sábado, 22 de mayo de 2010

Reseña sobre el marco en que se encontraba Punta Gorda en 1810

Con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo, creo que es interesante comentar, aunque en breve síntesis y dejando de lado mayores datos, lo que ocurría en nuestra zona en 1810, su organización política y detalles de esos primeros pobladores que iban ocupando las tierras, embrión de lo que más tarde daría vida a Diamante.

El marco en que se llegó a ese gran momento fue bastante primitivo. A fines del siglo XVIII el territorio de la actual provincia estaba dividido en cinco partidos judiciales regidos por Alcaldes de hermandad y bajo a la jurisdicción de Santa Fe: Bajada del Paraná, Gualeguay, Gualeguaychú, Nogoyá y Arroyo de la China. El territorio era llamado "la otra parte del Paraná" o "la otra banda".

El primer funcionario que ejerció autoridad sobre la zona a partir de 1733, fue Santiago Hereñú, Alcalde de Hermandad de Paraná, designado como decíamos por el cabildo de Santa Fe.

En 1792 se agregaron los juzgados Pedáneos de Nogoyá y Feliciano. Al primero se le asignó jurisdicción hasta la Ensenada. Al año siguiente, dada la importancia adquirida, se creó específicamente el Juzgado Pedáneo de la Ensenada, separado del anterior.

Tres años más tarde fue nombrado Juez de Nogoyá y de la Ensenada, un vecino que según vemos en los distintos documentos, aparece en todas las iniciativas dirigidas a organizar el lugar: don Matías Zapata, siguiendo a cargo solamente de la segunda jurisdicción al otro año.

En 1797 se lo reemplazó por otro activo lugareño: el capitán Isidro Cuestas y ante otra modificación, en 1799 se amplió la jurisdicción del nuevo juzgado extendiéndolo al pago de Las Isletas. Un año después, el juez designado tuvo como área de competencia desde la Ensenada hasta el Dol (Doll).

Con lo mencionado, podemos determinar la existencia de los lugares que eran conocidos en esta zona, sobre la que se levantaría la futura Diamante, por su implicancia en ello:

· Punta Gorda, que comprendía la porción de costa sobre el río Paraná desde la desembocadura del arroyo “de la Ensenada” hasta el arroyo “Azotea”. Inicialmente solo fue un punto geográfico sobresaliente, incluido en la cartografía confeccionada a partir del siglo XVIII por distintos navegantes. No se observa en esos comienzos que tuviera población en número importante, es más, llego a la conclusión que era mínima.

· "Paso del Rey" o "de la Manga", ubicado diez kilómetros más al Sur, a la altura de la desembocadura del arroyo de "La Manga", lugar utilizado para cruzar el río; siendo la ruta obligada de Coronda (Santa Fe) a la zona de Punta Gorda y viceversa por las facilidades que otorgaba, principalmente contando con las bajantes que se producían en el curso del mismo. Abarcaba toda la extensión entre las dos bandas del río, con gran cantidad de islas, según se deduce de la documentación de la época. Por ello comenzaron a instalarse numerosas familias dadas las condiciones que encontraban.

· "Pago de la Ensenada”, que comprendía la zona de influencia del arroyo "de la Ensenada" o "Pago de la Ensenada", con habitantes que se encontraban radicados a su vera y de allí hacia el Norte y al Este, seguramente ocupando parte del hoy Ejido de Diamante y de los distritos Palmar y Costa Grande. Este lugar quedó registrado en los oficios que Rocamora elevó en diciembre de 1782 y enero de 1783 cuando al subdividir la zona de Paraná, la incluyó entre otros pagos. La población que la comenzó a ocuparlo fue similar a la anterior por sus características.

Estas especificaciones geográficas las considero interesantes tenerlas en cuenta, pues se trataron de lugares diferentes, con relativas distancias entre sí, algo más importantes para esas épocas, y algunas veces confundidas en las citaciones por parte de viajeros y autores, creo que por no tener tan divulgados ni marcados sus límites.

Para fundamentar aún más esta separación geográfica, pues he leído en notas y artículos que algunos autores lo dan como lo mismo, cito entre tantos, dos ejemplos para hacer notar las diferencias: en el censo realizado a los feligreses de la Parroquia de Paraná levantado por el Cura Dr. José Luis María de Cabiedes en agosto de 1783, al establecer las divisiones que tenía en cuenta en la campaña, mencionó entre otros a “Isletas, Dol, Juancho, La Ensenada, El Pelado, Palmar y Manga” (o sea Paso del Rey).

Años más tarde, al pretender instalar Monasterio las Baterías en 1812 ordenadas por el Triunvirato en Paso del Rey, al llegar desde Santa Fe el encargado de construcciones, el Barón del Holmberg, decidió que por conveniencia estratégica se las construyera en Punta Gorda, marcando la diferencia de lugares.

Relativo a los primeros pobladores que ocuparon estas tierras, distintos estudiosos del tema indican, que a mediados de 1740 se produjo una corriente colonizadora desde el Oeste, llegando a los lugares nombrados, llevando a la necesidad de organizar incluso una compañía de milicias con asiento en la zona de la Ensenada, integrada por los mismos habitantes, cumpliendo un servicio policial, por eso no es extraño que en el censo de 1745 que realizó en Entre Ríos el religioso Fray Roque del Pino, perteneciente a la Orden de San Francisco y con asiento en el Convento de Santa Fe, se registraran grados militares. El referido trabajo contiene un relevamiento que comprendió a casas, dependencias agrícolas, familias, etc. e incluyó el funcionamiento de un "principio de escuela" en proximidad del citado arroyo dirigido por Agustín de la Tijera.

La zona era atractiva, disponiendo de todo lo necesario para la subsistencia: caza, montes que les surtían de leña y madera, buenos pastos, ríos y arroyos que permitían la pesca.

Estos vecinos llevaron una vida simple y fueron conformando con sus ranchos pequeños núcleos, sus ocupaciones se reducían a la ganadería, la cosecha de algunos frutos que comercializaban y la venta de cueros.

Un elemento que se agrega a lo mencionado, fue el religioso, pues eclesiásticamente desde 1730, toda la región del actual departamento Diamante dependía de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Paraná. En 1805, los habitantes del Pago de la Ensenada, encabezados por Matías Zapata se dirigieron al Cura Vicario de Paraná, para solicitarle se les concediera certificación sobre la necesidad de erigir un oratorio público en las Riberas del Paso del Rey, donde el numeroso vecindario pudiera recibir los socorros espirituales de misa y de confesión. Este a su vez lo elevó a Buenos Aires.

El pedido fue diligenciado favorablemente, firmando el 10 de febrero de 1806 el obispo Fray Benito Lué y Riega la correspondiente autorización. Dos años más tarde este mismo prelado fijó los límites de las parroquias, quedando la de La Bajada entre los ríos Paraná, Gualeguay y el arroyo Nogoyá.

Militarmente los cinco partidos dependían de Santa Fe, por lo que hasta 1810 tuvieron un comandante designado por su Cabildo, encargado de las milicias de todos los partidos de Entre Ríos. El primero fue Tomás de Rocamora en el período 1782-1784, en carácter de comisionado, para luego de los sucesivos nombramientos nos encontramos con Josef de Urquiza en el período 1801-1810 (padre de Cipriano y Justo José, entre otros hijos) con el cargo de Teniente Coronel de Milicias y Comandante General de los partidos de Entre Ríos.

Con este marco llegamos a mayo de 1810. Producida la Revolución de Mayo, las poblaciones entrerrianas adhirieron a la emancipación a pesar de que los cabildos estaban dominados por españoles. Un delegado de la Primera Junta llegó a La Bajada el 5 de junio de 1810, reconociendo ésta a la Junta días después.

Unas de las medidas que dispuso la Primera Junta, fue que los partidos de Entre Ríos dependieran del gobierno de Santa Fe.

Al ordenársele al general Manuel Belgrano realizar la expedición al Paraguay, la actual Paraná lo albergó como a su gente. Entre las donaciones recibidas, una fue la de 751 caballos, algunos de los cuales provinieron del aporte de vecinos de nuestra zona, según el detalle en la lista confeccionada en octubre de ese año, adjunta al oficio firmado por Juan Garrigó.

Y para finalizar esta reseña con motivo de tan importante fecha, creo que debemos considerar el estado embrionario en que se encontraba esta zona, precisando que Punta Gorda representaba en ese momento un estratégico fondeadero bastante utilizado, aunque desde el punto poblacional era el que menos habitantes tenía de los tres lugares descriptos anteriormente. Se necesitaría que se llegara a fines de 1812 con la instalación de las tres baterías, para que se produjera los primeros acercamientos de vecinos, para recién en 1832, con la llegada de los guaraníes trasladados desde Mandisoví y la suma de familias locales, le dieran al lugar la identidad de localidad sobre la cual cuatro años más tarde se fundaría Diamante.

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