martes, 20 de noviembre de 2007

Como se vivió el momento de la fundación



Al hablar de la fundación de Diamante, normalmente se comenta lo que nos testimonian los documentos que se conservan de ese momento y nos dejan el concepto de esa medida generada por el gobierno provincial, dándole forma jurídica a una población que ya existía de hecho. La pregunta que me hago y que trato de darle respuesta, es ¿cómo vivieron los habitantes ese momento en Punta Gorda?.

He desarrollado en trabajos anteriores, la forma en que paulatinamente se fue poblando Punta Gorda, motivando que las autoridades nombraran a partir de 1830 un comisionado que se hiciera cargo del control del punto. A partir de 1832, el que fue designado fue el teniente de las milicias entrerrianas Marcos Cuello, en cuyo mandato no sólo continuó con las actividades impuestas, sino que le tocó vivir los momentos previos a lo que fue la fundación.

A quedado documentado que la idea del gobernador Echagüe fue llevarlo a la práctica, aprovechando el traslado de los guaraníes desde la zona de Mandisoví, que no fueron todos los que inicialmente formaban el grupo, sino que al final solamente una parte de ellos fueron de la partida, como lo desarrollaré en un próximo trabajo.

Esto se desprende de una carta que le hizo llegar con fecha 28 de setiembre de 1832, el delegado eclesiástico Francisco Dionisio Alvarez, con asiento en Paraná, al Obispo Mariano Medrano y Cabrera, expresándole que “Igualmente el Gobº ha determinado población en Punta Gorda, pertenencia de este Curato, y como se fundará también capilla, suplico a SS. Ilma. tenga a bien la erección en ésta, por ser sumamente útil y concederme poderla bendecir cuando esté en estado de perfección. Y como los principales fundadores son guaraníes refugiados allí y protegidos por el Gobierno, y siendo pocos castellanos, se hace preciso nombrar un notario para los matrimonios de éstos, por lo que espero a la bondad de su Ilma. me faculte para dicho nombramiento y me despache los títulos correspondientes".

Referido a esta nota, podemos deducir dos cuestiones: una que en realidad, a pesar que se podría entender que estos guaraníes serían la base del pueblo, en honor a los datos que poseo del resto de los habitantes del lugar, estos últimos lo superaban en número, pero con la limitación que revistaban en las milicias y permanentemente eran convocados a campaña. Lo mismo les ocurriría con el tiempo a muchos de los indígenas llegados.

La otra cuestión, es relacionada a esa capilla solicitada, la cuál creo firmemente que se construyó, dado que estudiando las costumbres de ellos, cada vez que llegaron a un nuevo lugar en esos tantos desplazamientos que tuvieron a causa de los problemas que les tocó vivir, fue una constante la construcción de un edificio de paredes de barro y techo pajizo para ese fin. Posteriormente fueron varias las visitas sacerdotales desde Paraná con fines pastorales, como una documentada en 1839 con membrete de la “Capilla interina de los Indios Diamante” titulada “Las criaturas que han echado los óleos” y la lista de los que recibieron el sacramento con padrinos incluidos. Además podríamos considerar como otro elemento que fortalece esta posición, el párrafo que figura en un inventario confeccionado el 5 de febrero de 1855, archivado en el Arzobispado de Paraná, listando los elementos que existían en el templo recién construido (la hoy casa parroquial), donde se menciona una “iglesia bieja”.

Lo cierto es que el pueblo existía de hecho, con una cantidad más o menos de trescientos habitantes, y había de esperar cuatro años más para que tuviera su fundación.

La decisión de Echagüe de elevar el proyecto a mediados de febrero de 1836 para realizarla, hizo que se hiciera realidad y el 27 la Legislatura terminó de ajustar los detalles del texto y lo convirtiera en Ley, promulgándolo el gobernador el 1º de marzo.

Hasta allí todo el trámite fue administrativo. No hay documentación que acredite que en ninguna de esas dos fechas, en Punta Gorda se enterasen de lo que estaba ocurriendo o que hubiere algún festejo por ese motivo.

Podríamos suponer que Cuello habrá escuchado algún comentario, pero lo cierto es que no existió ninguna noticia oficial del acontecimiento. En esa orientación, recorrí los índices de las comunicaciones oficiales que salieron desde el gobierno provincial, haciendo hincapié principalmente en la proveniente del ministro Carriego, como los libros copiadores, con resultado negativo

El 29 de febrero, acompañadas por nota de la Legislatura y firmada por su presidente Uzín, pasaron a manos del Ejecutivo "las dos adjuntas leyes sancionadas en el día de sus fechas por la Honorable Representación, la una sobre contrabandos, y la otra para el establecimiento del Pueblo Diamante en Punta Gorda", lo que permite seguir razonando que la fundación estuvo relacionada, no sólo con la organización institucional de la Provincia, meta de Echagüe, sino además, con la posibilidad de otorgarle peso jurídico al lugar, en cuanto al nombramiento de autoridades y ser considerado en el presupuesto anual, a efectos de lograr el propósito secundario, pues el lugar seguía siendo un puerto natural muy usado por la gran cantidad de navíos que transitaban el Paraná, como así la cercanía de las islas y el camino tan usado para el cruce a Santa Fe, como era el Paso del Rey o de la Manga y que requerían un mayor control. Se puede apoyar esta idea también, que con fecha 5 de ese mes se sancionó la Ley de Aduanas, fijando pago de gravámenes a la salida de ganado en pie, como productos provenientes del ramo, a elementos traídos por vía marítima desde otras provincias, como telas o vestuario confeccionado, maderas, frutos, legumbres, metales, harinas, etc.

Luego de la promulgación, el ministro Carriego se encargó de enviar dos copias legalizadas de las leyes a otras reparticiones para su conocimiento, recomendando poner "su mayor celo en el cumplimiento de la relativa al contrabando", pero llamativamente no aparece ninguna remitida a Diamante.

Recién el 11 de ese mes, Carriego realizó dos comunicaciones desde Paraná al Diamante: una al teniente de milicias Marcos Cuello, en la que le expresaba: "El Gobierno ha dispuesto con esta fecha que el Capitán de Milicias don Pablo [sic] Muñoz se encargue de Punta Gorda hoy el Diamante: para el cumplimiento de esta superior disposición es de necesidad que Ud. reúna el vecindario de ese punto el 1º día festivo, y le haga reconocer como tal Encargado, y de haber tenido efecto esta disposición dará Ud. cuenta al Gobierno. El infrascrito al cumplir con lo ordenado por V. E., tiene también orden para dar a Ud. las gracias por el buen desempeño en el encargo que interinamente se le confió. Dios guíe al teniente de milicias muchos años".

La otra la envió al capitán Antonio Muñoz: "Adjunto encontrará Ud. el Despacho que el Gobierno a tenido a bien expedir nombrándole Encargado del Punto del Diamante en lugar del que lo era don Marcos Cuello, quien lo hará reconocer como tal Encargado el primer día festivo. El Ministro infrascrito de orden de S. E. le encarga que al entrar a ejercer las funciones de Encargado de tan importante punto, preste toda la consideración posible para mantener la buena armonía y tranquilidad de ese vecindario, pues son precisas condiciones en Ud. la honradez y demás virtudes por que lo hacen digno de la confianza del Gobierno".

Cuatro días más tarde, en nota fechada en "Punta del Diamante", Cuello contestó al Ministro: "El que suscribe, dice haber recibido la nota Superior de V. y en su consecuencia digo a V. y con esta fecha he reunido la gente y le he dado a conocer al Sor. Capitán Antonio Muñoz y he convenido con todos los buenos comportamientos y el respeto debido al Sor. Encargado. Yo mismo hubiera bajado a ésta con el cargo de darle las gracias, pero el Sor. Muñoz me hace quedar para esperar al Sor. Gobernador. Dios guarde muchos años"; mientras que Muñoz también informó la recepción, expresando en una primera nota: "El que firma da cuenta al Sor. Ministro, haberse recibido del ya indicado punto, en lugar del Sor. Teniente don Marcos Cuello, como se le ordenó; lo que ofrece al Exmo. Gobierno desempeñará con el deber y delicadeza que es debida a su honor no dudando cumplir como se le encarga, y de quedar recivido lo avisa a su Exa. para los fines conciguientes."; y luego en otra misiva, pero dirigida al Gobernador, haciéndole saber que había recibido ese Punto tal como había sido ordenado, más cinco lanzas y ocho bueyes.

A esto debemos agregar, que Cuello quedó secundando a Muñoz en el escuadrón de milicias acantonadas en el lugar y en varias oportunidades quedó a cargo, al ausentarse el titular.

¿Habrá sido en ese acto realizado el 15 de marzo que la población se enteró que habitaban un pueblo que a partir de allí se llamaba "El Diamante"?, ¿cómo lo habrán celebrado?. Lo cierto es que para ellos en la práctica nada cambió en la vida que llevaba. No existían calles, ni alumbrado público o la posibilidad de atención médica. No se aprecia en la documentación oficial existente hechos que lleven a pensar un progreso en esa situación.

La única medida del gobierno provincial, fue contratar un ingeniero para delinear su planta, el área necesaria para chacras y pastos comunes. Juan Bautista André fue el agrimensor que realizó el relevamiento del pueblo y preparó un plano, dirigiendo además el correspondiente amojonamiento y agregando "la lista de los individuos que tienen sitios en dicho pueblo".

El primer emplazamiento del pueblo

Creyendo que durante varios años he tratado de llevarles a ustedes los pormenores de ese acto y los hechos que lo rodearon desde el punto documental, en base a los testimonios que voy encontrando en mi paso por los archivos, dedicaré este artículo a desarrollar en que lugar se levantaron los primeros ranchos de sus habitantes y cuando se habla de este pueblo recién fundado, donde estaría situado hoy.

Entre el siglo XVIII y principios del XIX eran conocidos tres lugares que indudablemente mucho tuvieron que ver con el origen de la formación de nuestro núcleo poblacional: Punta Gorda, que comprendía la costa sobre el río Paraná desde la desembocadura del arroyo de la “Ensenada” hasta el arroyo “Azotea”. Dicho punto geográfico era incluido en la cartografía confeccionada a partir del siglo XVIII por distintos navegantes.

El segundo lugar, diez kilómetros más al Sur, más o menos en la desembocadura del arroyo de "La Manga" comprendiendo todo el sector de islas que tiene enfrente, se lo denominaba "Paso del Rey" o "de la Manga", y era el lugar utilizado para cruzar el río; siendo la ruta obligada de Coronda (Pcia. de Santa Fe) a Entre Ríos por las facilidades que daba, principalmente contando con las bajantes que se producían en el curso del mismo. Ese lugar comprendía toda la extensión entre las dos bandas del río.

Y el tercer paraje que se encuentra puntualizado, es el arroyo de la Ensenada o Pago de la Ensenada, con habitantes que se encontraban radicados a su vera y de allí hacia el Norte y al Este, seguramente ocupando parte del hoy Ejido de Diamante y de los distritos Palmar y Costa Grande.

Estas especificaciones geográficas son interesantes tenerlas en cuenta, pues se trataron de lugares diferentes, con relativas distancias entre sí, algo más importantes para esas épocas, y algunas veces confundidas en las citaciones por parte de viajeros y autores, creo que por no tener precisados sus límites.

La mayor parte de la población que inicialmente hubo en esos momentos, soy de opinión que no se dio precisamente en Punta Gorda, sino en los otros dos parajes, como ha quedado testimoniado a través de innumerables documentos y tantas designaciones de autoridades en estos parajes.

La mayoría de estos primeros pobladores llegaron a mediados de 1740 cuando se produjo una corriente colonizadora que se inició en los lugares nombrados, lo que llevó a la necesidad de organizar una compañía de milicias con asiento en la zona de la Ensenada integrada por estos mismos hombres, cumpliendo un servicio policial, por eso no es extraño que en el censo que realizó en Entre Ríos en 1745 el religioso Fray Roque del Pino, perteneciente a la Orden de San Francisco y que tenía su asiento en el Convento de Santa Fe, relevamiento que comprendió a casas, dependencias agrícolas, familias, etc. El referido trabajo es el que incluyó el funcionamiento de un "principio de escuela" en proximidad del citado arroyo dirigido por Agustín de la Tijera y cuya instalación había sido gestionada en 1731 por el primer cura de la parroquia de “la otra banda del Paraná”, presbítero Francisco Arias en nota dirigida al Cabildo de Santa Fe.

A su vez, desde Buenos Aires, el virrey Juan José de Vértiz comisionó a don Tomás de Rocamora para solucionar unos conflictos en Gualeguay, practicar un estudio sobre la situación de los pobladores de Entre Ríos y, posteriormente plantificar cinco poblaciones. El nombrado funcionario, en su extenso recorrido, no dejó de reparar en los terrenos próximos a Punta Gorda. Así, en el oficio que el 2 de enero de 1783 dirigió al Virrey desde Gualeguay, expuso que hacia el sur de la Bajada: "Siguiendo las aguas del Paraná, está el Arroyo de la Ensenada, que en otro tiempo aseguran que era el pago más floreciente, poblados sus bordes de mucha ranchería, inmensos ganados, pero en el día más bien infeliz a causa de la derrota [de los ganados] a Montiel, y de haber desalojado de allí el vecindario don Fabián Barnachea que se posesionó con pretensión de fondos también en el Uruguay”.

En cuanto a designaciones, varias se hicieron antes de 1800, por ejemplo en 1792 el Cabildo de Santa Fe, continuando con la organización de la región creó los Juzgados Pedáneos de Feliciano y Nogoyá. Este último tenía jurisdicción sobre lo que es hoy Diamante, nombrándose tres años más tarde como Juez de Nogoyá y de La Ensenada a Dn. Matías Zapata, siguiendo él a cargo al año siguiente solamente de la segunda jurisdicción, pues dada la importancia adquirida, hizo que se creara el Juzgado Pedáneo de la Ensenada, separado del anterior.

Estos jueces tenían como misión entre otras cosas intervenir en las ventas de tierras, inspeccionar las posesiones y tratar los problemas menores que se suscitaban entre los vecinos.

En 1797 se reemplazó a Zapata por el capitán Isidro Cuestas, extendiéndosele en poco tiempo su jurisdicción hasta Las Isletas, tres años más tarde, se designó Juez “para La Ensenada al Sur y hasta el Dol” (Doll) a don Diego López.

Hasta allí no observamos ninguna mención de pobladores en Punta Gorda y hasta podríamos decir que estamos hablando del mismo lugar. Pero es interesante destacar que Punta Gorda si figura en ese momento en distintos documentos, pero relacionado al punto geográfico y no a sus posibles habitantes.

Recién en 1812, al fallar en su misión las Baterías "Libertad" e "Independencia" de frenar que una escuadrilla realista remontara el Paraná, hizo que para fines de julio fueran levantadas, llevándose parte de sus elementos para construir baterías en Punta Gorda y Santa Fe por decisión del Triunvirato, quien ordenó al coronel Monasterio el reconocimiento del Paso del Rey o de la Manga con el fin de instalarlas y así impedir ese posible intento de paso, permitiendo además asegurar las comunicaciones y el comercio con el Paraguay.

En Paso del Rey, sin haberse concretado la construcción de la batería, el coronel Monasterio recibió la orden de regresar a Buenos Aires, donde lo encontramos el 22 de julio, fundiendo la primera pieza de artillería con destino al sitio de Montevideo, en la fábrica que se instaló para ese fin, quedando el capitán de Artillería don Manuel Herrera a cargo de proseguir las obras y se designó como comandante Militar de las Baterías al Teniente coronel del Regimiento Nº 2 de Infantería don José León Domínguez. También fue enviado el Barón de Holmberg a realizar un nuevo reconocimiento y allí se decidió cambiar la ubicación del emplazamiento, conviniéndose en levantarlas en Punta Gorda, por entender que era un mejor punto estratégico y ofrecer mayores posibilidades de defensa en caso que fueran atacadas.

Este hecho produjo que por primera vez Punta Gorda estuviera habitado transitoriamente por más de 300 soldados, lo que sirvió para que se acercara gente de los otros puntos al encontrar la posibilidad de surtirse de elementos que estas tropas tenían y a la vez, intercambiar alimentos y otros menesteres que los soldados necesitaban.

De hecho, por una cuestión de razonamiento, estos habitantes no levantaron sus viviendas cerca de las baterías, sino un poco más arriba y alejadas del lugar donde podía concretarse un encuentro armado y allí se mantuvieron al retirarse estas tropas.

Posteriormente, en distintos momentos se produjeron acantonamientos de tropas, motivando que estos habitantes permanecieran en el lugar y que comenzara más frecuentemente a ser utilizado el puerto natural que poseía, llegando a ser tan importante en ese momento el movimiento, que a partir de 1830 se designara un Comisionado, que para apreciar el concepto de su misión, basta observar que en los oficios que se le enviaban, era tratado como "el encargado del celo de la costa", teniendo en cuenta que eran muy cuidadosos en que se pagara el correspondiente impuesto de las mercaderías que entraban y salían, y más si se trataban de animales.

La llegada de Echagüe al gobierno de la provincia, produjo entre otros dos hechos: uno fue darle forma jurídica de pueblos a comunidades que existían de hecho, como el caso de Punta Gorda, otra, el asentamiento de un grupo guaraníes en el lugar, sumándose a las familias residentes, la mayoría de ellas de los integrantes de las milicias destacadas allí, lo que hicieron llegar a una cantidad de habitantes aproximada a los trescientos, hablándose en 1832 de la formación del pueblo, pero diversas circunstancias hicieron que fuera dejada de lado la idea y para lo que habría que esperar unos años más tarde.

Estos naturales misioneros que llegaron a Punta Gorda, cuyos pormenores comentaré en un próximo trabajo, fueron ubicados en una zona que comprendió un espacio delimitado por las actuales calles Alem, 3 de Febrero, 9 de Julio e Yrigoyen, llegando a través del tiempo a disponer de solares entregados por las autoridades, que fueron oficializados a través del plano realizado por el agrimensor André, autor del primer levantamiento topográfico del lugar, y por los que más adelante pagaron impuestos de contribución directa, como en 1885 en el caso de Marcelina Aratí, rescatada como la última sobreviviente de esos aborígenes, en la manzana lindante al Oeste de la Plaza "9 de Julio".

El 1º de enero de 1836 Echagüe prestó juramento para un nuevo bienio como Gobernador de la Provincia: el tercero de su continuada gestión. Al mes siguiente, el Gobernador remitió a la Sala de Representantes un proyecto de Ley sobre la fundación de un pueblo en Punta Gorda, el que fue tratado y aceptado, sancionándose como Ley el 27, siendo promulgada el 1º de marzo.

En su artículo Art. 2º, se expresaba que "La área de su planta comprenderá diez cuadras sobre la ribera del río Paraná, cuyas corrientes se tomarán para darle los rumbos principales a su traza"; y manifestaba además en el Art. 4º: "La plaza tendrá doscientas varas por frentes, las cuadras ochenta y las calles catorce de ancho". El primer párrafo lleva a pensar que fue ubicado sobre la costa, pero el que da luz sobre el hecho es el valioso testimonio dejado por don Martín Ruiz Moreno, en su trabajo "La Provincia de Entre Ríos y sus Leyes sobre Tierras - Tomo II", publicado en 1897 en el momento que organizaba y era el director del Archivo General de la Provincia, que expresaba "La primera población del Diamante se estableció a distancia de doce cuadras del río". Si tomamos un plano y contamos las cuadras, coincide con lo comentado.

Esta afirmación es relevante tenerla en cuenta, ya que junto a su familia –su padre fue Comandante Militar en el lugar en 1846, es decir a los diez años de fundado el pueblo- residió allí y tuvo indudablemente acceso al concepto que nos ocupa.

Y al hablar de la plaza, me inclino con total convicción por la idea que la traza del incipiente pueblo y el primer núcleo poblacional, aparte de los misioneros, tiene que ver con la ubicación del hoy centro cívico, a pesar de no coincidir la plaza con sus actuales medidas. En todo momento y al hablar de ella se refirieron al de la hoy denominada “San Martín”, considerada en los primeros tiempos como la “plaza principal”. Al realizar a partir de 1848 las primeras obras públicas importantes como el templo y la escuela, se menciona que se hicieron en ella, cuestión que nos permite considerar que la manzana ocupada hoy por la Jefatura de Policía y la Iglesia, formaron parte de la misma. Además no se encuentran elementos que permitan suponer otra ubicación.

A pesar de ser un tema al que se le puede sumar mucho material que ayude a armar el concepto al que tratamos de arribar, debemos tener en cuenta detalles como que el Ejército Grande utilizó como zona de vivac la franja libre entre el pueblo y la costa.

Anteriormente, en 1840, luego de Sauce Grande, el general Lavalle abordó con sus tropas la flotilla francesa que lo estaba esperando en Punta Gorda. Un testigo estuvo allí y dejó en sus memorias un relato que agrega otros elementos al tema: el general Paz, quién escribió en cuanto a la característica del lugar, de la existencia "de senderos estrechos que conducen desde las lomas al embarcadero de Punta Gorda", dejando traslucir en su relato que el pueblo y el puerto estaban separados. Pero lo más interesante de este momento, es que otro protagonista del suceso, el coronel Corvalán nos dejó un interesante croquis de la posición de los beligerantes -rescatado por el historiador Benigno Martínez- la situación del pueblo y que creo que sirve para ilustrarnos, pues nítidamente marcó en la parte central de él, las elevaciones del terreno.


La ocupación del barrio "San Martín" y Puerto Viejo comenzó a darse hacia 1870, como se observa en las concesiones de solares dictaminados por los Comandantes Militares, mientras que una década más tarde, la zona del actual puerto Nuevo.

La “segunda fundación”de Diamante


Fundada Diamante el 27 de febrero de 1836, no significó esta medida nada más que la decisión del gobernador Pascual Echagüe de concederle la figura jurídica de pueblo a una localidad que existía de hecho.

No hubo ningún cambio para estos pobladores que habitaban Punta Gorda que les modificara la realidad en que vivían. No se creó ninguna institución que organizara el pueblo, sólo se procedió a nombrar un comisionado más antiguo en jerarquía: el capitán Antonio Muñoz, que reemplazó al anterior alférez Marcos Cuellos, que permaneció como segundo Jefe de la compañía de milicias destacada en el lugar, que estaban más ocupados en “cuidar el celo de la costa” y además, junto a la mayoría de los diamantinos varones, en participar en cuanta campaña acompañara los avatares políticos y militares del momento.

La situación de Echagüe se fue agravando, producto de la desastrosa campaña realizada en la Banda Oriental, el enfrentamiento con Lavalle en 1840, embarcando este último justamente en Diamante en la flota francesa que lo esperaba, y finalmente con la derrota en Caa-Guazú el 28 de noviembre de 1841 en manos del general José María Paz, que se había hecho cargo del ejército correntino, donde quedaron 900 muertos y más de 1.000 prisioneros. Entre las víctimas se encontraron varios integrantes de las fuerzas diamantinas, incluso el teniente Marcos Cuello.

Reemplazado Echagüe por Urquiza en el gobierno provincial, éste debió enfrentar a Paz por un lado y a Fructuosos Rivera que operaba desde la Banda Oriental, llegando el primero a tomar Paraná haciéndose nombrar Gobernador.

Urquiza efectuó una retirada estratégica hacia la Isla del Tonelero, desde donde comenzó a revertir la situación. Toda esto repercutió gravosamente en Diamante, donde la población quedó diezmada, desamparada y en extrema pobreza. No había autoridades y los problemas eran muchos por este permanente estado de guerra.

Recién en 1848, momento que Urquiza, habiendo superado esos tiempos tormentosos y comenzando su notable plan de gobierno en todos los órdenes, prestó atención a lo estratégico de este punto y decidió su organización, teniendo en cuanta para ello convocar a gente de confianza y de su entorno, que pudieran en poco tiempo cumplir con ese objetivo.

El 4 de julio de ese año, mediante una serie de decretos, creó la comandancia militar del Diamante, nombrando al Tcnl Luis Hernández como su titular y que en la práctica fue el que llevó adelante todas las acciones que permitirían cumplir con sus ideas.

Abrió también sus puertas la Receptoría de Rentas, siendo designado receptor don Manuel Agulla, para que se encargara de todo lo relacionado con actividades aduaneras, de correos, pago a los funcionarios y administración de las obras públicas que se comenzaron a realizar.

El nombramiento del capitán de caballería Martín José Ruiz Moreno como Capitán del Puerto y Cabo de Rentas, coincidió con el decreto de la habilitación oficial del puerto, que quedó dispuesto para la introducción y extracción de productos.

Al año siguiente, nuevas medidas beneficiaron a Diamante, pues en abril se creó el departamento con el mismo nombre, con la finalidad primaria de una mejor administración de la justicia, nombrándose a don Antonio Ríos como Juez de Paz, como así a los alcaldes de los distintos distritos.

Al mismo tiempo se comenzó con la construcción del templo, que quedaría terminado en 1851, siendo consagrado como el primer cura en establecerse aquí, el P. Esteban Solari.

Se procedió a la organización de la Comisión Inspectora de la Escuela de Primeras Letras, quien se encargó de la construcción del primer local para su funcionamiento y la designación de su maestro: don Valentín Zamora.

Así, en poco tiempo, el pueblo del Diamante se convirtió en una pujante localidad, que atrajo a nuevos habitantes, se abrieron casas comerciales, se instalaron pequeñas industrias, se subsidiaron hornos de ladrillos, la gente comenzó a dedicarle mayores esfuerzos a la agricultura, que permitió convertirse en villa al superar los 500 habitantes.

De esta manera se produjo este importante cambio en la situación, que podemos definirla como su segunda fundación y que nos permite definir que si el general Pascual Echagüe fue nuestro fundador, el general Justo José de Urquiza fue nuestro organizador.

Fundación de la ciudad de Diamante

"El Diamante ocupa uno de los lugares más pintorescos de la ribera del río Paraná; por eso se le cambió el nombre de Punta Gorda por Diamante". Con esta frase dejó plasmado su testimonio el doctor Martín Ruiz Moreno, organizador y Director del Archivo General de la Provincia en una de sus etapas al final del siglo IX, en su obra publicada en 1897 “La Provincia de Entre Ríos y sus Leyes sobre Tierras”.

La importancia de tal aseveración debe ser considerada a partir de que el nombrado vivió su infancia en Diamante, su padre, Cap. Martín José Ruiz Moreno, fue integrante de las milicias y Comandante interino en el lugar y posteriormente primer Capitán de Puerto en 1848, lo que le da un carácter testimonial, pues residió y trató a la gente que vivió el gran momento y por lo tanto manejó dicho concepto.

Con esta denominación, el gobernador Pascual Echagüe definía en su proyecto remitido a la Sala de Representantes, la fundación de un pueblo que ya existía de hecho, como el mismo admitía al decir: “Se designa la localidad de Punta Gorda para la fun
dación de un pueblo”, entendiéndose por definición que una localidad es una concentración espacial de edificios conectados entre sí por calles, es decir que en realidad apuntaba a darle una figura jurídica a ese punto.

Este proyecto fue tratado y aceptado en la sesión del 15 de la Legislatura, decidiéndose que pasara a Comisión para su estudio y nombrándose al Representante Comas para ello. El día 22, se leyó el parecer de la Comisión sobre el proyecto y fue puesto a consideración, admitiéndose en general.

En particular, los artículos fueron estudiados y discutidos el 26. Según el diario de sesiones, el 1º fue aprobado tal cual estaba en el proyecto: “Se designa la localidad de Punta Gorda, terreno de propiedad del Estado, para la fundación de un pueblo que en adelante se llamará el Diamante, bajo la protección de San Francisco Xavier”.

Con los siguientes se hicieron varias observaciones, modificándose detalles relacionados a los solares y medidas de la plaza y las cuadras. Aunque la idea fue terminar el tema en esa sesión, dado lo avanzado de la hora se dejó pendiente de resolución para el día siguiente, momento en que se le dio sanción legislativa de la Ley de Fundación y que el resto de los artículos dice:

Art. 2º: La área de su planta comprenderá diez cuadras sobre la ribera del río Paraná, cuyas corrientes se tomarán para darle los rumbos principales a su traza.
Art. 3º: Fuera de esa extensión, se le designa media legua de circunferencia de baldíos para chacras, y otra media de pastos comunes, entendiéndose que ésta no avanzará para enterarse más allá de los puntos en que el terreno se corte por algún riacho.
Art. 4º: La plaza tendrá doscientas varas por frentes, las cuadras ochenta y las calles catorce de ancho.
Art. 5º: Las manzanas se dividirán en cuatro solares de cuarenta varas.
Art. 6º: Tendrán opción para tomar sitios cuando los pidieren en forma, luego que se haya practicado la demarcación del pueblo, sujetándose los interesados a las condiciones que se les impusieren por el Gobierno, ante quien presentarán sus solicitudes.
Art. 7º: Comuníquese al Gobierno para su ejecución y efectos consiguientes.
Sala de Sesiones en el Paraná, 27 de febrero de 1836.
José María Uzín - Presidente - Celedonio J. del Castillo - Secretario Interino".

El 1º de marzo Echagüe la promulgó, firmando junto a él, su ministro Evaristo Carriego, con la leyenda "cúmplase la antecedente Ley, publíquese, circúlese a quienes corresponda y fíjense copias en los lugares de costumbre”.

Con fecha 11, el mismo Ministro comunicó al Capitán Antonio Muñoz que lo

nombraba Encargado del Pueblo, en reemplazo de Marcos Cuello -que estaba desde 1832- , acto que debía llevarse con la reunión del vecindario el primer día festivo, quedando este último como segundo jefe de la compañía de milicias acantonada en el lugar.

Al otro día, Carriego escribió a la Sala de Representantes que habiéndose sancionado esa Ley, se hacía indispensable contratar un ingeniero para delinear la planta del pueblo, el área necesaria para chacras y pastos comunes. Para esta tarea, fue nombrado el ingeniero agrimensor Juan Bautista André, quién realizó el primer mapa y amojonamiento del lugar.

En la práctica nada cambió en la vida que llevaba el caserío luego de este acto de fundación. Oficialmente no se aprecia en la documentación existente hechos que lleven a pensar en un progreso de su situación. Se trataba de casas de adobes con techos pajizos, no había calles arregladas ni iluminación y ningún tipo de servicios públicos. No se creó ninguna institución que organizara su vida cívica, cuestión que sucedería recién en 1848 de las manos del general Urquiza.

BREVE RESEÑA HISTORICA DE DIAMANTE


Esta ciudad, que ocupa una de las regiones más pintoresca de la provincia de Entre Ríos, llevando en 1851 al “Boletinero del Ejército Grande”, don Domingo F. Sarmiento, a escribir en el Boletín Nº 3, momento del cruce del río Paraná hacia la Batalla de Caseros: “la Villa del Diamante ocupa uno de los sitios más bellos del mundo”, está ubicada en uno de los lugares tomados como referencia geográfica desde el siglo XVIII por cualquier navegante, expedicionario o guerrero: Punta Gorda, cuya costa permitía servir como puerto natural, el río surtía de excelente pesca, sus montes proveían de leña y la posibilidad de caza, lo que atrajo una corriente colonizadora, principalmente desde el Oeste, formándose los primeros asentamientos en la zona.

Un antecedente militar sirvió para hacerlo más conocido, al ser instaladas en 1812 por orden del Triunvirato, tres Baterías que se denominaron justamente “de Punta Gorda”, con el propósito de evitar el paso de una escuadrilla realista que remontara el Paraná y cuyo objetivo era asolar las costas, siendo construidas entre diciembre de 1812 y abril del año siguiente, llegando a disponer de más de trescientos soldados acantonados en ellas. La batalla de San Lorenzo quitó la posibilidad de que entraran en acción, por lo que fueron desactivadas.

A partir de allí, Punta Gorda fue en varios momentos tenida en cuenta para operaciones militares por lo estratégico del punto, además con motivo de la crisis que se produjo en el litoral, el lugar fue visitado en reiteradas oportunidades por los barcos que conducían tropas, posibilitando también el cruce desde y hacia la provincia de Santa Fe, principalmente por el lugar denominado “Paso del Rey”, zona de asiento del hoy Parque Naciona Pre-Delta.

Durante la gobernación de Pascual Echagüe, en 1832 se trasladaron familias de guaraníes de la zona de Mandisoví, que se sumaron a los habitantes lugareños y estuvo a punto de fundarse un pueblo, pero recién el 27 de febrero de 1836, cuando la Honorable Representación Provincial aprobó la correspondiente Ley y el nombrado primer mandatario provincial la promulgó el 1º de marzo, se fundó denominándolo “El Diamante” bajo la protección de San Francisco Xavier.

La elección del nombre de la nueva localidad no se conoce con certeza, al no encontrarse hasta ahora el fundamento de su origen, pero de las dos o tres teorías sobre ello, podemos tomar como muy valedera, lo que escribió el doctor Martín Ruiz Moreno en 1897, en ese momento Director del Archivo General de la Provincia, en su trabajo “La Provincia de Entre Ríos y sus Leyes sobre Tierras”, quien luego de estudiar detenidamente toda la documentación oficial, manifestó: “El Diamante ocupa uno de los lugares más pintorescos sobre la ribera del río Paraná; por eso se le cambió el nombre de Punta Gorda por Diamante”.

A partir de allí, el nuevo poblado estuvo gobernado por un Comisionado Militar, que se dedicaba casi exclusivamente a los temas militares que signaba la época, motivando que nada cambiara en la fisonomía del lugar. La llegada del general Urquiza al gobierno provincial y el término de algunas de sus campañas, permitió que a partir de 1848 volcara sus ojos en promover las primeras instituciones diamantinas: organizó la Comandancia Militar, nombrando a Luis Hernández como su titular, habilitó el puerto nombrando su primer Capitán: Martín José Ruiz Moreno, abrió sus puertas la Receptoría de Rentas, designándose como Receptor a Manuel Agulla.

Al organizarse la administración de la Justicia en la Provincia al año siguiente, se creó el departamento Diamante, tomando la forma que más o menos hoy tiene y siendo puesto en funciones como Juez de Paz, don Antonio Ríos. En poco tiempo se comenzó la construcción del templo, realizado bajo la advocación de San Cipriano y que curiosamente, desconociéndose el patrono fundacional, se tomó a éste como tal a partir de ese momento. Se nombró en 1850 el primer Cura Párroco: el Pbro. Esteban Solari; se formó en 1851 la Comisión Escolar del Departamento, que se encargó de hacer funcionar la Escuela de Primeras Letras, que en su proyección es la hoy N° 1 “Independencia”, poniendo a su frente al maestro Valentín Zamora.

Punta Gorda, lugar por donde el general Ramírez cruzó con sus tropas en 1819, al emprender su campaña contra el Directorio y que posteriormente en 1821, lo efectuó con su ejército para llegar a Coronda y enfrentar a las tropas de López, Lamadrid y Dorrego, volvía a ser a fines de ese 1851, testigo de unos de los episodios más espectaculares de la historia nacional: el pasaje del Ejército Grande comandado por Urquiza rumbo a Caseros.

Gradualmente Diamante fue creciendo, sus ricas tierras cobijaron la llegada de los primeros inmigrantes, nacieron industrias, el comercio comenzó a tener cada vez mayor actividad, el puerto recibía barcos de ultramar, nuevos y elegantes edificios se construyeron.

En enero de 1873 se organizó la Corporación Municipal, que funcionó hasta el 1º de mayo, cuando a causa de la revolución jordanista fue disuelta. Se reorganizó en 1877, continuando a partir de ese momento hasta el presente administrando los destinos de la ciudad. El Honorable Concejo Deliberante, como parte de los cambios en la Constitución Provincial, comenzó a funcionar en 1885. Ambos cuerpos tuvieron su casa propia en 1885, para en 1926 dar lugar en el mismo solar al actual Palacio Municipal, majestuoso edificio que al año siguiente recibió el adorno de un gran reloj, que tadavía continúa dando la hora a los diamantinos.

A fines de siglo aparecieron las primeras instituciones sociales y culturales, siendo la primera la Biblioteca Popular Diamante en 1880, la Sociedad Italiana de SS.MM. en 1885 y la Sociedad Española de SS.MM. en 1899, las que siguen vigentes. También en esa etapa abrieron sus puertas nuevas escuelas, como las hoy Nº 2 “Manuel Alberti” en 1892 y la Nº 3 “Alvarez de Arenales” en 1895, mientras que en 1899 comenzó su actividad el Colegio “Santa María”, que posteriormente, al sumársele la Escuela Normal, fue el crisol de formación de numerosas promociones de maestros. En 1885 se formó la Sociedad de Beneficencia, cuya obra permitió disponer a la comunidad del primer hospital, que luego de sus transformaciones es el hoy “25 de Mayo”.

En 1907 se instaló en Diamante el Regimiento 3 de Artillería, construyéndose espaciosas instalaciones, que al ser desactivado en la década del ‘60, pasaron a ser utilizadas por la Colonia de Rehabilitación Mental. Entre 1910 a 1917 se llevó a cabo la instalación del Ferrocarril, que operaba en la zona portuaria con cargas y pasajeros, que sumado a la actividad marítima y agrícola-industrial, permitió una época floreciente para el pueblo. Se abrieron comercios y Bancos, como la sucursal del Banco de la Nación Argentina en 1892. En 1936 se pavimentó el radio céntrico y el acceso al puerto, aparecieron nuevos establecimientos educacionales, como la Escuela de Artes y Oficios, hoy Escuela de Educación Técnica Nº 1, mientras que en 1948 abrió sus puertas el actual Colegio Mixto “Dr. Carlos L. Vergara”, ambos de enseñanza media. Posteriormente en 1987, lo hizo el Instituto Superior de Diamante, de formación terciaria.

En su aspecto productivo, el puerto vio nacer instalaciones para la carga de los numerosos buques que operan en el mismo, entre ellas en 1970 los silos y muelle destinado a la ex Junta Nacional de Granos, en manos de una empresa privada desde 1992.

Pero a la vez, la costa del río Paraná y su afluente La Ensenada dieron lugar a espacios de recreación como el Círculo Náutico Diamante y el Balneario Municipal “Valle de la Ensenada”, sede este último cada año del Motoencuentro Internacional “En dos ruedas”; y no podemos dejar de nombrar el predio considerado el escenario mayor de Entre Ríos, que da vida cada enero desde 1972 al Festival Nacional de Jineteada y Folclore: el Campo “Martín Fierro”, enclavado en un espectacular lugar con marco de barrancas y río.


Durante 1996, con la aprobación del Arzobispo, se realizó el 1º de diciembre la proclamación eclesial de San Francisco Javier como 2º Patrono de Diamante, restituyéndolo de esta manera junto a San Cipriano a ese sitial.