miércoles, 16 de febrero de 2011

Suboficial Principal (r) EDMUNDO FELIPE SOSA

Expedicionario al Desierto Blanco

La Antártida ha tenido una especial atracción para muchos diamantinos. Desde el general Hernán Pujato, el visionario y pionero que abrió las puertas argentinas a su exploración y ocupación del sector correspondiente a nuestro País. Creador del Instituto Antártico que merecidamente lleva su nombre. Otros siguieron su camino y luego de varias campañas tuvieron el privilegio de ser, primero 2º Comandantes y luego Comandantes Antárticos del Ejército: Coroneles Miguel Felipe Perandones Tomás y Enrique Horacio Capella; en 2009 el jefe de la base Belgrano II fue el Teniente Primero Infantería Jorge Adrián Schunck y a ellos les sumamos ese grupo de suboficiales que integraron dotaciones en uno de los medios más inhóspitos del planeta: Subof My Rad Hilario Jorge Schunck, Subof My Rad Oscar Rafael Ferrari, Subof. Pr Cond Mot Carlos Vergara, etc.

Pero este trabajo está destinado a rescatar la figura de quién intervino en los primeros tiempos, cuando casi todo se hacía “a pulmón”, integrando el grupo que preparó la primera expedición terrestre argentina al Polo Sur, y que además tuvo el privilegio de intervenir en la fundación de las bases Matienzo y Sobral: el Expedicionario al Desierto Blanco EDMUNDO FELIPE SOSA.

Nacido en Distrito Doll, Dpto. Diamante el 24 de agosto de 1936. Fueron sus padres Felipe Sosa y Emma Rosa Sosa. Ingresó al Ejército en 1952 a la vieja Escuela de Mecánica del Ejército “Tcnel. Fray Luis Beltrán”, de donde egresó cuatro años más tarde como Suboficial Mecánico Motorista. Su primer destino fue el Taller Mantenimiento “Paraná”, donde estuvo entre 1957 a 1960. De allí fue convocado al Departamento Antártico en Buenos Aires para la Campaña Antártica 1960/61.

Para él comenzó en diciembre de 1960, siendo adelantado en el Buque Transporte “Bahía Aguirre” con carga general hasta Ushuaia, donde esperó el Rompehielos “General San Martín”, que ya estaba haciendo relevos de bases.

El destino que tenían era fundar la Base “Matienzo” en el nunatak Larsen en la Barrera de Hielos Larsen, pero dada las condiciones del mar totalmente congelado, el San Martín no pudo entrar, así que fueron desembarcados con toda la carga en la Base “Esperanza”. El problema a superar era que el material a transportar era de 240 toneladas a una distancia de 250 Km., que no parecería tanto, pero esto cambia si tenemos en cuenta que había que hacerlo en el mejor de los casos y si el clima ayudaba a una velocidad de 10 Km. por hora sobre un canal congelado.

El Jefe de la dotación fue el Capitán de Ingenieros Ignacio Carro. Sosa era en ese entonces un joven Sargento que reunía como sus camaradas, todas las condiciones para enfrentar el desafío, tanto anímica como físicamente.

Así es que a partir del mes de mayo, comenzaron con el traslado, incluido lo necesario para levantar el edificio de paneles de madera y chapas a través de Canal “Príncipe Gustavo” que como decía estaba totalmente congelado, la temperatura media era de entre –40º C y –50º C. Realizaron uno o dos viajes a la semana durante cinco meses, momento en que el canal comenzó a descongelarse. Para concretar cada uno de los viajes, salían muy temprano y si el tiempo se los permitía, no descansaban hasta llegar, sólo lo hacían si desmejoraba el tiempo o se levantaba alguna tormenta, aprovechando entonces para comer y dormir. Esta exposición a la intemperie dificultaba todas las actividades y hasta, vale la pena mencionarlo como curiosidad, era tormentoso “ir al baño” (que no tenían), por la crudeza del frío y la necesidad de desabrigar alguna parte del cuerpo. Una vez trasladado el material, armaron las instalaciones de la nueva Base, integrando de esa manera la primer dotación, permaneciendo hasta diciembre, cuando ahora sí el Rompehielos puede llegar hasta el lugar y regresarlos al continente.

La Base Matienzo (Inicialmente se llamó Base Conjunta “Teniente Benjamín Matienzo”) tiene como fecha de inauguración el 15 de marzo de 1961.

Al regresar, Sosa fue destinado a Uspallata a la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña durante tres meses y de allí al 1º Grupo de Artillería de Montaña por un año y meses.

En 1963 regresa al Dpto. Antártico, interviniendo en la Campaña 63/64 durante cinco meses haciendo el relevo de las Bases.

En el mes de diciembre de 1965 viajó en avión a Usuhaia, donde estaba el Rompehielos “Gral. San Martín”. Esta vez, el buque los dejó en la costa de la barrera de hielo, que está aproximadamente a 1 Km. de la Base Belgrano. Estaban juntos el personal de la dotación que correspondía a la Base y la que intervendría en la “Operación 90” que trataría de llegar al Polo Sur. Allí organizaron los vehículos, la carga (Víveres, combustible, etc.).

Como el sol pleno alumbra entre diciembre a febrero, comenzando luego a declinar la luz solar, tuvieron que rápidamente salir a fundar la Base “Sobral”, cuyo objetivo primordial era el apoyo a la empresa a iniciar, llevando materiales y combustibles que iban a servir para la expedición al polo. También debieron trasladar la casa desarmada.

La Base Sobral, cuya fecha oficial de inauguración es el 2 de abril de 1965, está ubicada al sur de la Barrera de Hielos Filchner, al pie de la meseta polar, distante a 420 Km. de Belgrano y a 900 Km. del Polo Sur. (recordemos que Belgrano ya no existe).

Para su construcción se utilizaron seis “Gatos de la Nieve” en cuatro patrullas que transportaron 110 toneladas de carga desde Belgrano, por una zona de hielo difícil y sometidos a temperaturas de –50º C, completando 4.000 Km. entre el 19 de enero y el 10 de abril. Instalaron la casa, enfermería, usina, observatorio de auroras, taller mecánico, todos conectados por túneles de hielo. Al mando del Tte 1º Giró Tapper, 14 hombres (entre ellos Sosa) cargaron y descargaron a mano los trineos, es decir moviendo cada uno ocho toneladas.

El general Leal llegaría unos 15 días antes, llevado por el comandante Olezza, que realizaba el viaje transpolar y allí se hizo cargo.

Llegó el momento de partida hacia el asalto final al Polo Sur. Sosa no fue incluido y regresó a la Base Belgrano, pues en Sobral sólo quedaron tres integrantes.

La expedición regresó en diciembre, siendo recibidos por la dotación con gran alegría. A los pocos días entró el buque a buscarlos, lo que debía hacerlo rápidamente por el peligro que se cerrara el canal.

En 1966, Edmundo Felipe Sosa fue destinado a la Compañía de Arsenales 2 de Paraná (ex Taller Mantenimiento y actual Base de Apoyo Logístico), de donde se retiró del servicio activo en 1978.

Seguramente entre los tantos reconocimientos recibidos, hay un párrafo de una carta dirigida a Sosa y firmada por el general Leal el 17 de octubre de 1996, entonces Director Nacional del Antártico, con motivo de cumplirse ya más de 30 años de esa “patriada”, donde en una de las frases sintéticamente describe la actuación que le cupo y el valor que ello representa: “Tengo la satisfacción del reencuentro a través de esta nota con uno de los hombres, que hace más de treinta años, con su apoyo y esfuerzo posibilitó coronar con éxito la empresa de arribar por tierra al Polo Sur”.

También como a otros, recibió el Diploma de Honor del Honorable Congreso de la Nación que lo acredita como “Expedicionario al Desierto Blanco” (04/11/2003 - Ley Nº 25433 B.O. 29689) teniendo en cuenta que posee las más altas condiciones de valor, sacrificio y abnegación.

Actualmente “Felipe”, como lo llamamos los amigos, disfruta merecidamente de sus recuerdos entre nosotros, aunque como buen antártico, es muy difícil hacerlo comentar de las hazañas realizadas, y de allí la necesidad de dejar este testimonio de su trayectoria.



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