viernes, 20 de enero de 2023

CASAS DE TOLERANCIA EN DIAMANTE

 CASAS DE TOLERANCIA EN DIAMANTE

Por Ricardo César Brumatti
Como rezagos de una etapa que Diamante progresaba favorablemente en muchas facetas en las primeras décadas del siglo XX, empujadas por disponer de un puerto que recibía innumerables barcos con su tripulación que permanecía temporalmente acá, un ferrocarril cuyas cargas finalizaban justamente en él, el Regimiento 3 de Artillería, que en un momento llegó a tener en sus filas casi 1000 soldados junto al cuerpo de Oficiales y Suboficiales y una sociedad con hábitos y costumbres muy de la época, dio lugar a la existencia de las llamadas Casas de Tolerancias.
Aunque es un tema que en general no se toca públicamente, aún se escucha en reuniones masculinas anécdotas e historias de algunas de ellas. También gente muy grande comenta de haber sido llevados por sus padres a “debutar” siendo atendidos por pupilas “preparadas” para eso. No faltaban aquellos parroquianos que solo iban a tomar un vermouth con sus amigos como si fueran a un bar.
Creo que no hay que escaparle a una cuestión social que existió incluso cubierta con disposiciones municipales que regían sus funcionamientos, con controles médicos e inspecciones de salubridad, y con el respeto y altura, y que gracias a nuevas leyes se han ido erradicando tras los nuevos paradigmas sociales y tratar de darle dignidad a tantas mujeres, muchas veces captadas por personajes oscuros.
En el caso de Diamante llegaron a funcionar tres casas, cada una numerada oficialmente del 1 al 3, además de varias que no se registraban.
Una de las Ordenanzas más completas en ordenar las disposiciones que las regían, fue la publicada en 1916, en cuyo Art. 1 definía “se entiende por casa de tolerancia la que está habitada por prostitutas y autorizadas por la Comisión Municipal”. Seguramente, las otras recibían una denominación más popular.
Continuaban otros artículos, en el 4° limitaba la ubicación de las casas, no pudiendo sobrepasar la calle San Lorenzo hacia la ciudad.
Entre algunas obligaciones que debían cumplir las pupilas, lamentablemente estaban sujetas a la prohibición de concurrencia a las plazas, parques, paseos, teatros, cafés o lugares de reunión pública. También tenían horario de salida a la calle solo los días lunes entre las 12 a las 19 Hs. Es decir cumplían una rigurosa y penosa vida, que parecía hasta normal para la sociedad, debiendo extender la concurrencia a todas las clases sociales.
Ha quedado como testigos de esa época las disposiciones que se editaban y que era obligación exhibirlas para conocimiento de todos, y las libretas que debían tener cada pupila con sus datos y registro de los controles médicos que periódicamente realizaba el médico municipal. Además como curiosidad, una de las Casas, que adquirió mayor renombre durante mucho tiempo, emitió un cospel metálico que valía por un servicio, en una de sus caras tenía las iniciales de la propietaria, era abonado antes de entrar a la habitación y se lo entregaban a la muchacha, que luego rendía con la gerenta.
A pesar que una Ley de 1937 prohibía este tipo de establecimiento, sabemos que en pueblos como el nuestro continuaron funcionando, muchas veces con la “vista gorda” de autoridades que debían tomar cartas en el tema.
Imágenes:
Reglamento para las Casas de Tolerancia
Libreta para las pupilas
Cospel para un servicio
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