Palabras alusivas en el acto
173 º Aniversario Fundación de Diamante
manifestadas por el autor
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Una vez más, como cada 27 de febrero, conmemoramos otro aniversario –en este caso el 173º - de cuando la Legislatura entrerriana convertía en Ley, el proyecto elevado por el gobernador Pascual Echagüe 15 días antes, para fundar un pueblo con el nombre de “El Diamante” en la localidad de Punta Gorda, bajo la protección de San Francisco Javier.
El mismo gobernador, promulgó dicha Ley el 1 de marzo, acompañando con su firma el ministro Evaristo Carriego.
De esa manera, nuestro fundador continuaba con su política de formación de pueblos -ya lo había hecho con La Concordia en el 32 y con La Paz en el 35- junto a otras medidas, tratando de apaciguar la etapa de anarquía vivida por la Provincia, lamentablemente, algunas, dejando de lado el espíritu federal que siempre caracterizó a Entre Ríos.
Se le daba así en nuestro caso, la figura jurídica de pueblo a una localidad que ya existía de hecho desde años antes, principalmente desde 1832, cuando Echagüe mismo, ordenó trasladar a parte de las familias de guaraníes de la zona de Mandisoví, que habían protagonizado el sublevamiento en la zona del Cuareim, del otro lado del Uruguay.
Llegados a este lugar, se los ubicó en la zona delimitada aproximadamente por las actuales calles San Martín y 3 de Febrero, en una franja hasta la plaza “9 de Julio”, uniéndose a los otros pobladores que ya tenían su asentamiento en lo que es hoy nuestro centro cívico.
Este incipiente pueblo, no modificó en nada su realidad por esta esperanzada medida, alejado del circuito de las postas, era solo un grupo de ranchos, sin calles, ni alumbrado, sin servicios de sanidad, viviendo de una manera primaria, que solo era viable gracias a la excelencia del lugar, y a la posibilidad de algún intercambio con los barcos que fondeaban en su puerto natural. Solo se amojonó la futura planta urbana, señales que en su mayoría pronto se perdieron y hubo que rehacerlas años mas tarde.
Paulatinamente, comenzó una etapa de despoblamiento, enfermedades, miseria, los varones enrolados en las milicias, que permanentemente acompañaron los vaivenes políticos y militares de la época, fueron diezmados y antes de una década, Diamante, ya sin autoridades, estaba a punto de desaparecer. Terminó así el primer ciclo de esta historia tan extraña, tan particular, que de manera pendular se ha ido repitiendo a lo largo del tiempo.
El segundo ciclo, comenzó con la estratégica visión del general Urquiza, creando las primeras instituciones a partir de esa fecha que llamo “la segunda fundación”: el 4 de julio de 1848; al año siguiente se creó el departamento Diamante, se comenzaron las obras del templo y la escuela, desarrollándose el comercio, naciendo pequeños emprendimientos, oficinas públicas, que significaron un progreso evidente, lo que finalizaría luego de Caseros con la federalización del territorio entrerriano y una declinación en ese ascenso.
A partir de aquí, nuestra historia nos muestra una sucesión de altibajos que repercutieron notablemente en la evolución, etapas de crecimientos, otras que se desaprovechaba lo anterior y ocurrían hechos que llamaba la atención, pues se llegaba a situaciones que nos hacían retroceder a puntos impensados.
Seguramente, lo que más ha quedado en el recuerdo de los diamantinos de nuestra generación, es el cierre del ferrocarril, la Junta de Granos y de varias empresas, el traslado del A/3, el comercio que decayó notablemente y nuevamente tratar de crecer.
Y sepan disimular esta reseña que hago, pero justamente en ella debemos encontrar las enseñanzas que nos deja esta evolución pendular:
Porque hay algo que nunca cambió: siempre Diamante está aquí, ofreciéndonos sus grandes bondades, su maravillosa geografía, sus dones naturales que muchos pueblos nos envidian sanamente, ofreciéndonos todas las posibilidades para nuestro crecimiento.
Los problemas, son los mismos que han sufrido muchos otros pueblos, mayoritariamente causados por el hombre. Y muchos de éstos, no solo los superaron, sino que experimentaron luego un gran progreso.
Entonces, debemos decir, que hemos tenido y tenemos grandes dirigentes y ciudadanos, convengamos que las limitaciones evidenciadas en nuestra evolución, lo que no hemos sabido instrumentar, la falta de constancia, de trabajo inteligentemente orientado, del manejo apropiado de la cosa pública, es nuestro problema, y permítaseme disentir con la leyenda de la maldición de la gitana – Lo que no hacemos es culpa nuestra. Diamante siempre nos está esperando y brindándonos oportunidades.
Por eso, repito lo que dije hace unos años para esta misma fecha y en este mismo lugar: nuestra historia nos enseña, si estudiamos con profundidad sus detalles, que los ciclos de surgimiento y la superación de problemas, se los hizo cuando nos unimos los diamantinos, y agrego: cuando las autoridades fueron consecuentes con sus ideales y promesas de campaña, llevándolos a la práctica en el ejercicio de su mandato y cuando cada uno de los habitantes, acompañó sin egoísmo cada proyecto que representaba el bien común, participando activamente y cumpliendo las normas. Si uno de estos componentes no se cumple, no esperemos que el progreso funcione milagrosamente.
Y para ello, siempre tendremos el ejemplo que nos legaron nuestros tres grandes ciudadanos ilustres, que sabiamente elegidos, desde sus imágenes colocadas en la entrada del palacio municipal, nos marcan como debemos actuar comunitariamente por nuestro Diamante:
. Aplicar la virtud del servicio, el amor al prójimo y trabajar para palear la desigualdad social, como lo hizo la hermana Mariangela.
. El patriotismo, la integridad, el desprendimiento, el manejo responsable de los dineros públicos que se le confió y el cumplimiento abnegado de cada misión, como lo hizo el general Hernán Pujato
. El estudio, la docencia, la inteligencia usada hacia el bien, la investigación realizada seriamente y con proyección social, con la humildad de los grandes, como nos está enseñando el Dr. Domingo Liotta.
Tenerlos como premisas en nuestras acciones ciudadanas, es el mejor regalo que le podemos hacer cotidianamente a nuestro querido Diamante.
Ricardo César Brumatti
27 de febrero de 2009