domingo, 19 de abril de 2009

LA ESCUELA QUE ESPERA SU VERDADERA IDENTIDAD




Por Ricardo César Brumatti
Historiador

Entre las tantas curiosidades que tiene la historia diamantina, seguramente la que llama la atención, es que la escuela con mayor antigüedad en la Ciudad, ha sufrido el peso del desconocimiento de su verdadera pasado y me refiero específicamente a la Escuela Nº 1 “Independencia”.

Su historia comenzó en 1849, cuando el gobierno provincial decidió la fundación de una red de escuelas públicas a todo lo largo y ancho de la provincia, centralizadas en su administración con la creación el 29 de agosto, de la Junta Directiva Central de Escuelas Primarias, editándose ese día el “Reglamento para las Escuelas de Primeras Letras de la Provincia”.

En el caso del flamante y nuevo departamento Diamante, se abrieron cuatro establecimientos: una en la Villa homónima a cargo del preceptor Valentín Zamora, y las otras en los distrito Palmar con el nombramiento de don José María Calderón, en Salto, a cargo del preceptor Baltazar Echagüe, y en Costa Grande, dirigida por Severo Uriarte.

De esta manera se imponía como objetivo principal llevar a cabo la enseñanza obligatoria y gratuita a todos los niños de seis a trece años -de acuerdo a los registros localizados, concurrieron sólo varones-. Para ello se determinaron los métodos de enseñanzas más modernos y se contrataron dentro de las posibilidades los mejores maestros del momento.

En nuestro medio, el 10 de noviembre se nombró la Comisión Inspectora de la Escuela de Primeras Letras en el Diamante, siendo designados como integrantes: Presidente: Dn. Antonio Ríos y como Vocales, los vecinos Domingo Madolell, Benito Pujato y Manuel Agulla, organizando el funcionamiento de esta escuela oficial en Diamante, costeada y controlada en su funcionamiento por el Estado.

El local, que se construyó con ladrillos y techo pajizo y que sirvió como su primer sede, estuvo ubicado en el terreno que daba a la parte posterior del templo (dando frente a la hoy calle Belgrano), aprovechando que toda la manzana era de propiedad fiscal.

Es indudable que el empleo ofrecido no cubrió las expectativas del preceptor Zamora (nombre con el que se designaba a los maestros a cargo de las escuelas), pues elevó su renuncia el 16 de enero de 1850. Inmediatamente fue nombrado don Benito de la Torre, en agosto éste fue reemplazado por "el patriota Federal” Juan Méndez, quién estaría en funciones hasta 1852, momento que asumió la dirección por los próximos diez años don José María Calderón, ex Preceptor de la Escuela del distrito Palmar, cerrada por esta circunstancia, trasladándose los niños al Diamante.

Esta situación se mantuvo hasta 1860, momento en que se creó el Consejo de Instrucción Pública de la Provincia, que tendría a su cargo la dirección inmediata y la vigilancia de las escuelas y especialmente de las primarias. Se reglamentó el funcionamiento de los establecimientos y los programas de enseñanzas, y como fue el caso de Diamante, se procedió además a la apertura de la Escuela de Niñas, donde fue nombrada la Srta. Carmen Ríos, que esa manera le cupo el honor de ser la primera mujer docente del Departamento. A su vez, por falta de edificio propio, se alquiló un local para su funcionamiento.

Al habilitarse ese año del régimen municipal en el ámbito de la Provincia, las escuelas pasaron a la órbita de las municipalidades, y en el caso de no haberlas, de nuestro pueblo, el que tuvo la responsabilidad de manejar todo lo inherente a su funcionamiento fue el Jefe Político a través de una Comisión que presidía. Bernardino Ramírez, quien ocupaba el cargo en cuestión, nombró a Dn. José Gómez Memendí como preceptor en reemplazo de Calderón, que asumió funciones de Juez de Paz del Departamento, quien en sus informes expresaba: "El Establecimiento de Instrucción Pública sito en esta Villa, a una cuadra de la plaza principal al Sur, propiedad del Gobierno de la Provincia, se halla en buen estado, consta de paredes de material y techo pajizo".

Esta situación se mantuvo hasta 1872, variando sólo los preceptores, sucediéndose Mariano Romero, Remigio Quiroga y Narciso Acosta, quién daría lugar al ser removido, al descollante docente y hombre público don Pedro Camarero (El mismo que le da nombre al barrio más antiguo de Libertador San Martín y que aún allí se desconoce su importante trayectoria).

A mediados de año, se sacó a remate la construcción de edificios para escuelas en varios departamentos, entre ellos fue considerado uno para Diamante. El entonces jefe político de Diamante coronel Gutiérrez, cumpliendo lo ordenado por el ministro de gobierno Secundino Zamora, licitó la obra y firmó el 15 de noviembre el contrato con el Maestro Mayor Pedro Conconi, para proceder a la construcción el edificio de acuerdo al pliego de condiciones.

La obra comenzó a principios de 1873, pero se vería interrumpida el 1º de mayo, cuando las fuerzas jordanistas tomaron el pueblo, provocando en él una gran crisis en la vida de las instituciones, motivando incluso que la Corporación Municipal que había comenzado a funcionar en enero, dejara de hacerlo de hecho (no volvería a reorganizarse hasta 1877). Sin embargo, en las Escuelas de Varones y de Niñas, sus preceptores continuaron dando clase con las limitaciones propias de la situación.

Al año siguiente, el constructor Conconi continuó con la obra, terminándola en diciembre, ocupando un solar sobre la actual calle Urquiza, con frente a la plaza principal (actual San Martín), y recostado sobre calle Pascual Echagüe, ya que la otra mitad de la cuadra hacia el Este, era propiedad de don Rudecindo Ruiz Moreno.

Así es que en el ciclo lectivo de 1875, los dos establecimientos comenzaron a funcionar en el lugar, lo que fue tomado posteriormente como la fundación de la Escuela, y que permitió en 1975 festejar el Centenario, lamentablemente sin tenerse en cuenta sus anteriores 26 años y que, como se darán cuenta, en 1999 se dejó de celebrar su sesquicentenario.

La localización de todos los antecedentes del funcionamiento de estas escuelas, como nombramientos, registros y matrículas de alumnos, memorias, pagos de sueldos, inspecciones, etc. han permitido aclarar esta cuestión, no dejando lugar a dudas. Otro elemento que determina esta continuidad, es por don Pedro Camarero, preceptor nombrado en 1872 –historia que he desarrollado en mi libro "Antecedentes de la Educación de Diamante"- que permaneció hasta 1878 al frente del establecimiento.

El 21 de octubre de 1878 se expidió el decreto aceptando la renuncia de Camarero y se nombró reemplazante a Gabriel Cisneros. El primero, a partir de allí, desempeñó una actuación pública intensa como hombre vinculado a tareas de gobierno en la Corporación Municipal, y ya en diciembre aceptó el cargo de integrante de ella, siendo elegido Presidente para el año 1879, y designado el 21 de marzo de ese año para integrar la Comisión Inspectora de Escuelas del Departamento.

Llegó el año 1885 y fue portador de novedades, al elevar el Poder Ejecutivo de la Provincia en mayo a la categoría de Escuelas Graduadas, a las Elementales de Villaguay, Rosario del Tala y la de Varones del Diamante. También se ordenó la fusión de las escuelas de varones y niñas con fecha 7 de julio, bajo la Dirección del actual Director de la primera quedando en la categoría de Escuela Graduada de ambos sexos.

Esta resolución tardó en llevarse a la práctica hasta principios de 1891, a partir del momento que continuó funcionando como Escuela Graduada Mixta, con la dirección de don Federico Quinteros.

Para terminar esta historia, sólo falta agregar algunos de sus hitos más importantes: el nombre de “Independencia” le fue impuesto el 10 de mayo de 1910 con la firma del Prof. Antequeda, el 28 de noviembre de 1912 se inauguró el actual edificio y el 26 de diciembre de 1919, al fijarse la nueva Nomenclatura de las Escuelas Fiscales dependientes del Consejo General de Educación, pasó a denominarse Escuela Nº 1 “Independencia”.

Actualmente su personal directivo y docente están llevando adelante un trabajo de rescate y estudio de la documentación histórica, que en poco tiempo dará como conclusión, como no puede ser de otra manera, que oficialmente pueda festejar sus reales años de vida.

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