según he oído fue Hernández quién lo precipitó a tener que fugar. Yo sólo soy sabedor de que a Cardozo se lo miraba con mucho desprecio, hasta el extremo de no invitarlo a tener parte de los regocijos públicos de mayo y julio.
He sido demasiado extenso y el asunto es para llenar mucho más papel. Si me fuera posible hablar con V.E. entonces sabría más pormenores.
Soy mi siempre querido Gral. su muy obediente y leal servidor”.

Lo ocurrido, que tuvo otras idas y venidas, convenció a Urquiza de transparentar la administración de la obra del templo y evitar cualquier otro problema, por lo que ordenó formar una Comisión que se encargara de la tarea y cumpliera estrictamente con todas los requisitos. Fueron nombrados para integrarla los vecinos Antonio Ríos (era el Juez de Paz), Benito Pujato y Domingo Madolell, quienes debieron trabajar coordinadamente con Agulla, que a la vez era el encargado de hacerles llegar los fondos necesarios. Además todos los comprobantes que se extendieron, tuvieron que ser firmados y avalados por el comandante Hernández, que debieron ser asentados y que fue comenzado a llevar desde octubre de ese 1849, un "Libro registro de gastos en la obra de la iglesia llevada por la Comisión Administradora", que fue cerrado el 24 de marzo de 1851, momento en que se elevó para su aprobación por el ministro Del Castillo.

Este hecho, sirve para profundizar el estudio de esa etapa que vivió Diamante en el comienzo de su existencia, la construcción de nuestro primer templo y tomar posición en cuanto a la veracidad de la leyenda que algunos continúan repitiendo y para mí totalmente infundada, que ese edificio iba a ser inicialmente una escuela y se modificó para templo, costeándose con un dinero dejado en su testamento por Cipriano de Urquiza, cuestión que no existió, comprobable con la rica documentación que ha quedado archivada no sólo de los actos oficiales, sino además, como la que incluyo para la elaboración de este trabajo, de cuestiones personales y reservadas, obrantes en los Archivos General de la Nación, de la Provincia de Entre Ríos y del Arzobispado en Paraná.

Un trabajo de Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

DIAMANTE Y SUS PATRONOS

Anualmente la ciudad de Diamante se engalana en setiembre por dos celebraciones, el 16 con su fiesta patronal en memoria de San Cipriano, que desde 1850 ha acompañado a sus fieles y el 24 por el Día de la Virgen de la Merced, bajo cuya advocación fue construido el nuevo templo a partir de 1899.

Pero como una constante de la curiosa historia diamantina, un día nos enteramos que teníamos también otro Patrono: San Francisco Javier, y que por una omisión histórica no había sido tenido en cuenta durante años.

Para entender este proceso debemos retrotraernos al momento de la fundación de Diamante en 1836, cuando se redactó la Ley que declaraba al nuevo pueblo bajo la protección de este último Santo.

Esta fundación, en realidad se trató de un acto jurídico sobre una localidad que ya existía de hecho desde tiempo atrás, no acompañándose con otras medidas que la organizara.

La vida religiosa de sus habitantes, reforzada por la fe de esos Guaraníes llegados en 1832 y que formaron en gran parte su base poblacional, tuvo su centro de reunión en una capilla de paredes de adobe y techo pajizo, donde –según afirma la tradición y estudios posteriormente realizados- se veneraba a la estatuilla del Santo que aún se conserva como reliquia. Allí se recibía visitas pastorales desde Paraná, que permitía entre otras cosas, administrar bautismos y casamientos.

Así es que en los archivos del Arzobispado de Paraná hay testimonios de la época, donde al margen de las anotaciones de los sacramentos brindados, se colocaba el membrete “Capilla Interina de los Indios Diamante”. Al no existir ningún archivo en el lugar, no quedó libro ni oficio que documentara acciones de gobierno del Comisionado ni testimonios de estas actividades religiosas.

Los avatares políticos del momento en la provincia, hizo que Diamante viviera una situación extrema, donde sus habitantes se vieron reducidos en gran medida, murieron en combate mucho de ellos, incluso sus dos últimos comisionados: el Teniente Marcos Cuello y el Capitán Antonio Muñoz.

Para ilustrar el desconocimiento que había sobre detalles de esa etapa, en 1841 se envió desde el gobierno provincial una consulta sobre si tenían datos en el lugar sobre la existencia de una Ley de fundación, pues no se encontraban archivados antecedentes, y si así era, cual era la fecha de su sanción. La respuesta enviada desde aquí fue que se creía que sí y que mencionaban algunos viejos habitantes, podía ser datada en octubre o noviembre de 1836.

Lo cierto es que Urquiza como gobernador organizó sus primeras instituciones a partir del 4 de Julio de 1848, mandándose a construir un templo al poco tiempo, decidiéndose designar a San Cipriano como su Patrono.

El análisis de esta situación, permite deducir que quienes ocuparon todos los cargos públicos eran personas recién llegada y no tuvieron constancia de lo acontecido anteriormente, obrando de buena fe al ignorar la existencia de un patrono fundacional. Tal es así que al fallecer algunos de ellos, como don Antonio Ríos, el primer Juez de Paz o posteriormente en un homenaje al coronel Luis Hernández, primer comandante Militar, se le atribuyeron actuaciones como fundadores del pueblo.

Creo que las primeras pistas de la omisión cometida fueron encontradas y divulgadas por el Dr. Martín Ruiz Moreno, un hombre que creció en Diamante en la época de la fundación, desde donde emigró para realizar sus estudios, recibiéndose de Abogado. Tuvo una gran trayectoria pública, ocupando importantes cargos, entre ellos organizador y director del Archivo de la Provincia, donde indudablemente no dejó de prestar atención a los papeles que correspondían a su pueblo adoptivo. Al escribir en 1896 su obra “La Provincia de Entre Ríos y sus leyes sobre tierras”, sacó a la luz el tema.

A partir de allí y en distintas etapas, los fieles diamantinos gestionaron que se recuperara la figura del santo al sitial que le correspondía, lo que finalmente se logró el 1º de diciembre de 1996 cuando se realizó la proclamación eclesial de San Francisco Javier como 2º Patrono de Diamante.

El nuevo templo y la Virgen de la Merced

Colocada su piedra fundamental en 1899, se decidió ponerlo bajo la advocación de la Virgen de la Merced, lo que dio lugar que un grupo de fieles reclamara ante el Obispo por la creencia que podía ser dejado de lado San Cipriano, lo que debió ser salvado por el P. Grütter, que le escribió a su superior "no es nuestro ánimo cambiar el patrono de la parroquia, que lo será siempre el glorioso San Cipriano Mártir".

Un trabajo de Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

CENTENARIO DE LA COLOCACION DE LA PIEDRA FUNDAMENTAL Y CONSTRUCCION DEL TEMPLO PARROQUIAL

Publicado en "El Supremo" Nros 616, 618 y 622

Creo oportuno escribir sobre la construcción de nuestro templo, al cumplir éste la presente semana el centenario de la colocación de su piedra fundamental.

En los Nº 516 y 518 de "EL SUPREMO" desarrollé de que manera tuvimos el primero y que hoy sirve como casa parroquial, quedando como vestigio de la primer obra pública realizada en Diamante, construido como "Templo Provisional hasta tanto se construyera una iglesia". El crecimiento de la población y el paso de los años, produjeron que el citado edificio fuera quedando cada vez con más limitación para cumplir su finalidad, lo que motivó fuera unos de los temas tratado en cuanta reunión se hiciera por los allegados de las distintas comisiones y los fieles diamantinos.

Ha quedado registrado ya en 1891, la reunión de un grupo de vecinos, donde se estudiaron ideas que condujeran al ensanchamiento de la iglesia parroquial, contando con la presencia del entonces presidente municipal don Antonio Hernández.

Mantener en condiciones el edificio requería cada vez mayores esfuerzos, y gracias, por ejemplo, a la actividad de los miembros de la Congregación del Sagrado Corazón, que durante 1892 costearon refacciones abonando los servicios de albañiles, carpinteros, herreros y pintores, se lograba medianamente hacerlo. También en 1893 se pintó el frente, siendo los colores elegidos para los pilares y cornisas el blanco y el centro en amarillo claro.

Pero más allá de todos estos esfuerzos, no se encontraban ni estaban dadas las condiciones para encarar una obra que solucionara la carencia de un templo acorde a las necesidades de los fieles. Pero así mismo, en el año 1895 se encargó a Buenos Aires, la realización del proyecto para su construcción, que la llevó a cabo el arquitecto J. B. Arnaldi y del cual ha quedado una copia que aún hoy se conserva, pero que luego fue desechado.

Y acá es donde apareció el elemento que hacía falta. Se trató de la llegada el 12 de noviembre de 1895 al puerto de Diamante de las cuatro primeras Hermanas de la Congregación del Verbo Divino, enviadas con destino misional a Marienthal (hoy Valle María), lo que dio pie a que casi inmediatamente se planeara instalar también un colegio en Diamante. Así es que el 14 de setiembre de 1896, se elevó a la Corporación Municipal un acta de presentación de la Congregación, representada por el P. Gregorio Becker, solicitando terrenos apropiados para establecer dicho colegio para niñas y dirigidas por Hermanas de la Sociedad "Espíritu Santo", comprometiéndose dicha Institución a construir un edificio para 50 internas al principio, y en el término de tres años edificar un colegio según plano para 200 internas y externas, ofreciendo arreglar los terrenos que no ocupe con jardines. Posteriormente y por dictamen de la Comisión de Asuntos Generales debieron presentar el plano del edificio a construir.

Esta actuación es la que abrió dos puertas: la posibilidad que la nueva Congregación cubriera el Curato de Diamante, ya que desde Paraná se tropezaba con algunas dificultades para ello y la llegada de personal idóneo en realizar grandes construcciones.

Esto motivó que durante 1898, durante la gestión como Cura Párroco del Pbro. José Antonio González, quien elevó la renuncia al cargo con el fin de regresar a España, su país natal, y a través de un pedido del prelado diocesano monseñor de la Lastra, se llevara a cabo el 1º de mayo, un convenio entre el Obispado de Paraná y la Congregación del Verbo Divino, para que se hiciese cargo de la parroquia dicha Congregación, nombrándose en la fecha Cura Vicario al P. Ludgero Grütter.

Prácticamente al mismo tiempo se decidió llevar a cabo las dos grandes obras: el necesitado templo para cubrir las necesidades del pueblo y el proyectado colegio.

En setiembre de 1899 se facultó al P. Grütter a colocar la piedra fundamental y que el nuevo templo se construyera bajo el título de Nuestra Señora de las Mercedes, "...advirtiendo al mismo tiempo que al designar como titular del nuevo templo a la Santísima Virgen de la Merced, no es nuestro ánimo cambiar el patrono de la parroquia, que lo será siempre el glorioso San Cipriano Mártir..."

Dicho acto, como consta en el Libro de Crónicas Parroquiales, se llevó a cabo el día 16 como parte de las fiestas patronales de San Cipriano, a pesar que algunos autores lo dan como el día 24 para la fiesta de la Virgen, documentando este hecho material periodístico de la época. Por tal motivo se emitió una medalla conmemorativa al hecho. Esta muestra de un lado la imagen del futuro templo con la inscripción "Piedra Fundamental de la Iglesia Parroquial del Diamante" - 1899 - , y al reverso, la imagen de la Virgen y la inscripción: "Virgen de la Merced - Ruega por nosotros".

La obra avanzó rápidamente, y durante el año siguiente, el 25 de marzo se inauguró la primera parte del nuevo templo, que consistió en la sacristía, seis metros del presbiterio y una parte de la nave central.

El 19 de setiembre de 1900 se autorizó a P. Grütter a transformar la antigua iglesia en casa parroquial e invertir en esta obra la cantidad de $ 1.000.-

Al otro año, estando a cargo como Cura Párroco el P. Weber, en el mes de setiembre se reiniciaron las obras, ensanchándose el presbiterio y continuando la nave central.

El 3 de febrero de 1902 se dio principio a la construcción del colegio. El padre Bohne dirigió personalmente la obra, siendo autor del plano el padre Juan Beckert S.V.D., Arquitecto de la Congregación del Verbo Divino. Interpreto que Bohne también lo hizo con el Templo, pues no ha quedado registrado que haya intervenido algún tercero, y guardan las dos ciertas similitudes, de todas maneras es uno de los temas que seguimos buscando más detalles.

Durante 1907, se modificó el altar mayor y se pusieron altares provisorios en las naves laterales; en las fiestas patronales se bendijeron dos nuevas estatuas: las de San Cipriano y San Luis, para cuya adquisición fue muy apreciado el aporte de doña Gregoria Varela de Taquela. También tiene que ver en cuanto a la recaudación de fondos las comisiones de damas y caballeros Pro Templo con el establecimiento y funcionamiento en la Parroquia de un cinematógrafo, el primero registrado que funcionó en Diamante.

Al año siguiente se continuaron las tareas, construyéndose las dos bóvedas chicas; la primera la costeó la Sra. Gregoria Varela de Taquela y la otra, la firma comercial Francisco Airaldi Hnos.

En julio, la Comisión "Pro Templo" que seguía trabajando con todo ahínco, adquirió un piano para facilitar las fiestas a beneficio que se organizaban. Esto permitió que al año siguiente, al finalizar junio se terminara el revoque del antefrente de la Iglesia, la colocación del piso de mosaico y las gradas de mármol.

Durante la celebración del Jueves Santo de 1911, el 13 de abril, ocurrió un lamentable suceso al encenderse las velas de los fieles y las del monumento para la traslación del Santísimo Sacramento. Se produjo un incendio que destruyó todo el monumento y el altar provisorio. A raíz de esto se construyeron inmediatamente dos altares laterales, uno en honor del Sagrado Corazón costeado por el Apostolado de la Oración; y el otro en honor a la Virgen, costeado por las Hijas de María. También se colocaron en el mes de setiembre dos nuevos confesionarios y la nueva pila bautismal.

El 24 de febrero del año siguiente se colocaron los cuadros con las doce estaciones del Vía Crucis.

El 25 de mayo de 1914 se fundó la Liga Patriótica Argentina de Damas, con fines patrióticos y religiosos, siendo elegida su primer Presidente la Srta. Nicandra Melo, quien permaneció en el cargo durante 25 años. Esto renovó las actividades para la continuación de las obras, y el 13 de mayo de 1915 a instancias de ella, se reunieron varias de las comisiones para tratar la prosecución de las mismas, puesto que en días de lluvia se hacía dificultoso celebrar la misa en el altar mayor. La Comisión que tenía a cargo la tarea era la "Pro Templo", pero habían quedado sólo su Presidente y su Tesorera quienes entregaron los libros correspondientes al Cura Párroco, por lo que por iniciativa de la Liga Patriótica Argentina de Damas, se reunió en la Municipalidad un crecido número de vecinos con el objeto de intercambiar ideas sobre el tema. Se propuso la terminación parcial del templo, mencionándose el presbiterio, crucero y cúpula, tal como estaban empezados.

Enseguida, la citada Liga formó otra comisión, liderada por Nicandra Melo, con el objeto de recaudar los fondos necesarios. Al mismo tiempo se constituyó una Comisión de Caballeros, a la cual se le confirió la dirección de las obras proyectadas, estando la ejecución a cargo de los constructores Carlos Fogeler e Hijos.

Así es que se pudo cumplir con la etapa propuesta y en un solemne acto el 11 de febrero de 1917 se procedió a la inauguración de la etapa construida del templo. La ceremonia estuvo presidida por monseñor Tomás Dutari Rodríguez, actuando como padrinos el Dr. Leopoldo Melo y los señores Miguel Santillana, Santos Tachella y Luis Taquela. En carácter de madrinas de la piedra fundamental fueron designadas las señoras Gregoria Varela de Taquela, Guillerma G. de Santillana, Teolinda García y la Srta. Nicandra Melo.

Antes de fines de ese año, fue terminado el revoque exterior, quedando así concluida provisoriamente la obra.

El 4 de marzo de 1922, se ausentó de Diamante el P. José Nohescher para hacerse cargo de la capellanía de Crespo. El fue quien inició y dejó para la posteridad el Libro de Crónicas Parroquiales, mediante el cual trató de rescatar, seguramente y de acuerdo al estilo y conceptos empleados, apoyado por Nicandra Melo, los comienzos de la actividad parroquial en nuestro medio, lo que dio lugar a la divulgación de algunos hechos que no fueron reales, pero de gran valor histórico en cuanto a los sucesos que le fueron contemporáneos, ya que luego se continuó con el asiento de todo lo que fue ocurriendo.

En marzo de 1924 se le encomendó al notable artista Antonio Fasce arreglar el altar mayor, lo que efectuó "a completa satisfacción del vecindario". También pintó las tres escenas que aún hoy se conservan en la parte superior del fondo del templo. Las socias del Perpetuo Socorro mandaron adornar por el mismo pintor, el altar de la Virgen que ellas mantenían.

Al año siguiente, se colocó el piso de mosaicos del presbiterio de la Iglesia.
Durante 1926 se incorporaron al templo 14 bancos nuevos, mientras que la Srta. Nicandra Melo costeó la restauración de la estatua de Jesús Nazareno.

En 1927 se fundó el Boletín Parroquial "Eco Diamantino" que apareció durante tantos años, también se adquirieron las estatuas de la Virgen Dolorosa, de San Roque y Santa Teresita del Niño Jesús.

Al fundarse el 29 de junio de 1933 el Centro de Hombres Católicos, se impulsó nuevamente el propósito de continuar con la etapa final de la construcción del templo. A principios del siguiente mes, el Obispo Diocesano aprobó una nueva Comisión Pro Templo de Diamante, con el loable fin de conseguir la conveniente ampliación de la iglesia. Esta sentó las primeras bases; para que luego en 1936, al designarse otra que los relevó, que fue la que concretó los primeros avances, pues obtuvieron en julio del año siguiente con gran interés y apoyo por parte de las autoridades municipales, la donación de 50.000 ladrillos para ese fin.

Al hacerse cargo de la titularidad de la parroquia el P. Gerónimo Schöenfeld el 18 de febrero de 1940, se inició la construcción de la segunda parte del templo, desde la cúpula con las torres incluidas, dirigiendo la obra el constructor Fogeler. Lamentablemente se interrumpieron entre los años 1941 y 1945 por falta de fondos, sólo se consiguió recaudar para la construcción de la vereda y casa parroquial, colaborando en gran medida la Congregación del Sagrado Corazón.

Durante 1943 se publicó en el "Eco Diamantino" un artículo referido a la prosecución de las obras, donde explicaba que era un anhelo de todos ver cuanto antes terminado el templo parroquial y las obras vinculadas con el ministerio parroquial, pero que hasta el presente no se podía efectivizar debido a la indolencia de algunos, la falta de espíritu de los más, y decía que Dios para la realización de las obras exige el sacrificio de los suyos, porque quiere que los templos y obras de caridad social cristiana y demás obras parroquiales sean el exponente de la viva fe que impulsa al individuo a desprenderse de algo propio, para entregarlo, mejor dicho devolverlo a Dios. También insinuó dos formas de recolectar los fondos necesarios: Primero, formar una sociedad pro culto que rigiéndose por estatuto correría con la misión de la conscripción de socios que contribuyan mensualmente, y la otra, solicitar la contribución de todos los colonos de la parroquia con trigo y lino.

El 5 de febrero de 1944, se realizó la Asamblea de vecinos en la que se formó la Comisión "Pro Templo Parroquial". Después que expusiera el señor Cura Párroco el trabajo de incumbencia de la nueva comisión, se procedió a elegirla, imponiéndose como misión que la Comisión debía hacer uso efectivo del subsidio nacional otorgado para la iglesia y casa parroquial y solicitar la cooperación de los vecinos.

Durante el año 1945, se recibió el subsidio nacional de las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación por la suma de $ 30.000.-, lo que permitió que una vez que se hicieran todos los aprestos, el 11 de marzo del año siguiente, se diera comienzo a los trabajos de ampliación. Comprendió la nave central y las dos torres, con un total de 23 metros de largo y 11 de ancho. Las torres fueron diseñadas con una altura de 39 metros.

El 11 de marzo de 1946, escribió el P. Schöenfeld: "esta fecha quedará grabado con letras de oro en los anales de la vida católica diamantina", pues se dieron comienzo a los trabajos para finalizar la iglesia parroquial. Y continuaba en otro párrafo: "…Faltan escasamente cuatro años para que se celebre el centenario de fecha tan memorable en que la filial de San Cipriano del Diamante ha sido elevada a categoría de Parroquia con los libros parroquiales propios y el Cura Párroco propio, que la Capilla construida por iniciativa del general Justo José de Urquiza haya merecido especial atención espiritual. El R.P. Pedro Weber con gran esfuerzo colocó la cúpula y el crucero por el año 1920 y Dios mediante esperamos que para el centenario de la Parroquia esté completamente terminado el nuevo templo.

En el mes de mayo, la Liga Patriótica Argentina donó para el piso del bautisterio que se levanta con el nuevo cuerpo del templo parroquial, los mármoles que pertenecieron a la Casa de la Confederación de Paraná, histórica por actuar en ella como Presidente el general Urquiza. También proyectó abocarse a la obra de completar el ornamento y decorado de ese recinto y hacer la donación de una nueva pila bautismal de mármol blanco, que reemplazara la anterior construida y donada por la familia Casinelli en 1869.

En julio, en asamblea de católicos convocada por el señor Cura Párroco en el despacho parroquial se procedió a realizar la elección de una nueva comisión Pro Templo, que como unas de las primeras acciones, propuso que se debía estudiar la forma de reunir los fondos necesarios para no entorpecer la buena marcha de la obra comenzada. A los pocos días, esta comisión trató el problema que se planteaba por el atraso que sufría el subsidio de la Nación y que pudiera originar el paro de las obras. Se consideró la urgente necesidad de recolectar fondos y materiales de construcción y se encomendó a que distintos miembros en compañía del Cura Párroco recorrieran el Ejido y Costa Grande para solicitar contribuciones.

En octubre, desde el "Eco Diamantino" se arengaba a la feligresía "…Una obra que es signo de fe y progreso. Imposible debe ser para todo católico diamantino, permanecer indiferente ante la gran obra de ampliación de la iglesia parroquial, que palmo a palmo se eleva en sólidos e imponentes muros, infundiendo la esperanza de que en un mañana no muy lejano, Diamante también tendrá un templo que armonice con su importancia, su constante progreso y la ingente fe de sus habitantes".

Asociado a esto, la Sociedad Liga Patriótica Argentina con verdadero optimismo, se arriesgó a la empresa de instalar un nuevo bautisterio, acudiendo a los sentimientos de sus asociados en demanda de apoyo.

Desde principios de 1947 se proyectó colocar el techo, con lo que terminaba el contrato con el constructor Fogeler. De éste, aún se restaba pagar $ 3.000, por lo que se estudió la forma de recaudarlos, y el temor que si "a esta suma se la quiere reunir con rifas y beneficios, pasará año y medio y se tendrá que parar la obra forzosamente. Hasta el momento no hay noticias de un nuevo subsidio de la Nación solicitado. El senador Vidal gestionó ante el senador Basaldúa, la inclusión en el presupuesto de una partida de $ 50.000, pero hasta el momento no hay novedad"

En octubre de 1947 falleció lamentablemente el constructor Fogeler, por lo que asumió la dirección de la obra don Luis Taggiasco, que a su vez abandonó la tarea cuando una torre estaba terminada, por lo que asumió como capataz el Sr. Planiscig y el padre Gerónimo como director.

En ese momento se comenzó la campaña de la chapa de zinc con destino al techo y se publicó la lista de las contribuciones para entusiasmar las adhesiones.

En 1948 se construyó la segunda torre y también continuaron los trabajos de revoque de las mismas.

Como debía procederse a construir las escaleras del interior de la torre, se hizo una campaña para obtener la donación de hierro redondo, proveniente por ejemplo de rejas antiguas.

Al año siguiente, el 23 de febrero, se comenzó la colocación de la cruz en la segunda torre, "con lo que se remató la construcción de las dos hermosas torres de un estilo arquitectónico de líneas soberbias dignas de admiración. Se ha terminado el trabajo en bruto, ahora sigue lo más delicado y más costoso: las aberturas, los revoques, las bóvedas y los adornos" comentaba el "Eco Diamantino".

A mediados de marzo de 1949, llegó el R. Hno. Meinrado de la Congregación del Verbo Divino, vastamente vinculado a varias grandes casas de comercio de Buenos Aires por sus constantes gestiones y compras al haber participado en la construcción de la Escuela Apostólica de Pilar (Bs. As.) Se ofreció a conseguir las chapas de zinc y el hierro perfil necesario y como había sido durante años carpintero en la escuela Apostólica de Villa Calzada expresó que se podrían hacer en aquella casa las aberturas. Con tan buenas perspectivas se trasladó a Buenos Aires el señor Cura Párroco en la semana del 2 al 7 de marzo y para satisfacción de todos, logró que todos los materiales para techar la iglesia fueran adquiridos, lo mismo que todas las puertas.

En el Eco Diamantino se publicaba: "El gasto ya se ha hecho y contraído el compromiso, ahora ¿quién solventará suma tan importante?. Por lo pronto ya se han comprometido a pagar la puerta cancel centro la Sra. Lucía C. de Spessotti, una puerta lateral la Srta. María Julia Varela, y otra la Srta. Goyita Varela, la Liga Patriótica una puerta del bautisterio y la Sra. Catalina R. de Tachella un vitreux del bautisterio. Quedan disponible 5 puertas. ¿No habrá alguna institución o persona de buen corazón que las desée donar?"

El 24 de noviembre de 1949 los primeros golpes resonaron a las cuadras anunciando a los que pasaban cerca de la Parroquia que había llegado el memorable día de la colocación del techo.

En 1950, la torre que da al Oeste tenía terminado también su revoque interno y la escalera de hormigón armado que conduce al coro de los cantores.

El P. Schöenfeld refiere en el Libro Inventario del Templo "que el costo total de las obras asciende a 115.000 pesos moneda nacional aproximadamente, que provienen de un subsidio de la Nación de $ 30.000 y el resto de donaciones de los fieles y beneficios realizados a tal objeto. Los trabajos no se han suspendido en ningún momento y siguen al presente con cuatro obreros al 22 de abril de 1950"

El 24 de julio de 1950, por la mañana se escucharon los primeros golpes que producía la caída de la pared provisoria que durante largos años custodió el Sagrario, pero que desde la fecha resultaba un obstáculo a la hermosura del templo. Los fieles que el domingo 30 cumplieron con su obligación dominical se encontraron con el divisorio derrumbado y una corriente de aire invernal que calaba los huesos.

Para las fiestas patronales de ese año, se había revocado la parte nueva de la nave central en su interior hasta la altura del cielorraso y parte del frente exterior; se habían colocados los ventanales, la puerta principal y las laterales confeccionadas en cedro.

El 8 de agosto de 1951, la Municipalidad de Diamante por Ordenanza Nº 58/51 asignó la suma de $ 3500.- a favor de la Iglesia "San Cipriano" para ser destinada a la adquisición del granito molido y portland para la fabricación del mosaico con destino al piso de la misma y de una placa a colocarse en la fachada de la misma con el nombre del gestor de esta plausible obra: el Rvdo. P. Jerónimo Schöenfeld a descubrirse en un acto de homenaje al indicado Padre.

Siguieron los trabajos, el templo fue adquiriendo su forma definitiva y en 1952 se terminó el revoque del interior. A los fondos disponibles, se sumó un legado del Pbro. Pujato consistente en $ 8.000, mientras que a mediados de ese año, se colocaron las bóvedas del bautisterio, de la nave central, entre la entrada principal y las puertas canceles, la bóveda superior sobre el coro, más un tramo de la nave central. Luego, de julio a octubre se siguió con las bóvedas en sus dos tramos de la nave central, retirándose los andamios a fines de ese último mes. Se colocaron las tres puertas cancel: la central y las dos "de van y ven", la puerta exterior de la torre Oeste y la puerta de comunicación del hall al despacho del Párroco.

En 1953, se colocó el piso de mármol en el bautisterio y en la otra torre. El mármol fue donado por la Liga Patriótica Argentina, la que pagó además $ 505 a los constructores. En octubre, por colecta popular se pagaron los mosaicos de la parte nueva, la colocación y arreglos de puertas.

En febrero de 1954, el Departamento Ejecutivo Municipal y el H.C.D. entregaron un subsidio de $ 8.000 para ser invertido en la pintura del interior del templo.

Durante 1956, en agosto se comenzó la colecta destinada a solventar la escalinata del templo, que recién se comenzó a principios de 1958.

De esta manera quedó concretada la gran obra, Diamante cuenta a partir de ese momento con su templo parroquial, y sin embargo la historia sigue, vendrían luego nuevos arreglos, la llegada de los sacerdotes del Clero Secular haciéndose cargo de la Parroquia, nuevas campanas, etc. que es tema para un próximo trabajo.
Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

LA COMISION DE REFACCION DE TEMPLOS Y LAS CAMPANAS

Estando en funciones como Cura Vicario interino de la parroquia San Cipriano el Pbro. Fortunato de Orsi, quien había sido nombrado por el obispo Gelabert el 29 de abril de 1869, el gobierno provincial tomó la decisión de formar en todos los departamentos, comisiones que se encargaran de la necesaria y solicitada construcción y refacción de templos.

Así es que el 23 de agosto de 1872, el gobierno expide el decreto reglamentando la ley sobre este tema, creando en cada uno de los departamentos de la provincia una comisión de cinco vecinos y conformada por cada Jefe Político, el Cura Párroco y tres vecinos "de responsabilidad".

El decreto es comunicado a las comandancias respectivas, en el caso de la Villa del Diamante, era el coronel Valentín Gutiérrez quién cumplía el cargo de titular en la misma y es el que designa los tres ciudadanos que lo acompañarían junto al Párroco en constituir la comisión ordenada.

El 6 de setiembre, oficialmente se dan a conocer "Comisiones Colectoras de Fondos con destino a la construcción y refacción de templos, para colectar y administrar los fondos", correspondiendo a nuestro pueblo: el Jefe Político y el Cura Párroco nombrados, Demetrio García, el doctor Pedro Serrano y Francisco Acebal.

Con fecha 22, Valentín Gutiérrez eleva al ministro general de gobierno Dr. Ramón Febre la nota en la que informa: "Acuso recibo a la respetable nota de ese Ministerio General y del superior decreto a ella adjunto, por el que he sido nombrado para integrar la comisión colectora y administradora de los fondos para la construcción o refacción de templos".

Los otros integrantes eran: nuestro conocido Demetrio García, a quien he nombrado por haber sido en 1867 el Presidente de la Junta de Fomento de la Villa y a la vez protagonista de todo hecho destacado que sucedía.

El segundo vecino, el doctor Pedro Serrano, que luego de su actuación como médico del hospital militar instalado en Diamante con motivo del pasaje del ejército que marchaba hacia Caseros, lo tuvo residiendo acá durante un largo período. Instalado un tiempo de San Pedro (Prov. De Bs. As.) regresó al ser nombrado por segunda vez médico de policía a pedido de los vecinos en junio de ese 1872.

Y el restante integrante, don Francisco Acebal, cumplía funciones de Oficial 1º en la Jefatura secundando a Gutiérrez.

El doctor Serrano no aceptó el cargo, por lo que el 16 de octubre se publicó el decreto admitiendo su renuncia y se nombró en reemplazo a su sobrino político: Rudecindo Ruiz Moreno, Receptor de Rentas. Era esto el preludio del nuevo alejamiento del médico, pues en noviembre también renuncia de su cargo profesional en la policía.

Esta nueva designación fue recibida en la Jefatura Política y el 26 de octubre, Gutiérrez le hace saber al ministro Febre: "Acuso recibo a la respetable nota y decreto de ese Ministerio General del 16 del cte. por el que ha sido nombrado para integrar la comisión recolectora de fondos para la refacción del templo el ciudadano D. Rudecindo Ruiz Moreno por haber sido aceptada la renuncia hecha por el Dr. Pedro Serrano de miembro de la expresada comisión".

Comienza la tarea de reunir fondos entre la población, pues la idea era arreglar los revoques y pintar el templo, como así proveerlo de campanas, pues las adquiridas en el momento de su construcción y traídas en enero de 1851, ya en 1855 estaban bastante deterioradas, por lo que fue necesario realizarle una serie de reparaciones, como arreglarle el eje a una y colocarle el badajo a otra que le faltaba, y que luego en el inventario elevado a Paraná en 1858 estaban ya inservibles y obsoletas.

Pero la actividad de la comisión se ve interrumpida por la revolución jordanista del 1º de mayo de 1873, que obliga al cambio de las autoridades intervinientes. Gutiérrez deja el cargo de Jefe Político a raíz de la asonada y en la cual queda herido, retomado el control de la villa es Ruiz Moreno quien interinamente se hace cargo de la jefatura, para luego asumir el otro miembro de la comisión: Francisco Acebal.

En ese ínterin, también cambió el Cura Párroco, ya que el 2 de octubre llega el Pbro. Luis Parente, quién estuvo menos de dos años, siendo relevado el 2 de julio de 1875 por el Pbro. Pedro Anglada.

Durante el año 1874 se mandó fundir una campana. Lamentablemente no ha quedado registrado quien fue la casa que realizó el citado trabajo, pero lo que sí es indudablemente no cubrió las expectativas de la comisión, pues el material empleado no fue el más apropiado y además no se usó bronce o en muy poca proporción; por eso las otras dos campanas fueron mandadas a fundir a Rosario a la casa Tomás Estodart y Cía. Fundición Argentina.

Esta primer campana, que en la actualidad es la de las tres ubicada a la derecha (al Oeste) del viejo campanario, tiene la particularidad que el año de fundición en relieve que ostenta (1874) el 4 está invertido, detalle no muy fácil de observar, pues ese lado es que da hacia la calle y no he tenido referencias de su mención, como así la firma "Nicola" que ha quedado grabado en un "manchón" de soldadura de alguien que seguramente trató de remendarla, pues es la que está deteriorada.

También con respecto a esta campana no he encontrado testimonio si fue usada inmediatamente, lo cierto es que es evidente la diferencia de estado con las otras.

El P. Anglada dejó el cargo de Cura, por lo que el 23 de mayo de 1877, el Presidente de la Corporación Municipal indicó en sesión de municipales que era conveniente dirigir una nota al Sr. Obispo, solicitando que se provea un párroco a la localidad, porque el Curato estaba vacante. El designado para ocuparlo y que llega en pocos días es el Pbro. Gregorio González Echavarri

El gasto que importó estas dos campanas superó las posibilidades de los fondos reunidos por la colecta popular, por lo que el 12 de diciembre de 1877 por nota del presidente de la comisión de mejoras de la Iglesia, que era ocupado por don Francisco Acebal dirigida al Presidente de la Municipalidad le solicitó "A nombre de la Comisión que presido de dirijo por intermedio de Ud. a esa Honorable Corporación solicitando se sirva suscribir con la suma de $ 34 bolivianos para el complemento del pago de la campana que se ha mandado fundir al Rosario y que en breve estar aquí para ser colocada en la Iglesia Parroquial.
Esta Comisión espera de la Honorable Municipalidad le acuerde dicha suma en atención al importante objeto a que es destinada, pues se han agotado los fondos con que contaba por las continuas erogaciones que las mejoras del templo le han ocasionado".

Esta nota fue tratada en la sesión de la Corporación del día 26, siendo aprobada la solicitud y entregados los fondos para su pago, figurando en el correspondiente acta de la misma, en el folio 119 del Libro 1.

Esto permitió que las nuevas dos campanas llegaran a Diamante, y son las dos conocidas cuya inscripción ha sido tan divulgadas: Una dice: “A PESTE FAME, BELLO ET TEMPESTATI LIBERANO DOMINI - 1877."; en la otra dice: “TOMAS ESTODART Y CIA. FUNDICION ARGENTINA - ROSARIO - 1877" .

El 25 de marzo de 1878 en medio de un gran y entusiasta acto, se llevó a cabo la solemne bendición y colocación de las nuevas campanas.

En la práctica, pues no he encontrado datos que en que momento dejó de funcionar la comisión de refacción del templo, esto debió ser el broche de oro y culminación de su cometido, pues el templo siguió necesitando de mantenimiento del edificio, y al otro año en un párrafo de las memorias anuales del Jefe Político, en ese momento Sebastián Etchevehere, dice: "La Iglesia Parroquial necesita muchas refacciones y una comisión de señoras se encarga de recolectar fondos del vecindario del Departamento y en el mes pasado ha concluido su cometido dejando este santuario de la fe cristiana adornada preciosamente".

Como final de este trabajo, quiero desarrollar el porqué fue tenido por bastante tiempo como que las campanas fueron mandadas a colocar en al año 1854 por el general Urquiza, suceso que no ocurrió.

El libro y único documento que sirvió de base para fundamentar el hecho, es el "Crónicas Parroquiales", existente hoy en el archivo parroquial, que se creyó como el lugar donde se fue registrando cada uno de los hechos religiosos ocurridos con anotaciones del momento, ya que comienza con un bosquejo de cómo fue fundado Diamante en 1836 y luego sigue con la inauguración del templo en 1850, y así sucesivamente hasta llegar a período 1922/23, pero con un detalle que le hace perder rigor histórico: que todos estos datos están asentados con la misma letra, usando la misma lapicera y tinta, lo que demuestra que a falta en ese momento de antecedentes reales, el Cura Párroco plasma en ese libro y en un lapso de tiempo relativamente corto, lo que la tradición oral transmitía. Esto se fundamenta, no solamente por la simple observación de lo descripto, sino que recorriendo los archivos del Arzobispado de Paraná y el Archivo General de la Provincia, en lo relacionado a Asuntos Eclesiásticos, los informes elevados por los sucesivos párrocos hasta el año 1920 manifestaban la ausencia de toda documentación que indicara como fue fundada la iglesia y todo otro antecedente, hasta que aparece el mencionado libro. También el mismo libro de Crónicas, en el folio 8, está asentado la bendición de las nuevas campanas, lo que no fue advertido por Leoldo Yasú, quién transmitió todo esto en su libro Diamante, editado el 1936 para el centenario de la fundación de nuestra ciudad, y como luego más adelante relataría que además él se apoyó en la información que manejaba la familia Melo, incluso una de sus integrantes Nicandra, fundadora de la Liga Patriótica Argentina en nuestra localidad y de gran vocación urquicista, seguramente tratando de realzar la figura de nuestro prócer provinciano y al que tanto le debe Diamante en sus primeros tiempos, intervino indudablemente en la confección de esta historia, pues a partir de 1919 dio clase en la escuela parroquial y no descarto que intervino en la confección del citado libro

Más de una vez me pregunto si está bien dejar de lado esta antigua versión y que tanto sirve para la gente del área de turismo, y me respondo que lo hago con el convencimiento de que no soy poeta, sino investigador de nuestras raíces y como tal debo actuar. Además es un homenaje a nuestros antepasados locales, pues la compra de estas campanas fue la gran acción hecha con recursos de toda la población, ¿y a cuántos le habrá costado cooperar?, amén que fue la primera vez que se encaró en nuestro medio una obra pública sin ningún tipo de subsidio, sólo de la Corporación Municipal, pero con fondos genuinos de sus habitantes. Es mi opinión que el general Urquiza tiene muchos grandes méritos que le hicieron ganar el sitial que ostenta sin necesidad de inventarles otros.

Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

EL PROYECTO ORIGINAL DEL NUEVO TEMPLO PARROQUIAL

A pesar que desde 1872 hasta 1878 funcionó la comisión designada para realizar las mejoras en el templo, poniendo en condiciones el edificio -que según las crónicas de la época estaba bastante abandonado- y de proveerles las campanas que tanta falta hacían, pronto el local fue quedando chico para un pueblo que crecía en población y en fieles, que no sólo concurrían asiduamente a los actos religiosos, sino que habían formado distintos grupos como la Congregación del Sagrado Corazón y el Apostolado de la Oración en 1882, y posteriormente la Congregación de Hijas de María en 1891.

Observando los libros de Actas de estas instituciones y de la Corporación Municipal, como las memorias anuales de los Jefes Políticos, se aprecia que permanentemente tuvieron que realizar gastos en refacciones que eran bastante onerosas, lo que fue haciendo germinar la idea que era tiempo de construir un nuevo templo.

Ha quedado documentado en distintos momentos el tratamiento del tema, pero seguramente el mayor impulso lo tuvo en 1891 con el auspicio del presidente municipal don Antonio Hernández, cuando se tomó contacto con el arquitecto genovés Juan Bautista Arnaldi, notable proyectista que estaba cumpliendo una intensa tarea profesional en Buenos Aires y en el interior, y que entre otras, realizó en la región un conjunto de obras realmente trascendentes, como la Catedral de Paraná, y en Santa Fe la iglesia de Santo Domingo, la basílica de Guadalupe y la iglesia de Santo Tomé, donde se observa una concepción realmente talentosa, pensada hasta en los últimos detalles.

Se convino que realizara un proyecto, que éste desarrolló y lo entregó en 1895.

En medio de esto, a principios de 1898, el Pbro, José Antonio González presentó la renuncia del cargo de Cura Párroco de Diamante, con el fin de regresar a España, su país natal. Como entonces eran muy escasos los sacerdotes de la Diócesis de Entre Ríos, la Curia Eclesiástica confió a la Congregación del Verbo Divino el cuidado espiritual de la parroquia vacante, por lo que el 1º de mayo, por convenio celebrado entre el Obispado de Paraná y la Congregación del Verbo Divino y a pedido del prelado diocesano monseñor de la Lastra, se hizo cargo de la parroquia dicha Congregación, nombrándose en la fecha Cura Vicario al P. Ludgero Grütter.

Inmediatamente Grütter, acostumbrado a enfrentar la construcción de templos y capillas, gestionó llevar adelante el proyecto, logrando que el 4 de setiembre de 1899 se lo facultara para iniciarlo, realizándose el acto de colocación de la piedra fundamental e instituyéndose que fuera bajo el título de Nª Sra. de la Merced, advirtiendo al mismo tiempo “no es nuestro ánimo cambiar el patrono de la parroquia, que lo será siempre el glorioso San Cipriano Mártir".

Con motivo de este acto llevado a cabo el 16 de setiembre de 1899, se emitió una medalla conmemorativa al hecho. De un lado muestra una imagen del futuro templo con la inscripción "Piedra Fundamental de la Iglesia Parroquial del Diamante" -1899 -, del reverso muestra la imagen de la Virgen y la inscripción: "Virgen de la Merced - Ruega por nosotros".

Para fines de marzo del año siguiente se inauguró la primera parte de las obras del nuevo templo, que consistía en la sacristía, 6 metros del presbiterio y una parte de la nave central. Esto permitió que se comenzara a transformar la antigua iglesia en casa parroquial e invertir en esta obra la cantidad de $ 1.000.-
En setiembre de 1901 se reiniciaron las obras durante la gestión del P. Pedro Weber, ensanchándose el presbiterio, continuándose con la nave central y las laterales.

Recién en 1908 se iniciaron las obras de las dos bóvedas chicas, terminándose ya al otro año el revoque del antefrente de la Iglesia y la colocación del piso de mosaico y las gradas de mármol.

El tema económico obligó nuevamente a parar las obras, que se continuaron a fines de 1915 en la idea de terminar parcialmente el templo, o sea el presbiterio, crucero y cúpula, tal como era la idea original, tareas que estuvieron a cargo de los constructores Carlos Fogeler e Hijos, inaugurándose el 11 de febrero de 1917.


A partir de allí hubo varios amagues de continuar, pero el factor financiero pudo más que las aspiraciones de los fieles diamantinos.

En 1936 se constituyó una nueva Comisión Pro Templo que llevó adelante las gestiones para proseguir la obra, incluso se consiguió que la Municipalidad donara 50.000 ladrillos, aunque no se conseguía todos los medios necesarios.

Fue necesario que llegara el hombre que motorizó tal idea: el P. Jerónimo Schöenfeld, que se hizo cargo el 18 de febrero, y en poco tiempo comenzó a organizar todo lo relativo a las obras.

A pesar de haberse realizado conscripción de socios benefactores, colectas de todo tipo, kermeses, etc., para la recaudación de fondos, la única manera de hacer realidad la terminación del templo, fue modificar el proyecto original, angostándose el edificio eliminándose las naves laterales y haciendo un frente más sencillo, diseñado por Carlos Fogeler, elevando para la aprobación superior un nuevo proyecto.

Logrado esto, el 11 de marzo de 1946 se pudo por fin concretar el reinicio de los trabajos, poniéndose como meta terminarlos para el centenario de la apertura de los primeros libros de la Parroquia ocurrido el 9 de junio de 1850.

De esta manera, se cambió la idea original comenzada y desarrollada en la primer etapa y tenemos el actual templo parroquial.

Imagen: Fachada según el proyecto de 1895

Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante

LA CAMPANA DE 1874 EN EL TEMPLO

Orientado a dar luz sobre el verdadero origen que tuvieron, en varias oportunidades he publicado trabajos sobre las campanas que adornan el campanario histórico del primer templo, convertido hoy en Casa Parroquial, edificio que fuera comenzado su construcción el 15 de octubre de 1849.

Indudablemente las pruebas documentales son terminantes y exhaustivas, teniendo en cuenta además la intervención de la Corporación Municipal en 1877 para terminar de pagar su fundición. Pero el tema de hoy es entrar más en detalle de una de ellas: la fabricada en 1874, la cual presenta algunas curiosidades que en este artículo mostraremos, faltando completar en esta historia algunos puntos, como ser quien la hizo.

Su adquisición proviene del tiempo que estaba en funciones como Cura Vicario interino de la parroquia San Cipriano el Pbro. Fortunato de Orsi, quien había sido nombrado por el obispo Gelabert el 29 de abril de 1869, momento que el gobierno provincial tomó la decisión de formar en todos los departamentos, comisiones que se encargaran de la necesaria y solicitada construcción y refacción de templos.

Así es que el 23 de agosto de 1872, el gobierno expidió el decreto reglamentando la ley sobre este tema, creando en cada uno de los departamentos de la provincia una comisión de cinco vecinos y conformada por cada Jefe Político, el Cura Párroco y tres vecinos "de responsabilidad". En el caso de la Villa del Diamante, fue integrada por el coronel Valentín Gutiérrez, el P. de Orsi, y los señores Demetrio García, Rudecindo Ruiz Moreno y Francisco Acebal.

Comenzada la tarea de reunir fondos entre la población, una cuestión era arreglar los revoques y pintar el templo, pero creo que en la mente de ellos la idea principal era proveerlo de campanas, pues las adquiridas en el momento de su construcción y traídas en enero de 1851, ya cuatro años más tarde estaban bastante deterioradas, siendo necesario realizarle una serie de reparaciones, como arreglarle el eje a una y colocarle por faltarle el badajo a otra, y que luego se desprende del inventario elevado a Paraná en 1858, estaban ya inservibles y obsoletas.

La actividad de esta comisión se vio interrumpida por la revolución jordanista del 1º de mayo de 1873, que obligó al cambio de las autoridades intervinientes. Gutiérrez dejó el cargo de Jefe Político a raíz de la asonada y en la cual quedó herido, el receptor Ruiz Moreno fue quien interinamente se hizo cargo de la jefatura, para luego asumir el otro miembro de la comisión: Francisco Acebal.

En ese ínterin, también cambió el Cura Párroco, pues el 2 de octubre llegó el Pbro. Luis Parente, quién estuvo menos de dos años, siendo relevado el 2 de julio de 1875 por el Pbro. Pedro Anglada.

Normalizada la situación de la Villa, durante el año 1874 se mandó fundir la primer campana. Lamentablemente no ha quedado registrado quien fue la casa que realizó el citado trabajo, pero lo que sí es indudable que no cubrió las expectativas de la comisión, pues el material empleado no fue el más apropiado y además no se usó bronce o en muy poca proporción; por eso que posteriormente las otras dos campanas fueron mandadas a fundir a Rosario, a la casa Tomás Estodart y Cía. Fundición Argentina.

Esta primera campana, que en la actualidad es la que situándose de frente del edificio, está ubicada a la derecha (al Oeste) del viejo campanario. Tiene la particularidad que el año de fundición que ostenta –1874- ha sido escrito en relieve, pero lo curioso es que en ese número el 4 está invertido, detalle no muy fácil de observar, pues ese lado es que da hacia la calle. No había tenido referencias de su mención antes de 1998, cuando realizamos el estudio de ellas junto al P. Néstor Kranevitter, Juan Piedrabuena y el oficio fotográfico de Ricardo Bezzoni.

Otro detalle que observamos fue una firma dejada como testimonio: "Nicola", grabada en una especie de "manchón de soldadura”, que puede ser atribuida al fundidor o de alguien que seguramente trató de remendarla, pues es la que está deteriorada, como podrá apreciarse en la imagen.

Otro interrogante con respecto a esta campana, es que no he localizado hasta ahora alguna referencia si fue usada inmediatamente.

El P. Anglada dejó el cargo de Cura, por lo que el 23 de mayo de 1877 fue relevado por el Pbro. Gregorio González Echavarri. En ese momento ya habían sido encargadas las otras dos campanas en Rosario, y que como mencioné anteriormente, al superar su precio las posibilidades de ser cubierta con los fondos reunidos por la colecta popular, la Municipalidad cubrió los $ 34 bolivianos que faltaban, lo que quedó asentado en el Libro Nº 1 de Actas de Sesiones, en el Folio 119, libro depositado en el Archivo Municipal.


Y nuevamente aparece otro elemento que ayuda a confundir al momento de la investigación y por eso creo que tuvimos tantas dudas por años.

Cuando el 25 de marzo de 1878 en medio de un gran y entusiasta acto, se llevó a cabo la solemne bendición y colocación de las nuevas campanas, el hecho quedó en la memoria colectiva, por lo que al escribirse en el período 1920/1922 la primer parte del Libro de Crónicas Parroquiales, al asentarse esta efeméride en el Folio 8, se puso un número que posteriormente fue cambiado, así es que están superpuestos un 2 y un 3.

Estos detalles lamentablemente no fueron advertidos por Leoldo Yasú, quién escribió sobre el tema en su bosquejo histórico titulado “Diamante”, editado el 1936, y que posteriormente lo incluyó como cita bibliográfica el Prof. Segura en su “Historia Eclesiástica de Entre Ríos”, sirviendo de fundamento a la leyenda que tuvimos durante muchos años de haber sido donadas por el general Urquiza.

Ricardo César Brumatti

Cronista Histórico de Diamante

CONSTRUCCION DEL PRIMER TEMPLO (HOY CASA PARROQUIAL)

El inicio de la construcción del histórico templo en Diamante, el edificio más antiguo en pie en la Ciudad, aunque con algunas modificaciones, convertido hoy en casa parroquial, es una reliquia del patrimonio arquitectónico. Durante muchos años, su origen se vio mezclado entre leyendas y realidades, pero la aparición de nuevos y valiosos documentos de la época en distintos archivos de la Provincia, nos permiten conocer su real historia.

Esta fue la primer gran obra del Estado en nuestro medio, comenzada en 1849 año y dirigida por una Comisión Administradora, que cerró las cuentas de contabilidad el 24 de marzo de 1851.
Todo comenzó en 1848, cuando en el plan de obras públicas del gobierno del general Urquiza, se determinó que se llevaran cabo en las ciudades más importantes de la Provincia la construcción de escuelas, iglesias, sedes para las comandancias, etc., correspondiéndole a Diamante y Federación un edificio para ser usado, según lo que expresa el doctor Pedro Serrano, residente en ese momento en Concepción del Uruguay, en su obra La “Riqueza Entre-Riana” publicada en enero de 1851, “de capilla, y el que será destinado para Escuela luego que se haga un templo”. Esto permite deducir que la idea era utilizarlo inicialmente como “templo provisional” y con el tiempo con el destino citado, no así las realizadas en Gualeguay, Nogoyá y Rosario del Tala, donde específicamente se construyeron para escuela.

A pesar que Urquiza, en setiembre de 1848 le ordenó al comandante militar Luis Hernández que con motivo que en esta Villa se había de construir un templo por cuenta del Estado, debía conseguir “algunos individuos inteligentes” en hacer ladrillos, Hernández, dentro de su idea de promover el crecimiento de las actividades de producción de la Villa, informó que los vecinos "coronel Santiago Cardozo y el Alférez Gregorio Hernández habían recibido del Estado dinero para formar sus fábricas y construido un material superior”. Como éstos tenían alguna cantidad ya quemada, se les adquirió la primer partida y se le encargó el resto.

En diciembre, el receptor de rentas Manuel Agulla informó al gobierno provincial que estaban por llegar los tirantes que el Gobierno había encargado para la iglesia que iba a construirse, los que luego en realidad llegaron en enero en el patacho nacional "Filomeno" en cantidad de cuarenta. En los meses siguientes de 1849, el comandante Hernández realizó la compra de cal a la firma Garrigó en Paraná.

El 15 de octubre, el ministro Galán visitó el pueblo, aprovechándose su presencia para oficializar la apertura de los cimientos. “Su presencia aquí nos sería muy necesaria, porque me temo se cometa algún error en la delineación y en tal caso es tiempo de enmendarse" decía Agulla. A la vez se nombró por orden del funcionario, una comisión con el fin de "inspeccionar, activar y correr con las cuentas de la obra del estado de que hoy se dio principio en la plaza del pueblo". La integraron los vecinos Benito Pujato, Domingo Madolell y el juez de paz Antonio Ríos, quienes entre otras disposiciones, se les fijó que por la Caja de Hacienda de la Provincia recibirían los fondos para la obra.

A partir de esa fecha, la Comisión comenzó a llevar el Libro Registro de Gastos en la Obra de la Iglesia. Los primeros fondos los entregó la Receptoría de Rentas del Diamante de acuerdo a las instrucciones del Ministro.

El 18 de octubre se concluyó de cavar los cimientos, asentándose piedras en ellos. A los dos días se pagó la primera semana de trabajo al oficial constructor Santa Cruz y a los peones contratados, al artesano Martiniano Martínez por trabajos de herrería, adquiriéndose también seis palas de "fierro", útiles de cocinas, lienzo para bolsas, dos carretillas de mano, rejas para ventanas, etc.

La obra continuó con altibajos. En varias oportunidades, el receptor Agulla debió comunicar la falta de fondos en la Caja de la Receptoría para hacer frente a los gastos, lo que en poco tiempo se trataba de cumplimentar. Algunas de las cuentas mayores, fueron pagar las aberturas, bancos, confesionario, etc. realizados por el carpintero Juan Fourquet, además de ocho mil baldosas compradas en Buenos Aires y conducidas por la goleta "Re Davide".

Con el avance de la obra, el Pbro. Miguel Vidal, Cura y Vice 1º de la Matriz de la Capital, compró ornamentos y diferentes utensilios para la nueva iglesia del Diamante, entre lo que se encontraba galón y tafetán negro, candeleros, género para casullas, género morado, etc.

El 1º de junio se nombró como Presbítero Teniente de la Vice Parroquia de la Villa al P. Esteban Solari, quien viajó a Diamante, habilitando los libros parroquiales a partir del día 9.

La leyenda en torno a esta obra, rescatado luego por Leoldo Yasú en su libro "Diamante", editado en 1936, nos refiere que sin estar terminada totalmente la obra, el 9 de junio se inauguró el nuevo templo, bajo la advocación de San Cipriano, con la presencia del delegado eclesiástico Acevedo y siendo declarados sus padrinos el general Urquiza y doña Josefa Aguilera de Gutiérrez, esposa de Valentín Gutiérrez. De esta también nació lo de la suma de dinero de la testamentaria de don Cipriano de Urquiza, con la que se financió esta obra.

En realidad, esto está desmentido por varios documentos, en especial por una carta escrita el día 15 por el Pbro. Solari, informando a su superior (Acevedo), que desde el domingo había comenzado a decir Misa en la sacristía "porque en la iglesia todavía no hay proporción; pero mañana la diré en la iglesia siendo ya arreglado el presbiterio para eso y a fin de que pueda caber mayor gente, que concurre numerosa principalmente en día de fiesta. Comencé también a poner Oleos y mañana voy a echar la primera proclama de un matrimonio”. Y continuaba: “Me parece que todavía necesitará mucho tiempo para concluirse la iglesia; faltan puertas, vidrios, el piso embaldozado, el altar, etc. y la obra va muy lenta por falta de brazos. Yo vivo en casa del señor Comandante; entre quince días podré, espero, vivir en la casa que para eso está trabajándose. Por lo demás yo me hallo muy bien en medio de estos buenos feligreses y creo que ellos también sean contentos de mi”. Esta carta llama la atención pues si Acevedo estuvo en el acto de inauguración, no tiene sentido que a la semana Solari le informara todo ello, ni que no hubiera hecho ninguna referencia sobre la ceremonia que se dice que existió. Posteriormente el Cura continuó su relación epistolar, describiendo su situación y la marcha de la obra, no mencionando en ningún momento lo descripto.

En enero de 1851, el proveedor Esteban Rams y Rubert remitió las tres campanas encargadas por el ministro Galán para la Iglesia del Diamante, que fueron embarcadas en la goleta nacional "Estrella", cuyo costo de 481 pesos fuertes y 4 reales de plata, fueron abonadas por el Gobierno de la Provincia, aclarando en una nota que “no quería perder más tiempo, conociendo la falta que hacían en el Diamante”.

Estas campanas que llegaron un año antes de Caseros, según un inventario existente en el Arzobispado del año 1858 ya estaban rotas e inservibles, siendo las que están hoy a la vista y como elementos históricos, las adquiridas por la comisión de refacción del templo y pagadas por la colecta realizada en el pueblo de Diamante y un subsidio de la Corporación Municipal de $ 34, una en 1874 y las otras dos en 1877, siendo instaladas y bendecidas el 25 de marzo de 1878.

El 1º de febrero, en la Relación Estadística correspondiente al mes de enero de 1851 del departamento Diamante, firmado por el comandante Luis Hernández, en el párrafo destinado a describir obras de Edificios Públicos, expresó: "El edificio de la Iglesia de esta población se concluyó el día 12 y está rindiendo el servicio a que fue destinado".

Ocurrió como hecho lamentable y curioso, dándonos una muestra del celo que se ponía en el cuidado del tesoro público, que al elevar las cuentas la Comisión encargada de la construcción del templo a la Contaduría General de la Provincia, se comprobó que había un faltante de 337 pesos y 3 cuartillos reales. Este hecho motivó que don Antonio Ríos, Juez de Paz y Presidente de la Comisión decidiera quitarse la vida, indudablemente por la vergüenza que sintió por ese mal momento ante sus vecinos. Los hechos posteriores se encargarían de limpiar su honor, ya que en realidad se trató de un simple error en las sumas remitidas. El dinero, que había sido repuesto por el nombrado, le fue devuelto a su testamentaria

Este edificio se vería modificado parcialmente al realizarse el nuevo templo, siendo demolido la parte que en el frente se componía de dos ventanas a la derecha del hoy acceso a la casa parroquial y también agregarse la planta alta.
Ricardo César Brumatti
Cronista Histórico de Diamante