martes, 17 de septiembre de 2019

Junta De Estudios Históricos Iglesia ER - Parroquia San Cipriano y Javier

Junta De Estudios Históricos Iglesia ER

Parroquia San Cipriano y Javier



Anualmente la ciudad de Diamante se engalana en setiembre por dos celebraciones, el 16 con su fiesta patronal en memoria de San Cipriano, que desde 1850 ha acompañado a sus fieles y el 24 por el Día de la Virgen de la Merced, bajo cuya advocación fue construido el nuevo templo a partir de 1899.
Pero tienen también otro Patrono: San Francisco Javier, y que por una omisión histórica no había sido tenido en cuenta durante años.
Remontándonos a los primeros pobladores que ocuparon estas tierras, distintos estudiosos del tema indican, que a mediados de 1740 se produjo una corriente colonizadora desde el Oeste, llegando a los lugares nombrados, llevando a la necesidad de organizar incluso una compañía de milicias con asiento en la zona de la Ensenada, integrada por los mismos habitantes, cumpliendo un servicio policial, por eso no es extraño que en el censo de 1745 que realizó en Entre Ríos el religioso Fray Roque del Pino, perteneciente a la Orden de San Francisco y con asiento en el Convento de Santa Fe, se registraran grados militares. El referido trabajo contiene un relevamiento que comprendió a casas, dependencias agrícolas, familias, etc. e incluyó el funcionamiento de un "principio de escuela" en proximidad del citado arroyo dirigido por Agustín de la Tijera.
Desde 1730, toda la región del actual departamento Diamante dependía de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Paraná. En 1805, los habitantes del Pago de la Ensenada, encabezados por Matías Zapata se dirigieron al Cura Vicario de Paraná, para solicitarle se les concediera certificación sobre la necesidad de erigir un oratorio público en las Riberas del Paso del Rey, donde el numeroso vecindario pudiera recibir los socorros espirituales de misa y de confesión. Este a su vez lo elevó a Buenos Aires.
El pedido fue diligenciado favorablemente, firmando el 10 de febrero de 1806 el obispo Fray Benito Lué y Riega la correspondiente autorización. Dos años más tarde este mismo prelado fijó los límites de las parroquias, quedando la de La Bajada entre los ríos Paraná, Gualeguay y el arroyo Nogoyá.
Se necesitaría que se llegara a fines de 1812 con la instalación de las tres baterías, para que se produjera los primeros acercamientos de vecinos, para recién en 1832, con la llegada de los guaraníes trasladados desde Mandisoví y la suma de familias locales, le dieran al lugar la identidad de localidad sobre la cual cuatro años más tarde se fundaría Diamante.
Para entender este proceso debemos retrotraernos al momento de la fundación de Diamante en 1836, cuando se redactó la Ley que declaraba al nuevo pueblo bajo la protección de este último Santo.
Esta fundación, en realidad se trató de un acto jurídico sobre una localidad que ya existía de hecho desde tiempo atrás, no acompañándose con otras medidas que la organizara.
La vida religiosa de sus habitantes, reforzada por la fe de esos Guaraníes llegados en 1832 y que formaron en gran parte su base poblacional, tuvo su centro de reunión en una capilla de paredes de adobe y techo pajizo, donde –según afirma la tradición y estudios posteriormente realizados- se veneraba a la estatuilla del Santo que aún se conserva como reliquia. Allí se recibía visitas pastorales desde Paraná, que permitía entre otras cosas, administrar bautismos y casamientos.
Así es que en nuestro archivo hay testimonios de la época, donde al margen de las anotaciones de los sacramentos brindados, se colocaba el membrete “Capilla Interina de los Indios Diamante”. Al no existir ningún archivo en el lugar, no quedó libro ni oficio que documentara acciones de gobierno del Comisionado ni testimonios de estas actividades religiosas.
En 1841 se envió desde el gobierno provincial una consulta sobre si tenían datos en el lugar sobre la existencia de una Ley de fundación, pues no se encontraban archivados antecedentes, y si así era, cual era la fecha de su sanción. La respuesta desde Diamante fue que se creía que sí y que mencionaban algunos viejos habitantes, podía ser datada en octubre o noviembre de 1836.
Lo cierto es que Urquiza como gobernador organizó sus primeras instituciones a partir del 4 de Julio de 1848, mandándose a construir un templo al poco tiempo, decidiéndose designar a San Cipriano como su Patrono.
A partir de allí y en distintas etapas, los fieles diamantinos gestionaron que se recuperara la figura del santo al sitial que le correspondía, lo que finalmente se logró el 1º de diciembre de 1996 cuando se realizó la proclamación eclesial de San Francisco Javier como 2º Patrono de Diamante.
El primer templo documentado que tuvimos en Diamante, producto del plan de obras públicas del gobierno del general Urquiza, que determinó que se lo construyera a partir de 1848 y se lo terminara en 1851 y es el hoy convertido en casa parroquial
A pesar de los problemas que se suscitaron durante su construcción, a mediados de 1850 ya permitía que se trajera un sacerdote y comenzara su labor evangélica
En vista que se estaban haciendo las gestiones para la designación del Cura que se haría cargo, el padre Miguel Vidal, compró ornamentos y diferentes utensilios para la nueva iglesia, entre lo que se encontraba galón y tafetán negro, candeleros, género para casullas, género morado, etc.
Mientras tanto, el general Urquiza sugirió a fines de marzo como posible candidato para ocupar el Curato del nuevo templo al Pbro. José Argüello, que aún no había terminado sus estudios teológicos y de oratoria sagrada, pero al serle ofrecido el puesto contestó negativamente. Finalmente, la autoridad eclesiástica nombró con fecha 1º de junio como Presbítero Teniente de la Vice Parroquia de la Villa a don Esteban Solari,
A su vez, sabiéndose allí de su llegada, se comenzaron a construir dos piezas con techo pajizo para que sirvieran de alojamiento, las que no se terminaron a tiempo.
El padre Solari llegó a Diamante e inmediatamente tomó contacto con el comandante militar Luis Hernández, quién le facilitó algunas cosas pedidas para que pudiera comenzar su tarea y le prometió otras. El 9 de junio, Solari se hizo cargo y habilitó los tres Libros que obligatoriamente debía llevar para registrar los bautismos, casamientos y defunciones.
A los seis días Solari le escribió a Acevedo una carta -conservada actualmente en el archivo donde le comentó :”Desde el domingo pasado he comenzado a decir Misa en la sacristía, porque en la iglesia todavía no hay proporción; pero mañana la diré en la iglesia siendo ya arreglado el presbiterio para eso y a fin de que pueda caber mayor gente, que concurre numerosa principalmente en día de fiesta. Comencé también a poner Óleos y mañana voy a echar la primera proclama de un matrimonio.
Me parece que todavía necesitará mucho tiempo para concluirse la iglesia; faltan las puertas, los vidrios, el piso embaldosado, el altar, etc. y la obra va muy lenta por falta de brazos. Yo vivo en casa del señor Comandante; entre quince días podré, espero, vivir en la casa que para eso está trabajándose. Por lo demás yo me hallo muy bien en medio de estos buenos feligreses y creo que ellos también sean contentos de mí. De mi lado he de hacer lo posible para no faltar a mis deberes y a fin de que siga una buena armonía. En agosto el carpintero Fourquet entregó terminado un armario, un confesionario, el Altar, el Sagrario, el Tabernáculo y tres nichos, continuándose la construcción del edificio que ya estaba en su parte final, y que fue suspendida unas semanas en octubre a causa de una epidemia en la Villa.
En enero de 1851, Esteban Rams y Rubert remitió las tres campanas encargadas por el ministro Galán, que fueron embarcadas en la goleta nacional "Estrella", y que luego también fueron parte de la leyenda como fundidas con el bronce de los cañones de Caseros tres años después.
En la Relación Estadística correspondiente a las novedades surgidas en ese mes en el departamento Diamante, elevada por Luis Hernández al ministro Galán, figuró que "el edificio de la Iglesia de esta población se concluyó el día 12 y está rindiendo el servicio a que fue destinado". Además gestionó por ser “de precisa necesidad” la construcción del cementerio que estaría destinado para la Parroquia, solicitando "se otorgue la aprobación para formarlo del modo que mejor convenga a la determinación superior". De este modo, se contó con un lugar destinado exclusivamente a la exhumación de los fallecidos católicos.
Luego del Pronunciamiento del general Urquiza del 1º de Mayo, las órdenes recibidas convulsionaron al pueblo, muchos diamantinos salieron a campaña y el incipiente movimiento comercial que se venía dando se vio menguado. Indudablemente esto repercutió en la vida de los habitantes y lo sintió el Padre Solari, pues el 11 de junio le escribió al Delegado Eclesiástico sin disimular su desánimo: "Me veo en la necesidad de poner en conocimiento de Usía., que no me es posible aguantar por más largo tiempo en este Curato. Lo que me ha sido prometido ya van dos meses, no se me ha dado; y no veo como se me pueda dar en seguida. Con carta fecha 29 de mayo le hice conocer también a este señor Comandante, el cual no me contestó hasta ahora, ni me dijo palabra sobre eso, aunque nos veamos todos los días. Este silencio me hace comprender mejor, lo que ya conocí en dos meses que sus promesas de él se disuelven en la nada, y por consiguiente deseo al concluir del corriente días más días menos salir de este punto.
Sin esperar respuesta oficial, viajó a Paraná y se presentó en la iglesia San Miguel, quedándose allí.Pero no fue posible encontrar sustituto para cubrir la plaza vacante, por lo que en común acuerdo entre el gobierno provincial y la autoridad eclesiástica, se decidió que retomara su cargo hasta que se consiguiera reemplazante. Solari, aunque contrariado, cumplió la orden y regresó a Diamante.
No sólo se dedicó a sus deberes en el pueblo, sino que en pleno movimiento del cruce del Ejército Grande, el 28 de diciembre le informaba a su superior en Paraná: “después de la octava de Todos los Santos pienso salir con el Mayordomo de Fábrica Dn. Benito Pujato a dar una vuelta a toda la feligresía para recoger limosna para levantar el camposanto, deseo saber si, llevando conmigo todo lo necesario, podré en los puntos más importantes decir misa confesar, bautizar, pues me dice que no sería malo hacerlo, porque en esos lugares hay gente que nunca ha confesado ni comulgado, ni es fácil que vengan a la iglesia”.
Finalmente llegó el reemplazo a fines de octubre, cuando se designó provisoriamente como nuevo Cura de la Villa del Diamante al Pbro. Pedro Alegre, lo que permitió que el padre Solari dejara atrás su experiencia vivida entre los diamantinos, quedando de todas maneras en la historia como el primer sacerdote estable.
A principios de 1898, el Pbro. José Antonio González presentó la renuncia del cargo de Cura Párroco, con el fin de regresar a España, su país natal. Como entonces eran muy escasos los sacerdotes de la Diócesis de Entre Ríos, se firmó un convenio entre el Obispado de Paraná y la Congregación del Verbo Divino para que esta última se hiciera cargo de la parroquia de Diamante, nombrándose en la fecha Cura Vicario al P. Ludgero Grütter.
La Congregación fue fundada en 1875 en una pequeña población de Holanda, para luego desarrollarse rápidamente. En 1889 arribaron a Argentina los dos primeros sacerdotes, que por disposición del Papa debían atender a la inmigración alemana del Volga. Las primeras parroquias que el Obispado de Paraná les encomendó, fueron Crespo y Valle María. Apreciando el trabajo que estaban haciendo, se les confió la de Diamante. El nuevo templo y la Virgen de la Merced.
Colocada su piedra fundamental en 1899, se decidió ponerlo bajo la advocación de la Virgen de la Merced, lo que dio lugar que un grupo de fieles reclamara ante el Obispo por la creencia que podía ser dejado de lado San Cipriano, lo que debió ser salvado por el P. Grütter, que le escribió a su superior "no es nuestro ánimo cambiar el patrono de la parroquia, que lo será siempre el glorioso San Cipriano Mártir".
Con motivo de este acto llevado a cabo el 16 de setiembre de 1899, se emitió una medalla conmemorativa al hecho. De un lado muestra una imagen del futuro templo con la inscripción "Piedra Fundamental de la Iglesia Parroquial del Diamante" -1899 -, del reverso muestra la imagen de la Virgen y la inscripción: "Virgen de la Merced - Ruega por nosotros".
Para fines de marzo del año siguiente se inauguró la primera parte de las obras del nuevo templo, que consistía en la sacristía, 6 metros del presbiterio y una parte de la nave central. Esto permitió que se comenzara a transformar la antigua iglesia en casa parroquial e invertir en esta obra la cantidad de $ 1.000.-
En setiembre de 1901 se reiniciaron las obras durante la gestión del P. Pedro Weber, ensanchándose el presbiterio, continuándose con la nave central y las laterales.
Recién en 1908 se iniciaron las obras de las dos bóvedas chicas, terminándose ya al otro año el revoque del ante frente de la Iglesia y la colocación del piso de mosaico y las gradas de mármol.
El 11 de marzo de 1946 se pudo por fin concretar el reinicio de los trabajos, poniéndose como meta terminarlos para el centenario de la apertura de los primeros libros de la Parroquia ocurrido el 9 de junio de 1850.
El 27 de diciembre de 1994 se retiran los sacerdotes del Verbo Divino y es nombrado Párroco el padre Luis Zaniti.
Prof. Celia Godoy
Fuentes
Historia de Diamante y sus instituciones. Ricardo Brumatti
Legajo de la Parroquia
Historia Eclesiástica de Entre Ríos J. J. Segura

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