martes, 20 de noviembre de 2007

El primer emplazamiento del pueblo

Creyendo que durante varios años he tratado de llevarles a ustedes los pormenores de ese acto y los hechos que lo rodearon desde el punto documental, en base a los testimonios que voy encontrando en mi paso por los archivos, dedicaré este artículo a desarrollar en que lugar se levantaron los primeros ranchos de sus habitantes y cuando se habla de este pueblo recién fundado, donde estaría situado hoy.

Entre el siglo XVIII y principios del XIX eran conocidos tres lugares que indudablemente mucho tuvieron que ver con el origen de la formación de nuestro núcleo poblacional: Punta Gorda, que comprendía la costa sobre el río Paraná desde la desembocadura del arroyo de la “Ensenada” hasta el arroyo “Azotea”. Dicho punto geográfico era incluido en la cartografía confeccionada a partir del siglo XVIII por distintos navegantes.

El segundo lugar, diez kilómetros más al Sur, más o menos en la desembocadura del arroyo de "La Manga" comprendiendo todo el sector de islas que tiene enfrente, se lo denominaba "Paso del Rey" o "de la Manga", y era el lugar utilizado para cruzar el río; siendo la ruta obligada de Coronda (Pcia. de Santa Fe) a Entre Ríos por las facilidades que daba, principalmente contando con las bajantes que se producían en el curso del mismo. Ese lugar comprendía toda la extensión entre las dos bandas del río.

Y el tercer paraje que se encuentra puntualizado, es el arroyo de la Ensenada o Pago de la Ensenada, con habitantes que se encontraban radicados a su vera y de allí hacia el Norte y al Este, seguramente ocupando parte del hoy Ejido de Diamante y de los distritos Palmar y Costa Grande.

Estas especificaciones geográficas son interesantes tenerlas en cuenta, pues se trataron de lugares diferentes, con relativas distancias entre sí, algo más importantes para esas épocas, y algunas veces confundidas en las citaciones por parte de viajeros y autores, creo que por no tener precisados sus límites.

La mayor parte de la población que inicialmente hubo en esos momentos, soy de opinión que no se dio precisamente en Punta Gorda, sino en los otros dos parajes, como ha quedado testimoniado a través de innumerables documentos y tantas designaciones de autoridades en estos parajes.

La mayoría de estos primeros pobladores llegaron a mediados de 1740 cuando se produjo una corriente colonizadora que se inició en los lugares nombrados, lo que llevó a la necesidad de organizar una compañía de milicias con asiento en la zona de la Ensenada integrada por estos mismos hombres, cumpliendo un servicio policial, por eso no es extraño que en el censo que realizó en Entre Ríos en 1745 el religioso Fray Roque del Pino, perteneciente a la Orden de San Francisco y que tenía su asiento en el Convento de Santa Fe, relevamiento que comprendió a casas, dependencias agrícolas, familias, etc. El referido trabajo es el que incluyó el funcionamiento de un "principio de escuela" en proximidad del citado arroyo dirigido por Agustín de la Tijera y cuya instalación había sido gestionada en 1731 por el primer cura de la parroquia de “la otra banda del Paraná”, presbítero Francisco Arias en nota dirigida al Cabildo de Santa Fe.

A su vez, desde Buenos Aires, el virrey Juan José de Vértiz comisionó a don Tomás de Rocamora para solucionar unos conflictos en Gualeguay, practicar un estudio sobre la situación de los pobladores de Entre Ríos y, posteriormente plantificar cinco poblaciones. El nombrado funcionario, en su extenso recorrido, no dejó de reparar en los terrenos próximos a Punta Gorda. Así, en el oficio que el 2 de enero de 1783 dirigió al Virrey desde Gualeguay, expuso que hacia el sur de la Bajada: "Siguiendo las aguas del Paraná, está el Arroyo de la Ensenada, que en otro tiempo aseguran que era el pago más floreciente, poblados sus bordes de mucha ranchería, inmensos ganados, pero en el día más bien infeliz a causa de la derrota [de los ganados] a Montiel, y de haber desalojado de allí el vecindario don Fabián Barnachea que se posesionó con pretensión de fondos también en el Uruguay”.

En cuanto a designaciones, varias se hicieron antes de 1800, por ejemplo en 1792 el Cabildo de Santa Fe, continuando con la organización de la región creó los Juzgados Pedáneos de Feliciano y Nogoyá. Este último tenía jurisdicción sobre lo que es hoy Diamante, nombrándose tres años más tarde como Juez de Nogoyá y de La Ensenada a Dn. Matías Zapata, siguiendo él a cargo al año siguiente solamente de la segunda jurisdicción, pues dada la importancia adquirida, hizo que se creara el Juzgado Pedáneo de la Ensenada, separado del anterior.

Estos jueces tenían como misión entre otras cosas intervenir en las ventas de tierras, inspeccionar las posesiones y tratar los problemas menores que se suscitaban entre los vecinos.

En 1797 se reemplazó a Zapata por el capitán Isidro Cuestas, extendiéndosele en poco tiempo su jurisdicción hasta Las Isletas, tres años más tarde, se designó Juez “para La Ensenada al Sur y hasta el Dol” (Doll) a don Diego López.

Hasta allí no observamos ninguna mención de pobladores en Punta Gorda y hasta podríamos decir que estamos hablando del mismo lugar. Pero es interesante destacar que Punta Gorda si figura en ese momento en distintos documentos, pero relacionado al punto geográfico y no a sus posibles habitantes.

Recién en 1812, al fallar en su misión las Baterías "Libertad" e "Independencia" de frenar que una escuadrilla realista remontara el Paraná, hizo que para fines de julio fueran levantadas, llevándose parte de sus elementos para construir baterías en Punta Gorda y Santa Fe por decisión del Triunvirato, quien ordenó al coronel Monasterio el reconocimiento del Paso del Rey o de la Manga con el fin de instalarlas y así impedir ese posible intento de paso, permitiendo además asegurar las comunicaciones y el comercio con el Paraguay.

En Paso del Rey, sin haberse concretado la construcción de la batería, el coronel Monasterio recibió la orden de regresar a Buenos Aires, donde lo encontramos el 22 de julio, fundiendo la primera pieza de artillería con destino al sitio de Montevideo, en la fábrica que se instaló para ese fin, quedando el capitán de Artillería don Manuel Herrera a cargo de proseguir las obras y se designó como comandante Militar de las Baterías al Teniente coronel del Regimiento Nº 2 de Infantería don José León Domínguez. También fue enviado el Barón de Holmberg a realizar un nuevo reconocimiento y allí se decidió cambiar la ubicación del emplazamiento, conviniéndose en levantarlas en Punta Gorda, por entender que era un mejor punto estratégico y ofrecer mayores posibilidades de defensa en caso que fueran atacadas.

Este hecho produjo que por primera vez Punta Gorda estuviera habitado transitoriamente por más de 300 soldados, lo que sirvió para que se acercara gente de los otros puntos al encontrar la posibilidad de surtirse de elementos que estas tropas tenían y a la vez, intercambiar alimentos y otros menesteres que los soldados necesitaban.

De hecho, por una cuestión de razonamiento, estos habitantes no levantaron sus viviendas cerca de las baterías, sino un poco más arriba y alejadas del lugar donde podía concretarse un encuentro armado y allí se mantuvieron al retirarse estas tropas.

Posteriormente, en distintos momentos se produjeron acantonamientos de tropas, motivando que estos habitantes permanecieran en el lugar y que comenzara más frecuentemente a ser utilizado el puerto natural que poseía, llegando a ser tan importante en ese momento el movimiento, que a partir de 1830 se designara un Comisionado, que para apreciar el concepto de su misión, basta observar que en los oficios que se le enviaban, era tratado como "el encargado del celo de la costa", teniendo en cuenta que eran muy cuidadosos en que se pagara el correspondiente impuesto de las mercaderías que entraban y salían, y más si se trataban de animales.

La llegada de Echagüe al gobierno de la provincia, produjo entre otros dos hechos: uno fue darle forma jurídica de pueblos a comunidades que existían de hecho, como el caso de Punta Gorda, otra, el asentamiento de un grupo guaraníes en el lugar, sumándose a las familias residentes, la mayoría de ellas de los integrantes de las milicias destacadas allí, lo que hicieron llegar a una cantidad de habitantes aproximada a los trescientos, hablándose en 1832 de la formación del pueblo, pero diversas circunstancias hicieron que fuera dejada de lado la idea y para lo que habría que esperar unos años más tarde.

Estos naturales misioneros que llegaron a Punta Gorda, cuyos pormenores comentaré en un próximo trabajo, fueron ubicados en una zona que comprendió un espacio delimitado por las actuales calles Alem, 3 de Febrero, 9 de Julio e Yrigoyen, llegando a través del tiempo a disponer de solares entregados por las autoridades, que fueron oficializados a través del plano realizado por el agrimensor André, autor del primer levantamiento topográfico del lugar, y por los que más adelante pagaron impuestos de contribución directa, como en 1885 en el caso de Marcelina Aratí, rescatada como la última sobreviviente de esos aborígenes, en la manzana lindante al Oeste de la Plaza "9 de Julio".

El 1º de enero de 1836 Echagüe prestó juramento para un nuevo bienio como Gobernador de la Provincia: el tercero de su continuada gestión. Al mes siguiente, el Gobernador remitió a la Sala de Representantes un proyecto de Ley sobre la fundación de un pueblo en Punta Gorda, el que fue tratado y aceptado, sancionándose como Ley el 27, siendo promulgada el 1º de marzo.

En su artículo Art. 2º, se expresaba que "La área de su planta comprenderá diez cuadras sobre la ribera del río Paraná, cuyas corrientes se tomarán para darle los rumbos principales a su traza"; y manifestaba además en el Art. 4º: "La plaza tendrá doscientas varas por frentes, las cuadras ochenta y las calles catorce de ancho". El primer párrafo lleva a pensar que fue ubicado sobre la costa, pero el que da luz sobre el hecho es el valioso testimonio dejado por don Martín Ruiz Moreno, en su trabajo "La Provincia de Entre Ríos y sus Leyes sobre Tierras - Tomo II", publicado en 1897 en el momento que organizaba y era el director del Archivo General de la Provincia, que expresaba "La primera población del Diamante se estableció a distancia de doce cuadras del río". Si tomamos un plano y contamos las cuadras, coincide con lo comentado.

Esta afirmación es relevante tenerla en cuenta, ya que junto a su familia –su padre fue Comandante Militar en el lugar en 1846, es decir a los diez años de fundado el pueblo- residió allí y tuvo indudablemente acceso al concepto que nos ocupa.

Y al hablar de la plaza, me inclino con total convicción por la idea que la traza del incipiente pueblo y el primer núcleo poblacional, aparte de los misioneros, tiene que ver con la ubicación del hoy centro cívico, a pesar de no coincidir la plaza con sus actuales medidas. En todo momento y al hablar de ella se refirieron al de la hoy denominada “San Martín”, considerada en los primeros tiempos como la “plaza principal”. Al realizar a partir de 1848 las primeras obras públicas importantes como el templo y la escuela, se menciona que se hicieron en ella, cuestión que nos permite considerar que la manzana ocupada hoy por la Jefatura de Policía y la Iglesia, formaron parte de la misma. Además no se encuentran elementos que permitan suponer otra ubicación.

A pesar de ser un tema al que se le puede sumar mucho material que ayude a armar el concepto al que tratamos de arribar, debemos tener en cuenta detalles como que el Ejército Grande utilizó como zona de vivac la franja libre entre el pueblo y la costa.

Anteriormente, en 1840, luego de Sauce Grande, el general Lavalle abordó con sus tropas la flotilla francesa que lo estaba esperando en Punta Gorda. Un testigo estuvo allí y dejó en sus memorias un relato que agrega otros elementos al tema: el general Paz, quién escribió en cuanto a la característica del lugar, de la existencia "de senderos estrechos que conducen desde las lomas al embarcadero de Punta Gorda", dejando traslucir en su relato que el pueblo y el puerto estaban separados. Pero lo más interesante de este momento, es que otro protagonista del suceso, el coronel Corvalán nos dejó un interesante croquis de la posición de los beligerantes -rescatado por el historiador Benigno Martínez- la situación del pueblo y que creo que sirve para ilustrarnos, pues nítidamente marcó en la parte central de él, las elevaciones del terreno.


La ocupación del barrio "San Martín" y Puerto Viejo comenzó a darse hacia 1870, como se observa en las concesiones de solares dictaminados por los Comandantes Militares, mientras que una década más tarde, la zona del actual puerto Nuevo.

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