Se
inauguró como muelle de explotación privado en 1900, y dos años después, el 26
de noviembre de 1902 se expropió para uso público.
Cuando el 4 de julio de 1848, el
general Urquiza decidió firmar el decreto habilitando el Puerto del Diamante
para la introducción y extracción de productos, nombrando a su primer Capitán,
don Martín José Ruiz Moreno, abriendo paralelamente sus puertas la Receptoría
de Rentas, cumpliendo entre otras actividades las aduaneras, no hizo más que
darle forma a lo que desde mucho tiempo antes sucedía: la zona de Punta Gorda
(comprendía toda la costa desde la desembocadura de la Ensenada hasta la
Azotea) era usado como un puerto natural, pero no se hubiera imaginado que
pasarían tantos años hasta que se emplazaría el primer muelle.
A pesar que el puerto adquirió cada vez
mayor importancia al incrementarse el volumen de las cargas, como resultado
principalmente de las mayores cosechas del Departamento, como así de los más
variados productos, originando la llegada de barcos de gran calado, siempre
estaba presente el problema de no contar con un muelle y las instalaciones para
realizar estas operaciones con las comodidades necesarias. Esto era solucionado
con gran imaginación, usándose desde planchadas colocadas sobre pontones, hasta
canaletas desde los depósitos ubicados estratégicamente en la parte superior de la barranca.
Desde la Jefatura Política primero,
como luego desde la Corporación Municipal y acompañado desde siempre por los
productores y comerciantes diamantinos se gestionó en los distintos niveles
esta posibilidad. Durante 1878 el gobierno nacional posó los ojos en el Puerto,
al dictar en octubre la Ley Nº 958, que ordenaba la construcción de una casilla
para el Resguardo, contemplaba el arreglo de la bajada y consideraba llevar
adelante la construcción de un muelle.
Al año siguiente, el ingeniero Noailles
realizó los estudios y el plano correspondiente, elevándolos al Poder Ejecutivo
en junio, los que fueron aprobados, con la idea de llamar a licitación para su
ejecución, pero hasta allí llegó esto, diluyéndose por el momento la idea.
En octubre de 1880, el que volvió a la
carga con el tema, fue el diamantino y Diputado Nacional Dr. Teófilo García,
presentado un proyecto para la construcción del muelle, lo que fue acogido por
las Cámaras favorablemente. Pero nuevamente no se logró fuera considerado
seriamente.
En 1887 la voz que llevó adelante una
encendida defensa de su realización, fue la de otro diamantino, el entonces
diputado nacional Sabá Z. Hernández, quien expresó cuando otros ponían trabas,
que “este puerto del Diamante ha preocupado al Poder Ejecutivo desde hace ocho
años, entiendo que hasta ahora han hecho viajar tres o cuatro veces a los
ingenieros del Departamento para hacer estudios, han proyectado puertos por
todas partes, pero hasta ahora no hay muelle en el Diamante”.
Finalmente Hernández insistió y logró
revertir el hecho, por lo que el 23 de noviembre se dictó la Ley Nacional Nº
2249, por la que el Poder Ejecutivo mandaba a construir un muelle de doscientos
metros de longitud, paralelo a la costa, al cual estará unido por otro de
veinticinco metros, perpendicular a la misma; pudiendo invertir en esta obra hasta
$ 80.000. A esta se sumó la autorización de la construcción de terraplenes y
murallones, pero la provisión de los fondos necesarios para cumplirla fue
impedimento que no logró remontarse en ese momento.
Llegó 1894, Sabá Z. Hernández asumió
como Gobernador, mientras que al año siguiente lo hacía en Diamante como
Presidente Municipal don Eduardo Oberlín, quienes apoyados por el Concejo,
gestionaron insistentemente ante las autoridades nacionales la realización de
la obra del muelle. Esta vez la semilla sembrada germinó, pues el 23 de
diciembre de 1898 se aprobó el proyecto de su construcción.
A pesar de faltar fondos para hacer
frente a las obras, al año siguiente se llamó a licitación sobre la base de la
explotación del Puerto, ganando la propuesta del empresario Enrique
Casteigneaux, quien pedía la concesión por el término de once años y no permitiéndose el establecimiento de otro
embarcadero sobre una extensión de 40 Km. de costa, resultando en ese momento
la más conveniente, firmándose en noviembre el contrato respectivo.
Practicado el replanteo de las obras,
se ejecutaron los trabajos que empezaron en el mes de junio de 1900 y
terminaron el 31 de diciembre, habilitándose en enero de 1901
Pero aquí comenzaron otro tipo de
dificultades, pues el costo de las operaciones en el flamante muelle resultó
tan onerosa para los diamantinos, que decidieron no utilizarlo, continuando con
los antiguos métodos de pontones para las cargas. Este boicot, impidió al
constructor pagar sus impuestos, llevando a que se realizaran acciones
judiciales contra el concesionario.
Para darle un corte al problema, durante noviembre de 1902
el M.O.P comisionó a dos ingenieros para inspeccionar el estado del puerto y
las causas que habían impedido a la empresa explotadora librar al servicio
público esta obra. El informe producido determinó que la mejor solución era
expropiarlo. Así fue transmitido al Ministro de Hacienda, quien decidió
proponer esto a los empresarios, quienes aceptaron el temperamento. Esto llegó
a feliz término y nuestra ciudad contó con su primer muelle público, que abrió
las puertas a una continua y progresista evolución.
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