lunes, 19 de noviembre de 2018

EL PRIMER MUELLE EN EL PUERTO DIAMANTE





Se inauguró como muelle de explotación privado en 1900, y dos años después, el 26 de noviembre de 1902 se expropió para uso público.

Cuando el 4 de julio de 1848, el general Urquiza decidió firmar el decreto habilitando el Puerto del Diamante para la introducción y extracción de productos, nombrando a su primer Capitán, don Martín José Ruiz Moreno, abriendo paralelamente sus puertas la Receptoría de Rentas, cumpliendo entre otras actividades las aduaneras, no hizo más que darle forma a lo que desde mucho tiempo antes sucedía: la zona de Punta Gorda (comprendía toda la costa desde la desembocadura de la Ensenada hasta la Azotea) era usado como un puerto natural, pero no se hubiera imaginado que pasarían tantos años hasta que se emplazaría el primer muelle.

A pesar que el puerto adquirió cada vez mayor importancia al incrementarse el volumen de las cargas, como resultado principalmente de las mayores cosechas del Departamento, como así de los más variados productos, originando la llegada de barcos de gran calado, siempre estaba presente el problema de no contar con un muelle y las instalaciones para realizar estas operaciones con las comodidades necesarias. Esto era solucionado con gran imaginación, usándose desde planchadas colocadas sobre pontones, hasta canaletas desde los depósitos ubicados estratégicamente  en la parte superior de la barranca.

Desde la Jefatura Política primero, como luego desde la Corporación Municipal y acompañado desde siempre por los productores y comerciantes diamantinos se gestionó en los distintos niveles esta posibilidad. Durante 1878 el gobierno nacional posó los ojos en el Puerto, al dictar en octubre la Ley Nº 958, que ordenaba la construcción de una casilla para el Resguardo, contemplaba el arreglo de la bajada y consideraba llevar adelante la construcción de un muelle.

Al año siguiente, el ingeniero Noailles realizó los estudios y el plano correspondiente, elevándolos al Poder Ejecutivo en junio, los que fueron aprobados, con la idea de llamar a licitación para su ejecución, pero hasta allí llegó esto, diluyéndose por el momento la idea.

En octubre de 1880, el que volvió a la carga con el tema, fue el diamantino y Diputado Nacional Dr. Teófilo García, presentado un proyecto para la construcción del muelle, lo que fue acogido por las Cámaras favorablemente. Pero nuevamente no se logró fuera considerado seriamente.

En 1887 la voz que llevó adelante una encendida defensa de su realización, fue la de otro diamantino, el entonces diputado nacional Sabá Z. Hernández, quien expresó cuando otros ponían trabas, que “este puerto del Diamante ha preocupado al Poder Ejecutivo desde hace ocho años, entiendo que hasta ahora han hecho viajar tres o cuatro veces a los ingenieros del Departamento para hacer estudios, han proyectado puertos por todas partes, pero hasta ahora no hay muelle en el Diamante”.

Finalmente Hernández insistió y logró revertir el hecho, por lo que el 23 de noviembre se dictó la Ley Nacional Nº 2249, por la que el Poder Ejecutivo mandaba a construir un muelle de doscientos metros de longitud, paralelo a la costa, al cual estará unido por otro de veinticinco metros, perpendicular a la misma; pudiendo invertir en esta obra hasta $ 80.000. A esta se sumó la autorización de la construcción de terraplenes y murallones, pero la provisión de los fondos necesarios para cumplirla fue impedimento que no logró remontarse en ese momento.

Llegó 1894, Sabá Z. Hernández asumió como Gobernador, mientras que al año siguiente lo hacía en Diamante como Presidente Municipal don Eduardo Oberlín, quienes apoyados por el Concejo, gestionaron insistentemente ante las autoridades nacionales la realización de la obra del muelle. Esta vez la semilla sembrada germinó, pues el 23 de diciembre de 1898 se aprobó el proyecto de su construcción.

A pesar de faltar fondos para hacer frente a las obras, al año siguiente se llamó a licitación sobre la base de la explotación del Puerto, ganando la propuesta del empresario Enrique Casteigneaux, quien pedía la concesión por el término de once años  y no permitiéndose el establecimiento de otro embarcadero sobre una extensión de 40 Km. de costa, resultando en ese momento la más conveniente, firmándose en noviembre el contrato respectivo.

Practicado el replanteo de las obras, se ejecutaron los trabajos que empezaron en el mes de junio de 1900 y terminaron el 31 de diciembre, habilitándose en enero de 1901

Pero aquí comenzaron otro tipo de dificultades, pues el costo de las operaciones en el flamante muelle resultó tan onerosa para los diamantinos, que decidieron no utilizarlo, continuando con los antiguos métodos de pontones para las cargas. Este boicot, impidió al constructor pagar sus impuestos, llevando a que se realizaran acciones judiciales contra el concesionario.

Para darle un corte al problema, durante noviembre de 1902 el M.O.P comisionó a dos ingenieros para inspeccionar el estado del puerto y las causas que habían impedido a la empresa explotadora librar al servicio público esta obra. El informe producido determinó que la mejor solución era expropiarlo. Así fue transmitido al Ministro de Hacienda, quien decidió proponer esto a los empresarios, quienes aceptaron el temperamento. Esto llegó a feliz término y nuestra ciudad contó con su primer muelle público, que abrió las puertas a una continua y progresista evolución.






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